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                  FIN DE LA GUERRA DE LOS CIEN AÑOS | SIGUIENTE | 
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Un danés llegó a Roma con la noticia de que en un
      convento cerca de Röskilde se conservaba el texto
      íntegro
      de la historia de Roma de Tito Livio: Ab urbe condita. Cuando
      Poggio se
      enteró de ello, no paró hasta lograr que el Papa
      Nicolás V enviara a alguien a Dinamarca en busca de dicho
      manuscrito. Por su parte, Cosme de Médicis encargaba a su
      agente
      en Lübeck que tratara a toda costa de adquirirlo, pero nadie
      pudo
      encontrarlo, y actualmente sólo disponemos de algunos de
      los
      libros de que consta la obra.
    
El 1 de enero de 1450 el rey
      Juan
      II de Navarra destituyó a su hijo Carlos de su cargo de
      lugarteniente del reino, dispuesto a convertir a Navarra en la
      plataforma de su lucha por el poder político en Castilla.
      Esto
      dio un giro al conflicto entre beaumonteses y agramonteses, pues
      ahora
      los segundos pasaron a tener el predominio. En Cataluña se
      estaba formando una división similar: Barcelona estaba
      dominada
      por la alta burguesía, que, como estamento, era conocida
      como la
      biga (la viga). La biga
      se
      había enemistado con la reina María a causa de los
      esfuerzos de ésta por recaudar fondos para la
      campaña
      italiana de su marido, así que María buscó el
      apoyo de los mercaderes y pequeños artesanos, que se
      agruparon
      en un partido al que llamaron la busca
      (la astilla, algo pequeño en comparación con una
      viga),
      que contó también con el apoyo del gobernador
      general de
      Cataluña, que entonces era Galcerà
        de Requesens, un hombre de confianza del rey Alfonso V.
      Paulatinamente fueron produciéndose enfrentamientos entre
      ambos
      bandos.
    
Otro foco de tensión surgió por parte de los
      llamados campesinos de remensa,
      campesinos
      catalanes que, según el antiguo derecho medieval, estaban
      vinculados a sus tierras, que no podían abandonar si no
      pagaban
      una remensa, una
      redención, al señor del que eran vasallos. En los
      últimos años se habían organizado en
      sindicatos y
      le habían pedido a la reina que aboliera la remensa a
      cambio de
      un pago de 64.000 florines a la corona. Esta petición
      chocaba
      con los intereses de los señores, que pedían incluso
      que
      se les permitiera establecer nuevos remensas para los numerosos
      terrenos que habían quedado deshabitados por la peste y la
      emigración.
    
En el reino de Mallorca surgieron tensiones similares entre forans (campesinos) y ciutadans (burgueses). En general, toda la corona de Aragón estaba sumida en una profunda crisis: Aragón y Mallorca rozaban la anarquía, pues quien supuestamente debía ocuparse de su gobierno era Juan II de Navarra, y no lo hacía; únicamente Valencia era próspera, pues allí no había ningún abismo entre ricos y pobres, sino que predominaban los pequeños propietarios que podían vivir de una agricultura bien organizada, herencia musulmana.
Un ejército inglés desembarcó en la costa normanda. Los franceses reaccionaron rápidamente, y el 15 de abril ambos bandos se enfrentaron junto a la aldea de Formigny, no lejos del lugar del desembarco. Los ingleses plantearon la batalla como siempre lo habían hecho, apostando sus arqueros para repeler un eventual ataque francés. Sin embargo, los tiempos habían cambiado: los franceses dispusieron sus cañones de forma que el frente inglés estaba bajo su radio de alcance, mientras que el frente francés quedaba fuera del radio de alcance de los arqueros, significativamente menor. La batalla se mantuvo igualada durante un tiempo, pero cuando llegaron refuerzos franceses los ingleses huyeron en desbandada, y sólo un tercio logró salir con vida.
Evidentemente, Guillermo de Suffolk tuvo serias dificultades para defender su política pacifista ante sus furiosos y humillados compatriotas. Fue desterrado y, el 1 de mayo, cuando trataba de abandonar el país, murió a manos de unos asesinos.
El 6 de julio los franceses
      tomaron Caen, y el 12 de agosto
      cayó Cherburgo, la última posesión inglesa en
      Normandía. Ahora los ingleses ocupaban únicamente
      Calais
      y la Guyena. El rey Carlos VII de Francia había entrado
      triunfalmente en Ruan poco después de la victoria de
      Formigny, y
      dos meses después ordenó iniciar una encuesta sobre
      el
      proceso y el suplicio de Juana de Arco, tras lo cual
      decidió que
      se abriera un proceso de rehabilitación. En los combates
      murió el duque Francisco I de Bretaña,
      y fue sucedido por su hermano Pedro
        II. 
    
