Ernst Robert Curtius señala dos elementos continuos en los plantos . Uno es la Muerte y otro el menosprecio del mundo ( de contemptu mundi en latín) que se consigue en base al juego de esos tres factores: la Muerte que no cesa, el tiempo que no para y la Rueda de la Fortuna que no se detiene. Los modelos inmediatos de Jorge Manrique son don Sem Tob, Álvarez de Villasandino, Ferrán Sánchez de Calavera, Pérez de Guzmán, el Marqués de Santillana, Juan de Mena, los poetas del Cancionero de Baena y Gómez Manrique. La Copla I presenta una llamada de atención al lector, un verso de transición, unos matices explicativos y exhortativos por medio de unas anáforas y acaba con la célebre sentencia:
La llamada de atención al lector responde al eco en Manrique del De oratote de Cicerón donde se exponen las ideas de prodescere , deleitare y movere que han de dirigir la génesis de toda obra literaria. Entre las Coplas II y VI el poeta analiza las razones que impulsan a las personas a efectuar acciones erróneas. La Copla VII introduce los tópicos del paso del tiempo, la Rueda de la Fortuna y la Muerte. Desde la VIII a la XIII Jorge Manrique observa las consecuencias del paso del tiempo en la belleza y formas corporales, la nobleza y la sangre (a las que reputa provistas de alguna apariencia mayor), los estados y riquezas (algo más firmes aunque atacados de continuo por la Rueda de la Fortuna) y los placeres y dulzores. Ello le impulsa a constatar la destrucción del cuerpo y el reforzamiento del espíritu. Sin embargo Manrique no ve al mundo malo por sí magüer su crítica a su excesivo aprecio con olvido del alma.
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