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                  DECLARACIÓN DE INDEPENDENCIA | SIGUIENTE | 
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El 1 de enero de 1776, George
      Washington desplegó una nueva bandera en su cuartel
      general:
      constaba de trece franjas
      horizontales, alternativamente rojas y blancas, una por cada
      colonia, y
      en el cuadrante superior izquierdo estaba la bandera
      británica
      en
      miniatura, la Union Jack,
      con
      las cruces de san Jorge y san Andrés. Esta bandera
      simbolizaba
      que las trece colonias se consideraban a sí mismas como
      parte de
      Gran Bretaña, de modo, aunque estaban en guerra abierta
      contra
      la metrópoli, su lucha no era por la independencia, sino
      por
      reivindicar  sus derechos.
    
Sólo los más radicales pretendían la
      independencia, y éstos eran especialmente fuertes en Nueva
      Inglaterra. El 5 de enero, la
      colonia de New Hampshire aprobó una constitución
      escrita
      por la que se erigía en un Estado independiente. No
      obstante, el
      número de independentistas empezó a multiplicarse
      cuando
      el 10 de
        enero se publicó un folleto titulado Sentido común. Su
      autor era Thomas Paine,
      editor del
      periódico Pennsylvania
        Magazine. Había llegado dos años
      atrás a Pennsylvania con una recomendación de
      Benjamin
      Franklin. En su folleto, Paine analizaba todas las razones que
      hacían conveniente luchar por la independencia de las
      colonias:
      así éstas podrían instituir un gobierno
      republicano que eliminara la tiranía del gobierno de un
      solo
      hombre y el despilfarro de la aristocracia. Además, las
      colonias
      sólo podrían recibir ayuda extranjera si se
      presentaban
      ante el mundo como un país independiente. Paine no
      dudó
      en responsabilizar de la política represiva
      británica al
      mismo rey Jorge III. Su estilo sencillo, directo y
      dramático
      convenció a un sector importante de la población.
      Más aún, el propio Washington, pese a sus ideas
      conservadoras, terminó convencido de que la independencia
      era
      una causa justa, legítima y necesaria.
    
Washington pretendía tomar Boston con la artillería
      de
      Fort Ticonderoga, y encargó su traslado a Henry Knox, que, aprovechando
      la
      nieve para facilitar el transporte, el 24
de
        enero llevó cincuenta y cinco piezas de
      artillería, cada una con un peso medio de una tonelada,
      hasta
      las cercanías de Boston.
    
El 3 de marzo, el Segundo Congreso Continental
      envió un representante a Francia para recabar ayuda. Se
      llamaba Silas Deane, y
      resultó ser un
      incompetente. Su mejor amigo era un espía británico
      y
      él nunca llegó a saberlo, por lo que los
      británicos estuvieron siempre al corriente de todas sus
      acciones.
    
El 4 de marzo, Washington
      colocó su artillería en las colinas de Dorchester, desde las que
      podía dominar el puerto de Boston. Fue un grave error de
      Howe no
      haberlas ocupado él antes. Howe planeó un ataque
      contra
      la artillería, pero tuvo que retrasarse por culpa de la
      lluvia
      y, para cuando pudo ser viable, Washington estaba demasiado bien
      atrincherado como para que el ataque pudiera tener éxito.
      Así pues, el 17 de marzo,
      juzgando que Boston estaba fatalmente amenazada, Howe
      decidió
      abandonarla por mar con todo su ejército y el 26
        de marzo estaba en Halifax, en Nueva Escocia. Ahora toda
      Nueva
      Inglaterra estaba en manos de los rebeldes.
    
Obviamente, el término "rebelde" era el que usaban los
      británicos junto con los americanos que se llamaban a
      sí
      mismos "leales" para referirse a los que a sí mismos se
      llamaban
      "patriotas" y que a su vez llamaban "tories"
      a los "leales". Se calcula
      que un tercio de la población de las trece colonias era
      "leal",
      un tercio "patriota" y un tercio indiferente a la política.
      Los
      "leales" se encontraban fundamentalmente entre los propietarios
      ricos,
      aunque con notables excepciones. La mayor parte de los "leales" de
      Nueva Inglaterra emigraron a Canadá cuando los
      ejércitos
      británicos abandonaron la región.
    
El Sentido común
      de
      Paine, junto con la euforia por los éxitos en Nueva
      Inglaterra,
      habían exaltado las aspiraciones independentistas. El 12 de abril, el Congreso Provincial de Carolina del
        Norte
      dio instrucciones a sus delegados en el Segundo Congreso Continental para
      que abogasen por la independencia. Fue la primera colonia que lo
      hizo
      de manera formal.
    
Mientras tanto, Washington comprendió que Gran
      Bretaña
      trataría de reaccionar a la pérdida de Nueva
      Inglaterra
      haciéndose fuerte en las colonias centrales, donde los
      leales
      eran mayoritarios, por ello trasladó el grueso de su
      ejército hacia el sur y el 13
        de
        abril llegó a Nueva York con 9000 hombres.
    
