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                  MUNDO AL FINAL DEL SIGLO XIX | SIGUIENTE | 
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A lo largo del siglo XIX la ciencia y la tecnología habían
      experimentado un desarrollo espectacular en Europa y los Estados
      Unidos. Los físicos habían llegado a comprender con gran precisión
      el comportamiento de la electricidad, el magnetismo y el calor, si
      bien todavía había algunos puntos oscuros, los cuales fueron
      resaltados por Lord Kelvin en una conferencia que pronunció en 1900 con el título de Las nubes oscuras
      del siglo XIX sobre la teoría dinámica del calor y de la
        luz. Dichas nubes eran dos: por una parte la falta de una
      explicación razonable al experimento de Michelson-Morley, que
      parecía llevar a la absurda conclusión de que la Tierra estaba
      inmóvil en el espacio, y la radiación del cuerpo negro, el
      fenómeno por el cual un cuerpo perfecetamente negro, es decir,
      capaz de absorber toda la radiación exterior que llegue hasta él,
      debía emitir la radiación electromagnética que llega hasta su
      superficie desde su interior. El problema era que existían dos
      teorías mutuamente contradictorias sobre la relación entre la
      frecuencia y la intensidad de dicha radiación: una coincidía
      razonablemente con los resultados experimentales en la zona
      violeta del espectro luminoso, pero fallaba radicalmente en la
      zona roja, y con la otra sucedía justo lo contrario. Un físico
      alemán llamado Max Karl Ernst Ludwig Plank presentó una
      teoría que describía correctamente la radiación del cuerpo negro,
      pero que suponía una hipótesis inaudita: suponía que la radiación
      electromagnética está formada por paquetes indivisibles de
      energía, similares a los átomos que componen la materia. Plank
      llamó cuántos a estos paquetes, cada uno de los cuales
      tiene una energía proporcional a la longitud de onda. Esto
      contradecía totalmente a cuanto se sabía sobre la radiación
      electromagnética... pero explicaba el comportamiento de la
      radiación del cuerpo negro.
    
Una de las líneas de investigación más novedosas se encontraba en
      la frontera entre la física y la química: el estudio de la
      radiactividad. La química había realizado enormes progresos en el
      descubrimiento, síntesis y clasificación de nuevos elementos,
      hasta el punto de que su proliferación llegaba a resultar
      desconcertante: la teoría atómica había surgido como una forma
      elegante de explicar la diversidad de las sustancias químicas como
      compuestos formados por diferentes combinaciones de unas pocas
      clases de átomos, pero la existencia de casi un centenar de
      elementos químicos distintos, que además podían ser ordenados en
      familias de elementos con propiedades similares, llevaba a pensar
      que probablemente los átomos no eran tan elementales como se había
      creído. Pero si la química tenía estos problemas teóricos, su
      vertiente práctica no conocía límites: a lo largo del siglo XIX se
      habían sintetizado toda clase de productos químicos de gran
      utilidad: fármacos, colorantes, explosivos, desinfectantes, etc.
    
La medicina también había experimentado una revolución con la
      comprensión de la naturaleza infecciosa de numerosas enfermedades,
      lo que habría la posibilidad de combatir las epidemias y las
      infecciones mediante medidas antisépticas, vacunas, analizando los
      mecanismos de contagio, etc. Lo más desconcertante eran algunas
      enfermedades que al parecer no surgían por infecciones, sino por
      lo que parecían ser carencias en la dieta. La fisiología estaba
      dando grandes pasos a medida que se desarrollaba la teoría
      celular. Además la química estaba rompiendo la aparente barrera
      trazada hasta entonces entre la química orgánica y la inorgánica,
      y cada día había más evidencias de que las reacciones químicas que
      dan sustento a la vida no eran de naturaleza distinta a la del
      resto. La teoría de la evolución ya era aceptada por todos los
      científicos (en el sentido de que ya se podía decir con pleno
      derecho que quienes no la aceptaban no eran científicos).
    
Ese año se produjo una curiosa coincidencia: tres botánicos, el
      neerlandés Hugo de Vries, el alemán Karl Erich Correns
      y el austriaco Erich van Tschermak, publicaron de forma
      independiente tres artículos en los que citaban los trabajos
      publicados más de treinta años atrás por Gregor Mendel sobre las
      leyes de la herencia y confirmaban sus resultados. De este modo,
      la obra de Mendel salió del olvido y fue debidamente reconocida.
    
Los astrónomos habían logrado medir la distancia a unas 70
      estrellas, los geólogos habían construido trece estaciones
      sismográficas capaces de estudiar los terremotos. Por el momento,
      geólogos, biólogos y astrónomos no lograban ponerse de acuerdo en
      una fecha plausible para la edad de la Tierra, pues cada rama
      proporcionaba argumentos que sugerían tiempos radicalmente
      distintos.
    
La ingeniería estaba construyendo motores de explosión cada vez
      más potentes, que iban desplazando paulatinamente a las máquinas
      de vapor en la industria. Si el vapor era más adecuado para
      impulsar grandes buques y ferrocarriles, los motores de explosión
      permitían construir automóviles ligeros (sólo en los Estados
      Unidos circulaban ya 14.000 automóviles), así como máquinas
      voladoras, si bien hasta el momento no habían sido muy eficientes.
    
En un orden de cosas más frívolo, pero a largo plazo no menos
      importante desde un punto de vista económico, se estaba
      desarrollando la industria cinematográfica. De momento lo más
      demandados eran los trucos de cámara insólitos, como El dibujo
        encantado, de los estudios de Edison, película en la que un
      hombre dibujaba objetos que luego se hacían reales (un sombrero,
      una copa, una botella...) o el Sherlock Holmes perplejo,
      en la que Sherlock Holmes resulta burlado por un ladrón que
      aparece y desaparece en la nada. Se trataba de películas de poco
      más de un minuto de duración, mientras de Georges Méliès produjo Juana
        de Arco, película coloreada de diez minutos de duración.
    
 El desarrollo científico y técnico de
      Europa y los Estados Unidos no tenía punto de comparación con la
      situación del resto del mundo, gran parte del cual permanecía a
      todos los niveles (político, científico, económico, religioso,
      etc.) como Europa había estado en la Edad Antigua, o incluso en la
      Edad Media, y en algunos casos habría que remontarse incluso al
      neolítico para establecer comparaciones. Y si en la Edad Media
      había sido Europa la que había tenido que sufrir el azote de las
      invasiones bárbaras, ahora los papeles se habían invertido y eran
      los "bárbaros" los que tenían que sufrir el azote de Europa. En
      efecto, los avances tecnológicos europeos incluían potentes
      cañones, fusiles, ametralladoras, pólvora sin humo, buques
      acorazados, etc., con los que las grandes potencias habían logrado
      someter unos 23 millones de km2 de territorio no
      europeo, la quinta parte de la tierra firme del planeta. En unas
      pocas décadas se habían repartido casi la totalidad de África en
      una veloz carrera colonial. Las únicas zonas que permanecían
      independientes eran el reino de Marruecos (donde el sultán Abd
      al-Aziz cumplía los 22 años y puso fin a la regencia del gran
      visir Ba-Áhmed), el Sahara Occidental (en el que Francia se había
      abstenido de intervenir reconociendo a España sus derechos sobre
      el territorio, a pesar de que su presencia en él era casi nula),
      la república de Liberia y Etiopía, que bajo el reinado del
      emperador Menelik II había puesto freno al avance italiano en
      Eritrea y Somalia y se había convertido en un aliado clave de los
      británicos contra los mahdistas sudaneses. Menelik II había
      dirigido un proceso de expansión para dominar el máximo territorio
      posible antes de que fuera ocupado por otras potencias europeas, y
      había logrado abarcar la región que se muestra en el mapa, en gran
      medida gracias a las dotes militares de su primo, el ras Mekonnen.
      Por otra parte, Libia permanecía nominalmente bajo soberanía
      otomana, sin que sus desiertos interesaran en gran medida a
      ninguna potencia europea.
El desarrollo científico y técnico de
      Europa y los Estados Unidos no tenía punto de comparación con la
      situación del resto del mundo, gran parte del cual permanecía a
      todos los niveles (político, científico, económico, religioso,
      etc.) como Europa había estado en la Edad Antigua, o incluso en la
      Edad Media, y en algunos casos habría que remontarse incluso al
      neolítico para establecer comparaciones. Y si en la Edad Media
      había sido Europa la que había tenido que sufrir el azote de las
      invasiones bárbaras, ahora los papeles se habían invertido y eran
      los "bárbaros" los que tenían que sufrir el azote de Europa. En
      efecto, los avances tecnológicos europeos incluían potentes
      cañones, fusiles, ametralladoras, pólvora sin humo, buques
      acorazados, etc., con los que las grandes potencias habían logrado
      someter unos 23 millones de km2 de territorio no
      europeo, la quinta parte de la tierra firme del planeta. En unas
      pocas décadas se habían repartido casi la totalidad de África en
      una veloz carrera colonial. Las únicas zonas que permanecían
      independientes eran el reino de Marruecos (donde el sultán Abd
      al-Aziz cumplía los 22 años y puso fin a la regencia del gran
      visir Ba-Áhmed), el Sahara Occidental (en el que Francia se había
      abstenido de intervenir reconociendo a España sus derechos sobre
      el territorio, a pesar de que su presencia en él era casi nula),
      la república de Liberia y Etiopía, que bajo el reinado del
      emperador Menelik II había puesto freno al avance italiano en
      Eritrea y Somalia y se había convertido en un aliado clave de los
      británicos contra los mahdistas sudaneses. Menelik II había
      dirigido un proceso de expansión para dominar el máximo territorio
      posible antes de que fuera ocupado por otras potencias europeas, y
      había logrado abarcar la región que se muestra en el mapa, en gran
      medida gracias a las dotes militares de su primo, el ras Mekonnen.
      Por otra parte, Libia permanecía nominalmente bajo soberanía
      otomana, sin que sus desiertos interesaran en gran medida a
      ninguna potencia europea.
    
Francia poseía la mayor extensión de colonias en África, pero sus
      dominios eran en gran parte desérticos, y sólo la Nigeria
      británica contaba con más población que toda el África Occidental
      Francesa. La región del Chad, que en el mapa aparece de color
      azul, todavía no estaba definitivamente en manos francesas. La
      mayor fuerza que se le oponía era la del reino de Kanem-Bornu, que
      hacía siete años había caído en manos de un señor de la guerra
      sudanés llamado Rabih az Zubayr ibn Fadi Allah, más
      brevemente conocido como Rabah. Tras haber servido en el
      ejército egipcio, se había dedicado al tráfico de esclavos y,
      habiendo derrocado a algunos jefes locales, había conquistado el
      decadente y centenario reino de Kanem-Bornu, al que logró dar un
      último impulso. Cada año hacía incursiones a las poblaciones
      vecinas para saquearlas y tomar esclavos que luego vendía. Ahora
      disponía de unos 10.000 hombres armados con fusiles, la mayor
      parte de ellos algo anticuados. El año anterior había tenido el
      primer encuentro con los franceses, en el que una expedición
      francesa había sido derrotada y Rabah se había apoderado de sus
      cañones.
    
Egipto había quedado bajo protectorado británico debido a una
      crisis financiera. El gobernador Abbas II (en teoría vasallo del
      Imperio Otomano) se había rodeado de consejeros europeos que lo
      animaban a oponerse a la ocupación británica, pero finalmente los
      británicos lo habían obligado a cooperar y había dejado de
      oponerse en público, si bien estaba financiando un movimiento
      nacionalista dirigido por Mustafá Kamil. Con la reciente
      conquista del Sudán, Gran Bretaña había logrado conectar Egipto
      con el África Oriental Británica, pero Alemania se las había
      arreglado para cortarle el paso e impedirle realizar el sueño de
      Cecil Rhodes, que había planeado unir África de Norte a Sur. El
      color rojo del extremo sur del mapa tampoco se corresponde a la
      situación exacta a principios de año, pues la República
      Sudafricana y el Estado Libre de Orange (es decir, los Estados
      bóers) seguían resistiéndose a los británicos y todavía seguía su
      curso la segunda guerra bóer, pero faltaba poco para su
      incorporación al Imperio Británico.
    
Otra zona roja del mapa donde Gran Bretaña tenía serios problemas
      para ejercer su dominio era la Somalia Británica. El año anterior
      había estallado una revolución dirigida por un líder religioso
      radical llamado Mohammed Abdullah Hassan, al que los
      británicos llamaban "el mulá loco". Mohammad había
      solicitado la ayuda de un jefe tribal, Garaad Cali Garaad
        Maxamuud, que le contestó con una negativa aduciendo que los
      líderes religiosos debían ocuparse únicamente de los asuntos
      religiosos. Cali pidió ayuda a otros jefes tribales, así como a
      los británicos, en contra de los fanáticos seguidores del mulá, y
      cuando Mohammed se enteró envió dos hombres que mataron a Cali.
      Esto no gustó a sus seguidores y a principios de año se vio
      obligado a retirarse, pero la revuelta contra los británicos
      continuó.
    
Ese año Gran Bretaña constituyó el Protectorado del Norte de
        Nigeria para detener el avance francés, bajo la dirección de
      Frederick Lugard, que dedicó grandes esfuerzos en
      abolir la esclavitud en la región.
    
Alemania había llegado tarde al reparto de África. Bismark no lo
      había considerado rentable, y sólo al final de su mandato se había
      visto obligado a dedicarle algo más de atención porque la opinión
      pública así lo reclamaba. Además de los intereses políticos y
      económicos, debajo del imperialismo europeo había una fuerte
      componente nacionalista, lo que en Francia se llamó chovinismo
      y en Gran Bretaña jingoísmo, en virtud de la cual un
      ciudadano no podía menos que avergonzarse de su país si no tenía
      colonias. Pese a ello, aún pudo hacerse algunos huecos razonables
      en el reparto de África, los que en el mapa aparecen en color
      verde pálido.
    
Si bien ningún país africano podía considerarse afortunado por
      haber recibido la "protección" europea, el caso más nefasto y
      vergonzoso de colonización era con diferencia el Estado Libre del
      Congo, propiedad privada del rey Leopoldo II de Bélgica, que había
      convertido a su colonia en una fuente de ingresos incalculables.
      En un principio, la principal exportación había sido el marfil,
      pero ahora el caucho era mucho más apreciado por sus numerosos
      usos industriales. La población indígena era obligada a recolectar
      caucho en condiciones de esclavitud mediante los sistemas más
      brutales: los funcionarios belgas secuestraban a mujeres y niños y
      sólo los devolvían (si no habían muerto antes de hambre o por los
      malos tratos) cuando sus familiares entregaban una cantidad de
      caucho estipulada, se obligaba a trabajar a hombres mujeres y
      niños, y a quienes no cumplían con las cuotas de producción
      exigidas se les mataba. El instrumento para controlar a los
      indígenas era una Force Publique formada por unos 19.000
      hombres, divididos en una minoría de oficiales blancos y una
      mayoría de soldados negros, a menudo reclutados a la fuerza. Para
      muchos nativos, colaborar con los belgas para explotar a sus
      compatriotas era la única forma de no sufrir la opresión ellos
      mismos o en sus familias. Los soldados debían recolectar la
      producción de marfil, caucho y otros productos, y matar a los
      indígenas que no hubieran cumplido con las cuotas exigidas. Como
      prueba de los asesinatos debían cortar una mano a cada cadáver y
      presentarla ante los oficiales. Sus bonificaciones dependían tanto
      de la producción recolectada como del número de manos presentadas,
      así que las manos acabaron convirtiéndose en una especie de
      moneda: los soldados cambiaban productos por manos, por lo que a
      los nativos en general les resultaba útil tener una provisión de
      manos que poder ofrecer a los soldados. En teoría, cada mano era
      la prueba de un asesinato, pero algunos soldados hacían trampa y
      se limitaban a cortar una mano a los que supuestamente tenían que
      matar. Otras veces las víctimas salvaban la vida haciéndose los
      muertos mientras les cortaban la mano. El rey Leopoldo II se
      convirtió así en una de las personas más ricas de Europa. La
      cuantía de su fortuna no puede establecerse con precisión porque
      cuidó siempre de ocultar los ingresos reales que obtenía.
      Naturalmente, se procuraba que todos estos abusos no se conocieran
      fuera de África, pero poco a poco estaban apareciendo testimonios
      que los denunciaban. Ya hacía una década que el periodista
      estadounidense George Washington Williams había empezado a
      denunciar la situación del Congo, pero falleció al poco de iniciar
      su campaña, y además era negro, así que no se le hizo mucho caso.
      Ahora el periodista británico Edmund Dene Morel empezaba a
      publicar una serie de artículos en la misma línea.
    