Los ejércitos franceses se dirigieron luego a la Guyena. Su capital, Burdeos, llevaba tres siglos bajo gobierno inglés, por lo que en la región no quedaban muchos restos de nacionalismo francés, y la resistencia fue mayor.
Los desastres en Francia desataron una crisis política en
      Inglaterra, lo que favoreció la llegada a la corte del
      duque
      Ricardo de York, que tenía ya treinta y nueve años,
      y
      hasta entonces había permanecido semiexiliado en Irlanda.
      Durante un tiempo había sido el único miembro vivo
      de la
      casa de York, pero había aprovechado bien su matrimonio con
      Cecilia Neville, con la que había tenido tres hijos y dos
      hijas.
      El mayor, Eduardo,
      tenía entonces ocho años. Ricardo llegó en septiembre, y no tardó en
      encabezar
      un intento de reforma del gobierno con la ayuda del Parlamento.
    
Johannes Gutenberg se asoció con Johann Fust para fundar la
      razón social Das Werk
        der
        Bücher (La obra de los libros). Al parecer,
      había
      resuelto ya todos los problemas técnicos que suponía
      la
      impresión con tipos móviles y necesitaba
      financiación para llevar a la práctica su invento.
    
El escultor Lucca della Robbia estaba trabajando en Urbino, donde
      acababa de tomar como discípulo a su sobrino Andrea, que perfeccionó
      la
      técnica de la terracota vidriada.
    
El Papa Nicolás V seguía desarrollando una delicada
      acción diplomática para ganarse a la Iglesia
      alemana. A
      Nicolás de Cusa se unió en 1451
      Juan de Capistrano, un
      franciscano que unas décadas antes había ejercido de
      inquisidor contra los fraticelos. El Papa lo nombró legado
      en
      Austria, Baviera, Silesia y Polonia. Luchó contra los
      husitas y
      predicó la cruzada contra los turcos.
    
Ese año
      murió el sultán Murat II, y su hijo Mehmet II
      volvió al poder con una fijación: tomar
      Constantinopla.
      Parece ser que esta idea se la habían inculcado sus tutores
      desde la abdicación de su padre, como una forma de ganarse
      su
      confianza con la promesa de la fama y la gloria que
      supondría
      tal hazaña. Empezó derrotando a Scanderbeg en
      Albania, a
      raíz de lo
      cual éste se hizo vasallo del rey Alfonso V de
      Aragón. El
      escenario no era muy esperanzador para los cristianos: El
      emperador
      Constantino XI se vio sin dinero ni recursos, así que
      trató desesperadamente de buscar apoyo en Occidente; el
      príncipe Bogdan II de Moldavia fue asesinado por su
      hermanastro
      y sucesor Pedro III; el
      duque
      de Atenas Ranieri II murió y fue sucedido por su hijo Francesco I, bajo la tutela de
      su
      madre, Clara Giorgo. 
    
El 5 de junio los franceses
      entraron en Burdeos, pero los ingleses enviaron un ejército
      con
      Talbot al frente, la población se unió a los
      ingleses y
      en octubre Talbot
      recuperó la
      ciudad, así como una parte de la Guyena.
    
