SAN JUAN DE LA PEÑA

El cenobio aragonés

 

HAY QUE VER

La iglesia alta,

el Claustro Románico

Área de excavaciones arqueológicas

El Panteón nobiliario o Real

Sala del Concilio

Capilla de San Victorián

Capilla de San Voto

 

SIGLOS X-XIII

Hay una gran falta de datos escritos para estos primeros momentos del monasterio más importante del Aragón altomedieval. La tradición narra la cacería del zaragozano Voto en el que estuvo a punto de perder la vida. Este cazador encontró una cavidad y persuadió a su hermano para instalarse en ese lugar. Con el tiempo fueron llegando más ermitaños que buscaban una vida de retiro y oración. Posiblemente sería el originario foco eremítico que dio origen al monasterio actual.

 

Otra tradición narra que cientos de cristianos levantaron una fortaleza con intención de resistir a los musulmanes al principio del siglo VIII pero que fue destruida por las huestes del emir de Córdoba. Sólo a partir del siglo X se tiene documentación escrita de un centro dedicado a San Juan Bautista donde ya existía  una incipiente comunidad de monjes relacionada con la iglesia mozárabe y la sala contigua en la zona subterránea. Debió sufrir el ataque musulmán de Almanzor que cuentan las crónicas. Los monjes huyeron de estos territorios.

 

A falta de una infraestructura política administrativa fuerte los monasterios suplían tal función organizativa.  De hecho, consiguieron mantener durante largo tiempo un papel político-religioso muy importante en sus territorios e incluso dirigieron la vida económica del entorno. Además se convirtieron en los grandes centros culturales del momento.  El Rey Sancho el Mayor decidió en el 1025 construir el actual San Juan de la Peña sobre el primitivo núcleo. El monasterio será siempre mimado por los reyes aragoneses como centro de interés socio-culltural del entonces pequeño reino aragonés. En el año 1028 se introducía la Regla de  San Benito como directriz a seguir en la vida monástica. De ahí el rey Sancho lo extendería a Leire, Irache, San Millán de la Cogolla, Albelda, Oña y Cardeña.

 

En 1071 se utilizó por primera vez el rito romano para la liturgia en sustitución del visigodo o mozárabe  seguido hasta entonces en las iglesias españolas. Este mismo año el Papa Alejandro II tomaba bajo su protección el monasterio y confirmaba sus posesiones y privilegios. La continua admiración profesada por nobles y monarcas le produjo notables aumentos de propiedades  y de ingresos. San Juan de la Peña se convirtió en un gran señorío que cobraba sus impuestos, rentas y servicios recibiendo continuamente donaciones de nobles caballeros que elegían el lugar para su enterramiento. Además contaban con franquicias de todo tipo y exenciones fiscales aumentándose el patrimonio continuamente.

 

Las nuevas necesidades impuestas por el aumento de visitantes ayudó a que se construyera muy pronto una nueva iglesia la cual fue consagrada en diciembre de 1094 por el obispo Pedro de Jaca, en presencia del rey Pedro I.

 

SIGLOS X AL XIII

Sala del Concilio:  Basada en un supuesto concilio que debería haber celebrado Ramiro I y que no tuvo lugar. Se ha sugerido que esta estancia podría haber sido el anterior dormitorio monacal. Los historiadores la sitúan en el siglo X con reformas posteriores. Tiene planta trapezoidal y está dividida en cuatro tramos por unos arcos de medio punto muy bajos que descansan en pilares en forma de cruz. Estos tramos se cubren con bóveda de cañón. La débil iluminación de la estancia la producen unas aspilleras que derraman la luz hacia el interior abiertas en el grueso muro exterior. Un arco que se encuentra al fondo da paso a la iglesia baja construida en dos momentos  diferentes.

 

Iglesia Mozárabe: Núcleo más antiguo del monasterio formado por un pequeño espacio elevado con dos naves cubiertas por bóvedas de cañón y comunicadas entre sí a través de dos arcos de herradura que apoyan sobre una curiosa columna de fuste anillado más los respectivos ábsides rectangulares a los que se accede por unos arcos. Ábsides en su mayor parte entallados en la misma roca. Una puerta comunica con la gran sala anterior. Se acepta la datación del siglo X. En  las bóvedas de los ábsides se han conservado restos de pintura mural al fresco de la decoración añadida en el siglo XII,  de tipo religioso. Son pinturas que acusan la influencia bizantina por su carácter narrativo y su extremada religiosidad. Recientemente han sido restauradas por Liberto Anglada dado el avanzado estado de deterioro en el que se encontraban por la humedad.