Francia se resistía a conceder a los americanos el apoyo que le solicitaban. Se trataba de un asunto muy delicado. Por una parte, los principios que esgrimían los revolucionarios americanos eran los de los ilustrados franceses, por lo que contaban con la simpatía de buena parte de la sociedad francesa, especialmente con la de los intelectuales, pero, por otra parte, dichos principios eran radicalmente opuestos a los de la monarquía absoluta francesa. Dejando de lado las teorías políticas, el apoyo francés a las trece colonias podía defenderse como un medio para debilitar a Gran Bretaña, aunque, por otra parte, las colonias habían estado en guerra con Francia durante décadas y podían considerarse las responsables de que Francia hubiera perdido sus posesiones en América. El ministro de Asuntos Exteriores, el conde de Vergennes, era partidario de entrar en guerra contra Gran Bretaña, en lo que difería de Turgot, estó aumentó la larga lista de críticas que el ministro de Economía ya soportaba por su política económica liberal. El 12 de mayo perdió la confianza del rey, quien lo obligó a dimitir. Con él cayó también Malesherbes. Fue sustituido por Jacques Necker, un banquero de origen suizo que el año anterior había publicado un Ensayo acerca de la legislación y del comercio de granos, en el que atacaba la política de libertad de comercio de granos de Turgot.
El 15 de mayo fueron los
      delegados de Virginia en el Segundo
Congreso
        Continental los que se mostraron partidarios de
      reclamar la independencia de las trece colonias. Sumando a
      Carolina del
      Norte y a las cuatro colonias de Nueva Inglaterra, en total
      había seis colonias que no dudarían en apoyar la
      independencia, pero estaba claro que no era una cuestión
      para
      ser sometida a votación. Una declaración de
      independencia
      debía ser aprobada por unanimidad. Uno de los delegados
      dijo "We must all hang
        together"
      ("Debemos permanecer unidos", aunque, literalmente, la
      expresión
      viene a decir: "Debemos colgar todos juntos") y Benjamin Franklin
      respondió "We must all
        hang
        together, or assuredly we shall all hang separately"
      ("Debemos
      permanecer unidos, o sin duda nos colgarán a todos uno a
      uno" o,
      más literalmente: "Debemos colgar todos juntos o sin duda
      colgaremos todos por separado").
    
El 7 de junio, Richard Henry
      Lee,
      de Virginia, se levantó en el Segundo
        Congreso Continental y propuso que se aprobase una
      resolución según la cual las colonias "son y, por derecho, deben ser
        Estados
        libres e independientes". Puesto que era una
      cuestión
      complicada, se decidió aplazar la votación y
      preparar una
      declaración de independencia concreta que pudiera ser
      discutida
      y, en su caso, aprobada. Los encargados de redactarla fueron
      Thomas
      Jefferson, Benjamin Franklin, John Adams, Robert Livingston (de Nueva
      York) y Roger Sherman (de
      Connecticut).
    
Un
      francés fervorosamente partidario de la causa americana era
      el
      escritor Beaumarchais, que a la sazón gozaba de gran fama
      por El barbero de Sevilla.
      Aprovechando
      su amistad con el conde de Vergennes, logró persuadirlo
      para que
      concediera un préstamo secreto a los revolucionarios, lo
      cual
      fue
      aprobado el 10 de junio. Poco
      después, España, que también estaba deseosa
      de
      debilitar a Gran Bretaña, conceció un
      préstamo en
      condiciones similares.
    
El 12 de junio, el Segundo Congreso Continental
      encargó a John Dickinson que redactara una propuesta para
      regular las relaciones políticas entre las distintas
      colonias.
    
El 28 de junio fue presentada
      al Congreso la Declaración de independencia,
      redactada principalmente por Jefferson. En una parte de la
      Declaración se enumeran las injusticias que las colonias
      habían tenido que soportar del gobierno británico,
      pero
      una de ellas tuvo que ser retirada porque una parte de los
      delegados no
      la consideraban injusta: el hecho de que el rey impidiera a las
      colonias regular el tráfico de esclavos. Algunos delegados
      sostuvieron que la esclavitud era inaceptable, pero los delegados
      de
      Carolina del Sur dejaron claro que no aceptarían ninguna
      declaración de independencia que cuestionara la legitimidad
      de
      la esclavitud, así que finalmente se dedició no
      mencionar
      nada al respecto, ni en un sentido ni en otro.
    
Mientras tanto, un ejército comandado por Henry Clinton y Charles Cornwallis atacaba sin
      éxito la ciudad de Charleston.
    
El 29 de junio la colonia de
      Virginia adoptó su propia constitución como Estado
      independiente. Incluía una declaración de derechos
      que
      gobierno del Estado no podía violar: la libertad de prensa
      y de
      religión, el derecho a un juicio por jurados, el derecho a
      no
      ser obligado a testimoniar en contra de uno mismo, etc. El
      principal
      autor de esta constitución fue George Mason, y sin duda
      había influido notablemente en la redacción de la Declaración de independencia
      de Jefferson. Mientras tanto, ésta seguía siendo
      objeto de debate en el Segundo
        Congreso Continental. Las reticencias de unos y otros
      (desde los congresistas leales que veían en la
      independencia una
      aberración hasta los que la veían poco
      práctica),
      fueron vencidas poco a poco y finalmente la Declaración fue
      aprobada el 2 de julio con los
      votos
      de doce colonias.
      Los representantes de Nueva York se abstuvieron porque no se les
      había facultado para debatir la cuestión. 
    
Ese mismo día, el general Howe desembarcó en Staten
      Island con diez mil hombres sin hallar resistencia alguna.
    
John Hancock,
      el presidente del Segundo
        Congreso
        Continental, firmó la declaración el 4 de julio, y ésa es la fecha
      que
      desde entonces se asocia a la Declaración
de
        Independencia de los Estados unidos de América.
      Hay
      que advertir aquí que, en este momento, la palabra Estado tenía el
      sentido
      habitual del término, es decir, que las trece colonias se
      habían declarado a sí mismas Estados independientes,
      Estados aliados frente a un enemigo común. La Declaración fue
      leída
      públicamente por primera vez en Filadelfia el 8 de julio, el 9
        de julio fue leída en Nueva York ante George
      Washington y
      sus tropas, y la Legislatura de Nueva York, probablemente
      avergonzada
      por haber tratado de eludir la decisión, votó a
      favor,
      con lo que se alcanzó la unanimidad de las trece colonias.
    
El 12 de julio, una flota
      llegó a Nueva York bajo el mando de Richard Howe, el hermano de
      William
      Howe.
    