El Delfín Luis se casó con Carlota, hija del duque Luis I
      de
      Saboya.
    
Jacques Coeur, el tesorero del rey Carlos VII de Francia,
      cayó en desgracia y fue detenido, víctima de
      diversas
      acusaciones, desde conspirar con el delfín a vender armas a
      los
      musulmanes. Al parecer, detrás de estas acusaciones estaba
      la
      mano de sus numerosos deudores, así como de quienes
      consideraban
      humillante que el hijo de un peletero fuera el hombre más
      rico
      de Francia.
    
Ese año murió Isabel de Görlitz, usufructuaria
      del ducado de
      Luxemburgo. El duque titular era el joven Ladislao V de
      Hungría
      y
      Bohemia, que tenía entonces once años, pero, en la
      práctica, el duque
      Felipe III de Borgoña se convirtió ya en
      señor
      indiscutible de
      Luxemburgo.
    
El príncipe Carlos de Viana se alió con el rey Juan
      II
      de Castilla contra su padre, el rey Juan II de Navarra, pero fue
      vencido y hecho prisionero en la batalla de Aybar el 23
        de octubre. Juan II de Navarra nombró
      lugarteniente del
      reino a su segunda esposa, Juana Enríquez, que tomó
      parte
      activa a favor de los agramonteses contra los beaumonteses.
    
Diego Manrique, que había luchado del lado de Juan II de
      Navarra, fue hecho prisionero por Juan II de Castilla, pero
      escapó gracias a la ayuda de su hermano Rodrigo, que
      recientemente había recuperado sus tierras en una maniobra
      política y ahora las volvía a perder por este
      suceso.
    
Uno de los numerosos descendientes de Timur Lang, llamado Abú Saíd,
      empezó a reunificar el Imperio desde Transoxiana.
    
Tras un periodo de anarquía, el sultanato de Delhi
      cayó en manos de Bahlul
        Lodi,
      que, a diferencia de los sultanes anteriores, no era de origen
      turco,
      sino que provenía de un clan afgano asentado en la India.
    
El duque Federico II de Sajonia se reconcilió con su
      hermano
      Guillermo en el tratado de Naumburg.
      
    
El pintor Piero della Francesca perfeccionaba su estilo con el
      retrato de Sigismondo Malatesta
        a
        los pies de su santo patrón, en Rímini, o El bautismo de Cristo. En 1452 Michelozzo terminaba, por
      encargo de
      Cosme de Médicis, los claustros, la iglesia y la biblioteca
      de
      San Marcos. El escultor Ghiberti terminó la tercera puerta
      del
      baptisterio de Florencia, que contiene diez bajorrelieves con
      escenas
      del antiguo testamento.
    
Un poeta francés llamado Arnoul
        Gréban había compuesto un enorme poema de
      34.754
      versos titulado el Misterio de
        la
        pasión, en el que se narran diversos episodios
      bíblicos entre los que se intercalan numerosas
      poesías
      líricas. La obra se representaba con centenares de actores
      y
      requería tres o cuatro días.
    
Antoine de la Sale,
      secretario del duque Felipe III de Borgoña, autor de varias
      novelas didácticas, acababa ahora una novela de costumbres,
      Juan de Saintré,
      considerada
      como una reacción de la burguesía contra la
      literatura
      caballeresca.
    
Los intentos reformistas del duque Ricardo de York se
      habían
      enfrentado sistemáticamente a la oposición del duque
      Edmundo de Somerset, hasta que Ricardo decidió emplear la
      fuerza. Sin embargo, su intento fue humillantemente abortado por
      el
      ejército real.
    
El emperador Federico III se casó con Leonor, hermana del rey
      Alfonso V de
      Portugal. Ese mismo año acudió a Roma para ser
      coronado
      por el Papa Nicolás V. Fue el último emperador
      alemán coronado por un Papa.
    
El rey Carlos VII de Francia casó a su hija Yolanda con Amadeo, el hijo del duque Luis
      I de
      Saboya.
    