 

Una ampliación posterior fue necesaria para la construcción de la iglesia superior como fue la realización del tramo inmediatamente anterior al núcleo descrito con dos naves comunicadas a través de otros arcos que se sustentan en pilares cruciformes y están cubiertas con bóvedas de cañón reforzadas por arcos fajones.

 

En el suelo, ante las escaleras de acceso a los altares se han identificado las tumbas de varios abades como Juan Briz, Pedro Benito Lanuza, Pedro de Santa Fe, Francisco Blasco de Lanuza y José Ferrer.

 

Subiendo las escaleras se accede al panteón de nobles donde resalta la decoración escultórica de sus nichos. Cariátides, atlantes y otras figuras antropomórficas figuran recorriendo todo el panteón.

 

Frente al panteón se encuentra el museo instalado en las antiguas habitaciones de los abades. Otra puerta conduce a la antigua masadería y al horno del monasterio.

 

La iglesia que se encuentra en el nivel superior es la que se denomina Iglesia alta o románica. Su planta es rectangular irregular  pues se estrecha en sus pies. Dispone de tres ábsides, comunicados entre sí. Están decorados con arquerías ciegas que descansan  en columnas con capiteles de decoración vegetal. Los ábsides a pesar de que cuentan con sus bóvedas propias están encajados en la roca.

 

A partir de la Iglesia alta se llega al claustro que dispone de una puerta con inscripción romana. La decoración de las arquerías se basan en el ajedrezado clásico que domina el monasterio. El variado juego de columnas y machones dotan de espectacularidad al claustro. A pesar del deterioro sufrido por el abandono del mismo en el siglo XIX esta estancia conserva una profusa decoración en los capiteles que rodean toda la estancia. Escenas del génesis, decoración vegetal, animal y antropomorfa Estudios recientes fechan el conjunto a principios del siglo XIII aunque existen indicios de una decoración incluso posterior sobre todo en las escenas identificadas con los evangelistas. Dos capillas, San Victorián del siglo XV y San Voto del siglo XIX y una fuente completan el conjunto.

 

El abandono ha provocado la desaparición de dependencias que estaban documentadas, como la sacristía que se alzaba donde ahora lo hace el Panteón Real. Otras estancias fueron el refectorio y la sala capitular -actual San Victorián-.

 

Se conserva del siglo X una lipsanoteca o caja de madera rectangular que presenta en relieve a los cuatro evangelistas. Es una caja de reliquias donde se guardaban los granos de incienso, fragmentos de la hostia consagrada y otros presentes.

 

SIGLOS XIII A XV

El monasterio extendía todo su dominio sobre el territorio aragonés. El abad contaba con numerosos privilegios y se encontraba a la cabeza de toda la comunidad. En 1233 el Papa Gregorio IX le permitió al abad el uso de la mitra. Tenía voz y voto en las Cortes de Aragón y en las guerras solía acudir al frente acompañado de sus leales servidores o tropas propias compuesta por los hombres de la villa que pertenecían al monasterio.

 

Sin embargo con el siglo XIII comienzan a decaer las donaciones y se hizo necesario buscar nuevas fuentes de ingresos generalizándose el Treudo que consiste en que el monasterio cede sus propiedades en régimen de explotación a cambio de un pago anual  o canon, bien en metálico o bien en especie. Así el monasterio seguía conservando la titularidad. Sin embargo, iniciado el siglo XIV numerosos nobles aragoneses van a tomar numerosas tierras pertenecientes al monasterio, obligando a sus pobladores a buscar nuevas tierras. Disputas por cuestiones ganaderas o de pastos con municipios limítrofes dependientes del monasterio, impago del treudo. Jaime II al ver tal situación le otorgó exención fiscal durante seis años hasta hacerlo de titularidad real para su protección.

 

Incendio de 1375: Los edificios, construidos en madera ardieron con facilidad. Afectó a las habitaciones del abad, el dormitorio monacal y el archivo. La reforma agravó el decadente estado económico del monasterio.

 

En 1394, Pedro de Luna era elegido papa de Aviñón en una época en que la cristiandad estaba dividida entre dos papas diferentes e intervino directamente en el nombramiento de los abades del monasterio.

