EL SANTUARIO DE COVADONGA

El trono roquero de la Santina

Se halla situado en la parte oriental de Asturias, en el termino municipal de Cangas de Onis. Muchos son los elogios que ha recibido este bello paraje por todos sus visitantes ilustres. El Altar Mayor de España o el trono roquero de la Santina no es solo naturaleza o religión sino la voz silenciosa de la historia de España. Etimológicamente Covadonga significa Cueva de la Señora y está unida indisolublemente al nacimiento de la nacionalidad hispánica.

Hablar de Covadonga es hablar del insigne caballero D. Pelayo, hijo del duque Fáfila. Muerto el rey visigodo Witiza, su hijo Akhila no aceptó la elección de D. Rodrigo para ocupar el trono visigodo lo que provocó la división de la monarquía en dos bandos. Pelayo pasó entonces a luchar al lado de D. Rodrigo, de quien se hizo espatario.

A su lado luchó en la Batalla de Guadalete. Huyó con un destacamento hacia las montañas de Covadonga, donde permaneció creando el principal foco de resistencia a los musulmanes de la Península. D. Pelayo mandó construir una cruz en roble que le sirviera de talismán en la batalla contra el infiel musulmán. Esta cruz se considera como una de las joyas más valiosas de la Alta Edad Media europea. Años después fue enarbolada y venerada por otros monarcas españoles.

Muerto D. Rodrigo en Guadalete, el dividido reino visigodo fue incapaz de hacer frente al ejército invasor musulmán. D. Pelayo que se había refugiado en Covadonga pudo reclutar a un gran número de seguidores a su causa convirtiendo este refugio en el bastión más importante de la resistencia cristiana. La lucha de guerrillas produjo enormes pérdidas a los musulmanes al tiempo que contribuyó a elevar la moral de los cristianos refugiados en estas montañas asturianas. Son los inicios del reino astur.

El Obispo Oppas visitó a D. Pelayo para que desistiera de su actitud beligerante con los musulmanes y éste le respondió: “Nuestra esperanza está en Cristo; este pequeño monte será la salvación de España y de la gente de los godos; la misericordia de Cristo nos liberará de esa multitud de desprecio”.

Oppas fue hecho prisionero, numerosos musulmanes cayeron y D. Pelayo fue proclamado rey de Asturias. Muchos historiadores han querido ver en este hecho el nacimiento de España y la victoria de la religión cristiana sobre la musulmana. Tras esta batalla, D. Pelayo pudo mantener todo el territorio que hoy comprende Asturias.

Poco tiempo después Alfonso I amplió sus dominios hasta el Duero. AQUÍ EN EL MONTE AUSEVA, MORADA INMEMORIAL DE LA VIRGEN, RENACIÓ LA ESPAÑA DE CRISTO CON LA GRAN VICTORIA DE PELAYO Y DE SUS FIELES SOBRE LOS ENEMIGOS DE LA CRUZ (AÑOS 718-722)”.

A ambos lados del acceso al santuario se yerguen imponentes dos esculturas de leones yacentes realizados por el escultor italiano Marchesi. La plaza originaria tenía una disposición regular en torno a la Santa Cueva pero los planos que se conservan revelan un estilo muy distinto al original de corte neoclásico.

La Basílica originaria estaba coronada por una gigantesca cúpula. La Escalera de la Promesa dispone de 101 peldaños y llega hasta el pavimento de la Santa Cueva. Muchos de los peregrinos suben por ella hasta la Santa Cueva en actitud de rezo y oración, de rodillas.

En el descanso y balconada de la antecueva se puede contemplar un medallón con la efigie del Papa Juan XXIII. Este medallón tiene una soberbia inscripción del mencionado Papa maravillado ante esta maravilla de la Naturaleza.

La Santa Cueva estuvo convertida en templo cerrado al exterior por un entramado de madera de tejo. La realización era de arriesgada factura y los lugareños llegaban a decir que sólo los ángeles podían haber hecho una obra semejante. Sobre el dintel de la puerta que comunica con la escalera de los 101 peldaños existe una leyenda en caracteres dorados.

El recinto de la antecueva es un pórtico, realizado sobre la misma montaña con nuevos elementos arquitectónicos. El techo es totalmente natural, obra de la naturaleza. En su interior se han añadido varios objetos relacionados con la liturgia como una pila de agua bendita y un limosnero.