En Valaquia, Ladislao II era oficialmente el príncipe,
      pero
      en la práctica sólo dominaba algunos territorios
      fuera
      del principado, en Transilvania. Su rival, Iancu era quien
      realmente
      dominaba la región. Hasta entonces no se había
      producido
      ningún enfrentamiento, sino que ambos se habían
      limitado
      a tomar posiciones. Finalmente Iancu invadió Transilvania y
      arrebató sus tierras a Ladislao II. Entonces entró
      en
      escena Vlad, el hijo de Vlad Dracul, asesinado por Iancu, que
      había escapado del cautiverio turco y ofreció a
      Iancu una
      "fidelidad inquebrantable"
      a
      cambio del gobierno de las tierras de Transilvania que acababa de
      conquistar.
    
Aunque Rusia seguía sufriendo el dominio mongol, el poder
      del
      gran príncipe Basilio II de Moscú iba en aumento,
      hasta
      el
      punto de que concedió un territorio a un mongol llamado Kasim, que fundó
      así
      el kanato de Kasímov,
      vasallo de Moscú.
    
El husita Jorge de Podebrady, después de terminar con los
      radicales taboristas, fue reconocido administrador general del
      reino de
      Bohemia. El rey Ladislao tenía entonces doce años.
    
Un franciscano llamado Francisco
de
        Paula fundó su propia orden, los mínimos, cuya regla
      era
      extremadamente severa, ya que exigía pobreza total,
      cuaresma
      perpetua y obediencia rigurosa.
    
El emperador Constantino XI reconoció nuevamente la
      supremacía papal para ganarse el apoyo de Occidente. El 12 de diciembre un sacerdote
      católico celebró los oficios en Santa Sofía,
      usando pan sin levadura y agua fría, lo que
      contradecía
      las costumbres ortodoxas. Un monje llamado Gennarus instigó a los
      bizantinos a protestar, asegurando que lo peor que podía
      ocurrirle a la ciudad era la herejía romana. Los fieles,
      temerosos de que los sacramentos fueran mancillados por los
      "esclavos
      del Papa", dejaron de acudir a Santa Sofía, "guarida del
      diablo".
    
Gennarus anduvo encaminado, pues en 1453
      el sultán turco
      Mehmet II lanzó un ataque contra Constantinopla.
      Reunió
      una flota de doscientos ochenta navíos y un ejército
      de
      unos doscientos cincuenta mil hombres, entre jenízaros y
      voluntarios. Frente a ellos, el joven emperador Constantino XI
      contaba
      con la Virgen María, unos cinco mil hombres en
      situación
      de combatir, y unos tres mil aliados occidentales, entre los que
      destacaban los genoveses, dirigidos por Giovanni Giustiniana. Por otro lado,
      muchos de sus súbditos seguían sin perdonarle su
      sometimiento a Roma. Algunos funcionarios afirmaron que "antes el turbante que la tiara".
      El asedio empezó el 3 de abril.
      Desde que fue construida, más de mil años
      atrás,
      la
      triple muralla de Constantinopla jamás había sido
      traspasada por ningún enemigo, sólo la
      traición
      había permitido franquearla en algunas ocasiones; pero
      ahora los
      turcos llegaron con gigantescos cañones que disparaban
      enormes
      balas de piedra.
    
Aun así, los bizantinos resistieron heroicamente. El 18 de abril rechazaron un ataque
      frontal,
      pero la noche del 22 de abril
      Mehmet
      II hizo trasladar por una lengua de tierra ochenta galeras hasta
      el
      Cuerno de Oro, el puerto de Constantinopla, cuya entrada estaba
      cerrada
      por cadenas bien defendidas. Hizo colocar las naves sobre andamios
      con
      ruedas, desplegaron las velas para que el viento ayudara mientras
      los
      jenízaros tiraban
      con cuerdas. A la mañana siguiente los bizantinos se vieron
      atacados por dos frentes.
    