Ese mismo día, el capitán Cook zarpó en su
      tercer viaje de exploración del Pacífico al frente
      del Resolution y el Discovery. 
    
El 19 de julio, el Congreso aprobó la
      transcripción de la Declaración
      a un pergamino que fue firmado, además de por Hancock, por
      otras
      cincuenta y cinco personas a lo largo de los meses siguientes.
      Dicha
      copia aún se conserva, y ésta
es
        una traducción comentada. Hancock firmó con
      letra
      clara y firme, "para que el rey
        Jorge pueda leerla sin sus gafas"; A Charles Carroll, de Maryland,
      le
      temblaba la mano al firmar y, como alguien se lo hizo notar,
      firmó como Charles
        Carroll,
        de Carrollton, añadiendo el nombre de su finca
      para que
      pudiera ser identificado fácilmente, demostrando así
      que
      su temblor no se debía al miedo. Incidentalmente, Carroll
      fue el
      único católico entre los firmantes. 
    
Entre las acusaciones contra el rey Jorge III recogidas en la Declaración de Independencia
      se encuentra la de emplear ejércitos extranjeros. Se
      refiere al
      uso de mercenarios hessianos,
      es decir, soldados de los pequeños estados alemanes de Hesse-Cassel y Hesse-Sarmstadt, cuyos
      príncipes recibieron importantes sumas de dinero a cambio
      de
      enviar fuertes contingentes de soldados dispuestos a luchar en
      América. Se calcula que fueron enviados unos 30.000
      hessianos.
      Lucharon con profesionalidad y eran tratados con respeto por los
      americanos cuando caían prisioneros. Muchos de ellos
      acabaron
      viviendo en América después de la guerra.
    
El 1 de agosto, las tropas de
      Clinton y Cornwallis que habían sido rechazadas en
      Charleston se
      unieron a Howe, quien ahora contaba con unos 32.000 soldados bien
      entrenados, entre ellos 9.000 hessianos. En cambio, Washington
      sólo contaba con unos 18.000 hombres mal preparados.
      Washington
      comprendió que Nueva York caería si los
      británicos
      llegaban a dominar las alturas de Brooklyn, en Long Island,
      así
      que destinó un tercio de sus tropas a proteger dicha zona.
      Entre
      el 22 y el 25 de agosto, Howe
      desembarcó 20.000 hombres en Brooklyn. En lugar de
      parapetarse
      en las alturas, los americanos se prestaron a una batalla en campo
      abierto en la base que no podían ganar. Los
      británicos
      atacaron el 27 de agosto y,
      tras un
      duro combate, lograron llegar hasta la retaguardia del
      ejército
      americano, que finalmente se vio obligado a retirarse a lo
      más
      alto de Brooklyn. Ambas partes perdieron unos 400 hombres, entre
      muertos y heridos, pero los británicos tomaron 1.200
      prisioneros. Ahora Howe debería haber atacado las alturas,
      pero
      recordó la masacre de Bunker Hill y optó por asediar
      a
      los americanos. Sin embargo, Washington optó por retirarse.
    
El virrey de México, siguiendo el plan trazado por fray
      Junípero Serra, envió una expedición a la
      Alta
      California bajo el mando de Juan
        Bautista de Anza que en septiembre
      fundó la ciudad de San
        Francisco. La conquista de la Alta California se estaba
      realizando pacíficamente: los españoles
      enseñaban
      agricultura a los indios y los convertían al catolicismo.
    
Con Long Island en su poder, Howe podría haber atacado la
      isla de Manhattan, pero, en su lugar, propuso una conferencia de
      paz.
      Utilizó como emisario al general John Sullivan, uno de los
      prisioneros de la batalla de Long Island. Éste
      marchó a
      Filadelfia para transmitir al Congreso
      la petición de Howe, y el Congreso
      aceptó. Benjamin Franklin, John Adams y Edward Rutledge, aceptaron
      viajar a
      Long Island a entrevistarse con Howe. La reunión tuvo lugar
      el 6 de septiembre, y Howe se
      mostró
      muy cortés, pero advirtió que no podían
      llegar a
      ningún acuerdo si los americanos no revocaban la Declaración de independencia.
      Le dijeron que esto ya no era posible y, defraudado, se dispuso a
      ocupar Nueva York. El 15 de
        septiembre,
      sus tropas desembarcaron al noreste de Manhattan, esperando
      capturar al
      ejército de Washington al sur. Sin embargo, Washington
      había previsto su plan y se pudo retirar al norte,
      atrincherándose en las alturas de Harlem. Howe lo
      persiguió, pero, nuevamente, el recuerdo de Bunker Hill le
      previno de intentar un ataque directo. Durante un tiempo, ambas
      partes
      permanecieron inactivas tratando de adivinar la próxima
      acción del otro.
    
Mientras tanto, Nathan Hale,
      un maestro de escuela que luchaba en el ejército de
      Washington
      con grado de capitán, se ofreció para hacer de
      espía entre las filas de Howe, pero fue descubierto y
      condenado
      a la horca el 22 de septiembre.
      Sus
      últimas palabras fueron: Lo
único
        que lamento es tener sólo una vida que perder por
        mi país. 
    
Mientras Benedict Arnold seguía planeando un ataque a
      Canadá, sir Huy Carleton había reunido barcos para
      avanzar hacia el sur. Entre el 11 y el
        13
        de octubre, su flota derrotó la pobre resistencia
      que
      pudo ofrecerle Arnold y bajó por el lago Champlain hasta
      Crown
      Point.
    