El resto de África se lo repartían Italia (que había sido
      humillantemente derrotada por los Etíopes y no había podido pasar
      de Eritrea y de una parte de Somalia gracias a un acuerdo con los
      británicos), Portugal, al que las grandes potencias sólo le habían
      reconocido sus derechos sobre Angola, Mozambique y poco más, y
      España, que tras la reciente pérdida del resto de sus colonias
      (principalmente Cuba, Puerto Rico y Filipinas), estaba organizando
      lo poco que tenía en África: unas pocas ciudades en la costa de
      Marruecos, las islas Canarias, y la colonia de Río Muni, rodeada
      por el Camerún alemán, y que incluía las islas de Fernando Poo y
      Annobón, un poco más al norte. Fue organizada como colonia ese
      mismo año, pues hasta entonces había tenido el rango de
      protectorado.
    

En el lejano Oriente, sólo el reino de Siam había logrado
      conservar su independencia, separando la India Británica de la
      Indochina Francesa. El rey Rama V estaba dirigiendo un proceso de
      reformas que le había llevado a abolir la esclavitud, permitir el
      islam y el cristianismo, introducir el calendario occidental y un
      sistema monetario moderno, declarar la amnistía para los presos
      políticos y organizar el territorio en provincias y distritos.
      Hacía cuatro años que se había construido la primera línea
      ferroviaria en el país.
    
El emperador Thanh Thai de Vietnam fue el primero que se cortó el
      pelo al estilo occidental, y aprendió a conducir un coche. Impulsó
      la difusión de la cultura y la educación francesas por su país,
      pero al mismo tiempo aguardaba el momento propicio para
      desembarazarse de la ocupación francesa.
    
Afganistán y Persia se debatían entre la influencia rusa y la
      británica. Afganistán había caído finalmente en la esfera
      británica. El emir Abdr Rahman Khan (conocido como el emir de
      hierro) había unificado su país y había aceptado la tutela
      británica como medio para modernizarlo. En cambio, la situación
      del sha Mozaffareddín de Persia era mucho más delicada, pues sus
      derroches le habían hecho contraer grandes deudas tanto con Gran
      Bretaña como con Rusia, con lo que no podía decantarse por ninguno
      de los dos, y las autoridades religiosas tenían cada vez más poder
      sobre la opinión pública, que desaprobaba las concesiones que el
      sha se veía obligado a hacer a los extranjeros. El Nepal era
      oficialmente un protectorado británico, si bien la familia Rana de
      primeros ministros hereditarios mantenía al territorio en una
      situación de autarquía, minimizando las influencias exteriores. El
      rey Prithvi era un mero títere.
    
Además, el Imperio Británico incluía los vastos territorios de
      Canadá y Australia, y no entraremos aquí en el reparto entre las
      distintas potencias de las pequeñas islas en el Pacífico, en el
      Caribe, etc. A las grandes potencias imperialistas europeas se les
      habían sumado recientemente dos más: Japón y los Estados Unidos.
      Japón había experimentado una rápida occidentalización que casi lo
      había puesto en pie de igualdad con las potencias europeas. Contra
      todo pronóstico había derrotado a China en una guerra y se había
      apoderado de la isla de Formosa, a la vez que extendía su
      influencia sobre Corea. El emperador Gojong había buscado la
      protección rusa para librarse del protectorado coreano, y así
      Rusia y Japón rivalizaban tanto por su influencia en Corea como en
      el Norte de China.
    
Una muestra de los efectos de la modernización de Japón la
      tenemos en el químico Jokichi Takamine. Se había graduado
      en Tokio hacía 21 años, había completado sus estudios en Gran
      Bretaña y, de regreso en Japón, había fundado la Compañía de
        Fertilizantes Artificiales de Tokio, en cuyo departamento de
      investigación había descubierto una enzima, a la que denominó takadiastasa,
      que resultó tener gran utilidad farmacéutica. Ahora vivía en los
      Estados Unidos, donde había concedido una licencia para
      comercializar la takadiastasa a una empresa farmacéutica y
      se estaba haciendo millonario con los beneficios que le
      proporcionaba.
    
Al contrario que Japón, China no había sabido apreciar a tiempo la superioridad de la cultura occidental (tanto científica, como militar, como administrativa) y un reciente intento tardío por parte del emperador Guanxu para modernizar el país había sido abortado por los sectores más conservadores y tradicionales, representados por la emperatriz Cixi, y así el país seguía obligado a soportar impotente las exigencias de las potencias europeas, al tiempo que tenía que contener el descontento interior, que a menudo se reflejaba en sangrientas rebeliones contra el gobierno de los Qing. La última revuelta que estaba sufriendo el país era la de los boxers, si bien esta vez no se oponían al gobierno, sino directamente a los extranjeros, y especialmente a los cristianos, por lo que recibieron el apoyo de la emperatriz y habían iniciado una campaña de quema de iglesias cristianas y asesinato de chinos convertidos al cristianismo.
Rusia no había participado hasta el momento en la carrera
      colonial porque había centrado su expansión a lo largo del
      continente asiático, en el que no encontró rival hasta que se
      tropezó con China (y en último extremo con Japón). Algo similar
      había sucedido con los Estados Unidos, que mientras tuvieron
      territorios que ocupar en su propio continente permanecieron
      relativamente al margen de la política internacional, pero ahora
      que ya todo el territorio continental había sido colonizado y
      dividido en Estados (salvo los territorios de Arizona y Nuevo
      México, que aún no estaban suficientemente poblados, y el de
      Oklahoma, recientemente arrebatado a los indios), la sensación de
      que en Europa se los consideraba una potencia "de segunda" y de
      que eso era así en gran parte por su escaso peso en la política
      internacional había extendido por el país la versión local del
      chovinismo o el jingoísmo que allí se llamó directamente
      imperialismo. El partido Republicano había atraído el voto
      imperialista y el presidente Mckinley había favorecido la anexión
      de Hawai, de Samoa y, tras provocar una guerra contra España, de
      sus colonias de Puerto Rico y las Filipinas. Cuba permanecía
      ocupada, pero sólo de modo temporal, porque los antiimperialistas
      habían logrado que el Congreso reconociera su independencia
      previamente a la declaración de guerra a España. Ése fue el último
      éxito político de los antiimperialistas.
    
El caso era que los Estados Unidos tenían sobradas razones para
      no ser considerados una potencia "de segunda", pero sus méritos no
      eran muy apreciados en la época: en su más de un siglo de
      existencia, habían demostrado que la democracia a gran escala era
      viable. Su constitución había permanecido inalterada desde su
      aprobación, salvo cinco enmiendas, todas las cuales podían
      considerarse de interés para la nación, algunas de carácter
      técnico y otras relativas a garantizar los derechos de los negros.
      Jamás un presidente trató de ajustar la constitución del país a
      sus propios intereses, jamás un presidente trató de perpetuarse en
      el poder (ni se presentó a un tercer mandato, pese a que ninguna
      ley lo prohibía), jamás nadie trató de hacerse con el poder por la
      fuerza de las armas, ni se habían dado casos de fraudes masivos
      para alterar los resultados electorales (salvo casos aislados tras
      la guerra civil para evitar el voto de los negros), y todas las
      disensiones políticas a escala nacional se habían resuelto siempre
      en el marco de la legalidad y de los tribunales de justicia salvo
      una: la abolición de la esclavitud. Fue la única causa que había
      llevado a los Estados Unidos a una guerra civil, una causa que
      implicaba realmente a los intereses y opiniones de toda la
      población, y no a los de unos pocos demagogos deseosos de hacerse
      con el poder. Y, aun en plena guerra civil, la democracia
      estadounidense siguió funcionando en ambos bandos. Es cierto que
      Lincoln quitó poder al Congreso para evitar que éste aprobara la
      rendición, pero convocó elecciones en la fecha prevista para
      someter su gestión al juicio popular. Y, mientras en otros países
      el bando derrotado en una guerra civil espera la oportunidad de
      tomarse la revancha, al terminar el siglo XIX la herida de la
      guerra estaba prácticamente cicatrizada y todos los
      estadounidenses eran leales a su nación y a su sistema legal.
    
El único punto negativo en cuanto a la política estadounidense
      era el racismo que privaba a los negros de sus derechos civiles.
      El gobierno federal había dictado leyes para impedirlo, incluso se
      habían aprobado enmiendas a la constitución a tal efecto, pero en
      los Estados sureños seguía existiendo la convicción de que la
      democracia no estaba hecha para los negros. En ese momento la
      mayoría de los negros sabía leer y escribir correctamente, pero
      misteriosamente seguían suspendiendo las pruebas de alfabetización
      que se requerían en algunos Estados para ejercer el voto. El
      artificio legal más reciente ideado por el partido demócrata era
      aprovechar un vacío legal al respecto para establecer unas "primarias
        blancas" en las que sólo los blancos podían votar, para
      luego celebrar unas elecciones generales en las que los negros que
      superaban otros obstáculos podían votar, pero sólo a los
      candidatos preseleccionados por los blancos. Las técnicas de los
      Estados sureños para privar a los negros del derecho de voto se
      pusieron en cuestión en el Congreso, donde se llevó una propuesta
      de descontar escaños a los Estados en proporción del porcentaje de
      población a la que no se permitía votar, y en los últimos años la
      Cámara de Representantes había invalidado en unas 30 ocasiones los
      resultados electorales de ciertos distritos en los que hubo
      constancia de que los negros habían sido excluidos del voto por
      fraude, violencia o intimidación. Sin embargo, cada vez se puso
      menos energía en defender la aplicación de la decimoquinta
      enmienda. Para la mayoría de los estadounidenses la unidad
      nacional tenía más peso que los derechos de los negros, así que
      los tribunales empezaron a hacer caso omiso de las reclamaciones
      por las leyes que ponían trabas al voto de los negros.
    
Cabe decir, no obstante, que el racismo estadounidense hacia los
      negros no era peor que el que se daba, por ejemplo, en los países
      sudamericanos contra los indios o los mestizos, o en Francia,
      Alemania o Rusia contra los judíos. En Europa no era extraño que
      se exhibieran "zoos humanos" con "negros salvajes" de África, o
      indios mapuches de Sudamérica presentados en jaulas como animales.
      Por el contrario, mientras en muchos países sudamericanos los
      indios o mestizos permanecían estancados en un proceso de
      marginación social y cultural, los Estados Unidos estaban dando
      medios para que los negros prosperaran lentamente. Al terminar la
      guerra civil, la mayoría eran analfabetos, mientras que ahora casi
      todos estaban alfabetizados y tenían fácil acceso a escuelas donde
      podían aprender un oficio. Los movimientos en defensa de los
      derechos de los negros habían optado por un proceso gradual, lo
      menos conflictivo posible, para eliminar las diferencias sociales,
      y se estaban dando los primeros pasos. No sería lo más justo, pero
      tal vez era lo más viable y lo más inteligente a largo plazo. Por
      otro lado, en los Estados del Norte no era frecuente, pero tampoco
      extraño, que un negro pudiera terminar siendo periodista,
      escritor, profesor universitario, etc.
    
Desde un punto de vista económico, los Estados Unidos estaban
      sufriendo, como el resto de países desarrollados, todos los
      inconvenientes sociales que provocaba el capitalismo
      descontrolado, un fenómeno sobre el que todavía no existía la
      conciencia social necesaria para ponerle las cotas debidas, pero
      el balance global lo marca el hecho de que el país no dejaba de
      recibir avalanchas de inmigrantes de los países más diversos y de
      todas las categorías sociales, y la mayor parte de ellos terminaba
      asimilando la cultura estadounidense e integrándose en la
      comunidad. La población del país era de casi 76 millones de
      habitantes, de los cuales más de 10 millones eran inmigrantes, y
      casi 4 millones habían llegado en la última década. Esto había
      llevado a la creación de partidos nacionalistas minoritarios que
      se oponían a que se permitiera la inmigración indiscriminada y,
      aunque en general no habían tenido mucha aceptación, sí que habían
      logrado algunos parciales con leyes que limitaban la inmigración
      china, pues los chinos se convertían en la mano de obra más barata
      posible, y esto perjudicaba a mucha gente.
    
Y desde un punto de vista cultural, los Estados Unidos habían
      avanzado con paso firme desde su fundación. El sistema educativo
      estadounidense había ido progresando hasta ponerse a la altura del
      de cualquier país europeo y, si bien durante el siglo XIX no había
      dado muchos científicos de primera fila en comparación con
      Francia, Gran Bretaña o Alemania, la situación estaba cambiando.
      Basta pensar que el experimento de Michelson-Morley, que contenía
      el germen de una revolución de la física teórica, había sido
      realizado por estadounidenses. (En realidad Michelson había nacido
      en Alemania, pero había llegado a los Estados Unidos con dos años
      de edad.)
    
El éxito en todos los niveles de los Estados Unidos contrasta
      espectacularmente con el fracaso de los países latinoamericanos.
      Ganaron su independencia medio siglo más tarde, y tenían muy claro
      el modelo a seguir, y en cierto modo trataron de seguirlo, pero
      fracasaron en un aspecto tras otro: para empezar, los Estados
      Unidos estaban unidos antes incluso de que su independencia fuera
      reconocida, y libraron conjuntamente su guerra de independencia.
      Los Estados latinoamericanos no sólo no lograron unirse ni antes
      ni después de su independencia, sino que las unidades locales que
      acabaron formándose no dejaron ni de guerrear entre sí ni de caer
      en continuas guerras civiles. Todo lo que en los Estados Unidos
      sería inimaginable en los países latinoamericanos era el pan de
      cada día: constituciones que se adaptan constantemente al interés
      de unos pocos, elecciones fraudulentas, perdedores en las
      elecciones que, pese a ello, obtienen el poder por la fuerza,
      dictadores vitoreados por el pueblo, y en la base de todo ello
      estaba, indudablemente, una población genuinamente idiota que
      estaba dispuesta a luchar y dejarse matar por el beneficio de una
      oligarquía que adornaba sus discursos con grandes palabras como
      "patria", "constitución", "libertad", sin caer en la cuenta de que
      esas palabras sólo son grandes cuando se les da un gran contenido,
      no cuando se las infla en discursos e himnos pomposos.
    
Al contrario que los Estados Unidos, los países latinoamericanos
      no hicieron ningún esfuerzo por asimilar la ciencia, la tecnología
      y la industria europeas, y se contentaron con exportar materias
      primas. El resultado fue que las potencias europeas terminaron
      dirigiendo a través de su diplomacia la política nacional, y
      recientemente los Estados Unidos se estaban incorporando a este
      papel manipulador. Si los países latinoamericanos hubieran sabido
      formar una federación similar a la estadounidense, habrían sido un
      país fuerte capaz de imponer condiciones de mercado favorables,
      pero su constante competencia mutua les dejaba en la situación más
      desventajosa, pues si uno pide más, siempre hay otro país
      dispuesto a pedir menos con el que resulta imposible competir.
      Además, la deplorable inestabilidad política no dejaba más opción
      a las potencias extranjeras que apoyar al gobierno de turno,
      aunque fuera el de un dictador deleznable, frente a cualquier
      intento de insurrección desestabilizadora. ¿Qué se gana apoyando a
      unos revolucionarios si lo más probable es que si ganan la
      revolución formarán un nuevo gobierno dictatorial no menos
      deleznable que el que pretendían derrocar? En realidad, la
      inestabilidad política sólo conduce a un mayor servilismo, pues si
      el gobierno no cede a las exigencias de las potencias extranjeras,
      éstas lo tienen fácil para fomentar una revolución que derroque al
      gobierno desfavorable y ponga en su lugar a otro más
      "colaborador". Muchos intelectuales latinoamericanos han tratado
      de buscar explicaciones o justificaciones que puedan presentar a
      sus países como víctimas inocentes de la codicia y la rapiña de
      las grandes potencias, sin estar dispuestos a reconocer la
      obviedad de que el subdesarrollo y el servilismo de sus países
      tiene su origen en la propia ineptitud de sus ciudadanos que no
      fueron capaces de formar una federación fuerte como la
      estadounidense, ni de aunar sus intereses, ni de mantener
      gobiernos democráticos estables que no estuvieran en todo momento
      en peligro de ser derrocados si sus enemigos conseguían los apoyos
      adecuados.
    