Pasaron los días, y los cañones iban desgastando
      lentamente los muros. Cuando ya habían sido destruidas
      cuatro
      torres, el 29 de mayo, Mehmet
      II,
      con una maza de hierro en la mano y rodeado de una guardia de diez
      mil
      jenízaros, encabezó un ataque a una brecha de la
      muralla.
      Detrás dispuso una hilera de verdugos para que decapitaran
      a
      cualquiera que huyera o mostrara cobardía. Constantino XI
      murió defendiendo la muralla, los turcos penetraron en la
      ciudad
      matando hombres, mujeres y niños,
      y a partir de ese momento no hallaron gran resistencia. Los que se
      habían mostrado partidarios del turbante frente a la tiara
      fueron decapitados por el turbante. Constantinopla fue saqueada,
      aunque
      el sultán dio orden de que sus edificios no fueran
      dañados.
      Al mediodía, el sultán atravesó el
      hipódromo y entró en Santa Sofía. Al
      día
      siguiente, que era viernes, el almuecín subió a
      hacer su
      pregón desde una de las torres, y el sultán
      recitó
      sus plegarias a Alá en el presbiterio del antiguo templo de
      Justiniano. Santa Sofía se convirtió en una
      mezquita: se
      le añadieron minaretes y sus hermosos mosaicos fueron
      cubiertos
      con cal. Mehmet II convirtió a Constantinopla en su nueva
      capital, aunque la ciudad cambió su nombre por el de Estambul. Se especula sobre si
      se
      trata de una deformación del griego "eis ten polin" (a la
      ciudad), pues
      los bizantinos llamaban habitualmente "la ciudad" a su capital.
      Prácticamente,
      ningún libro sobrevivió a los turcos, aunque parece
      ser que no destruyeron ninguno que los renacentistas italianos no
      hubieran rescatado ya. Francesco Filelfo había redactado un
      catálogo de los libros que había encontrado en las
      bibliotecas bizantinas casi treinta años atrás, y en
      él no figuraba ningún título que hoy no
      conservemos.
    
La caída de Constantinopla no fue realmente el fin del Imperio Bizantino, pues todavía quedaban Morea y Trebisonda. No obstante, el emperador Juan IV de Trebisonda tuvo que renovar su vasallaje a Mehmet II ese mismo año, mientras que Morea se la disputaban los dos hermanos del difunto emperador Constantino XI: Tomás y Demetrio Paleólogo.
El humanista Poggio Bracciolini, a sus setenta y tres
      años,
      fue nombrado canciller de la república de Florencia. Le
      debemos
      la recuperación de numerosos textos antiguos, entre ellos
      el
      Brutus, de Cicerón, doce comedias de Plauto, así
      como
      muchas otras obras de Lucrecio, Quintiliano, Estacio, Silo
      Itálico, Valerio Flaco, etc.
    
El Papa Nicolás V trató de promover una cruzada
      contra
      los turcos, pero no tuvo éxito. 
    
Rogier van der Weyden terminó el Tríptico de San Juan Bautista,
      en el que presenta tres escenas en primerísimo plano,
      encuadradas en portadas de iglesia, decoradas con esculturas.
      Así consigue un efecto como si los personajes salieran del
      cuadro.
    
El rey Alfonso V de Aragón inició una
      campaña
      contra los mamelucos de Egipto, mientras su esposa María
      dejaba
      la lugartenencia de Cataluña en manos de Galcerà de
      Requesens para regresar a Castilla, donde actuó como
      mediadora
      entre su cuñado, el rey Juan II de Navarra, y su sobrino,
      el
      príncipe Carlos de Viana. Ambos firmaron la tregua de Valladolid, aunque
      Juan
      de Beaumont y Blanca de Navarra, la hermana de Carlos, instaron a
      éste a que no se conformara y reivindicara sus
      títulos.
      En Barcelona, Requesens logró que la Busca se hiciera con
      el
      gobierno de la ciudad.
    