El 12 de octubre, Howe tomó por fin una decisión. Envió su ejército hasta el norte del Bronx, con el objetivo de aislar a Washington al norte de Manhattan. Sin embargo, Wahsington había dejado sólo un pequeño contingente en la isla, y el resto de su ejército lo había llevado a White Plains, donde el 28 de octubre se libró una pequeña batalla en la que los británicos expulsaron a los americanos de una pequeña colina, pero perdieron 300 hombres, frente a las 200 bajas de los americanos. Howe se detuvo a la espera de refuerzos, mientras Wahsington marchó hasta North Castle, ocho kilómetros más al norte, y se atrincheró en una posición mejor. Howe podría haber recibido la ayuda de Carleton, pero no se la pidió y éste se retiró de nuevo a Canadá el 3 de noviembre.
Howe decidió atacar entonces Fort Washington y Fort Lee, ambos bajo el mando de Nathaniel Greene, quien,
      contra la
      opinión de Washington, había asegurado que
      podría
      defender ambos puestos. (El primero estaba en Manhattan, y el
      segundo,
      frente a él, en Nueva Jersey, al otro lado del Hudson.) El
      16 de noviembre, Howe
      envió un
      ejército de 13.000 hombres, principalmente hessianos,
      contra Fort Washington y
      lo obligó
      a rendirse. El 19 de noviembre
      envió tropas bajo el mando de Cornwallis que cruzaron el
      Hudson
      y el 20 de noviembre tomaron Fort Lee. Esta vez no hubo
      rendición, ya que Greene pudo sacar a sus hombres del
      fuerte.
    
Ahora los británicos tenían el camino abierto hacia
      Filadelfia, y Washington no podía permitir que la sede del
      Congreso fuera tomada sin
      luchar.
      Por ello, dejó 7.000 hombres en North Castle bajo el mando
      de
      Charles Lee y él se llevó 5.000 más al norte.
      Durante la noche del 21 de noviembre,
      cruzó el Hudson y se dispuso a cubrir el camino hacia
      Filadelfia
      uniendo a sus fuerzas las que Greene había rescatado de Fort Lee. Cornwallis se
      lanzó en su persecución, por lo que Washington
      envió instrucciones a Lee para que acudiera en su ayuda con
      todos sus hombres. Sin embargo, Lee decidió que las
      continuas
      retiradas de Washington no llevaban a ninguna parte, y no se
      movió de North Castle hasta que no se convenció de
      que
      allí no iba a pasar nada. El 2
        de
        diciembre salió hacia Nueva Jersey. Para entonces,
      Washington y Greene habían sido rechazados hasta New Brunswick y seguían
      retirándose.
    
Howe se retrasó enviando parte de su ejército a
      tomar Newport, en Rhode
      Island, lo cual
      consiguió el 8 de diciembre.
      Poco después, el 11 de
        diciembre,
      Washington y Greene cruzaron el río Delaware entrando en
      Pennsylvania. Cornwallis les pisaba los talones, pero
      decidió no
      cruzar el río y se quedó en Trenton, Nueva Jersey,
      dispuesto a
      pasar el invierno.
    
Charles Lee seguía en Nueva Jersey, pero el 13 de diciembre fue capturado por
      una
      patrulla británica y sustituido por John Sullivan, quien
      llevó a sus soldados a Pennsylvania y el 20 de diciembre se reunió con
      Washington. Ese mismo día, el Segundo
        Congreso Continental decidió abandonar Filadelfia
      y
      trasladarse a Baltimore. Recientemente había enviado nuevos
      representantes a Francia que "ayudasen" al incompetente Deane. Los
      elegidos fueron Arthur Lee
      y
      Benjamin Franklin. Lee era tan incompetente como Deane, y los dos
      se
      dedicaron a pelearse e intrigar el uno contra el otro, pero
      Franklin
      compensó eso con creces. Era famoso en Europa como inventor
      del
      pararrayos y por sus escritos, por lo que atrajo la
      atención de
      la aristocracia francesa, a la que supo seducir. 
    
Thomas Paine, que prestaba servicios en el ejército de
      Greene, publicó una serie de folletos llamados La crisis americana, en los
      que
      trataba de levantar los ánimos de sus compatriotas. El
      primer
      número salió el 23 de
        diciembre, y empezaba diciendo:
    
Éstos son los tiempos que ponen a prueba el alma de los hombres. El soldado de verano y el patriota de tiempos tranquilos se abstendrán en esta crisis de prestar servicios a su país; pero el que puede resistir ahora merece el amor y agradecimiento de hombres y mujeres. La tiranía, como el infierno, no es fácil de vencer; pero tenemos este consuelo: que cuanto más duro es el conflicto, tanto más glorioso es el triunfo. Lo que nos cuesta poco, lo estimamos también en poco: es sólo lo que nos cuesta lo que da a cada cosa su valor. El Cielo sabe cómo poner un justo precio a sus bienes; y sería extraño, en verdad, que un artículo tan celestial como la Libertad no fuese altamente valorado.
Washington también era consciente de la importancia de
      levantar la moral de sus hombres, así que planeó un
      ataque para el 25 de diciembre.
      Aprovechando que los británicos se disponían a pasar
      el
      invierno en sus cuarteles, confiados de que los americanos
      harían
      lo mismo, cruzó el Delaware por la tarde a 7
      kilómetros
      de Trenton con 2.400 hombres. A las 3 de la madrugada del 26 de diciembre, dividió su
      ejército en dos columnas, una bajo el mando de Greene y
      otra
      bajo el de Sullivan. Ambas se dirigieron a Trenton por caminos
      distintos. En Trenton había unos 1.400 hessianos que
      habían celebrado la navidad bebiendo y jugando a las
      cartas. A
      las 8 de la mañana, las columnas americanas se reunieron y
      atacaron Trenton por sorpresa. El comandante hessiano murió
      junto con otros treinta, y unos 900 fueron capturados. Washington
      perdió sólo cinco hombres. Luego cruzó de
      nuevo el
      Delaware de regreso a Pennsylvania, pero, como los
      británicos
      tardaban en reaccionar, volvió a cruzar el río el 30 de diciembre y tomó
      Trenton. 
    