Un ejemplo típico lo tenemos en México: tras ponerse a la cabeza
      de quienes ponían el grito en el cielo porque Benito Juárez
      pretendía hacerse reelegir para un segundo mandato, Porfirio Díaz
      desencadenó una guerra civil, la ganó y desde entonces se había
      hecho reelegir una vez tras otra desde 1877 (con un breve
      intermedio entre 1889 y 1884) hasta el momento. Reprimiendo a la
      oposición, controlando la prensa, etc., Díaz había logrado una
      estabilidad política que había hecho al país idóneo para las
      inversiones extranjeras, cuyo importe se estaba incrementando.
    
Centroamérica había realizado varios intentos frustrados de
      federarse. En Guatemala mandaba el dictador Manuel Estrada, que en
      cierta ocasión había dicho a un juez: "No hay poder
        judicial, aquí yo soy el poder". Estaba apoyado por la
      estadounidense United Fruit Company, que era la
      mayor fuente de ingresos del gobierno. En El Salvador gobernaba
      Tomás Regalado, representante de los grandes terratenientes
      cafetaleros, que se pasaban la presidencia de unos a otros. En
      Honduras gobernaba Terencio Sierra, elegido para el cargo por el
      dictador Policarpo Bonilla, que a su vez había llegado al poder
      mediante una rebelión apoyada desde Nicaragua por el dictador José
      Santos Zelaya, que había llegado al poder a su vez mediante otra
      rebelión y llevaba ya siete años al frente del país (y los que le
      quedaban). En Costa Rica gobernaba Rafael Yglesias, que se había
      reformado la constitución para poder ser reelegido y había
      impedido que a las últimas elecciones se presentara ningún otro
      candidato.
    
Más al sur la miseria política era similar: Colombia estaba
      inmersa en la típica guerra civil, en Venezuela no había guerra
      civil porque la última la habían terminado el año anterior y
      todavía era pronto para empezar otra (la próxima estallaría el año
      siguiente), en Ecuador, Eloy Alfaro había dado un golpe de Estado,
      se había declarado dictador y luego se había hecho una
      constitución a medida para poder titularse "presidente
      constitucional". En Perú acababa de ascender al poder Eduardo
      López de Romaña, sucediendo a Nicolás de Piérola, uno de los
      políticos más veteranos del país, con el típico historial de
      revolucionario, dictador, exiliado, etc. En principio, López de
      Romaña había ganado unas elecciones, y eso hacía muy cuestionable
      la legitimidad de su presidencia, por lo que los seguidores del ex
      presidente Andrés Avelino Cáceres protagonizarían varios
      alzamientos contra su gobierno. Bolivia había tenido su última
      guerra civil hacía dos años, de la que había salido el gobierno de
      José Manuel Pando, y ahora estaba enfrentada a una guerra
      secesionista en la región de Acre. La historia de Paraguay es la
      más patética de todas. Desde su independencia se había mantenido
      bajo la férula de dictadores megalómanos, el colmo de los cuales
      había sido Fancisco Solano López, un aprendiz de Napoleón que
      condujo al país al exterminio al declarar la guerra
      simultáneamente a todos sus vecinos por una cuestión de amor
      propio. Lo patético es que los paraguayos de su época prefirieron
      morir por él en lugar de pegarle un tiro, y muchos de los
      paraguayos de hoy en día le siguen considerando un héroe nacional
      (es un recurso psicológico muy frecuente por el que las masas
      eluden reconocer su propia estupidez). Desde la caída del dictador
      el país había ido recuperándose lentamente en el típico clima de
      inestabilidad política. En Uruguay mandaba el dictador Juan
      Lindolfo Cuestas. Había accedido al poder provisionalmente por el
      asesinato de su predecesor, pero aprovechó para organizar una
      férrea dictadura que después disfrazó de la frívola
      "constitucionalidad" al uso. Argentina, después de un largo
      periodo de sangrientas guerras civiles, había aprendido a amañar
      las elecciones sin violencia, de modo que Julio Argentino Roca
      gobernaba gracias a las oportunas intrigas, más que a los votos
      recibidos. Chile había disfrutado de los gobiernos más estables
      del continente, pues durante muchos años la oligarquía
      conservadora mantuvo el poder en sus manos y en su momento lo
      cedió sin traumas a la oligarquía liberal. No obstante, no se
      libró de la obligatoria guerra civil, que había terminado hacía
      nueve años. Desde entonces el parlamento había adquirido una gran
      fuerza sobre los gobiernos, que caían con frecuencia. El de turno
      estaba presidido por Federico Errázuriz. La clase dominante la
      formaban los grandes terratenientes y la burguesía minera y
      bancaria.
    
La trayectoria de Brasil había sido algo distinta a causa de su
      régimen monárquico. Durante la minoría de edad de Pedro II el país
      había sufrido las típicas revueltas, pero desde que éste había
      asumido el poder la situación política se había estabilizado y el
      país había prosperado (eso sí, sin vestigios de democracia: de un
      total de diez millones de habitantes, menos de 150.000 tenían
      derecho a voto). Cuando fue derrocado para formarse los Estados
      Unidos del Brasil no se debió a un movimiento popular equiparable
      a las revoluciones estadounidense o francesa, sino a una reacción
      de la oligarquía dominante como respuesta entre otras cosas a la
      abolición de la esclavitud y otras medidas liberales que el
      emperador había apoyado sin reservas. El derecho a voto no fue
      extendido sustancialmente, con lo que el carácter oligárquico del
      gobierno no cambió. De hecho, los presidentes gobernaron de forma
      más bien dictatorial. El actual presidente, Prudente de Morais,
      tras haber escapado de un atentado, aprovechó la situación para
      desarticular la oposición.
    
Por último, sólo queda mencionar a dos de los países más
      esperpénticos: la República Dominicana y Haití. Los gobernantes
      del primero no fueron simples oligarcas sedientos de poder, que
      era lo típico, sino que además se dedicaron sistemáticamente a
      arruinar y expoliar al Estado. El colmo llegó con la dictadura de
      Ulises Heureaux, que había dejado al país en completa bancarrota.
      Ahora, tras su derrocamiento, sus sucesores, el presidente Juan
      Isidro Jiménez (el plantador de tabaco más rico del país) y el
      vicepresidente Horacio Vásquez, estaban empezando a enemistarse
      porque los partidarios de uno y del otro rivalizaban por conseguir
      el mayor botín a expensas del Estado. En cuanto a Haití, su
      historia reciente (y futura) era la de una sucesión de gobiernos
      débiles, rebeliones, luchas internas entre militares, problemas
      para pagar la deuda exterior, ... El presidente del momento,
      Tirésias Simon Sam, era muy impopular porque había tenido que
      humillarse ante Alemania por un incidente con un haitiano de
      ascendencia alemana.
    
En realidad sí que hay una excusa que pueden poner los
      latinoamericanos para exculparse de su fracaso político y
      económico frente al éxito de sus vecinos del Norte, y es que los
      Estados Unidos se formaron a partir de colonias inglesas, mientras
      que los países latinoamericanos se formaron (mayoritariamente) a
      partir de colonias españolas y, desde la Edad Media hasta nuestros
      días, no ha habido pueblo políticamente más estúpido que el
      español, y la estupidez política es hereditaria. En efecto, sin
      remontarnos hasta la Edad Media, que queda fuera del alcance de
      esta página, los españoles habían hecho el ridículo ante la
      historia luchando y derramando su sangre por entregar la corona a
      Fernando VII, que fue el rey más inmoral, incompetente y egoísta
      que pueda concebirse. Durante su reinado, los liberales lucharon
      para imponer la constitución que el rey había abolido, pero
      durante los tres años que lograron mantenerse en el poder no
      hicieron sino procurar que los inveterados abusos de poder pasaran
      a beneficiarlos a ellos en lugar de a sus adversarios. Tras la
      muerte del rey, los españoles volvieron a derramar estúpidamente
      su sangre por si reinaba Isabel II, la hija menor de edad de
      Fernando VII, o su hermano Carlos V, un necio beato que debía de
      creer sinceramente que Dios quería que él ciñera la corona. Hasta
      tres guerras carlistas se habían sucedido sin éxito a lo largo del
      siglo que ahora terminaba, tres guerras civiles sustentadas
      principalmente en la subyugación que la Iglesia Católica más
      reaccionaria ejercía sobre los aldeanos más duros de mollera del
      norte del país, los de Cataluña y especialmente los del País
      Vasco. En estas regiones, cuando ya se hizo difícil sostener que
      luchar y morir por el carlismo no había sido una estupidez, los
      mecanismos psicológicos de que disponen los seres humanos para no
      reconocer que uno es idiota sustituyeron el carlismo por un
      nacionalismo independentista radical, si bien en los últimos años
      se había ido suavizando.
    
Sabino Arana había fundado el año anterior El Correo Vasco,
      un periódico de corte más moderado, y el Partido Nacionalista
      Vasco se había presentado a las elecciones municipales, en las que
      había obtenido algunos representantes en varios municipios, e
      incluso un alcalde, pero el gobierno central decidió anular los
      resultados porque los nacionalistas "expresan con desatinada
        insistencia propósitos de romper el vínculo nacional, que
        constituye una perturbación del orden moral". Todos los
      centros políticos nacionalistas fueron clausurados, aunque poco
      después volvieron a estar autorizados.
    
En cuanto a Cataluña, en las últimas décadas se había
      desarrollado también un nacionalismo catalán que había tenido un
      cierto éxito en el terreno cultural, revitalizando el uso
      literario del catalán, pero cuyas aspiraciones políticas habían
      fracasado al no haber conseguido el apoyo de la burguesía. Sin
      embargo, la situación estaba cambiando desde que España había
      perdido sus colonias, receptoras de una gran parte de los
      excedentes de las manufacturas catalanas. El cambio perjudicó
      gravemente a la burguesía catalana y a partir de ese momento
      empezó a ser más receptiva hacia las reclamaciones políticas que
      los nacionalistas hacían al gobierno español. Hacía nueve años que
      diversas asociaciones y sindicatos catalanistas se habían agrupado
      en una Unión Catalanista, y el año anterior una parte de
      sus miembros había fundado un Centro Nacional Catalán,
      contrario a la falta de actividad política de la Unión, y
      que se hizo eco de un manifiesto redactado siete años atrás,
      conocido como las Bases de Manresa, que propugnaba un
      modelo federal para el Estado español, en el que Cataluña tendría
      su propio parlamento y su propio sistema judicial, con el catalán
      como única lengua oficial en el territorio.
    
Finalmente, la política española había llegado a un sistema
      relativamente estable con un pacto entre liberales y conservadores
      que convertía a las elecciones en una farsa amañada para que los
      dos partidos mayoritarios se alternaran regularmente en el poder
      sin dar ninguna oportunidad real a otros partidos, especialmente a
      los republicanos, los socialistas o los nacionalistas. Es
      interesante cómo describe la situación un contemporáneo, el
      escritor Benito Pérez Galdós:
    
Los dos partidos que se han concordado para turnar pacíficamente en el poder, son dos manadas de hombres que no aspiran más que a pastar en el presupuesto. Carecen de ideales, ningún fin elevado les mueve, no mejorarán en lo más mínimo las condiciones de vida de esta infeliz raza pobrísima y analfabeta. Pasarán unos tras otros dejando todo como hoy se halla, y llevarán a España a un estado de consunción que de fijo ha de acabar en muerte. No acometerán ni el problema religioso, ni el económico, ni el educativo; no harán más que burocracia pura, caciquismo, estéril trabajo de recomendaciones, favores a los amigotes, legislar sin ninguna eficacia práctica, y adelante con los farolitos...
Por lo demás, en todo este tiempo, España había mostrado el más
      absoluto desprecio por los avances científicos y tecnológicos que
      se estaban produciendo en el resto de Europa, no desprecio hacia
      los productos mismos, pues naturalmente a España habían llegado el
      ferrocarril, el telégrafo, la electricidad, los avances médicos,
      etc., sino hacia la investigación que los hacía posibles. La
      casualidad había querido que España diera a luz un único
      científico de renombre internacional: el neurólogo Santiago Ramón
      y Cajal, que había sido nombrado doctor honoris causa por
      la universidad de Cambridge, y que estaba publicando por
      entregas su obra cumbre: Histología del sistema nervioso del
        hombre y los vertebrados. Por lo demás, algunos
      intelectuales estaban llevando a cabo tímidos intentos de producir
      textos científicos que difundieran los conocimientos que en Europa
      estaban a la orden del día. Por ejemplo, el político y escritor
      José de Echegaray, era también autor de una serie de tratados
      sobre matemáticas y física (Cálculo de variaciones, Teorías
        modernas de la física, Memoria sobre la teoría de los
        determinantes, Tratado elemental de termodinámica, Resolución de
        ecuaciones y teoría de Galois, entre otros), muchos
      de los cuales trataban temas totalmente desconocidos en España. El
      miedo de que se introdujeran en España las ideas políticas
      liberales que estaban floreciendo en Europa había prevenido a las
      autoridades de permitir que se introdujeran también las novedades
      científicas algunas de las cuales eran de "moralidad más que
      dudosa", como la teoría de la evolución.
    
En cambio, si no científicos, lo que sí que abundaba en España
      eran literatos. Estaba surgiendo una generación de autores
      conocida como generación del 98, por su implicación en la
      crisis que sufrió el país con la pérdida de sus colonias. Con sólo
      36 años, acababa de ser nombrado rector de la universidad de
      Salamanca Miguel de Unamuno, autor de varios
      cuentos y relatos cortos, además de una novela titulada Paz en
        la guerra, ambientada en la tercera guerra carlista. También
      destacaba un periodista de 27 años llamado José Martínez Ruiz,
      autor de diversos ensayos, en algunos de los cuales se confiesa
      anarquista. A ambos, al igual que a Galdós, les llamó la atención
      un libro de cuentos que se publicó ese mismo año, titulado Vidas
        sombrías, el primer libro que publicaba un médico de 28 años
      llamado Pío Baroja. Tanto Baroja como Unamuno eran vascos,
      pero ambos repudiaban el nacionalismo vasco. Juan Valera formó
      parte del jurado de un concurso de cuentos patrocinado por el
      diario El liberal y, aunque no resultó premiado tal vez
      por ser excesivamente innovador, destacó el relato titulado Satanás,
      cuyo autor era un personaje pintoresco, de 34 años, llamado Ramón
        María del Valle-Inclán. El año anterior había perdido un
      brazo a causa de una herida recibida durante una pelea que terminó
      gangrenándose. Unos amigos organizaron un festival para comprarle
      un brazo ortopédico que incluyó la representación de una obra suya
      Cenizas: Drama en tres actos. Un año antes Valle-Inclán
      había participado como actor en la representación de La comida
        de las fieras, obra de un dramaturgo de 34 años no muy
      conocido, que acababa de fundar en Madrid el Teatro Artístico,
      dedicado a representar obras en función exclusivamente de su
      calidad artística y no de su popularidad (es decir, obras que
      interesaban a cuatro gatos). Se llamaba Jacinto Benavente.
      Un joven poeta de diecinueve años recién llegado a Madrid logró
      publicar dos libros de poemas: Ninfeas y Almas de
        violeta. Se llamaba Juan Ramón Jiménez. 
    