Los genoveses confiaron la administración de
      Córcega a
      una compañía privada: la Banca de San Jorge. Un veneciano
      llamado Niccolò dei Conti
      regresó de un largo viaje que, durante los últimos
      veinticinco años, lo había llevado hasta Sumatra,
      Java y
      el sur de China. Fue el viaje más largo realizado por un
      europeo
      desde los tiempos de Marco Polo.
    
Enrique, el príncipe de Asturias, llevaba trece
      años
      casado con Blanca de Navarra y no había tenido
      descendencia,
      así que el Papa Nicolás V disolvió el
      matrimonio
      gracias al testimonio jurado de dos obispos que alegaron "impotencia recíproca, debida
        a
        malignas influencias de ambos cónyuges".
      Aconsejado por
      Juan Pacheco, el marqués de Villena, Enrique se casó
      ese
      mismo año con Juana,
      hermana del rey Alfonso V de Portugal.
    
Álvaro de Luna fue hecho prisionero tras un incidente
      que había terminado con el asesinato de Alonso Pérez de Vivero.
      Las
      presiones de Juan Pacheco, del príncipe Enrique, y
      de su madrastra, Isabel de Portugal, terminaron convenciendo al
      rey
      Juan II de Castilla para que firmara su sentencia de
      muerte. El 3 de junio
      Álvaró de Luna fue degollado públicamente en
      Valladolid. El marqués de Santillana compuso su Doctrinal de privados, un
      poema en
      cincuenta y dos coplas de octosílabos en el que plasma su
      odio
      por el condestable, pero al mismo tiempo reconoce su grandeza, y
      usa su
      caída como ilustración del destino de los hombres,
      marionetas en manos de la Fortuna, presentada a la vez como una
      fuerza
      ciega y un instrumento divino. El estilo llano de este poema
      contrasta
      con sus Sonetos fechos al
        itálico modo, los primeros sonetos escritos en
      castellano, poco armónicos, cultos y pedantes, a pesar de
      la
      influencia de Petrarca.
    
Mientras tanto, los franceses seguían acosando las
      posiciones
      inglesas en La Guyena. El 17 de julio
      los franceses llegaron al puesto avanzado inglés de Castillon y John Talbot se
      lanzó al combate sin esperar el apoyo de la
      artillería.
      Los franceses, en cambio, habían dispuesto su
      artillería
      tras una fuerte línea defensiva. Talbot condujo a la carga
      una
      columna  de soldados que fue totalmente aniquilada. Él
      mismo murió en el campo de batalla. La Guyena fue tomada
      sin
      dificultad en los meses siguientes y el 19
        de octubre los franceses entraron nuevamente en Burdeos.
      Inglaterra sólo conservó Calais en el continente, y
      ello
      porque estaba rodeada por territorio borgoñón, donde
      los
      franceses no querían entrometerse. Así
      terminó la
      Guerra de los Cien Años, que en realidad había
      durado
      ciento diecisiete. Nunca se firmó un tratado de paz. Lo
      único que los ingleses firmaron fue una tregua, pero lo
      cierto
      fue que ahí acabo el enfrentamiento.
    
Es evidente que las pérdidas en Francia agravaron la ya
      tensa
      política inglesa. Las intrigas sobre la posible
      sucesión
      del rey Enrique VI parecieron disiparse con el nacimiento de Eduardo, el nuevo
      príncipe de
      Gales, pero poco después el rey sufrió una crisis
      mental.
      Incapacitado para gobernar, el Parlamento eligió como
      regente a
      su pariente (adulto) más cercano, que no era sino el duque
      Ricardo de York. Fue proclamado protector del reino mientras su
      rival,
      Edmundo de Somerset, era encarcelado. Edmundo Tudor recibió
      el
      título de conde de Richmond.
    