Howe comprendió que había hecho el ridículo
      y
      el 1 de enero de 1777
      envió a
      Cornwallis a Trenton con 7.000 soldados. Llegó el 2 de enero. Ya era tarde y
      decidió
      acampar cerca de Trenton para atacar el día siguiente, pero
      Washington dejó en su campamento unos pocos hombres para
      hacer
      ruido y simular la actividad que cabría esperar en un
      campamento
      ocupado y se llevó sigilosamente su ejército por la
      noche. Cuando Cornwallis se dispuso a atacar, Washington estaba en
      Princeton, donde derrotó a una fuerza británica y el
      7 de enero estaba en Morristown, Nueva Jersey. 
    
Enterado de que su madre estaba agonizando, el marqués de
      Sade regresó a París, donde fue capturado el 13 de febrero. 
    
El 4 de marzo, el Segundo Congreso Continental
      volvió a instalarse en Filadelfia.
    
Entre los más fervorosos apoyos que Benjamin Franklin
      había encontrado en Francia se encontraba un joven
      aristócrata de veinte años llamado Marie Joseph Paul Yves Roch Gilbert
        Motier,
      el marqués de La Fayette.
      A pesar de las órdenes del rey, en abril
      decidió embarcarse hacia América, para apoyar la
      revolución de las trece colonias. Tan pronto como
      entró
      en contacto con Washington se estableció una fuerte amistad
      entre ellos. El carisma de La Fayette también
      cautivó a
      los soldados, que vieron en él el interés de Francia
      por
      su causa, y eso levantó la moral de las tropas. La Fayette
      llegó acompañado de un alemán de cincuenta y
      seis
      años llamado Johann Kalb,
      que, pese a ser de origen campesino, se hacía llamar barón de Kalb. 
    
En Vietnam, los hermanos Tay Son atacaron Saigón y acabaron con
      la
      mayor parte de los miembros de la dinastía Nguyen. Entre
      los
      supervivientes estaba Nguyen
        Anh,
      un sobrino de quince años del último señor
      Nguyen,
      que pudo escapar hacia el sur y refugiarse en una colonia
      francesa,
      donde se encontró con el sacerdote Pierre Joséph Georges Pigneau,
      más conocido como Pigneau
        de
        Behaine, que puso al joven príncipe bajo su tutela
      y se
      encargó de proporcionarle los medios y contactos
      políticos necesarios para combatir a los Tay Son.
    
En Gran Bretaña, el general John
        Burgoyne
      presentó al gobierno un plan de acción para
      Norteamérica. Había que
      romper a toda costa las comunicaciones entre Nueva Inglaterra y
      Virginia. Él mismo llevaría un fuerte
      ejército
      desde Canadá al sur por
      el lago Champlain y el río Hudson, mientras Howe
      llevaría
      su ejército
      desde Nueva York hacia el norte. En Albany, ambos ejércitos
      se
      unirían
      a un tercero procedente del lago Ontario. Así
      conseguirían dominar toda
      la colonia de Nueva York y Nueva Inglaterra quedaría
      aislada. Su
      plan
      fue aceptado, pero el número de soldados que se le
      concedió se redujo a
      la mitad del que había solicitado. El 1
        de junio, Burgoyne salió de Canadá con
      4.000
      soldados británicos, 3.000 hessianos y 1.000 canadienses.
    
El 14 de junio, el Segundo Congreso Continental
      aprobó una modificación en la bandera del
      ejército
      continental: consistiría igualmente en trece franjas rojas
      y
      blancas, pero en el ángulo superior izquierdo, la Union Jack británica
      fue
      sustituida por trece estrellas blancas sobre fondo azul. No se
      especificó la distribución de las estrellas, pero
      finalmente se dispusieron en círculo.
    
El rey Gustavo III de Suecia tuvo que hacer frente a revueltas de
      campesinos en Finlandia, alentadas desde Rusia. Ese mismo
      año
      visitó a la zarina Catalina II, pero no sirvió de
      nada.
    
El 1 de julio, Burgoyne
      llegó hasta Fort Ticonderoga. Los americanos se retiraron
      sin
      presentar batalla y Burgoyne tomó el fuerte el 6 de julio. Desde allí
      continuó hacia el sur, pero la marcha se hizo complicada
      porque
      el terreno era boscoso y los americanos en retirada
      destruían
      puentes y cortaban árboles para bloquear el camino. Se
      estaba
      quedando sin alimentos, pero esperaba los refuerzos provenientes
      del
      lago Ontario, unos 1.700 hombres conducidos por el coronel Barry Saint Leger. 
    
El 8 de julio, el territorio
      de
      Vermont se declaró independiente de Gran Bretaña y
      promulgó una Constitución en la que se
      reconocía
      por primera vez el sufragio de todos los hombres (varones) sin
      ningún requisito de posesión de tierras.
      Además
      prohibía totalmente la esclavitud.
    
El rey Carlos III de España ascendió a duque de
      Grimaldi al que hasta entonces era marqués, y lo
      envió
      como embajador en Roma, en sustitución del conde de
      Floridablanca, que el año anterior había a su vez
      sustituido a Grimaldi en el gobierno.
    
Ese año se constituyó el virreinato del Río
      de
      la Plata, cuyo primer virrey fue el antiguo gobernador de Buenos
      Aires
      Pedro de Cevallos, quien arrebató nuevamente a Portugal la
      colonia de Sacramento.
    
Leonhard Euler descubrió las hoy llamadas ecuaciones de
        Cauchy-Riemann, que, no obstante, ya habían sido
      descubiertas
      anteriormente por D'Alembert. Ese mismo año introdujo la
      notación i para
      designar la unidad imaginaria, notación que se ha
      conservado
      hasta nuestros días.
    