 
    El resto de Europa había experimentado grandes cambios desde que
      Napoleón la sacudiera a principios de siglo. Los más notables a la
      vista del mapa habían sido la unificación política de Alemania e
      Italia y la independencia de Grecia y los Estados de los Balcanes,
      que se habían desvinculado por completo del decadente Imperio
      Otomano. El consenso entre las grandes potencias europeas tras la
      derrota de Napoleón se conservaba con ciertas fricciones. Bismark
      había logrado la cohesión necesaria para fundar el Segundo
        Reich alemán a costa de declarar una guerra contra Francia,
      invadirla y arrebatarle Alsacia y Lorena, y la extrema derecha
      francesa no lo olvidaba. Paul Déroulède, el militar encarcelado
      por conspirar reiteradamente contra la república, se oponía a que
      Francia perdiera el tiempo en la aventura colonial cuando su
      prioridad debía ser encontrar la ocasión de declarar la guerra a
      Alemania y recuperar Alsacia y Lorena. A este respecto había
      declarado: He perdido dos hermanas y me ofrecéis veinte
        criadas. Y Bismark, por su parte, nunca había dudado de que
      llegaría el día en que Francia y Alemania volverían a estar en
      guerra, y que Alemania debía prepararse para la ocasión. Por ello
      había creado una alianza con el Imperio Austro-Húngaro e Italia,
      mientras que Francia había estrechado sus lazos diplomáticos con
      Rusia mediante una alianza Franco-Rusa que ahora se hacía
      extensiva frente a una posible guerra contra Gran Bretaña. En
      efecto, Gran Bretaña era la potencia europea peor vista en Rusia,
      pues era la que más había hecho para evitar que Rusia destruyera
      al Imperio Otomano y lograra una salida al Mediterráneo.
    
En el terreno político Francia la evolución más notable se había
      dado en Francia, que al tercer intento había logrado demostrar que
      un régimen republicano era viable en una potencia Europea (a
      pequeña escala, ya se practicaba en la Confederación Helvética).
      Esto no era nada trivial, pues el primer intento, realizado el
      siglo anterior, había desembocado en un régimen de terror seguido
      de una nueva monarquía (la de Napoleón I), y en el segundo las
      urnas habían dado su beneplácito a que Napoleón III restaurara el
      imperio de su tío. En España, el único intento de instaurar una
      república había sumido al país en una desastrosa anarquía. En
      cambio, la Tercera República Francesa funcionaba
      competentemente, no tan fluidamente como la Unión Federal
      estadounidense, pero estaba ya consolidada y demostraba que, en un
      país suficientemente maduro, la monarquía resultaba superflua. En
      el extremo opuesto estaba Gran Bretaña, que había demostrado que,
      en un país suficientemente maduro, la monarquía podía ser
      provechosa para encauzar un sistema parlamentario auténtico, y no
      de opereta, como los de España, Portugal o las repúblicas
      latinoamericanas. La reina Victoria I tenía ya 80 años y llevaba
      63 en el trono, seguida de cerca por el emperador Francisco José I
      de Austria-Hungría, que a sus 70 años llevaba 58 en el trono. Al
      contrario que Victoria I, el emperador austriaco nunca había visto
      con buenos ojos el sistema parlamentario, pero había tenido que
      renunciar al absolutismo y realizar numerosas concesiones
      liberales debido a la presión del enjambre de culturas y
      nacionalidades que abarcaba su Imperio, cada cual celosa de los
      privilegios que pudiera conseguir cualquier otra. La concesión más
      ostensible había sido la conversión del Imperio Austríaco en la
      monarquía dual del Imperio Austro-Húngaro. El Kaiser
      Guillermo II de Alemania había logrado mantener una mejor posición
      de fuerza frente al parlamentarismo, sobre todo gracias a la mano
      de hierro de Bismark. Pero el gran baluarte del absolutismo en
      Europa era Rusia, donde el zar Nicolás II no estaba dispuesto a
      tolerar el menor menoscabo de su autoridad divina. El efecto era
      que Rusia se estaba convirtiendo en un polvorín, con casi todos
      los sectores sociales en contra del zar: desde los obreros y los
      agricultores hasta la burguesía capitalista que empezaba a
      florecer con la paulatina industrialización del país, pasando por
      los intelectuales e incluso un sector importante de la nobleza.
    
En Dinamarca, el rey Cristián IX hacía lo que podía para apoyar a
      los conservadores y evitar que la democracia se implantara en el
      país (aunque se había visto obligado a conceder una constitución a
      Islandia distinta de la propia constitución danesa). Suecia estaba
      inmersa en un proceso de modernización equiparable al de Japón, y
      las reformas habían dado alas al nacionalismo noruego, cuyo
      parlamento ponía cada vez más trabas al gobierno sueco. Bajo el
      rey Óscar II el país se había mantenido al margen de los distintos
      conflictos europeos, y ello le había permitido intervenir como
      mediador en diversas ocasiones. Ahora sorprendía a Europa al
      apoyar a los británicos en la guerra contra los bóers, cuando la
      postura mayoritaria en Europa era contraria a Gran Bretaña.
    
Por último, el Imperio Otomano era ya una sombra de su pasado.
      Dependía económicamente de las potencias europeas, por lo que
      éstas lo habían tenido fácil para desmembrarlo a su conveniencia:
      Gran Bretaña se había quedado con Egipto, Chipre y algunas islas
      que luego había donado a Grecia, por su parte Austria y Rusia
      habían apoyado la independencia de Servia, Rumanía y Bulgaria,
      para a su vez disputarse su influencia sobre los nuevos
      principados, y si no había sucumbido en las diez guerras que había
      sostenido frente a Rusia (las cuatro últimas en el siglo que ahora
      terminaba) había sido porque Europa (principalmente Gran Bretaña)
      no había querido consentirlo. El sultán Abdul Hamid II había
      creado un sistema de escuelas de enseñanza primaria y secundaria y
      ahora fundaba la universidad de Estambul. El país se estaba
      modernizando a marchas forzadas, principalmente con el apoyo
      alemán.
    
Si el liberalismo todavía estaba en pugna con el absolutismo en
      la mayor parte de Europa, apoyado mayoritariamente por la alta
      burguesía, la defensa de los intereses de las clases más bajas (el
      proletariado agrícola e industrial) había generado corrientes
      políticas que en general apuntaban en sentido opuesto al del
      liberalismo: el anarquismo preconizaba la desaparición de toda
      forma de gobierno centralizado, mientras que el comunismo
      propugnaba un Estado fuerte que regulara las actividades
      económicas para garantizar la equidad social. En ambos casos se
      trataba de tendencias encaminadas a abolir la organización social
      vigente hasta el momento, si bien había discrepancias
      significativas sobre los medios para alcanzar semejante fin: los
      más radicales (principalmente los anarquistas) apostaban por el
      terrorismo como medio para provocar una revolución social
      (propaganda por el hecho), otros sólo justificaban el asesinato
      político sobre autoridades a las que se les podía considerar
      culpables de oprimir a los más necesitados, los socialdemócratas
      confiaban en llegar al socialismo por medios democráticos, etc.
      Una de las características más destacadas de los movimientos
      sociales era su alto nivel de organización e internacionalización.
      La necesidad de organizar sindicatos para hacer fuerza común
      contra los intereses de los empresarios había llevado a la
      formación de organizaciones locales que, habiendo asimilado el
      principio de que la unión hace la fuerza, se habían ido reuniendo
      a niveles cada vez mayores hasta formar organizaciones
      supranacionales como la segunda Internacional Socialista.
      En la última década se había popularizado una canción titulada La
        Internacional, basada en un poema de Eugène Pottier
      al que había puesto música doce años atrás un obrero belga llamado
      Pierre Degeyter (al parecer, inspirado en el final una
      opereta de Offenbach, Les Bavards). Finalmente los
      socialistas franceses la habían convertido en himno de la sección
      francesa de la Internacional Socialista. Su primera
      estrofa y el estribillo son así:
    
| Debout! les damnés de
                la terre! Debout! les forçats de la faim! La raison tonne en son cratère, C’est l’éruption de la fin. Du passé faisons table rase, Foule esclave, debout! debout! Le monde va changer de base: Nous ne sommes rien, soyons tout! | ¡Alzaos, condenados de la tierra! ¡Alzaos, los forzados por el hambre! La razón truena en su cráter, Es la erupción del final. Hagamos tabla rasa del pasado, Turba de esclavos, ¡alzaos, alzaos! El mundo va a cambiar de base: ¡No somos nada, seámoslo todo! | 
| C’est la lutte finale Groupons-nous, et demain, L’Internationale, Sera le genre humain. | Es la lucha final Agrupémonos, y mañana La Internacional será el género humano. | 
El socialismo en sus distintas variantes estaba ya muy arraigado
      en Europa y en los Estados Unidos (ese año unos 150.000 mineros
      del carbón se declararon en huelga en los Estados Unidos), y
      empezaba a hacer su aparición en Latinoamérica. Los movimientos
      obreros habían conseguido que se adoptaran leyes que protegieran a
      los trabajadores, de modo que su situación, siendo precaria, no
      era ya la del desamparo de los primeros años de la revolución
      industrial. Ese mismo año Francia aprobó una jornada laboral
      máxima de 11 horas diarias. En España, una ley limitó a 8 horas el
      trabajo infantil. En Alemania se aprobó una ley de subsidios
      públicos en caso de invalidez por accidente laboral. Como en Rusia
      era donde el socialismo tenía menos posibilidades de acción
      práctica, fueron los socialistas rusos quienes más lo
      desarrollaron desde el punto de vista teórico. Aparte de las
      distintas asociaciones rusas dedicadas a realizar tareas
      clandestinas de propaganda entre los agricultores y trabajadores
      industriales rusos para que organizaran huelgas y revueltas, con
      la esperanza de terminar provocando una revolución que acabara con
      el gobierno zarista, existían intelectuales rusos que estaban
      convirtiendo la obra de Karl Marx en una especie de dogma
      inamovible, insensible a cualquier posible variación de
      circunstancias. En esta línea destacaba en el exilio el Grupo
        para la Emancipación del Trabajo, que ese año organizó un
      congreso al que invitaron a sus simpatizantes, pero que se
      desarrollo con una gran tensión, ya que los fundadores, Georgi
      Plejánov, Vera Zasúlich, Pável Axelrod, acusaron a los jóvenes de
      "revisionistas", y se produjo una ruptura, tras la cual fundaron
      un nuevo periódico, Iskra (La Chispa), en cuyo equipo
      incluyeron a dos jóvenes "ortodoxos" encargados de servir de
      enlace con los activistas en sustitución de las bases perdidas.
      Éstos eran Vladímir Uliánov (que acababa de cumplir sus años de
      destierro en Siberia) y Yuli Mártov (que fue el encargado de
      introducir y difundir en Rusia la publicación).
    
El anarquismo era más "anárquico", pero entre sus teóricos estaba Piotr Kropotkin, que se oponía, no obstante, a los métodos terroristas. Ese año publicó Comunismo y anarquía. Exiliado en Gran Bretaña, donde denunció los abusos de los soldados británicos en la guerra Bóer, aun a riesgo de ser expulsado del país.
En el terreno artístico, en el siglo XIX había surgido el
      impresionismo, en sus inicios mal aceptado por la crítica, pero
      que finalmente había ganado prestigio, si bien muchos de sus
      creadores, o habían muerto, o habían evolucionado a otros estilos,
      como era el caso de Auguste Renoir. El estilo del Cézanne a sus 61
      años se considera más bien postimpresionista, y se iba a convertir
      en uno de los autores más influyentes en la pintura del siglo XX.
      En el café Els cuatre gats, de Barcelona, presentó su
      primera exposición de dibujos un joven pintor de 19 años llamado Pablo
        Ruiz Picasso. 
    
 En cambio, las ideas que habían inspirado el impresionismo
      estaban empezando a dar fruto en el campo de la música. Ese año
      Claude Debussy estrenó en París sus dos primeros nocturnos,
      inspirados en la obra del pintor impresionista James McNeill
        Whistler. No tenía tanto éxito su amigo Erik Satie,
      que se ganaba la vida como pianista de cabaret. 
    
Sin embargo, el estilo artístico que se estaba imponiendo era el
      llamado Art Nouveau, o modernismo, que pretendía
      romper tanto con la tradición academicista como con el
      impresionismo, buscando un arte popular, inspirado en la
      naturaleza, basado en lo cotidiano.
    
Pasando a hechos más frívolos, hacía 26 años que Erik Weisz
      había nacido en Budapest, pero a la edad de cuatro años había
      llegado a los Estados Unidos con sus cuatro hermanos y su madre
      embarazada, para reunirse con su padre. A los nueve años había
      debutado como trapecista en un circo, con el nombre de Erich,
        el príncipe del aire, luego se dedicó a la magia y adoptó el
      nombre artístico de Harry Houdini. Terminó
      especializándose en números de escapismo, y ahora empezaba a
      cosechar un gran éxito en una gira por Europa. Su primera
      actuación fue en Londres, donde en un teatro logró librarse de
      unas esposas reglamentarias de Scotland Yard. Causó tal impresión
      que fue contratado por seis meses. Luego llevó su espectáculo a
      otros países, en los que retaba a la policía local a retenerlo en
      sus cárceles con grilletes.
    
De entre las distintas asociaciones estadounidenses que
      presionaban para que se prohibieran las bebidas alcohólicas, se
      estaba imponiendo la Liga anti-Saloon, cuyo líder más
      destacado era el fiscal Wayne Wheeler, aunque nadie
      igualaba el desparpajo de Carrie Nation, de la Unión de
        mujeres cristianas por la templaza. Después de una campaña
      de devastación por los bares de Wichita (Kansas) su marido
      le había dicho bromeando que la próxima vez mejor llevaba un hacha
      consigo. Carrie le contestó: es lo más sensible que me has
        dicho desde que me casé contigo. Y un año después se
      divorciaron, pero Mrs. Nation adoptó la sugerencia y desde
      entonces se presentaba en los bares armada con un hacha, sola o
      acompañada de mujeres que cantaban himnos religiosos. Con
      frecuencia era encarcelada, y pagaba las fianzas vendiendo hachas
      como souvenirs. En muchos bares se podía leer el juego de
      palabras "All Nations Welcome But Carrie" (Todas las
      naciones son bienvenidas, menos Carrie). 
    
El 1 de enero empezó el Magasin
        d'Education et de Récréation empezó a publicar por
      entregas Segunda patria, una nueva novela de Julio Verne.
      Emilio Salgari publicó ese año sus novelas Los horrores de
        Siberia y Aventuras entre los pieles rojas,
      ambientada en el Oeste americano.
    
Ese año se publicó también uno de los libros más vendidos de
      literatura infantil: El maravilloso mago de Oz, del
      periodista estadounidense Lyman Frank Baum.
      Previamente había escrito varias obras de teatro (la mayoría
      perdidas) y algunos libros de poemas, entre los que habían
      resultado muy exitosos Madre Pato en prosa y Padre
        Pato: su libro. Una característica novedosa de El
        mago de Oz era que estaba ambientado en los Estados Unidos,
      cuando todos los cuentos infantiles de la época se ambientaban en
      Europa.
    
Vicente Blasco Ibáñez era uno de los escritores españoles más
      leídos en Europa. Ese año publicó su novela Entre naranjos.
      
    
Joseph Conrad publicó su novela Lord Jim. 
    
León Tolstói, a sus 72 años, publicó un ensayo titulado El
        patriotismo y el gobierno, que en pocas palabras viene a
      decir que el patriotismo es una estupidez de la que se aprovechan
      los gobiernos para manipular a sus ciudadanos. Parece trivial,
      pero sigue habiendo mucha gente en el mundo que todavía no se ha
      dado cuenta de ello.
    
Henryk Sienkiewicz publicó su novela Los caballeros
        teutónicos. Era el escritor más popular en Polonia, y uno de
      los más populares en Alemania, Francia, Rusia y en los países de
      habla inglesa. Sus novelas se traducían a numerosas lenguas. De
      entre ellas, Quo Vadis? se había traducido a 40 idiomas, y
      la edición inglesa había vendido un millón de ejemplares. Sin
      embargo, Sienkiewicz era ciudadano ruso, y Rusia no había suscrito
      los acuerdos que internacionales que le hubieran permitido cobrar
      derechos de autor por las traducciones.
    
El 14 de enero Puccini estrenó con
      gran éxito en Roma su ópera Tosca, una de las más
      representadas hoy en día.
    
El 19 de enero los británicos
      capturaron a Osman Digna, lo que marcó el fin definitivo de la
      resistencia sudanesa. Fue encarcelado durante ocho años.
    