En el santuario se venera la imagen de la Virgen, denominada respetuosamente La Santina. Aparece sobre un pedestal de piedra en una posición elevada. Su vestimenta está realizada en finos tejidos de seda y labrados en oro. Es una escultura del siglo XV. Se cuenta que la actual imagen fue cedida por el Cabildo de Oviedo al de Covadonga para sustituir a la que fue destruida por el incendio de 1777 a cambio de la afamada Cruz de la Victoria que custodia actualmente la Catedral de Oviedo. En la actualidad viste manto, vestido y rostrillo.

El altar es de piedra y dispone de un bajorrelieve que representa la batalla de Covadonga. En su parte superior se encuentra la Virgen de estilo románico vestida en fina seda y oro y bajo ella la figura de D. Pelayo. Las lámparas que cuelgan del techo son réplicas de las coronas votivas del rey Chindasvinto, del tesoro visigodo de Guarrazar. En el Panteón Real se conservan los restos mortales de D. Pelayo y Alfonso I el Católico.

La Capilla del Sagrario dispone de un bello artesonado de madera policromada en el que aparecen relieves con viñetas de códices antiguos, obra del valenciano Juan García Talens. El altar es de estilo barroco al igual que su baldaquino. Sobre las dóvelas de un arco abocinado se pueden contemplar tres escudos de madera policromada con decoración barroca. En la parte superior y en la central aparece el de España y en él se ha intercalado la Cruz de la Victoria. A la derecha aparece el escudo de Asturias y a la izquierda el de la ciudad. Por el tragaluz se puede acceder a la antigua Colegiata o Casa de Ejercicios que es realmente donde se ubicó la primera edificación del Santuario. Dispone de los sepulcros de los abades del siglo XI, una torre cúbica y restos antiguos de la edificación originaria de estilo románico. Fue reconstruido en el siglo XVI por el obispo de Oviedo Diego Aponte de Quiñones.

En el año 1868 un desprendimiento destruyó la capilla de San Fernando que posteriormente se restauró. M. Pidal edificó un pabellón gemelo para dedicarlo a Casa de Ejercicios y Oración. La Campanona de 4000 kilográmos y tres metros de altura obtuvo el primer premio de la Exposición Universal de París en el año 1901. Además de las mansiones capitulares son de destacar el patio refugio para peregrinos, lavabos, tiendas, Casa del Abad y la Casa Capitular con una biblioteca, sala de estar, varias dependencias auxiliares, el Museo-Exposición, la Sala de Conferencias y el Salón de Recepciones, decorado por Paulino Vicente.

En la Plaza de la Basílica se puede contemplar el monumento dedicado a la memoria de D. Pelayo. Es una obra de Gerardo Zaragoza realizada en bronce. En ella se puede ver la leyenda de su pedestal “Nuestra esperanza está en Cristo y este pequeño monte será la salvación de España”. La Basílica es de estilo neorrománico y está realizada en piedra rosada. Se encuentra emplazada justo al borde de un abismo semicircular. La basílica se inició en el año 1874 y fue bendecida en el año 1901. En su interior se albergan obras de Madrazo, Carducho y Miranda.

El Museo-Exposición está ubicado dentro de la Casa Capitular. Se pueden contemplar las coronas del Niño Jesús y la Virgen, obra de Félix Granda, realizadas en metales preciosos con una rica decoración geométrica. Destaca también la Custodia en forma de Cruz de la Victoria adornada con brillantes; el pectoral y anillo pastoral de amatistas y un crucifijo de marfil del siglo XVI. En el interior del Santuario se realizó la proclamación e investidura del Príncipe de Asturias, heredero de la Corona de España.

Años más tarde el Príncipe heredero visitó el Santuario con la familia real y de esta visita ha quedado un vivo recuerdo en la lápida que se encuentra sobre la fachada de la Casa Capitular: “S.A.R EL PRÍNCIPE DE ASTURIAS DON FELIPE DE BORBÓN VISITÓ EL REAL SITIO DE COVADONGA, CUNA DE LA RECONQUISTA DE ESPAÑA, CON SS.MM LOS REYES. 24 SEPTIEMBRE 1980”

* El presente reportaje fue publicado para el diario EL COMERCIO DE ASTURIAS y se editó dentro de la colección editorial ATLAS VISUAL DE ASTURIAS, en la que tuve el enorme placer de colaborar como redactor y dirigir, allá por los años 1998-1999.

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