continuación: viene de la pág 1

 

En págs. 10 y 11 del tomo primero Chateaubriand entiende por revolución “el cambio total del gobierno de un Estado, bien sea de monárquico en republicano, bien de republicano en monárquico”. El autor reconoce cinco revoluciones antiguas y siete modernas. Las primeras son “el establecimiento de las repúblicas en la Grecia; su servidumbre bajo el yugo de Filipo y de Alejandro, con las conquistas de este héroe; la caída de los emperadores en Roma; la ruina del gobierno popular efectuada por los Césares; y en fin, la destrucción de su imperio por los bárbaros”. En el ciclo de las modernas se inscriben “la república de Florencia, la de Suiza, las agitaciones del reinado del rey Juan, la Liga en tiempo de Enrique IV, la unión de las provincias belgas, los desastres de Inglaterra durante el reinado de Carlos I y de la erección en nación libre de los Estado Unidos de América”.

El vizconde de Chateaubriand equipara algunos estados y regiones antiguas y modernas. Así efectúa comparaciones entre Atenas y Francia, Tiro y Holanda, Cartago e Inglaterra, la Península Ibérica y el Imperio Español de América, Egipto e Italia, las colonias helénicas de Magna Grecia y las islas francesas del Nuevo Mundo, Escitia y Suiza, Macedonia y Prusia, Persia y Alemania y Flandes con las ciudades griegas de Jonia. Gran interés tiene en las págs. 34 – 35 del libro de apertura su doble caracterización de Licurgo como revolucionario y legislador.

Desde la pág. 55 a la 57 del mismo volumen se establecen algunas similitudes entre ciertas medidas legislativas de Licurgo y Robespierre: “Además el gran cambio que verificó Licurgo en Lacedemonia, más lo hizo en los reglamentos morales y civiles que en las cosas políticas. Instituyó los banquetes públicos y los lesches, o sea reuniones políticas; desterró el oro y las ciencias, ordenó el empadronamiento de hombres y propiedades, repartió la propiedad, y estableció la comunidad de niños, y la casi comunidad de mujeres. Los jacobinos, siguiéndole paso a paso en sus violentas reformas, pretendieron también destruir el comercio, extirpar las letras, tener gimnasios, filitios o banquetes, y clubs; quisieron obligar a las vírgenes y a las jóvenes esposas a recibir a su pesar un esposo; y principalmente pusieron en uso los alistamientos, preparándose a promulgar las leyes agrarias”.

En el segundo tomo tienen interés las tablas comparativas de los distintos pueblos hostiles a Grecia y a la Francia revolucionaria entre 504 a.C. (ataque de los helenos a Lidia) y la paz general de 449 a.C. y desde el 29 de abril de 1792 (fracaso de la invasión francesa en los Países Bajos dependientes del Sacro Imperio) a los preliminares de la paz en diciembre de 1796. Estos esquemas se extienden entre la págs. 103 y 106. La lista de enemigos de Atenas comprende: estados propiamente dichos del rey de los persas (Persia, Media, Babilonia); sátrapas de Persia (Lidia, Armenia, Panfilia, etc...); aliados (diversos pueblos árabes, diversos reyes de Tracia, Macedonia); potencias marítimas (Cartago, Tiro, Egipto, Jonia, Beocia, Argólida, varias islas del Mar Egeo); griegos emigrados (Hippias, príncipe de Atenas, etc...); y naciones neutrales (escitas, pueblos de Italia, tesalianos, cretenses y otros varios). Son adversarios de Francia: Alemania; estados propiamente dichos del emperador (Hungría, Bohemia, Austria, Brabante, Lombardía, etc...); estados del Imperio (Baviera, Sajonia, electorados de Tréveris y Hannover, etc...); aliados (Rusia, príncipes de Italia, España, Prusia, Inglaterra, Holanda); provincias sublevadas (Vendée, Morbihan, Lionesado, Provenza y otros varios departamentos); emigrados franceses (los Borbones, etc...); y naciones neutrales (Suiza, Dinamarca, Suecia, ciudades hanseáticas y Estados Unidos de América).

 

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