Los liberales colombianos huidos a Ecuador tras su derrota en
      Flautas a finales del año anterior cruzaron de nuevo la frontera,
      pero el 23 de enero fueron totalmente
      derrotados en Cascajal por el ejército gubernamental.
    
En Sudáfrica, un ejército británico formado por unos 11000
      soldados de infantería y unos 2.200 de caballería bajo el mando
      del general Charles Warren se propuso romper el asedio de
      los bóers a Ladysmith. Esa noche Warren se propuso tomar la Colina
        del Espía. Si la ocupaban y podían instalar ahí su
      artillería, podrían dominar el área circundante y abrirse paso
      hasta Ladysmith. Los bóers habían hecho algo inusual no
      contemplado en las técnicas de guerra británicas: en lugar de
      defender la colina desde la cima, habían instalado sus defensas en
      la ladera opuesta al frente británico, con lo que permanecían
      ocultas a su vista y no podían estimar su número y composición.
      Concretamente, contaban con unos 8.000 hombres bajo el mando de
      Louis Botha. Los británicos ascendieron por la colina durante la
      noche, envueltos en la niebla, y expulsaron sin dificultad a los
      pocos bóers que se encontraban de guardia en la cima, que fueron
      pillados por sorpresa. Inmediatamente cavaron trincheras para
      asegurar su posición y consideraron que la operación había sido un
      éxito, al menos hasta que amaneció y se disipó la niebla. Entonces
      vieron que habían ocupado la más baja de las cimas de la colina, y
      que los bóers ocupaban otras cimas cercanas más elevadas, desde
      las que podían dispararles fácilmente. A pesar de todo, la
      posición británica era buena, y los bóers comprendieron que no les
      bastaría la artillería, sino que tendrían que lanzar un asalto
      para desalojarlos. Tras una descarga de artillería, lanzaron un
      ataque frontal que fue sangrientamente rechazado por los
      británicos. Buena parte de los combatientes bóers (que eran
      civiles reclutados precipitadamente) empezó a desertar, pero, por
      otra parte, la artillería bóer había alcanzado a varios oficiales
      británicos, con lo que en el bando británico había una crisis por
      falta de mando. El mayor problema de los oficiales de ambos bandos
      era si podrían evitar que sus tropas se rindieran desmoralizadas.
      Entre los británicos asumió el mando el coronel Malby Crofton,
      que pidió refuerzos a Warren. Las comunicaciones entre la Colina
        del Espía y el centro de mando británico se llevaron a cabo
      en gran parte gracias a un joven periodista británico de 26 años
      llamado Winston Churchill, que había sido comisionado con
      el rango de teniente, y describió así lo que vio: "Los
        cadáveres están por todas partes. Muchas de las heridas eran
        horribles. Las astillas y los fragmentos de los proyectiles los
        habían rasgado y mutilado. Las poco profundas trincheras se
        inundaron de muertos y heridos." 
    
En la asistencia a los heridos en la Colina del Espía corrió
      principalmente a cargo de un grupo de conductores de ambulancia
      indios organizado por Mohandas Gandhi, que quisó demostrar a los
      británicos lo infundado de su creencia de que los indios no
      servían para las actividades peligrosas o que requerían esfuerzo.
      Sus hombres tuvieron que transportar en camillas a los soldados a
      lo largo de varios kilómetros, pues el terreno escarpado no era
      apto para ambulancias. Él y otros 37 indios fueron condecorados
      por sus servicios.
    
El 24 de enero llegaron refuerzos
      británicos que ocuparon las posiciones desde las que estaba
      haciendo estragos la artillería bóer. Al anochecer los bóers se
      retiraron de la Colina del Espía, pero los británicos no
      advirtieron su movimiento y se retiraron también, a pesar de que,
      sin saberlo, tenían ganada la batalla. Al amanecer del 25 de enero los bóers se sorprendieron al
      ver a dos de los suyos agitando sus sombreros en la cima rodeados
      únicamente de muertos y moribundos. Los británicos habían perdido
      unos 3.000 hombres.
    
Ese día, tras un largo juicio en el que el Senado francés hizo de
      tribunal supremo, Paul Déroulède fue condenado a diez años de
      destierro por conspirar contra la república francesa. Se instaló
      en España.
    
El principal bastión de los liberales colombianos era el
      departamento de Santander. Allí el 2 de
        febrero derrotaron al ejército del gobierno en Gramalote,
      el cual se retiró a Terán. El general liberal, Benjamín
        Herrera, envió unos pocos hombres a Terán que se hicieron
      pasar por refuerzos gubernamentales y, cuando el general José
        María Domínguez salió a recibirlos, fue capturado. Poco
      después sus hombres capitularon y los liberales se hicieron con un
      gran número de suministros.
    
El 5 de febrero los británicos lanzaron un nuevo ataque contra los bóers que asediaban Ladysmith por un punto diferente. Se trataba de Vaal Krantz, una cadena de pequeñas colinas a pocos kilómetros de la Colina del Espía. El intento duró algo más de un día, pero fue rechazado, aunque esta vez con escasas bajas.
El objetivo principal de los británicos en Sudáfrica era liberar
      Kimberley. A primeros de año Lord Methuen había sido reemplazado
      por el mariscal Frederick Roberts, que había reunido unos
      30.000 soldados de infantería, 7.500 de caballería y 3.600 de
      infantería montada, con los que, tras haber lanzado dos días antes
      un ataque de distracción en Magersfontein, el 13 de febrero lanzó un rápido ataque con la
      caballería dirigida por el mayor John French,  que le
      permitió rodear a los bóers que, ante el riesgo de quedar
      acorralados, huyeron precipitadamente.
    
El 14 de febrero los británicos
      lograron finalmente ocupar una posición ventajosa en Hussar
        Hill, desde la que poder abrirse paso hacia Ladysmith.
      Instalada la artillería, durante los días siguientes fueron
      avanzando paulatinamente.
    
El 15 de febrero el mayor French entró
      en Kimberley. El bloqueo estaba roto, pero tras un breve descanso,
      French recibió órdenes de cortar la retirada al ejército bóer que
      empezaba a replegarse bajo el mando del general Piet Cronje.
      
    
Carsten Borchgrevink estaba recorriendo la costa de la Barrera de
      Ross cuando el 16 de febrero encontró
      un punto que juzgó adecuado para un desembarco. Desde allí
      caminaron algunos kilómetros hacia el sur hasta alcanzar los
      78°50' de latitud, que era la latitud más meridional alcanzada
      hasta el momento. Desde allí comenzó su viaje de regreso, en el
      transcurso del cual realizó unas mediciones magnéticas que
      mostraron que el Polo Sur magnético estaba un poco más al Noroeste
      de lo que se creía.
    
El 17 de febrero French cortó el paso a Cronje mientras trataba de cruzar el río Modder. Cronje, sin ser consciente de que se enfrentaba a unas fuerzas muy reducidas, decidió suspender el paso del río y parapetarse en sus posiciones en Paardeberg, lo que dio tiempo para que French recibiera refuerzos. El 18 de febrero llegaron dichos refuerzos bajo el mando de Herbert Kitchener y se libró un primer asalto que hizo que los británicos recordaran el día como el "domingo sangriento". Contaron 280 muertos y casi un millar de heridos, pero los bóers estaban atrapados y los refuerzos británicos seguían afluyendo.
El 25 de febrero los británicos y los bóers que se enfrentaban en Ladysmith pactaron un armisticio de seis horas para que ambas partes pudieran recoger los numerosos cadáveres que estaba generando el avance británico.
El 27 de febrero el general Cronje se
      rindió a los británicos en Paardeberg con sus 4.000 hombres.
      Mientras tanto, un ataque definitivo rompía definitivamente el
      asedio de Ladysmith. El 28 de febrero los
      británicos entraban en la ciudad.
    
El 1 de marzo se izó la bandera
      alemana en la que pasaba a ser desde entonces la Samoa
        Alemana, que comprendía la mitad del archipiélago de Samoa.
      La otra mitad se convirtió en una base naval estadounidense.
    
Un ejército etíope que había entrado en Somalia en apoyo de los
      británicos había "confiscado" el ganado a una tribu nómada que
      había encontrado a su paso y lo habían llevado a la ciudad de Jijiga.
      Los pastores pidieron ayuda a Mohammed Abdullah Hassan, "el mulá
      loco", que encontró así el medio de volver a la acción, y el 5 de marzo sus hombres atacaron Jijiga y
      recuperaron el ganado robado. Unos 230 etíopes murieron, con lo
      que los somalíes pasaron a estar en guerra también contra Etiopía.
      Sin embargo, Mohammed no distinguía entre británicos, etíopes o
      somalíes a la hora de crearse enemigos. Logro escapar de un
      complot organizado por varios jefes somalíes para acabar con su
      vida, y luego tomó como rehenes a los miembros de una embajada
      enviada por un clan para llegar a un acuerdo de paz. Pidió por
      ellos un rescate tan elevado que su tribu no pudo pagarlo y los
      ejecutó. Así, muchos somalíes se aliaron contra Mohammad.
    
Era año de elecciones presidenciales en los Estados Unidos, y el
       6 de marzo hizo su aparición un nuevo
      partido político, el Partido Socialista, que presentó como
      candidato a Eugene V. Debs, que seis años atrás había sido el
      héroe de la huelga contra Pullman.
    
Ese día murió el ingeniero alemán Gottlieb Daimler.
    
Desde Paardeberg, Roberts se dirigió hacia Bloemfontein, la
      capital del Estado Libre de Orange, y el primer obstáculo era un
      destacamento bóer parapetado en Poplar Glove. El 7 de marzo los británicos atacaron y sus
      enemigos no tardaron en darse a la fuga. El 10
        de marzo fueron nuevamente derrotados en Driefontein.
      
    
El conflicto entre Bolivia y Brasil por la independizada
      república de Acre fue resuelto por vía diplomática, así que Brasil
      envió una flota que remontó el río Acre y el 11
        de marzo depuso al presidente Luis Gálvez, con lo que el
      territorio volvió a quedar bajo soberanía boliviana.
    
El 14 de marzo Bloemfontein fue tomada
      sin resistencia por los británicos.
    
El 16 de marzo el presidente Mckinley
      nombró una Segunda Comisión Filipina encabezada por William
        Howard Taft, a la que otorgó poderes legislativos, así como
      poderes ejecutivos limitados.
    
El 17 de marzo los bóers celebraron un
      consejo de guerra en Kroonstad y decidieron iniciar una
      guerra de guerrillas contra los británicos.
    
Creta había quedado bajo el control de Grecia (aunque
      teóricamente seguía siendo parte del Imperio Otomano) y ello
      facilitó las cosas a los muchos arqueólogos que estaban
      interesados en hacer excavaciones en la isla. En realidad no a
      todos, porque el británico Arthur Evans se las arregló
      para conseguir antes que nadie las licencias oportunas y no tardó
      en encontrar en Cnossos lo que llamó el Palacio de Minos,
      unas ruinas más antiguas que las encontradas por Schliemann en
      Troya.
    
El 27 de marzo se inició una nueva
      insurrección liberal en Colombia con el apoyo de tropas
      ecuatorianas. Los rebeldes trataron de tomar la ciudad de Ipiales,
      pero tras tres días de asedio tuvieron que retirarse.
    
Unos pocos bóers dirigidos por Cristiaan De Wet se
      propusieron retomar Bloemfontein, y el 31 de
        marzo derrotaron a una guarnición británica en Sanna's
        Post. El 3 de abril De Wet atacó
      por sorpresa a una columna británica y obtuvo una nueva victoria
      en Mostertshoek. Ese mismo día trató de ocupar la ciudad
      de Jammerbergdrift, para lo cual organizó un asedio con
      2.000 hombres, con la esperanza de que la ciudad caería antes de
      que pudieran llegar refuerzos británicos.
    
El 4 de abril desembarcó en el
      departamento colombiano de Panamá un grupo de liberales
      colombianos procedentes de Nicaragua, donde habían estado
      exiliados hasta el momento y que habían sido convenientemente
      equipados por el presidente José Santos Zelaya. Allí derrotaron a
      una pequeña guarnición y se dirigieron hacia la Ciudad de Panamá.
    
Ese mismo día, en una estación ferroviaria de Bruselas, un
      anarquista belga de 15 años llamado Jean-Baptiste Sipido
      disparó dos tiros al príncipe de Gales través de la ventana de un
      vagón en el que se encontraba a punto de partir. Dijo haberlo
      hecho como protesta por la guerra contra los Bóers. Los disparos
      no alcanzaron al príncipe Eduardo, y Sipido fue rápidamente
      apresado. Sin embargo, el tribunal belga que lo juzgó lo absolvió
      a causa de su minoría de edad, para disgusto del gobierno
      británico, que censuró la sentencia.
    
La noche del 7 de abril un grupo de
      guerrilleros filipinos bajo el mando del general Nicolás
        Capistrano trató de atacar por sorpresa a la guarnición
      estadounidense en la ciudad de Cagayan de Misamis, pero
      entre ellos había varios miembros de una tribu indígena musulmana
      conocida como Moro en los que la idea de "ataque por
      sorpresa" no había acabado de cuajar, y cuando mataron a un
      centinela consideraron oportuno lanzar un grito de guerra que
      alertó a los soldados y estropeó todo el plan. Capistrano ordenó
      la retirada, pero el balance del ataque fue de 52 muertos, 9
      heridos y 10 prisioneros.
    
El 12 de abril el presidente Mckinley
      aprobó una ley que establecía un gobierno civil para Puerto Rico
      compuesto de un gobernador y un gabinete de once miembros
      designado por el presidente, una cámara de representantes elegido
      democráticamente y un sistema judicial con un tribunal supremo.
    
El 14 de abril se inauguró una nueva exposición
        universal en París, con 83.000 expositores, de los cuales
      45.000 eran extranjeros. Entre sus atracciones figuraban "la
        calle del futuro", un cinta transportadora con un recorrido
      circular de 3.5 kilómetros alrededor de la exposición y capaz de
      transportar a 8 km/h a unas 14.000 personas simultáneamente, una
      fuente iluminada con electricidad, un telescopio gigante, con una
      lente de 1.25 metros, un gran globo celeste, en el que se
      proyectaban imágenes sobre el sistema solar, un espectáculo de cine
        sonoro, en el que una proyección cinematográfica se
      sincronizaba con una grabación fonográfica, y un cineorama,
      en el que diez proyectores sincronizados mostraban en una pantalla
      cilíndrica las imágenes captadas por otras tantas cámaras en una
      ascensión en globo. Rudolf Diesel presentó la primera versión
      comercial del motor que hoy lleva su nombre. Camille Sanit-Saëns
      compusó para la ocasión (a sus 65 años) la cantata El fuego
        celeste, en el que ensalza la electricidad.
    
El pabellón dedicado a las esculturas de Auguste Rodin causó
      sensación. El artista recibió encargos para esculpir bustos de
      numerosas personalidades europeas y sus talleres no daban abasto.
    
Gustav Mahler viajó a París con la Filarmónica de Viena, pero sus
      conciertos tuvieron mala acogida y fue necesario pedir un crédito
      para pagar los billetes de tren de la orquesta.
    
Rubén Darío acudió a la exposición como corresponsal del diario
      bonaerense La Nación, pero se quedó a vivir en París
      durante unos años. Pablo Picasso acudió también a la exposición
      universal, donde presentó una obra hoy perdida, Últimos
        momentos, y también acabó quedándose un tiempo en la capital
      francesa.
    
La Torre Eiffel había visto disminuir drásticamente el interés
      del público durante los últimos años. Frente a los 32 millones de
      visitas el año de su inauguración, el año anterior había tenido
      menos de 150.000. Gustave Eiffel rebajó el precio de la entrada, y
      con la exposición se vendieron más de un millón de entradas, que
      no fueron muchas si se tiene en cuenta que el número de visitantes
      de la exposición de 1900 fue muy superior al de la exposición de
      1889, cuando la torre fue inaugurada.
    