El premio anual de la Academia
        de
        Ciencias de París lo ganó Coulomb con un
      trabajo
      sobre la brújula en el que estudia por primera vez la balanza de torsión,
      que
      permite medir con precisión fuerzas muy pequeñas a
      partir
      de la inclinación (horizontal) que sufre una varilla
      suspendida
      de un hilo de seda o de un cabello cuando se aplica una fuerza en
      uno
      de sus extremos.
    
Lavoisier comprobó experimentalmente que el aire estaba
      compuesto mayoritariamente de oxígeno y nitrógeno.
      De
      hecho, fue él quien dio nombre al oxígeno tras
      comprobar
      su intervención en los procesos de oxidación.
    
Un profesor de física del Colegio Real de Como (en el Milanesado)
      llamado Alessandro Volta
      realizó
      varios experimentos con gases, que le llevaron, entre otras cosas,
      a
      descubrir el metano.
      También realizó experimentos sobre
      electrostática,
      que lo llevaron a descubrir la que hoy se conoce como ley de capacidad de Volta,
      según la cual, la diferencia de potencial entre las placas
      de un
      condensador es proporcional a la carga eléctrica que
      almacena.
    
Jean-François Marmontel publicó una novela titulada
      Los incas o la
        destrucción del
        imperio del Perú, en el que condenaba
      enérgicamente la esclavitud.
    
El general Howe debía de seguir las instrucciones de
      Burgoyne
      y marchar hacia el norte a reunirse con él, pero, por
      alguna
      razón, decidió seguir otro plan. Al parecer,
      consciente
      de que su actuación hasta entonces en la guerra
      había
      sido desastrosa, consideró que uniendo sus tropas a las de
      Burgoyne, su imagen quedaría empañada aun si
      consiguieran
      una victoria, pues todo el mérito sería para su
      colega,
      de modo que pensó en hacer algo original e impactante que
      le
      reportara la gloria y lavara su imagen: un ataque por sorpresa a
      Filadelfia. Así, el 23 de
        julio,
      en lugar de marchar hacia el norte por el río Hudson, como
      estaba previsto, embarcó sus 18.000 hombres y navegó
      hacia el sur.
    
El 25 de julio Saint Leger
      llegó a Oswego, en
      Nueva York, mientras que el 29 de
        julio
      Burgoyne llegaba a Fort Edward,
      a sesenta y cinco kilómetros de Albany. El 3 de agosto, Saint Leger
      llegaba a Fort Stanwix,
      unos
      160 kilómetros de Fort
        Edward.
      La guarnición que defendía Fort Stanwix se negó a
      rendirse y Saint Leger se dispuso a asediarlo.
    
Entre tanto, los americanos discutían sobre quién
      debía dirigir la respuesta al ataque británico. La
      campaña se iba a desarrollar en Nueva York y Philipp
      Schuyller
      era el oficial
      neoyorquino de mayor rango, así que reclamó el
      mando,
      pero Benedict Arnold, también lo quería para
      sí,
      aunque su graduación no era la necesaria. Las tropas de
      Nueva
      Inglaterra se negaban a aceptar a Schuyller, en parte porque no se
      llevaba bien con los soldados y en parte porque muchos de ellos
      eran Muchachos de las
        montañas verdes,
      que veían a los neoyorquinos como una amenaza. Para evitar
      que
      tales disputas llevaran a la parálisis, el 4 de agosto, el Segundo Congreso Continental
      decidió dar el mando a una tercera persona: Horatio Gates, nacido en
      Inglaterra,
      pero afincado en Virginia. Arnold se sintió muy ofendido
      por
      esta decisión.
    
El general Nicholas Herkimer
      reunió unos 800 colonos con los que se dispuso a socorrer Fort Stanwix, pero el 6 de agosto, en Oriskany, dieciséis
      kilómetros al norte de su meta, cayeron en una emboscada
      tendida
      por una tribu iroquesa leal a los británicos, dirigida por
      el
      jefe mohawk Joseph Brant.
      Herkimer cayó mortalmente herido, y su pequeño
      contingente fue destrozado, pero los indios también
      sufrieron
      serias bajas y desaparecieron en el bosque, abandonando a Saint
      Leger.
    
Mientras tanto, Burgoyne, con sus hombres pasando hambre,
      envió unos 700 hombres (la mitad hessianos, más
      algunos
      canadienses e indios) con la misión de saquear los campos
      de
      Nueva Inglaterra y llevarse caballos, ganado y cereales.
      Éstos
      se dirigieron a Bennington,
      en
      Vermont, pero allí se encontraban unos 2.600 muchachos de
      las
      Montañas Verdes bajo el mando del general de brigada John Stark. El 16 de agosto, lanzó a sus
      muchachos
      a la carga gritando que la victoria sería suya o "Molly Stark sería viuda".
      Molly Stark no enviudó. Los británicos, superados en
      número, murieron o fueron capturados, y una brigada que
      Burgoyne
      envió tarde en su apoyo también fue dispersada.
    
Por otra parte, Benedict Arnold, al frente de unos 1.000 hombres,
      seguía los pasos de Herkimer. Difundió el rumor de
      que su
      ejército era mayor de lo que realmente era, y Saint Leger,
      sin
      sus aliados indios, no se atrevió a presentar batalla. El 23 de agosto dejó el asedio
      de Fort Stanwix y
      volvió sobre
      sus pasos abandonando a Burgoyne.
    
Burgoyne esperaba de todos modos la inminente llegada de Howe,
      pero
      ignoraba que éste, desatendiendo sus órdenes,
      había navegado hasta la bahía de Chesapeake y luego
      hacia
      el norte, por la bahía, de modo que el 25 de agosto se encontraba en Maryland, a
      unos setenta y cinco kilómetros de Filadelfia.
    
