TEMPLARIOS EN LA COMUNIDAD VALENCIANA

La orden de los Templarios
Orden militar fundada a principios del siglo XII por Hugo de Payens y Godofredo de Saint-Omer, con otros siete caballeros franceses, con el fin de amparar y socorrer a los peregrinos que acudían a visitar los Santos Lugares, la mayor parte de los cuales corría el peligro de caer en manos de ladrones y sarracenos. Con el título de “pobres soldados de Jesucristo” profesaron ante el patriarca de Jerusalén en 1118, haciendo votos de pobreza, castidad, obediencia y se comprometieron a defender a los peregrinos y asegurar el transito por los caminos que llevaban a Tierra Santa.

El fundador y maestro Hugo de Payens visitó Francia, Inglaterra, Portugal, Castilla, Aragón, Cataluña y otros reinos, en todos ellos recibió una gran acogida. A su finalidad primitiva se unió la de la lucha contra el infiel, y esto les llevó a tomar parte en las cruzadas y en las guerras contra los reinos musulmanes de la península Ibérica siendo su papel muy relevante en la conquista cristiana de nuestras tierras.

Actuación de las órdenes militares en la Corona de Aragón
En la Corona de Aragón las ordenes militares, no solo la orden Templaria sino también la del Hospital, Calatrava, San Jaime y San Jordi y el Santo Sepulcro, tuvieron una actuación decisiva en las fronteras de la conquista cristiana en los siglos XII y XIII. Constituyeron un conjunto de ejércitos en pie de guerra permanentemente, únicos por su solidaridad y cohesión, por su desinterés y por su “espíritu”. Sus múltiples posesiones les proporcionaron un notable capital para la guerra y la colonización de la frontera. Poseían organización, experiencia, habilidad y autonomía prácticamente total. Por encima de todo combinaban en una sola vocación los dos entusiasmos de esta época valerosa: el heroísmo del monasterio y el heroísmo de la guerra.

Los Templarios brazos de hierro para los reyes de Aragón
Los caballeros del Temple lucharon valerosamente junto a los reyes de la corona de Aragón y hacia mediados del siglo XII ya estaban sólidamente establecidos en sus territorios. Desde esta época son numerosos los privilegios y donaciones de casi todos los reyes siendo la más importante la de Alfonso I, el Batallador, que les hizo herederos con los Hospitalarios y los caballeros del Santo Sepulcro de sus reinos de Aragón y Navarra, aunque, a su muerte, no fue aceptado el testamento. Ramón Berenguer IV les concedió diversos castillos, villas, rentas y exención de tributos y otros privilegios. Los caballeros Templarios sirvieron, también, a Alfonso II y Pedro II. Con este último comenzó su actuación en tierras valencianas, hacia 1210, prestando gran ayuda en la conquista de los castillos de Ademúz, Castielfabib y Sertella.

Jaime I y los Templarios
Su papel en el reinado de Jaime I fue fundamental. Siendo aún un niño necesitó un protector, cuando prematuramente murió su padre Pedro II, el Papa Inocencio III eligió en 1214 al maestro del Temple en Aragón Guillen de Montredón como su tutor hasta su mayoría de edad. Desde este primer momento y durante toda su vida los Templarios fueron sus consejeros fieles, asesores y compañeros de armas, acompañando a Jaime en la conquista tanto de Mallorca como del Reino de Valencia. Los contingentes de Templarios y Hospitalarios fueron los auténticos brazos armados del conquistador que en compensación por su ayuda fueron heredados rica y ampliamente.

Posesiones de los Templarios en la Comunidad Valenciana
Su ayuda en la conquista del Reino de Valencia fue ampliamente recompensada. Con el rey Alfonso en 1169 comenzaron las predonaciones al Temple que incluían los castillos y villas de Oropesa y Chivert. En 1211 del rey Pedro recibieron los pueblos y la torre de Ruzafa, el pueblo de Cantavella y el castillo y término de Culla.