Ese año se celebró en París el II Congreso Internacional de
        Matemáticas. En él destacó la conferencia de David Hilbert,
      titulada Los problemas de las matemáticas, en la que
      presentó una lista con los 23 problemas más importantes a su
      juicio que tenía planteada la matemática para el siglo que estaba
      a punto de comenzar. El primero de todos era demostrar o refutar
      la hipótesis del continuo, el problema causante en parte
      de los problemas de salud mental de Georg Cantor. El segundo era
      dar una prueba "convincente" de que la aritmética es consistente,
      es decir, que de sus axiomas no pueden deducirse contradicciones.
      (Hilbert aspiraba a que llegara un día en que esto pudiera
      probarse para una teoría axiomática que abarcara toda la
      matemática, pero de momento lo planteaba para la aritmética.) El
      sexto era presentar toda la física de forma axiomática.
    
El 16 de abril los liberales
      colombianos tomaron la ciudad de Flautas, donde concentraron sus
      fuerzas, pero ese mismo día el ejército gubernamental atacó la
      ciudad y, aunque la mayoría de los rebeldes logró huir, quedaron
      desorganizados y desmoralizados.
    
Jack London había regresado del Klondike y poco a poco había logrado hacerse un hueco en el mundo de la literatura con la publicación de historias cortas. Ese año ganó 2.500 dólares con sus historias, una suma considerable en la época. El 17 de abril se casó con una antigua amiga llamada Bess Maddern.
La expedición de Paul Joalland se había unido a otras dos, una
      procedente del Congo Francés y otra de Argelia, y las fuerzas
      conjuntas, bajo el mando del mayor Amédée-François Lamy se
      enfrentaron el 22 de abril al ejército
      de Rabah en la batalla de Kousséri. Los franceses
      obtuvieron una victoria decisiva en la que tanto Lamy como Rabah
      resultaron muertos. Esta batalla se considera el último paso de la
      expansión francesa en África. Desde ese momento, las batallas que
      se librarían no darían lugar a ulteriores extensiones
      territoriales, sino simplemente a la "pacificación" de los
      territorios conquistados.
    
El 30 de abril las islas Hawai fueron
      reconocidas como territorio estadounidense (en igualdad de
      condiciones con los restantes territorios continentales), lo que
      suponía en particular la elección de una legislatura presidida por
      un gobernador nombrado por el presidente de los Estados Unidos
      (cargo que, como se esperaba, recayó sobre Sanford Dole, el ex
      presidente de la república hawaiana). Además, Hawai tendría un
      delegado en el Congreso, puesto para el que fue elegido Robert
      William Wilcox, que hasta entonces había dirigido a los
      monárquicos detractores de la anexión a los Estados Unidos, y
      ahora formó un Partido Independiente Hawaiano. La vida de
      Wilcox en Washington no fue muy cómoda, el inglés no era su lengua
      nativa, y su color de piel le obligaba a usar los servicios
      públicos para negros (transportes, bares, etc.)
    
Desde Bloemfontein, el 3 de mayo el
      mariscal Roberts salió hacia Pretoria, la capital de la República
      Sudafricana, al frente de 25.000 hombres.
    
El 5 de mayo el general Otis fue
      sustituido por Arthur MacArthur, Jr. como gobernador
      militar de las Filipinas. Otis había iniciado la organización de
      un sistema de educación pública con la fundación de siete escuelas
      en Manila. Muchos soldados voluntarios se prestaban a organizar
      escuelas e impartir clases. A lo largo del año, el ejército llegó
      a organizar 39 escuelas a las que asistían diariamente casi 5.000
      alumnos.
    
El 10 de mayo Roberts derrotó a Louis
      Botha y a Christiaan De Wet en la batalla de Sand River. 
    
El 11 de mayo el ejército
      gubernamental colombiano se enfrentó en Palonegro al
      ejército rebelde liberal. Fue uno de los encuentros de mayor
      envergadura, en el que participaron unos 7.000 liberales contra
      unos 21.000 leales al gobierno. El enfrentamiento se prolongó
      durante más de una semana, y terminó con una rotunda derrota de
      los liberales, que perdieron miles de hombres. A partir de ese
      momento los liberales pasaron a adoptar técnicas de guerrilla.
    
El 14 de mayo se inauguraron en París
      los segundos juegos olímpicos, si bien técnicamente no
      eran sino parte de las actividades organizadas para la Exposición
        Universal. Participaron 997 atletas de 24 países, entre
      ellos 22 mujeres, principalmente en tenis y golf. También
      participó por primera vez un atleta negro, el franco-haitiano Constantin
        Henriquez de Zubiera, que participó en el equipo de Rugby y
      en el de Tiro de la cuerda (en el que dos equipos tiran
      cada uno de un extremo de una cuerda), que ya había sido deporte
      olímpico en la primera olimpiada y lo seguía siendo en la segunda.
      La asistencia de público fue escasa.
    
Entre los asistentes a la Exposición Universal estuvo el Sha de
      Persia Mozaffareddín, que estaba realizando un viaje por Europa
      que lo llevó a Rusia, Austria, Suiza, Alemania, Bélgica, Francia y
      Turquía. En París conoció el cinematógrafo y dio órdenes de
      adquirir el material necesario para implantarlo en Persia.
    
Mientras tanto 80 soldados estadounidenses atacaron un campamento
      en Agusan Hill donde estaban instalados unos 500
      guerrilleros filipinos que huyeron dejando 38 muertos y bastante
      armamento.
    
 El 18 de mayo fue levantado el asedio
      de Mafeking y, cuando se conocieron las mil tretas que Robert
      Baden-Powel había empleado en su defensa, se convirtió en un héroe
      nacional. Fue ascendido a mayor y se le encomendó de nuevo
      su misión original de organizar una policía sudafricana.
    
El gobierno colombiano decidió responder al apoyo que el
      presidente ecuatoriano Eloy Alfaro estaba dando a la insurrección
      liberal y el 22 de mayo un ejército
      colombiano acompañó a exiliados ecuatorianos con la misión de
      derrocar a Alfaro. Tras cruzar la frontera, atacaron el pueblo de
      Tulcán, pero fueron rechazados y tuvieron que regresar a
      Colombia.
    
El 29 de mayo, ante la proximidad
      británica, Paul Kruger tuvo que abandonar Pretoria.
    
El 30 de mayo los diplomáticos
      extranjeros, con el embajador británico a la cabeza, Claude
        Maxwell MacDonald, solicitaron permiso a la emperatriz Cixi
      para que soldados de sus naciones respectivas entraran en Pekín
      para proteger las embajadas ante posibles ataques de los boxers.
      La emperatriz dudó, pero finalmente aceptó. El 1
        de junio más de 400 soldados de Gran Bretaña, Francia,
      Alemania, el imperio Austro-Húngaro, Rusia, los Estados Unidos,
      Japón e Italia entraron en Pekín y establecieron perímetros
      defensivos alrededor de sus embajadas. Esto irritó a los boxers,
      que, convencidos de que eran inmunes a las armas de fuego, se
      encaminaron hacia la capital china.
    
El 4 de junio los guerrilleros
      filipinos consiguieron en Makahambus Hill una de sus
      escasas victorias contra el ejército estadounidense. Atacaron a un
      grupo de 100 soldados y dejaron nueve muertos, nueve heridos y
      tomaron un prisionero.
    
El 5 de junio los boxers
      cortaron la línea ferroviaria que salía de Pekin.
    
Mientras tanto, los británicos tomaban Pretoria. 
    
El 7 de junio el general De Wet atacó
      con 800 hombres un punto de la línea de comunicaciones británica
      en el Estado Libre de Orange, la estación de Roodewal. La
      guarnición británica ofreció resistencia, pero finalmente tuvo que
      rendirse.
    
Los liberales colombianos desembarcados en Panamá se habían
      tomado con mucha calma su avance sobre la capital del
      departamento, así que el gobierno tuvo tiempo de sobra para enviar
      refuerzos y fortificarla. El gobernador Carlos Albán envió
      tres batallones contra los insurrectos y el 8
        de junio se produjo un enfrentamiento en Capira.
      Los liberales se vieron obligados a retroceder perseguidos por el
      ejército gubernamental, pero así terminaron llegando a un terreno
      áspero en el que los liberales pudieron contraatacar y finalmente
      fueron los gubernamentales quienes tuvieron que regresar
      precipitadamente a la Ciudad de Panamá.
    
El 10 de junio, a petición del
      embajador británico, una nueva fuerza conjunta de más de 2.000
      hombres de las ocho potencias presentes en China salió de Tianjín
      rumbo a Pekín bajo el mando del británico Edward Hobart
        Seymour. 
    
El 11 de junio Frederick Roberts, al
      frente de 14.000 hombres, derrotó en la batalla de Diamond
        Hill a los 4.000 bóers que dirigía Louis Botha. 
    
Carsten Borchgrevink estaba de regreso en Gran Bretaña, donde fue
      acogido con cierta frialdad, a pesar de que había batido el record
      de latitud sur alcanzada, principalmente porque ya se estaba
      preparando otra expedición más ambiciosa.
    
Desde Palonegro, el ejército gubernamental colombiano se dirigió
      a la ciudad de Cúcuta, ocupada por los liberales. Éstos levantaron
      barricadas en las calles protegidas con alambradas, de modo que el
      centro de la ciudad se convirtió en una ciudadela improvisada. Un
      gran número de familias de liberales abandonó la ciudad en
      caravanas, mientras que a los partidarios del gobierno no se les
      concedió el salvoconducto necesario para marcharse. El 12 de junio llegaron las tropas
      gubernamentales e iniciaron un asedio.
    
Ese día se estrenó en Madrid La balada de la luz, una
      zarzuela de Amadeo Vives, y el éxito obtenido lo decidió a
      abandonar Barcelona y trasladarse a vivir en la capital.
    
Algunos soldados Chinos se unieron a los boxers. El 13 de junio unos soldados mataron a un
      diplomático japonés, mientras un boxer fue visto por
      primera vez en el barrio de las embajadas. La mayoría de las
      embajadas se encontraban en un mismo barrio, cerca de la ciudad
      prohibida, y tenían sus propias murallas defensivas. A unas pocas
      calles de distancia estaban las de Bélgica y España, mientras que
      la alemana, creada mucho más recientemente, se encontraba en el
      otro extremo de la ciudad. El embajador alemán, Clemens von
        Ketteler junto con unos soldados alemanes capturó a un joven
      boxer y, sin motivo conocido, lo hizo ejecutar. Como
      respuesta, esa noche miles de boxers irrumpieron en Pekín
      y destruyeron numerosas iglesias cristianas. Algunos misioneros
      británicos y estadounidenses se refugiaron en una misión
      metodista, donde unos marines estadounidenses tuvieron que repeler
      un ataque. Los soldados que custodiaban las embajadas británica y
      alemana dispararon y mataron a algunos boxers sobre los
      que, por motivos todavía no esclarecidos, no había funcionado la
      inmunidad a las armas. Esto puso en su contra a la población
      pequinesa, y el gobierno chino, que no se atrevía a enfrentarse
      abiertamente a las potencias extranjeras, se vio cada vez con
      menos posibilidad de maniobra.
    
El 14 de junio varios cientos de boxers
      armados con espadas, lanzas y algunos mosquetes antiquísimos (y
      con inmunidad a las armas de fuego) salieron al encuentro de los
      2.000 hombres de Seymour. Tras dos ataques sucesivos, más de un
      centenar de boxers murieron —inexplicablemente— en el
      campo de batalla, frente a cinco soldados italianos.
    
El 15 de junio los boxers atacaron
      Tianjín, destruyeron iglesias y mataron a los cristianos chinos
      que encontraron. El 16 de junio
      intentaron atacar la guarnición de fuerzas aliadas que permanecía
      en la ciudad, principalmente rusas y británicas, pero,
      afortunadamente para éstas, un nuevo fallo de la inmunidad a las
      armas permitió rechazar el ataque causando muchas bajas entre los
      atacantes. Los soldados chinos permanecieron pasivos, aguardando
      órdenes de Pekín para saber si debían unirse a los boxers
      o proteger a los extranjeros.
    
Mientras tanto la emperatriz Cixi reunía a su corte y planteaba
      la disyuntiva entre usar a los boxers para expulsar a los
      extranjeros de la ciudad o buscar una salida diplomática al
      conflicto. Cuando un oficial sugirió que tal vez la magia de los boxers
      no fuera tan efectiva como ellos aseguraban, Cixi respondió: "Quizá
        no podamos confiar en su magia, pero ¿no podemos confiar
        en los corazones y las mentes del pueblo? Hoy China es muy
        débil. Sólo podemos apoyarnos en los corazones y las mentes del
        pueblo. Si los dejamos de lado y perdemos los corazones del
        pueblo, ¿de qué dispondremos para sostener el país?" 
      Todos coincidían en que el apoyo popular a los boxers era
      casi unánime, y que oponerse a ellos sería extremadamente
      impopular. Sin embargo, mientras los más radicales abogaban por el
      apoyo incondicional a los boxers, los moderados destacaban
      la superioridad militar de los extranjeros. Uno de los moderados,
      Xu Jingcheng, señaló que derogar los derechos
      extraterritoriales y asesinar diplomáticos extranjeros era algo
      sin precedentes ni en China ni en el extranjero. Xu y otros cinco
      oficiales instaron a la emperatriz a reprimir la rebelión boxer,
      ejecutar a sus líderes y a restablecer las relaciones diplomáticas
      con las potencias extranjeras. Como respuesta, Cixi los acusó de "realizar
        peticiones deliberadamente absurdas a la corte imperial" y
      de "crear pensamientos subversivos", tras lo cual los
      condenó a muerte.
    
En Cuba, bajo la supervisión estadounidense, se celebraron elecciones municipales para elegir alcaldes, tesoreros y jueces por un periodo de un año. Podían votar los cubanos mayores de 21 años con educación primaria que hubieran servido en el ejército libertador y que poseyeran un cierto patrimonio.
Para proteger a la guarnición de Tianjín, los rusos exigieron a
      China que cediera temporalmente, voluntariamente o por la fuerza,
      los fuertes de Dagu, que protegían la entrada al rio Hai, y
      fijaron como fecha límite el 17 de junio.
      Ese mismo día, antes de la hora en la que expiraba el plazo, los
      chinos abrieron fuego contra la flota aliada. Sin embargo, los
      marineros chinos, tras una débil resistencia abandonaron los
      barcos y se dieron a la fuga. El ataque continuó entre la flota
      aliada y los fuertes, pero estos terminaron rindiéndose. Los
      aliados contaron 172 bajas, mientras que las chinas son
      desconocidas, pero se dijo que de los fuertes salían ríos de
      sangre.
    
Si la incursión previa de Seymour ya podía considerarse una
      invasión de China, el ataque a los fuertes de Dagu era ya un
      ataque en toda regla, y el gobierno chino decidió definitivamente
      apoyar a los boxers. Ese mismo día el ejército chino
      empezó a bombardear las posiciones de los aliados en Tianjín. El 18 de junio unos 5.000 soldados chinos
      atacaron a Seymour, con la ayuda de los boxers. El ataque
      fue rechazado, pero Seymour concluyó que era imposible seguir
      avanzando y, con el acuerdo de sus oficiales, inició una retirada
      hacia Tainjín. 
    
El 19 de junio la convención demócrata
      ratificó a Mckinley en Filadelfia como candidato a la reelección.
      El vicepresidente Hobart no pudo ser reelegido porque había
      fallecido el año anterior. El candidato propuesto fue Theodore
        Roosevelt. Fue elegido gracias a la insistencia del senador
      Thomas Collier Platt, la cabeza del partido republicano en
      Nueva York. Una sucesión de escándalos políticos le había obligado
      a buscar un candidato honesto para la alcaldía de Nueva York, y
      ése había sido Roosevelt, pero le había salido demasiado honesto,
      hasta el punto de que le resultaba molesto, y su honestidad le
      garantizaba que sería reelegido, a menos que se le sacara de Nueva
      York, y la candidatura a la vicepresidencia fue la forma más
      elegante que Platt encontró de lograrlo. Roosevelt era un héroe de
      la guerra de Cuba, donde había dirigido un cuerpo de caballería
      que acabó siendo conocido como "los duros jinetes de
        Roosevelt". Además era un imperialista convencido, por lo
      que fue bien acogido por los delegados republicanos.
    