En septiembre, Mozart
      dimitió de su cargo al servicio del príncipe
      arzobispo de
      Salzburgo y emprendió un viaje con su madre a Mannheim. Ese
      año compuso su concierto
        para oboe. 
    
Gluck estrenó en París su ópera Armide. Había estado
      trabajando en ella en Viena juntamente con otra, Rolando, pero se
      enteró de
      que la administración del teatro francés
      había
      propuesto el mismo tema a Piccini, así que renunció
      al
      proyecto en una larga carta.
    
Washington se había dirigido hacia el norte pensando que
      Howe
      haría lo mismo, pero al enterarse de su situación
      real
      volvió precipitadamente hacia el sur y, como se
      movía
      mucho más rápido que Howe, lo interceptó el 11 de septiembre en Brandywine Creek, a mitad del
      camino
      que Howe pensaba recorrer para llegar a Filadelfia. Esta vez Howe
      dirigió a sus tropas con maestría, superando con
      creces
      la mediocre táctica de Washington, que tuvo que retirarse a
      Filadelfia.
    
Al norte, Burgoyne, con su lastimoso ejército, dejó
      Fort Edward y
      avanzó hasta Saratoga
      en su ruta hacia Albany,
      pero su comprometida situación había hecho que
      numerosos
      colonos se enrolaran en el ejército de Gates, el cual
      llegó a contar con 7.000 hombres. Fortificó las
      alturas
      de Bemis, entre Saratoga
      y
      Albany, y luego envió unos 3.000 hombres contra Burgoyne
      bajo el
      mando de Arnold y Daniel Morgan.
      Se encontraron el 19 de septiembre
      en Freeman's Farm a menos
      de
      dos kilómetros de Bemis. El combate fue una simple carga
      frontal
      en la que triunfó la superioridad numérica de los
      británicos, por lo que los americanos retrocedieron, aunque
      sus
      adversarios tuvieron muchas más bajas. Burgoyne
      fortificó
      su posición.
    
Ese mismo día, con Filadelfia bajo la amenaza de Howe, el
      Segundo Congreso Continental
      se
      retiró a Lancaster,
      Pennsylvania, a unos 100 kilómetros de Filadelfia, y el 20 de septiembre pasó a Nueva
      York.
      El 26 de septiembre Howe
      tomó
      Filadelfia y, siguiendo su costumbre, no trató de perseguir
      a
      Washington.
    
Ese año murió el rey José I de Portugal, que
      fue sucedido por su hija María
        I, casada con su tío Pedro, que reinó como
      Pedro III. No obstante, el
      poder
      quedó en manos de la viuda del rey, Mariana
      Victoria de Borbón, que destituyó al ministro Pombal
      y
      puso fin a la
      etapa reformista. El 1 de octubre
      se
      firmó con España el tratado
        de San Ildefonso, por el que Portugal cedió
      definitivamente la colonia de Sacramento y otros territorios del
      Paraguay a cambio de otras zonas del Paraguay y del Perú.
    
También murio el rey Pratap Singh Sha del Nepal, que fue
      sucedido por su hijo de dos años Rana Bahadur Sha, bajo la regencia
      se su madre, Rajendra Laxmi.
      
    
El 3 de octubre, Washington
      lanzó un complejo
      ataque contra el principal campamento de Howe, situado en Germantown, a once
      kilómetros
      de Filadelfia. Su plan de ataque resultó ser demasiado
      complicado para sus mal preparados soldados. Algunos
      destacamentos,
      desorientados por la niebla, llegaron a disparar contra soldados
      de su
      propio bando. Washington perdió otros mil hombres y tuvo
      que
      retirarse de nuevo.
    
Howe había dejado una pequeña guarnición en
      Nueva York bajo el mando de Henry Clinton, quien decidió
      hacer
      lo que Howe debía de haber hecho con todo su
      ejército:
      avanzar hacia el norte para socorrer a Burgoyne. El 6 de octubre, de camino,
      logró
      tomar un par de fuertes.
    
El 7 de octubre,
      Burgoyne inició un avance con una fuerza de reconocimiento
      que
      podía ser fácilmente barrida, pues su penosa
      situación había hecho afluir numerosos
      colonos al ejército de Gates, que ahora contaba con unos
      11.000
      hombres, mientras que el suyo se había reducido por
      deserciones de indios. Sin embargo, Gates se negaba a lanzar un
      ataque
      masivo. Si hubiera empleado más hombres, habría
      vencido
      en Freeman's Farm, pero, incluso ahora que su superioridad
      numérica era aplastante, se resistía a atacar, para
      la
      exasperación de sus oficiales. Más aún, en
      sus
      informes no mencionó la brillante actuación de
      Arnold y,
      cuando éste se quejó, fue relevado del mando. Pese a
      ello, de forma totalmente ilegal, Arnold ordenó una carga
      en la
      que él mismo participó y en la que recibió
      una
      herida en el muslo izquierdo. El resultado fue una aplastante
      victoria
      americana que obligó a Burgoyne a retirarse a Saratoga, y
      todo
      gracias a la iniciativa de Arnold.
    
El 15 de octubre Clinton (ya
      demasiado tarde) llegó a Kingston,
      a unos 130 kilómetros al sur de Saratoga y, al hallar
      resistencia, dio media vuelta y regresó a Nueva York.
      Finalmente, el 17 de octubre,
      Burgoyne se rindió. Estaba rodeado por un ejército
      que
      sumaba ya 20.000 hombres, así que, en Saratoga, 300
      oficiales
      (incluyendo seis generales) y 5.500 hombres convinieron en deponer
      sus
      armas, marchar a Boston, embarcar hacia Gran Bretaña, y no
      participar más en la guerra. La rendición de un
      ejército británico era un hecho muy poco
      común,
      pero que se rindiera frente a un ejército de aldeanos a los
      que
      los soldados regulares británicos despreciaban, era algo
      pasmoso. La rendición de Burgoyne en Saratoga anuló
      totalmente la brillante campaña de Howe en Filadelfia.
    