Pero fue con Jaime I cuando sus posesiones se incrementaron enormemente, les concedió el castillo de Pulpis (1227), Chivert (1233), los pueblos de Mantella y Benahamet y en el mismo año un tercio de la ciudad de Burriana.

En 1237 el pueblo de Seca y la mitad de las dársenas de Denia, los pueblos fortificados de Moncada y Carpesa, un sector de la villa de Liria.

Peñíscola que había sido prometida a los Templarios tiempo atrás fue concedida en 1294 junto con Albocacer, Ares, Benicarló, Cuevas de Vinromá, Serratella, Tirig, la torres de los Domeges, Villanueva de Alcolea, Vinaroz y muchas oras posesiones menores.

En la ciudad de Valencia recibieron la torre central de la defensa con un largo sector de la muralla y la barbacana, también unas calles de la ciudad en la parroquia de San Esteve, con cincuenta casas. Había, así mismo, tierras incluidas en esta donación.

Además recibieron los Templarios numerosas posesiones a través de legados y testamentos de particulares.

El castillo de Peñíscola y la presencia de los enigmáticos templarios
El castillo de Peñíscola pasó a manos de los Templarios en 1294, maestros en el arte de la fortificación, comenzaron a sentar fábrica de un nuevo castillo sobre el árabe. Construyeron la admirable obra, híbrida de castillo, cenobio y palacio entre 1294 y 1307, análoga a las fortificaciones que los cruzados levantaron en Siria y Palestina.

Algunas hipótesis indican la atracción e interés de los templarios por Peñíscola, dado el supuesto sustrato espiritual de la zona ya que los Templarios cultivaban niveles superiores de percepción e incluso aplicaban sus principios en las construcciones. Se dice, así mismo, que los caballeros de la orden conocían o intuían la realidad paranormal de algunos lugares, levantando sus fortalezas conteniendo desde su misma planta una especie de elementos estructurales coincidentes con toda una manifestación numerológica mágica.

Los Templarios y el espíritu de la cruzada
Los Templarios se habían extendido ampliamente por el nuevo reino y habían echado raíces profundas. Su túnica blanca con la cruz roja se podía ver en la capital, en el campo y en la frontera meridional. En tiempo de paz eran una garantía de seguridad; en tiempo de peligro estaban entre las primeras tropas en pie de guerra.

En su vida monástica diaria y en su ministerio eran un símbolo y un ejemplo para los emigrantes cristianos en Valencia.

En su experiencia de guerreros y en sus proyectos de poblamiento representaban la persistencia del espíritu original de la cruzada.

En Valencia sus tradiciones caballerescas no se van a empañar durante entre siglo (XIII). “Más puros en ideales y menos ambiciosos” que los caballeros religiosos de otras regiones, aquí su influencia era debida no a su habilidad política sino al excelente espíritu militar de sus guerreros.

El final de la orden
La orden del Temple consiguió tal poder, riquezas e influencia que empezó a ser temida por los reyes. A finales del siglo XIII surgieron acusaciones acerca de su falta de caridad, su ineficacia y su afán de poder.

El rey de Francia Felipe el Hermoso desató contra la Orden una gran persecución en 1307. Montó contra el Temple un cruel proceso lleno de falsedades hasta conseguir la condena de la Orden.

Los Papas en Avignon, prisioneros del rey francés se vieron coaccionados y pidieron a los demás soberanos de Europa que procedieran contra los Templarios, en especial Clemente V. La persecución que se estaba produciendo en Francia provocó indignación en la Corona de Aragón.

Jaime II en un primer momento defendió a la Orden, después pidió a la Inquisición que abriera un proceso contra ellos. La minuciosa investigación reconoció su inocencia en 1312, pero el rey ordenó que se dispersaran como tales templarios.

Se sustituyó esta orden por la de Montesa con las propiedades del Temple y el Hospital.

* Artículo realizado en colaboración con la especialista en Historia Medieval por la Universidad de Valencia Dña. Nieves Monsuri, para la obra ATLAS VISUAL DE LA COMUNIDAD VALENCIANA, publicado en LAS PROVINCIAS en el año 1999.

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