Ese mismo día los diplomáticos extranjeros en Pekín recibieron un
      ultimátum para abandonar la ciudad bajo protección del ejército
      chino. Los diplomáticos consideraron que abandonar la ciudad y
      atravesar un país hostil sería suicida, así que rechazaron el
      ultimátum. El 20 de junio el embajador
      alemán, el barón von Ketteler, se propuso entrevistarse con el
      ministro chino de asuntos exteriores, pero su embajada fue
      asaltada por los boxers y el embajador fue asesinado de un
      disparo. La población extranjera que se encontraba en Pekín se
      concentró en el barrio de las delegaciones, al igual que los
      diplomáticos españoles y belgas, y ese mismo día se inició un
      asedio. Las potencias aliadas declararon la guerra a China. La
      prensa internacional informó de las atrocidades de los chinos
      contra los extranjeros, a menudo exageradamente, pero no dijo nada
      de los chinos cristianos, que fueron los que se llevaron la peor
      parte, pues sufrieron violaciones, torturas y asesinatos.
    
El 21 de junio 131 marines
      estadounidenses y 400 rusos trataron de romper el bloqueo de
      Tianjín siguiendo la vía férrea que iba de la costa a la ciudad,
      pero cuando se estaban acercando a ésta cayeron en una emboscada y
      tuvieron que retirarse.
    
El primer ministro italiano Luigi Pelloux había realizado una
      intensa labor política para frenar el avance del socialismo:
      prohibió las huelgas de funcionarios, dio al gobierno la facultad
      de prohibir concentraciones públicas y disolver organizaciones
      subversivas, recuperó las penas de destierro y arresto preventivo
      por ofensas políticas, convirtió en delito la incitación a la
      violencia (cargo aplicable especialmente a los periodistas), y
      todas estas medidas le supusieron un gran desgaste parlamentario
      hasta que finalmente se había visto obligado a disolver el
      parlamento y convocar elecciones. Según el sistema de cómputo de
      votos su partido consiguió la mayoría, pero la oposición había
      tenido más votos, así que el 24 de junio
      presentó su dimisión y fue sucedido por Giuseppe Saracco,
      el presidente del Senado.
    
El 26 de junio 2.000 hombres salieron
      de Tianjín y rescataron a la expedición de Seymour, que en su
      camino de regreso se había visto rodeada a poca distancia de la
      ciudad.
    
El 29 de junio se creó la Fundación
        Nobel, destinada a administrar la fortuna legada por Alfred
      Nobel y administrar los premios Nobel, que empezarían a otorgarse
      al año siguiente. Sus estatutos fueron promulgados por el rey
      Óscar II de Suecia.
    
Seis años atrás, el archiduque Francisco Fernando de Austria, el
      sobrino y heredero del emperador Francisco José I, había conocido
      en un baile a la condesa Sofía Chotek, se enamoró
      de ella y mantuvo una relación secreta durante un par de años.
      Cuando su familia empezó a pensar en su matrimonio, Francisco
      Fernando anunció que no se casaría con nadie que no fuera Sofía.
      El emperador se opuso tajantemente, pues su heredero sólo podía
      casarse con un miembro de una familia real europea y Sofía, aun
      siendo noble, no era de sangre real. Tras una serie de tensiones
      entre tío y sobrino, el año anterior Francisco José I había dado
      su brazo a torcer y autorizó el matrimonio a condición de que
      fuera morganático, de modo que sus descendientes no serán
      herederos al trono y Sofía no tendría ninguno de los privilegios
      de su esposo, ni podría aparecer junto a él en los actos oficiales
      ni subir a los carruajes reales ni asistir a los teatros en el
      palco real. La boda se celebró el 1 de julio
      en Reichstadt, en Bohemia. El emperador no asistió a la
      ceremonia, ni lo hizo ningún otro archiduque de Austria, ni
      siquiera los hermanos de Francisco Fernando.
    
Durante mucho tiempo, Rusia había dado un trato muy ventajoso a
      Finlandia, que había disfrutado de una amplia autonomía, pero eso
      había cambiado. El año anterior el zar Nicolás II había firmado un
      manifiesto que establecía que las leyes del Imperio prevalecían
      sobre las leyes de Finlandia. Ahora, el Gobernador General de
      Finlandia, el general Nikolai Bobrikov, decretaba que en
      la correspondencia oficial y en las escuelas sólo podía usarse el
      ruso y no el finlandés. El 2 de julio
      se estrenó en Helsinki el poema sinfónico Finlandia, de
      Jean Sibelius, una pieza con fuertes tintes nacionalistas en un
      momento en el que parte de la sociedad finlandesa empezaba a
      protestar por la censura rusa y por la falta de autonomía. A
      menudo la obra tuvo que ser presentada con otros títulos variados
      para evitar que las autoridades rusas la prohibieran, pues
      inmediatamente fue considerada subversiva.
    
Ese mismo día el conde Ferdinand Adolf August Heinrich von Zeppelin, a sus 62 años, presentó un globo dirigible de gran envergadura que había diseñado: estaba formado por una fila de 17 cámaras de hidrógeno recubiertas de tela encauchada y todas ellas estaban encerradas en una estructura cilíndrica cubierta por una tela de algodón. Tenía 128 metros de largo, 12 de ancho y contenía 11.3 millones de litros de hidrógeno. Se impulsaba por dos motores Daimler, cada uno de los cuales accionaba dos propulsores, y se controlaba por un timón en la proa y otro en la popa. La tripulación, el motor y los pasajeros iban en dos góndolas de aluminio suspendidas, una delante y otra detrás. En esa primera prueba el dirigible despegó del lago Constanza con cinco pasajeros, alcanzó una altura de 396 metros y recorrió 6 km en 17 minutos, pero se dañó al aterrizar. El conde no logró interesar al gobierno alemán en su proyecto, y la construcción del prototipo lo había arruinado, así que tuvo que suspender sus investigaciones para ponerse a buscar financiación.
Tras un mes de asedio, el 13 de julio
      las tropas gubernamentales colombianas se lanzaron sobre una de
      las barricadas de Cúcuta, pero fueron rechazados con gran número
      de bajas. Por la noche lograron incendiar otra trinchera, que fue
      tomada al día siguiente.
    
El 14 de julio los aliados lograron
      que los chinos se retiraran definitivamente de Tianjín y esperaron
      refuerzos para enviar a Pekín una misión de rescate.
    
Ese mismo día se reunió en Kansas la convención nacional
      demócrata, que eligió de nuevo a William Jennings Bryan como
      candidato a la presidencia. Para la vicepresidencia eligieron a
      Adlai Stevenson, que ya había sido vicepresidente en el segundo
      mandato de Cleveland.
    
El 15 de julio los rebeldes
      colombianos asediados en Cúcuta abandonaron la ciudad procurando
      no ser descubiertos en su fuga, pero la retaguardia fue perseguida
      y diezmada por los gubernamentales.
    
Un pintor británico llamado Francis Barraud había heredado de su hermano Mark un perro llamado Nipper, junto con algunos trastos, como un fonógrafo y unos cilindros con grabaciones de la voz de Mark. Francis se fijó en que al reproducir los cilindros el perro se acercaba al fonógrafo como pensando que "por ahí dentro" estaba su amo, y decidió pintar un cuadro con el perro escuchando el fonógrafo al que tituló La voz de su amo. Luego intentó vender el cuadro a varias compañías que fabricaban gramófonos, como idea publicitaria, pero ninguna quiso pagarle lo que pedía. Finalmente, logró venderla a Emile Berliner, cuyos gramófonos eran comercializados por tres compañías: la Berliner Gramophone Company (en Filadelfia) que fabricaba los gramófonos y los discos, la Seaman National Gramophone (en Nueva York), que los comercializaba, y la United States Gramophone Company (en Washington), que era de su propiedad, pero un pleito con la segunda hizo que se prohibiera a Berliner vender su propio invento en los Estados Unidos, y trasladó su empresa a Montreal, en Canadá. Allí había empezado a fabricar discos "sencillos" (es decir, grabados sólo por un lado) de siete pulgadas. Naturalmente, previamente a la adquisición de los derechos sobre el cuadro de Barrauud, éste se vio obligado a modificarlo para que, en lugar de un fonógrafo, apareciera un gramófono. El 16 de julio Berliner registró el logotipo de su compañía basado en el cuadro retocado de Barraud.
El río Amur marcaba la frontera entre la Manchuria china
      y Rusia. El ejército chino había bombardeado la ciudad rusa de Blagoveshchensk,
      en el lado ruso del Amur, y en represalia los rusos hicieron una
      carnicería con la población china que vivía en esa ciudad.
    
El 20 de julio los liberales
      colombianos que amenazaban la Ciudad de Panamá se enfrentaron al
      gobernador Carlos Albán en Corozal, y obtuvieron una nueva
      victoria. Al mismo tiempo se producía la última de las invasiones
      procedentes de Ecuador, que nuevamente fue derrotada. El gobierno
      inició una dura represión en la zona y muchos liberales marcharon
      (o regresaron) al exilio en Ecuador.
    
Ese mismo día unos 100.000 rusos cruzaron el Amur y tomaron Saghalien,
      y el 22 de julio Aigun. 
    
El 24 de julio los liberales
      colombianos lanzaron un ataque contra la Ciudad de Panamá, pero
      las rivalidades entre sus generales hicieron que la
      descoordinación fuera completa, y el resultado fue un gran fracaso
      con un gran número de bajas. Por la noche se intentó un nuevo
      ataque con resultado similar. El 25 de julio
      los liberales tampoco pudieron vencer las defensas de la ciudad y,
      tras perder muchos más hombres, se retiraron a la selva.
    
Ese mismo día el gobierno militar estadounidense en Cuba promulgó
      la convocatoria de una asamblea constituyente, que debía ser
      elegida por los cubanos por sufragio ilustrado y censitario (para
      votar era necesario saber leer y escribir y disponer de un
      patrimonio mínimo).
    
Rusia había obtenido del gobierno chino el permiso para que una
      línea ferroviaria que uniría Muscú con Vladivostok atravesara
      Manchuria, y el 27 de julio los boxers
      empezaron a destruir la vía férrea, líneas telegráficas y otras
      instalaciones rusas.
    
El 29 de julio, mientras estaba de
      visita en la ciudad de Monza, el rey Umberto I de Italia recibió
      cuatro disparos del anarquista Gaetano Bresci, que le
      causaron la muerte. Bresci fue apresado al momento.
    
El presidente colombiano, Manuel Antonio Sanclemente, pertenecía
      al Partido Nacional, que contaba con el apoyo del Partido
        Conservador, pero una facción de éste, los llamados conservadores
        históricos, estaba fraguando un complot para arrebatar el
      poder al partido nacional mediante un golpe de Estado que contaría
      con la colaboración de los rebeldes liberales. A éstos se les
      prometió una paz honrosa sin represalias, la libertad para los
      presos políticos y la convocatoria de elecciones. Finalmente, el 31 de julio se llevó a cabo el golpe de
      Estado, Sanclemente fue arrestado y sustituido provisionalmente
      por el vicepresidente José Manuel Marroquín. El anciano
      Sanclemente fue amedrentado para que firmara su dimisión, pero se
      negó a hacerlo. Una vez en el poder, Marroquín olvidó todas las
      promesas realizadas a los liberales y la guerra continuó.
    
Finalmente, el 4 de agosto 18.800
      soldados salieron de Tienjín con destino Pekín bajo el mando del
      británico Alfred Gaselee. Eran 8.000 japoneses, 4.500
      rusos, 3.000 británicos, 2.500 estadounidenses y 800 franceses.
      Las fuerzas alemanas se dejaron como reserva.
    
El 5 de agosto el rey Alejandro I de
      Servia se casó con Draga Masin, antigua dama de
      compañía de su madre, la reina Natalija. Ésta se opuso y tuvo que
      exiliarse, mientras que su padre, el derrocado rey Milan I, se
      enteró de la noticia mientras estaba haciendo gestiones para casar
      a su hijo con una princesa alemana, tras lo cual presentó su
      dimisión como comandante en jefe del ejército y marchó también al
      exilio en Austria. También dimitió el primer ministro, que se
      encontraba entonces visitando la exposición universal de París.
      Finalmente Alejandro I obtuvo el apoyo del zar Nicolás II de
      Rusia, que le envió sus felicitaciones. Pero la opinión pública
      estuvo desde ese momento en contra del monarca. 
    
Ese mismo día el ejército aliado atacó al ejército chino en
      Beicang, que terminó huyendo para atrincherarse en Yangcun.
      Allí fueron derrotados de nuevo el 6 de
        agosto. 
    
El 7 de agosto se fundó en México el periódico liberal "Regeneración", opuesto a Porfirio Díaz. Sus fundadores y editores fueron encarcelados y luego exiliados.
El tenista y político estadounidense Dwight Davis
      organizó una competición que enfrentó a un equipo de tenistas
      estadounidense con otro británico y que inauguró su primera
      edición el 8 de agosto, con victoria
      estadounidense. La competición recibió el nombre de International
        Lawn Tennis Challenge. En las ediciones posteriores se
      fueron incorporando equipos de otros países y la competición
      terminó siendo conocida como Copa Davis. 
    
El 9 de agosto fue enterrado el rey
      Umberto I de Italia, al que sucedió su hijo Víctor Manuel III.
      
    
El 14 de agosto la expedición de
      Gaselee llegó a las murallas de Pekín. La colaboración que hasta
      entonces se había dado entre los distintos ejércitos aliados se
      convirtió entonces en una especie de competición deportiva a ver
      qué país entraba antes en la ciudad y liberaba a los diplomáticos
      asediados. Cada uno eligió una puerta de la muralla para forzar la
      entrada. Los británicos y los estadounidenses escogieron las
      mejores, y al final los ganadores fueron los británicos, que
      llegaron a las embajadas a las 2:30 de la tarde sin más baja que
      una víctima de insolación. Los estadounidenses llegaron dos horas
      más tarde y el resto al anochecer.
    
Al amanecer del 15 de agosto la
      emperatriz Cixi huyó de Pekín disfrazada de campesina, pocas horas
      antes de que los estadounidenses llegaran a las puertas de la
      ciudad prohibida. Toda la corte había huido en lo que se llamó "un
        viaje de inspección". 
    
El 17 de agosto los diplomáticos se
      reunieron y convinieron en que, puesto que el ejército aliado se
      había visto obstaculizado por el ejército chino, el combate debía
      continuar hasta que toda resistencia en Pekín y sus alrededores
      hubiera sido vencida. 
    
El 21 de agosto se inició en Bergendal,
      la que sería la última batalla regular de la Segunda Guerra
        Bóer. En ella participaron unos 19.000 británicos bajo el
      mando de Lord Roberts frente a unos 7.000 bóers bajo el mando de
      Louis Botha. Los británicos contaban con 82 cañones, frente a los
      20 de sus adversarios. El enfrentamiento se prolongó una semana y
      terminó con la victoria británica.
    
El 25 de agosto murió el filósofo
      Friedrich Nietzsche. 
    
El 28 de agosto los británicos tomaron
      Machadodorp, donde se había instalado provisionalmente el
      gobierno bóer.
    
Ese mismo día los ejércitos aliados desfilaron por la ciudad
      prohibida, a la que tenían prohibido el acceso todos los
      extranjeros. Los chinos protestaron, pero se les garantizó que la
      ciudad prohibida no sería ocupada si no se oponían al desfile,
      pero que sería destruida en caso contrario.
    
Las potencias aliadas dividieron Pekín en distritos y cada una
      quedó a cargo de una de las partes. Se estableció entonces una
      competición a ver quién saqueaba más y mejor. Las crónicas dicen
      que los más salvajes fueron los rusos, seguidos de los franceses.
      Pero los más exitosos fueron los civiles y los misioneros que
      habían sufrido el asedio, porque conocían la ciudad y sabían dónde
      buscar. Los británicos organizaban subastas de piezas saqueadas
      todas las tardes en su embajada.
    
Gaetano Bresci, durante el juicio por el asesinato del rey
      Umberto I, declaró haberlo cometido en venganza por la matanza que
      el general Bava Beccaris había cometido en Milán dos años atrás,
      tras la cual había sido condecorado por el monarca. El 29 de agosto fue condenado a cadena
      perpetua, pero se suicido un año después (al menos según la
      versión oficial).
    
