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Todos los kouroi muestran algunos elementos tomados de Egipto y otros de las islas griegas del Egeo. Asumen del arte egipcio su frontalidad, la simetría rígida y total, la división del cuerpo en dos, la tendencia a geometrizar por medio de pequeños triángulos, la postura de brazos y puños cerrados al cuerpo y el peinado a base de grandes tirabuzones. Los tirabuzones soslayan las dificultades que acarrea la ejecución del cuello que es la parte más quebradiza de la cabeza. Asimismo responden a la aludida tendencia a geometrizar la escultura mediante triángulos que se aprecian de modo particular en las rótulas y tirabuzones. Los kouroi adoptan de las islas griegas del Egeo el modelado que les imprime un mayor realismo, la sonrisa arcaica (impropiamente llamada eginética por considerarla exclusiva de Egina) y la costumbre de avanzar un plano el pie a fin de conseguir una sustentación. Pero dado que el resto del cuerpo se mantiene estático los kouroi se articulan en dos planos: el primero alusivo al pie y el segundo referente al cuerpo . Los más famosos kouroi son el Efebo Rubio (Atenas, Museo de la Acrópolis) y el Apolo Strangford (Londres, Museo Británico). El cenit de estas figuras se halla en el Muscóforo (Atenas, Museo de la Acrópolis) que se fecha hacia 525 a.C. El Muscóforo presenta las novedades de sustituir los tirabuzones por rizos difundidos por la cabeza entera y llevar un ternero sobre los hombros. Los cristianos se inspirarán en el Muscóforo para crear la iconografía del Buen Pastor aunque reemplazan al ternero por una oveja.

También se ha discutido en torno al sentido de las korai que surgen en la segunda mitad del siglo VI a.C. La exégesis tradicional veía en ellas a la diosa Atenea por lo que las denominan ateneas los libros antiguos. Hoy se amplia esa interpretación a posibles representaciones de sacerdotisas o doncellas consagradas al servicio de los templos quienes poseen igualmente idiosincrasia religiosa. Existen dos variantes de korai . Una es la dórica cuyo peplos se compone de una falda rígida por completo que no permite adivinar el interior de la figura y unas telas fuertes que caen en formas rectas. La segunda variedad es la koré jónica. Su peplos es más adornado y decorativo, de traza muy fina y con los pliegues muy menudos, rizados y pequeños. Lleva hymation o manto que cae sobre el pecho dejando un hombro cubierto y otro descubierto y crea una línea vertical contrapuesta a la horizontal. La koré jónica será adoptada por el arte clásico al permitir el estudio del desnudo.

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