Stahl, G.

Georg Ernst Stahl (1660-1734) nació en territorios alemanes, en el seno de una familia protestante. Tras completar sus primeros estudio, Stahl viajó a Jena para seguir los cursos de una de las más importantes facultades de medicina alemanas, lo que le abrió las puertas a una carrera profesional que comenzó como profesor (Privatdozent) y, más adelante, como médico cortesano hasta que, finalmente, obtuvo un puesto en la recientemente creada facultad de medicina de la Universidad de Halle, donde durante más de veinte anos impartió clases sobre fisiología, química, botánica y anatomía. Su carrera culminó cuando recibió el nombramiento de médico del rey de Prusia, lo que le obligó a trasladarse a Berlín, desde donde pudo continuar la publicación de sus obras.

Sus primeros trabajos estuvieron dedicados al estudio de las fermentaciones. Se trataba de procesos de gran interés industrial - directamente relacionados, por ejemplo, con la fabricación de bebidas alcohólicas - que habían atraído la atención de un gran número de autores en el siglo XVII. Stahl consideraba a la fermentación y a la combustión como dos operaciones con características semejantes, en las que se producía el desprendimiento del principio graso o sulfúreo que denominó flogisto. De este modo, desarrolló una idea que lo haría famoso en el siglo XVIII: la denominada teoría del flogisto. Según Stahl, el flogisto era un principio ígneo que formaba parte de las sustancias combustibles. Cuando éstas ardían, el flogisto se desprendía, pasaba a otra sustancia capaz de recogerlo y daba lugar a un movimiento que era el origen del calor y el fuego que se observan habitualmente en la combustión. Su gran contribución fue relacionar la combustión con otros procesos como la fermentación, ya mencionado, o con la calcinación de los metales. Este último fenómeno era conocido desde muy antiguo. Al calentar un metal como el hierro o el plomo se producía una sustancia de aspecto terroso y sin ninguna de las características metálicas (brillo, ductilidad, maleabilidad) que se denominaba habitualmente cal metálica.

El lector puede hacerse una idea del aspecto físico de estas sustancias si recuerda las características de la cal que se emplea habitualmente en la construcción o en muchos usos domésticos. Aunque pueda resultar extrano, estas cales metálicas pueden ser transformadas de nuevo en los metales de partida. Stahl explicó este proceso, conocido desde mucho tiempo atrás, suponiendo que los metales estaban formados por una cal y un principio inflamable que denominó flogisto, por lo que la calcinación, es decir, la formación de la cal, se podía explicar, al igual que la combustión, como un desprendimiento de flogisto, el cual se liberaba del metal y dejaba la cal al descubierto. El proceso inverso, la reducción de la cal en el metal, podía, en este mismo sentido, ser explicada como una adición de flogisto. Stahl gozó de una gran fama durante todo el siglo XVIII, hasta el punto que el filósofo Immanuel Kant (1724-1804) en 1787 lo colocó, junto con Galileo y Torricelli, entre los autores que habían conseguido producir una "provechosa revolución" que había transformado la física en una auténtica ciencia. Similares juicios laudatorios se pueden encontrar en muchos de los libros de texto de química del siglo XVIII que lo mencionan, en ocasiones, como "el más grande y sublime de los químicos".