Ese año murió Isabel, la duquesa de Lorena, esposa del duque Renato I de Anjou, el cual transfirió el ducado a su hijo Juan, para dedicarse desde entonces a actividades artísticas y literarias.
La Orden Teutónica se había recuperado en Prusia de
      la
      derrota sufrida en Grunwald más de cuarenta años
      atrás. Los mismos prusianos que habían formado
      entonces
      la liga de Lucertole, habían formado hacía una
      década la liga de
        Marienwerder, pero los caballeros teutónicos
      pidieron al
      emperador Federico III que la disolviera. Al hacerlo, las ciudades
      se
      rebelaron con el apoyo del rey Casimiro IV de Polonia.
    
El rey Ladislao V de Hungría, a sus trece años, fue
      declarado mayor de edad, y Juan Hunyadi, hasta entonces regente,
      fue
      nombrado capitán general, mientras su hijo Ladislao fue nombrado ban de
      Croacia.
    
Jacques Coeur, el exministro de finanzas del rey Carlos VII de
      Francia, ahora caído en desgracia, fue condenado a pagar
      una
      multa exorbitada, por lo que sus bienes fueron confiscados. En 1454 logró escapar de Francia
      y se
      refugió en Roma, donde fue bien acogido.
    
El rey Enrique VI de Inglaterra recuperó la cordura y
      Ricardo
      de York se vio obligado a renunciar a la regencia. El duque
      Edmundo de
      Somerset salió de la prisión y Ricardo tuvo que
      abandonar
      la
      corte. No tardó en aliarse con los condes de Salisbury y de
      Warwick, del poderoso clan de los Neville, quienes, como
      defensores de
      la frontera con Escocia, disponían de un ejército
      bien
      entrenado.
    
Diego García de Herrera,
      yerno de Fernán Pedraza, el conquistador de la Gomera,
      trató de conquistar las islas de Gran Canaria y Tenerife,
      pero
      los guanches seguían sin entender qué necesidad
      había de que alguien fuera a gobernarlos, así que
      expulsaron a sus conquistadores, que prefirieron no volver.
    
Juan de Mena terminó su Laberinto de Fortuna, dedicado al rey Juan II de Castilla, un poema compuesto de 297 coplas de arte mayor, siguiendo su estilo archiculto, saturado de violentos cultimos sintácticos y léxicos.
Juan II murió poco después, y fue
      sucedido por su hijo, ahora el rey Enrique
        IV. Ahora fue Juan Pacheco quien aumentó su poder
      en
      Castilla a expensas del rey, como en su día había
      hecho
      Álvaro de Luna. Rodrigo Manrique recuperó así
      nuevamente sus tierras y el favor real. Tenía dos hijos, Pedro, de diecinueve
      años, y Jorge, de
      catorce. Rodrigo era
      aficionado a la poesía, y se le atribuye una reducida
      colección de poemas populares. De su hijo Pedro se
      conservan
      también dos poemas, escritos unos años atrás,
      contra un judío converso llamado Juan de Valladolid, o Juan Poeta. Son poemas rudos,
      más bien de mal gusto, pero no se les puede negar cierta
      gracia
      e ingenio.
    
Mientras tanto, las intrigas de la Biga contra
      Galcerà de Requesens hicieron que el rey Alfonso V nombrara
      lugarteniente de Cataluña a su hermano Juan II de Navarra,
      al
      que aconsejó mantener su apoyo a la Busca.
    
También murió el rey de Granada, Muhammad IX el Zurdo, y los abencerrajes, que en su día habían apoyado a su rival Yúsuf V, ahora apoyaron a un primo de éste, llamado Sad Ciriza.
El hijo del duque Felipe III de Borgoña tenía ahora
      veintiún años, era conocido como Carlos el Temerario y acababa
      de
      reprimir duramente una revuelta en Flandes. Viudo de Catalina, la
      hija
      del rey Carlos VII de Francia, se casó ahora con Isabel, hija del duque Carlos
      I de
      Borbón.
    
El rey Casimiro IV de Polonia, ya en guerra abierta contra los
      caballeros teutónicos, se anexionó Prusia. El rey
      polaco
      se
      casó con Isabel,
      hermana del rey Ladislao V de Bohemia y Hungría.
    