 

Un pergamino de 1399 señalaba que el Santo Cáliz llegó a estar en el monasterio puesto que San Lorenzo lo envío desde Roma y después de su estancia en varias iglesias pasó al monasterio permaneciendo allí durante siglos. Poco después Martín el Humano manifestó su deseo de poseerlo y se trasladó el mismo a la Aljafería de Zaragoza. Pasó a Barcelona y actualmente se encuentra en la catedral de Valencia.

 

El Santo Cáliz es un vaso derivado de la ágata procedente de un taller oriental -Antioquía o Alejandría- que puede fecharse en el siglo I a.c. El resto fue añadido con posterioridad. El pie lo forma otro vaso con forma de naveta invertida, posee  una inscripción árabe, muy tosca. La parte superior e inferior está  unida por una armadura de oro, formando un tronco con asas o tiradores. La decoración a base de filigranas de oro y perlas, rubíes y dos esmeraldas.

  

SIGLOS XV-XVI

El abad Juan Marqués ordena construir la capilla de San Victorián en 1426 comenzaron las obras y se terminaron en 1433. Posee portada con arquivoltas ligeramente apuntadas profusamente decoradas con motivos vegetales y animales. Toda la portada está flanqueada a ambos lados por dos pináculos trabajados con esmero. Su interior posee bóveda de crucería con los nervios decorados con motivos vegetales y animales. La  importancia de esta capilla radica en que es una de las muestras originarias del gótico flamígero en toda la Península.  En esta capilla se tomaban las decisiones importantes de la vida monástica erigiéndose como una verdadera sala capitular.

 

El abad Casis tuvo numerosos problemas con los territorios que administraba. Fue nombrado secretamente en Roma sin el consentimiento de Fernando el Católico, teniendo graves problemas a su llegada a Aragón. Tanto es así que tuvo que abandonar el cargo para salvar su vida que peligraba. En 1486 se redactaron nuevos estatutos interno que recortaban el poder abacial. A este le siguió Jerónimo Torrero con tan sólo trece años de edad y a su muerte le sucedió Jerónimo Lanuza.

 

Carlos V nombró a Martín Pérez de Oliván nuevo abad. Los dispendios procesados por el papado a otras iglesias aragonesas fueron provocando el decaimiento generalizado del monasterio. Un incendio en 1494 contribuyó a agravar  la situación pues tuvo consecuencias desastrosas para el conjunto monacal. Las reformas necesarias para su mantenimiento en pie provocaron un estado de ruina de la hacienda preocupante.

 

SIGLOS XVII Y XVIII

La capilla dedicada a los santos Voto y Felix se levantó en el ángulo del claustro en el año 1630. Conjuga elementos renacentistas y barrocos. En su interior se puede contemplar un retablo de Pérez Galván en el que se narra el encuentro del cadáver de Juan de Atarés -considerado primer ermitaño- por los dos santos.

 

En el año 1675 se produjo un gran incendio que duró tres días y causó innumerables perdidas. Los problemas de humedad y las cuantiosas perdidas obligaron al abad a trasladar el monasterio  al emplazamiento actual. El sitio escogido fue el Llano de San Indalecio. Comenzaron las obras para la construcción de una iglesia provisional y las estancias de los monjes y transcurridos casi cuarenta años finalizaron las obras en 1714. Los problemas económicos obligaron a una construcción de corte modesta principalmente de ladrillo y madera. Constaba de una plaza rodeada por dos grandes alas de edificaciones con las celdas de los monjes, sala capitular, refectorio, cocina, biblioteca, archivo, hospedería, bodega y despensa, todo ello dispuesto alrededor del claustro.

 

La nueva iglesia consta de tres naves y seis capillas laterales. De ella destaca su rica decoración barroca hecha en piedra. Consta de tres estatuas representando a San Juan, San Indalecio y San Benito en sus respectivas hornacinas, realizadas por el escultor pamplonés Pedro Onofre, sobre un diseño anterior del pintor Francisco del Plano. A este escultor se debe la sillería de nogal para el coro, labrada en 1703, con temas alusivos a San Benito.

 

Aragón se declaró en su mayor parte seguidora del Archiduque Carlos durante la guerra de Sucesión frente a la figura de Felipe V ; sin embargo San Juan de la Peña y el monasterio de Jaca siguieron a este último rey. Tras la victoria de 1707 por las tropas de Felipe en la batalla de Almansa, se decretó la abolición de los fueros del reino de Aragón. El recién proclamado rey respetaba los privilegios individuales a ambos monasterios en agradecimiento por el apoyo incondicional ofrecido durante la contienda.