Los británicos estuvieron dispuestos a conceder a las
      colonias todas sus reivindicaciones excepto la independencia, de
      modo
      que si hubieran adoptado esta actitud tres años
      atrás el
      mundo hubiera sido muy diferente hoy en día, pero ahora los
      americanos ya no estaban dispuestos a renunciar a su independencia
      y la
      guerra continuó.
    
En noviembre, Nguyen Anh
      logró reconquistar Saigón a los Tay Son, con la
      ayuda de
      mercenarios camboyanos y piratas chinos.
    
El 15 de noviembre, el Segundo Congreso Continental
      aprobó los llamados artículos
de
        la Confederación, presentados por Dickinson, en
      virtud
      de los cuales las antiguas trece
        colonias se consideraban ahora como trece Estados
      independientes, aunque delegaban en el Congreso Continental la
      conducción de la política exterior y las relaciones
      con
      los indios, y lo facultaban para instituir un sistema postal,
      pedir
      préstamos y dirimir las disputas entre los Estados. No
      obstante,
      el Congreso no
      tenía
      ninguna autoridad ejecutiva. Sólo podía instar a los
      Estados a poner en práctica sus decisiones, a lo cual,
      éstos podían negarse. Los Estados podían
      enviar
      cualquier número de delegados al Congreso, pero cada Estado contaba
      únicamente con un voto, independientemente de su
      población.
    
El 7 de diciembre llegaron a
      París las noticias de la reindición de Burgoyne, y
      por
      primera vez el gobierno francés se planteó la
      posibilidad
      de que los revolucionarios ganaran la guerra y que las colonias
      británicas se convirtieran en un Estado independiente. Si
      eso
      ocurría, era mejor que tuvieran motivos para estar
      agradecidas a
      Francia, y se empezó a considerar el establecimiento de una
      alianza. Beaumarchais creó (siguiendo las instrucciones del
      rey)
      una sociedad de comercio para proporcionar armas a los americanos.
      También fundó la Sociedad
de
        autores dramáticos. 
    
Washington estableció sus cuarteles de invierno en Valley Forge. El invierno fue excepcionalmente frío, con nieves tempranas, y las provisiones escaseaban, así como la ropa de abrigo e incluso los zapatos. Se calcula que unos tres mil hombres murieron por las privaciones y muchos otros desertaron. El carisma de Washington fue decisivo para que muchos otros aguantaran. No tenían más dinero que el "dinero continental", que en realidad no era más que una promesa de pago por parte del Congreso continental en el caso de que se ganara la guerra. Todavía hoy subsiste en Norteamérica la expresión "no vale un continental" para indicar que algo carece de valor. En cambio, las tropas británicas de Howe, con su dinero contante y sonante, fueron muy bien acogidas en Filadelfia y pasaron un invierno relativamente confortable.
El 30 de diciembre
      murió
      sin descendencia el príncipe elector Maximiliano III de
      Baviera,
      y el emperador José II logró en enero de 1778 que su heredero más
      próximo, el elector palatino Carlos Teodoro, renunciara a
      la
      sucesión en su favor.
    
Mientras tanto, James Cook había vuelto a Tahití,
      donde había tenido que luchar contra los continuos robos
      que
      cometían los indígenas, y fue invitado a un
      sacrificio
      humano. Después descubrió las islas Hawai, a las que llamó
      islas Sandwich, en honor
      de John Montagu, el conde
      de Sandwich, a la
      sazón primer
      lord del almirantazgo. Se cuenta que su afición a las
      cartas le
      llevó a hacerse servir comida entre rebanadas de pan, de
      modo
      que podía comer sin dejar de jugar, y de ahí
      proviene que
      los ingleses llamen sandwiches
      a los bocadillos.
    
En Hawai, Cook fue tomado por un dios. Después exploró la costa occidental de Norteamérica hasta el estrecho de Bering, donde tuvo que dar media vuelta a causa de los hielos. Luego regresó a Hawai para pasar el invierno.
Entre los principales oponentes a la política francesa se
      encontraba el duque Luis Felipe
        José de Chartres,
      el primogénito del duque Luis Felipe de Orleans.
      Tenía
      treinta y un años, era masón y ya había sido
      desterrado por Luis XV durante un tiempo. Ahora se
      convirtió en
      el portavoz de la oposición en el Parlamento.
    
En París se estrenó el Rolando de Piccinni, que
      causó indignación entre los partidarios de Gluck. A
      continuación Gluck se prestó a competir con Piccinni
      con
      un mismo tema: Ifigenia en
        Tauride.
      
    
Cimarosa había pasado los últimos años
      recorriendo Italia estrenando una ópera tras otra. Ahora
      recibió una invitación de la zarina Catalina II de
      Rusia
      para visitar San Petersburgo.
    
Diderot publicó un Ensayo
sobre
        los reinados de Claudio y de Nerón. 
    
Ese año murió Jean-Jacques Rousseau.
    
El conde de Buffon publicó sus Epoques de la nature, en donde
      desarrolla sus teoría sobre la formación de la
      Tierra.
    
Adam Smith fue nombrado comisario de aduanas en Edimburgo.
    
Campomanes editó el Teatro
        crítico de Feijoo. 
    
La Real Academia
        Española
      publicó la primera edición de su Diccionario manual. 
    
El teólogo Justinus Febronius se retractó del febronianismo. 
    
El general Chao Phya Chakri
      restableció la soberanía siamesa sobre Camboya e
      invadió el reino de Ventianne.
    
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