El 1 de septiembre Lord Roberts
      proclamó que toda la República Sudafricana pasaba a ser territorio
      británico. Durante un tiempo, los británicos creyeron que la
      guerra había terminado. De hecho, por esas fechas Arthur Conan
      Doyle terminó un libro que tituló La Gran Guerra de los Bóers,
      en el que pretendía relatar lo más fidedignamente posible el
      transcurso del conflicto, y su penúltimo capítulo se titulaba "El
        fin de la guerra". Sin embargo, los británicos no
      tardaron en comprobar que los bóers estaban dispuestos a continuar
      la guerra de guerrillas que ya habían iniciado. (En los dos años
      siguientes Conan Doyle tuvo que revisar constantemente las 16
      ediciones que tendría su libro). Los bóers se dedicaron a atacar
      las vías ferroviarias y telegráficas, frente a lo cual los
      británicos reaccionaron creando una inmensa red de puestos
      fortificados defendidos por pequeñas guarniciones.
    
El 2 de septiembre el coronel Jacinto
        Castro intentó derrocar al presidente salvadoreño Tomás
      Regalado, pero su plan fracasó, fue arrestado, condenado a muerte
      y ejecutado el 7 de septiembre. 
    
El 4 de septiembre Alberto Santos
      Dumont experimentó su Dirigible Nº 4 en París.
    
El 13 de septiembre el coronel
      filipino Máximo Abad capturó en Pulang Lupa a un
      destacamento de infantería estadounidense de 54 hombres dirigidos
      por el capitan Devereux Shields. Pocos días atrás había
      llegado a las Filipinas la Comisión Taft, que empezó a
      desarrollar una importante actividad legislativa, encaminada a
      proporcionar a los filipinos el mayor grado posible de
      autogobierno y acceso a la justicia que permitieran los militares.
      William H. Taft mostró una integridad y honestidad que contrastó
      con la actitud de muchos militares que estaban trasladando a las
      Filipinas la idea de que "el indio bueno es el indio muerto".
      Alentaba esta postura el tratamiento que los filipinos daban a los
      prisioneros de guerra estadounidenses. Hay testimonios de que no
      era raro que les cortaran la nariz y las orejas, y que les
      pusieran sal en las heridas, o que les cortaran los genitales y se
      los metieran en la boca, o que los enterraran vivos con la cabeza
      sobre tierra cerca de un hormiguero, o que los ejecutaran por
      asfixia o desangrado, etc. A su vez, los estadounidenses
      respondían con masacres generalizadas. Un soldado estadounidense
      relató en una carta que, cuando un compañero suyo fue encontrado
      muerto de un disparo y con el estómago abierto, el general dio
      orden de quemar la ciudad y matar a todos los nativos a la vista,
      con lo que murieron cerca de un millar de hombres, mujeres y
      niños. Otro soldado escribió:
    
Les hacemos entrar en sus casas sobre las 7 p.m., y sólo lo decimos una vez a cada hombre. Si se niega lo matamos. La primera noche matamos unos 300 hombres. [...] Si alguien dispara desde una casa, quemamos esa casa y las vecinas, y matamos a sus moradores, así que ahora están muy tranquilitos en la ciudad.
El 19 de septiembre se estrenó en
      Madrid La tempranica, una de las zarzuelas más famosas de
      Gerónimo Giménez. 
    
El 21 de septiembre el ejército ruso
      ocupó Jilin y Liaodong, en Manchuria, y a finales de mes
      dominaba toda la región.
    
El 23 de septiembre se inauguró en
      París el quinto congreso de la Internacional Socialista
      (la Segunda Internacional). Estaba previsto que se
      celebrara en Alemania, pero las autoridades alemanas pusieron
      trabas y al final se celebró en Francia.
    
Un equipo de médicos estadounidenses bajo la dirección de Walter
        Reed estaba investigando en Quemados (Cuba) la
      transmisión de la fiebre amarilla. Pronto llegó a desmentir las
      creencias populares según las cuales se transmitía por contacto
      físico, o por contacto con la ropa o sábanas manchadas con fluidos
      corporales de enfermos. Por el contrario, todo apuntaba a que la
      fiebre se contagiaba por las picaduras de los mosquitos. Para
      confirmar esta hipótesis, algunos voluntarios consintieron en
      dejarse picar por mosquitos, entre ellos varios miembros de la
      comisión, uno de los cuales, Jesse William Lazear, murió
      el 26 de septiembre a causa de la
      enfermedad. 
    
El 3 de octubre se estrenó en Londres
      El sueño de Gerontius, un oratorio de Edward Elgar que no
      tuvo mucho éxito a causa de la mala interpretación, pero que en
      interpretaciones posteriores no tardó en confirmar la fama
      internacional que había adquirido con sus Variaciones Enigma.
      
    
Tras haber realizado exámenes rigurosos, el 12
        de octubre la marina de los Estados Unidos compró a la Electric
        Boat Company uno de los submarinos diseñados por John Philip
      Holland, que se convirtió en el USS Holland. 
    
Mark Twain regresó ese año a los Estados Unidos, después de una
      larga gira por Europa en la que ganó dinero suficiente como para
      saldar todas sus deudas. Ese año publicó su relato breve El
        hombre que corrompió a Hadleyburg. El 15
        de octubre publicó un artículo en el New York Herald
      en el que explicaba su cambio de opinión respecto del
      imperialismo:
    
Yo quería que el águila americana sobrevolara el Pacífico... ¿Por qué no iba a extender sus alas sobre las Filipinas?, me preguntaba a mí mismo. Me decía: he aquí un pueblo que ha sufrido durante tres siglos. Podemos hacer a sus habitantes tan libres como nosotros, darles un gobierno y un país propio, poner una miniatura de la constitución americana flotando en el Pacífico, hacer que una nueva república ocupe su lugar entre las naciones libres del mundo. Me parecía una gran labor que nos habíamos propuesto.
Pero he pensado un poco más desde entonces, y he leído detenidamente el tratado de París, y he visto que no pretendemos liberar, sino sojuzgar al pueblo filipino. Hemos ido allí a conquistar, no a redimir.
A mi juicio, debería ser un placer para nosotros liberar a ese pueblo y permitirle tratar con sus problemas domésticos a su manera. Y por eso son antiimperialista. Me opongo a que el águila ponga sus garras en cualquier otra tierra.
Unos meses más tarde aceparía el puesto de vicepresidente de la Liga
        Americana Antiimperialista, para la que escribiría numerosos
      panfletos.
    
El 17 de octubre el príncipe de
      Hohenlohe renunció a la cancillería alemana por problemas de salud
      y el emperador Guillermo II nombró en su lugar a Bernhard von
        Bülow. Al contrario de lo que sucecía con su precedesor,
      Guillermo II confiaba plenamente en su nuevo canciller. Pocos
      meses después diría: "Desde que tengo a Bülow puedo dormir
        tranquilo". 
    
Paul Kruger abandonó Sudáfrica en un barco de guerra enviado
      especialmente por la reina Guillermina de los Países Bajos, con la
      misión de recabar ayuda de las potencias europeas contra la
      ocupación británica de la República Sudafricana.
    
Ito Hirobumi había aprendido la importancia de tener un partido
      político de respaldo si se quería ser primer ministro, así que ese
      año fundó el suyo propio, con el nombre de Amigos del Gobierno
      Constitucional, con el que ganó las elecciones y ocupó
      de nuevo el cargo el 19 de octubre. 
    
El 23 de octubre cayó el gobierno de
      Francisco Silvela en España, que fue sustituido por Marcelo
        Azcárraga. Silvela había sido la mano derecha de Cánovas del
      Castillo, pero se oponía al sistema de alternancia política, al
      que consideraba decadente e inmoral. Azcárraga había sido ministro
      de la Guerra con Cánovas.
    
El 28 de octubre se clausuraron los
      juegos olímpicos. El país con más medallas fue Francia, que
      consiguió 101 en total (26 de plata, que entonces era el máximo
      galardón), seguido de los Estados Unidos, con 47 medallas (19 de
      plata) y de Gran Bretaña, con 12 medallas (15 de plata). Los cien
      metros lisos los ganó el estadounidense Frank Jarvis, que
      rebajó el récord olímpico de 12 a 11 segundos (aunque tenía
      también el récord mundial en 10 segundos y 8 décimas).
    
El 2 de noviembre se presentó el
      informe final de la comisión Schurman sobre la situación
      en las Filipinas, que recomendaba la constitución de un gobierno
      civil tan pronto como fuera posible (la comisión Taft ya estaba
      trabajando en esa línea), pero recalcando que los filipinos no
      estaban en condiciones de gobernarse por sí mismos:
    
Si nuestras fuerzas se retiraran por alguna fatalidad, esta comisión cree que el gobierno de las Filipinas caería rápidamente en la anarquía, lo que serviría de excusa para la intervención de otras potencias, si ésta no fuera necesaria, y la final división de las islas entre ellas. Sólo a través de la ocupación estadounidense es concebible la idea de una comunidad Filipina unida, autogobernada y libre. Y la necesidad indispensable de mantener la soberanía estadounidense desde el punto de vista filipino la reconocen todos los filipinos inteligentes, incluso los insurgentes que desean un protectorado estadounidense. Esto último, ciertamente, les daría los beneficios y nos dejaría las responsabilidades. No obstante, ellos reconocen el hecho indudable de que los filipinos no pueden subsistir por sí mismos. Por lo tanto, el bienestar de los filipinos coincide con los dictados del honor nacional al prohibir que abandonemos el archipiélago. No podemos de ningún modo eludir las responsabilidades de gobierno que entraña nuestra soberanía, y la comisión está absolutamente persuadida de que el cumplimiento de nuestro deber nacional será la mayor bendición para los pueblos de las islas Filipinas.
El 3 de noviembre se estrenó en Moscú
      la ópera El cuento del zar Saltán, de Nikolái
      Rimski-Kórsakov. 
    
En la campaña electoral estadounidense Bryan cambió su discurso
      en favor de la plata libre, que había centrado la campaña
      anterior, por un discurso antiimperialista. Por su parte, los
      republicanos atacaron a Bryan como si éste siguiera hablando
      fanáticamente de la plata libre (cuando la prosperidad que vivía
      el país en ese momento demostraba que la política económica
      republicana era adecuada). Nuevamente Mckinley se mantuvo en su
      casa dejando que sus partidarios fueran llevados a verlo, mientras
      Roosevelt recorría el país vestido con su uniforme de "duro
      jinete" enfervorizando a las masas. Las elecciones se celebraron
      el 6 de noviembre, y Mckinley obtuvo
      una victoria más amplia que en las elecciones precedentes.
    
Ese mismo día un ejército británico sorprendió a Christiaan De
      Wet en su campamento cerca de Bothaville, y se vio
      obligado a presentar batalla en condiciones desfavorables. El
      enfrentamiento terminó con 25 bóers muertos, 30 heridos y 114
      prisioneros. Los bóers tuvieron que abandonar también bastante
      armamento. En el campamento de De Wet se encontraba Marthinus
      Steyn, el presidente del Estado Libre de Orange, que logró escapar
      al inicio de la batalla.
    
El 10 de noviembre se estrenó en Milán
      la ópera Zazá, de Ruggero Leoncavallo.
    
El 12 de noviembre se clausuró la
      Exposición Universal de París. Había contado con unos 50.8
      millones de visitantes. Uno de los premios entregados fue para el
      telegráfono presentado por el inventor danés Valdemar
        Poulsen, un aparato que grababa sonidos en un hilo de acero
      por medios magnéticos. El registro magnético más antiguo que se
      conserva hoy en día es la voz del emperador Francisco José I de
      Austria, tomada precisamente en París.
    
Ese año había recibido el premio al mejor arquitecto del año,
      concedido por el ayuntamiento de Barcelona, un arquitecto de 48
      años llamado Antoni Gaudí, por la llamada casa Calvet,
      un edificio construido por encargo de la sociedad Hijos de
        Pedro Mártir Calvet. Llevaba 25 años de carrera en los que
      había diseñado edificios de estilos muy variados, siempre
      originales e innovadores. Ahora iniciaba un ambicioso proyecto, el
      Parque Güell, una especie de ciudad jardín con viviendas de
      lujo promovida por el empresario Eusebi Güell, uno de los
      principales mecenas con que contó Gaudí.
    
El 30 de noviembre murió en París el
      escritor Oscar Wilde. Recientemente su tumba tuvo que ser
      restaurada para limpiar las marcas de lápiz de labios que habían
      dejado en ella los besos de sus admiradoras.
    
El 11 de diciembre dimitió de su cargo
      el presidente de Liberia William D. Coleman. El vicepresidente
      había muerto el año anterior, así que fue sucedido por el
      secretario de Interior, Garretson Wilmot Gibson, que ese
      mismo año ganó las elecciones presidenciales.
    
Un grupo de unos 600 bóers bajo el mando del general Koos de
        la Rey estaba al acecho de un campamento en Nooitgedacht,
      en el se habían instalado unos 1.500 británicos en una situación
      muy desventajosa. De la Rey pidió refuerzos y pronto llegaron
      otros 1.500 hombres bajo el mando de Cristiaan Beyers.
      Viéndose en superioridad numérica, el 13 de
        diciembre atacaron a los británicos y les infligieron una
      grave derrota, en la que hubo un total de 650 bajas, entre
      muertos, heridos y prisioneros.
    
Mohammad Abdullah Hassan, al frente de 6.000 hombres se había
      enfrentado a unos 1.500 etíopes en Djidjiga. Tras oponer
      cierta resistencia se había retirado, pero el general etíope
      informó a Mekonnen de que el peligro era grave. Mekonnen se reunió
      con el emperador Menelik II en Adís Abeba y ambos coincidieron en
      la necesidad de actuar en cooperación con los británicos. Para
      ello se pusieron en contacto con Sir John Lane Harringont,
      el embajador británico en la capital etíope.
    
El alemán Emil Jellinek se había hecho rico trabajando para una empresa de seguros francesa en el norte de África. Desde hacía unos años había sido nombrado cónsul del Imperio Austro-Húngaro en Niza, y allí se había interesado por las carreras automovilísticas. Tres años atrás había sido aceptado como piloto por la Daimler Motoren Gesellschaft, y desde entonces que había participado en varias competiciones con el pseudónimo de Mercedes, que era uno de los nombres de su hija de once años Adriana Manuela Ramona Mercedes. Como la Costa Azul era el lugar de veraneo elegido por muchas de las personas más ricas de Europa y Jellinek, por su cargo de cónsul, mantenía buenas relaciones con muchas de ellas, encontró un buen negocio en la venta de automóviles de lujo. Ese año vendió 29 modelos. Jellinek había propuesto a Maybach que construyera un automóvil con un motor diseñado por él mismo, con las características que consideró óptimas para las competiciones deportivas. El nuevo motor fue bautizado como Daimler-Mercedes. Con un chasis también diseñado por Jellinek, el primer prototipo estuvo listo el 22 de diciembre, y no tardó en convertirse en el vencedor indiscutible de todas las carreras en las que participaba. Esto ocasionó tal demanda que la fábrica de Daimler no daba abasto para servir los pedidos.
Un inventor canadiense llamado Reginald Aubrey Fessenden
      había renunciado ese año a su puesto en la Universidad de
      Pittsburgh para participar en un proyecto en Servicio
        Meteorológico de los Estados Unidos sobre el establecimiento
      de una red de estaciones costeras que transmitieran información
      sobre el clima. Con los medios que tuvo a su disposición, el 23 de diciembre consiguió algo que no
      formaba parte del proyecto inicial: una transmisión por radio de
      voz humana a una distancia de 1.6 km. La recepción resultaba
      prácticamente ininteligible, pero había evidencias de que
      refinando el procedimiento sería posible usar las ondas de radio
      para transmitir voz y sonidos en general, y no solamente señales
      telegráficas.
    
Un nuevo intento de formar una república de Acre independiente
      fue sofocado por el ejército boliviano y, tras poco más de un mes
      de existencia, el 24 de diciembre se
      deshizo la Segunda República de Acre. 
    
El 26 de diciembre la Scala de Milán presentó una representación de La bohème, de Puccini, en la que el papel principal lo cantó un joven tenor de 27 años que había ido ganando fama paulatinamente en los últimos años, hasta ganarse su debut en el prestigioso teatro lírico milanés. Se llamaba Enrico Caruso.
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