El duque de Milán, Francisco Sforza, firmó la Paz de Lodi con las potencias
      del
      norte de Italia, especialmente con Florencia y Venecia, lo que
      garantizó la estabilidad política en la
      región.
    
El kan de Crimea, Hayyi Girai, trató de ocupar las
      colonias
      venecianas en la península con la ayuda de los turcos, pero
      éstas resistieron gracias al apoyo de la Horda de Oro.
    
Enrique el Navegante se había mostrado contrario a la
      trata
      de negros iniciada por los portugueses, pero
      comprendió lo absurdo de sus reservas cuando el Papa
      Nicolás V dio su visto bueno, a la vez que reconocía
      a
      Portugal la exclusividad en las navegaciones por la costa africana
      en
      su bula Romanus pontifex.
      El
      Papa murió en 1455 y fue
      sucedido por Alonso de Borja,
      que a sus sesenta y siete años adoptó el nombre de Calixto III. 
    
A la muerte de Nicolás V, la biblioteca vaticana
      tenía
      más de cinco mil manuscritos, y era la mayor biblioteca de
      Europa. Se cuenta que cuando Calixto III entró por primera
      vez
      en ella exclamó: ¡Santo
Dios,
        en qué cosas se han gastado los caudales de la Iglesia!,
      y es que el nuevo Papa no compartía los ideales
      renacentistas de
      su predecesor.
    
Alonso de Borja era valenciano, y se había trasladado a
      Italia en compañía del rey Alfonso V, donde
      había
      sido nombrado cardenal once años atrás. Como Papa,
      practicó un descarado nepotismo, en beneficio de sus
      sobrinos, Pedro Luis, de
      veinticinco
      años, y Rodrigo,
      de
      veinticuatro. Pedro Luis se convirtió en capitán
      general
      de los ejércitos pontificios. Así se inició
      el
      auge de la familia Borja en Italia, que no tardó en amasar
      una
      gran fortuna. Ese mismo año,
      Calixto III canonizó al también valenciano san Vicente Ferrer. 
    
Mientras tanto, Johannes Gutenberg terminaba el primer libro impreso en Occidente: una Biblia latina a doble columna, conocida como la Biblia de cuarenta y dos líneas. Sin embargo, él había invertido mucho tiempo y su socio, Johann Fust, mucho dinero. Gutenberg no estaba en condiciones de pagarle los intereses convenidos, así que Fust lo demandó y ganó el pleito. Ante la insolvencia del impresor, Fust recibió el material tipográfico fabricado con su dinero, Biblia incluida.
El sultán Mehmet II impuso un tributo al príncipe
      Pedro III de Moldavia.
    
El emperador Federico III reunió la dieta de Neustadt con la
      intención de
      reformar el Sacro Imperio Romano para restablecer su unidad y
      poderío, pero su intento fracasó por la
      oposición
      tanto de la nobleza alemana como de las ciudades.
    
Cinco años atrás, el rey Jacobo II de Escocia
      había logrado desembarazarse del regente Alexander
      Livingstone,
      y ahora, al cumblir los veinticinco años, pudo hacer lo
      propio
      con el conde William de Douglas, con lo que inició su
      gobierno
      personal. El principal apoyo con el que había contado el
      monarca
      en estos años había sido James
        Kennedy, el obispo de Saint Andrews. 
    
Edmundo Tudor, el conde de Richmond, se casó a sus veinte años con Margarita Beaufort, la hija de doce años de Juan Beaufort, el difunto duque de Somerset (y sobrina del actual duque Edmundo de Somerset). Edmundo murió poco después, en mayo, cuando el duque Ricardo de York, con sus aliados, derrotó al ejército real en Saint Albans. Esta victoria, unida a que el rey Enrique VI tuvo un nuevo ataque de locura, permitió a Ricardo retomar el gobierno de Inglaterra.
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