 

El año 1770 se produjo el acondicionamiento de los sepulcros reales muy deteriorados con el tiempo colocándose la primera piedra en lo que hasta entonces había sido la antigua sacristía de la iglesia románica. Carlos Salas esculpió varias figuras religiosas que destacan por su acabada ejecución. Su obra rodea todo el Panteón Real. Destacan en la estancia cuatro grandes relieves de estuco resaltando varios hechos históricos relevantes de Aragón.

 

SIGLOS XIX Y XX

La invasión napoleónica causará estragos de consideración en su interior. Las tropas francesas toman Huesca y Zaragoza en el año 1809.  En San Juan de la Peña se estableció un núcleo de resistencia antinapoleónica de la mano del guerrillero Sarasa que se refugió en el monasterio ese mismo verano pero tras sufrir el asedio e incendio de los franceses se vio obligado a abandonarlo. Iniciada la retirada de los franceses en 1813 los monjes regresaron al monasterio pero el estado general era tan deplorable que se hacía necesaria una rápida reparación.

 

Será con el decreto desamortizador de 1835 cuando más se resienta lo atesorado en el monasterio. Numerosos libros fueron extraídos por los saqueadores que acudieron al monasterio tras abandonarlo los monjes. Este decreto suponía el punto final para San Juan de la Peña. La primera y más grave consecuencia fue la dispersión de la comunidad pinatense y la liquidación total de su patrimonio. En el año 1843, trasladados sus restos a la catedral de Jaca y tras sufrir el expolio derivado del vandalismo, fue cedida a la Diputación de Huesca con el encargo de conservar y preservar lo poco que quedaba en pie.

 

El Monasterio bajo fue declarado Monumento Histórico Artístico Nacional en 1889 por sus méritos históricos y la Diputación de Huesca lo transfirió al Estado un año después. Transcurrieron diez años hasta el proyecto de restauración del arquitecto Ricardo Magdalena que se basaba en renovación de desagües y sistema de alcantarillado. En 1903 era visitado por el rey Alfonso XIII.

 

1928 :Proyecto de Bruno Farina, trabajos de consolidación, conservación y limpieza.

1934-35 y 1940-41 :  Francisco Iñiguez : Consolidación de bóvedas y arcos. El Claustro se abre al exterior.

1955-56 : Fernando Chueca : Reformas en la Sala del Concilio y su nivel superior, actualmente convertido en museo.

1980 : Llega la iluminación interior al monasterio en sus principales dependencias según los planos de Andrés Abásolo y José de Antonio.

198384 y 1985-86. Ramón Bescós contempla la total restauración del monasterio -solución de filtraciones de húmeda y canalizaciones de agua-.

 

Nuevas excavaciones arqueológicas han dado a luz un yacimiento relacionado con una necrópolis medieval al lado izquierdo del monasterio, en las cercanías de la iglesia alta.

 

La Biblioteca Nacional de Madrid conserva diversas obras del monasterio y entre ellas la Biblia de San Juan de la Peña, ejemplar del siglo XI, manuscrito bíblico  aragonés de mayor antigüedad. Escrito en visigótico con una letra muy cuidada. Otro libro es la Crónica de San Juan de la Peña que se conserva en varias versiones, latín, catalán y aragonés, escrita en la segunda mitad del siglo XIV, por orden del rey Pedro IV. También se encuentra el llamado Libro Gótico o cartulario aragonés, donde se contemplaban los privilegios y donaciones alcanzadas por el monasterio. Otros son el Libro de San Voto, Libro de los Privilegios, etc.

 

El cronista Francisco Andrés de Uztarroz señala como en el año 1626 fue extraído del monasterio un gran número de libros manuscritos con la intención de pasar a la colección privada del Conde-Duque de Olivares. 

 

 * El presente trabajo forma parte de una serie de reportajes realizados para prensa con destino a SUPLEMENTOS DE VIAJEROS que editaron un gran número de medios prensa regionales de este país; entre otros ALERTA DE CANTABRIA, LANZA DE CIUDAD REAL, FAROS DE CARTAGENA, CEUTA Y MELILLA, PUBLICACIONES DEL SUR, DIARIO DE JEREZ, DIARIO DE CÁDIZ, FARO DE VIGO, GUADALAJARA 2000, etc

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