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ESTROFA IX SIGUIENTE

No la Trinacria en sus montañas fiera
armó de crüeldad, calzó de viento,
que redima feroz, salve ligera,
su piel manchada de colores ciento:
pellico es ya la que en los bosques era
mortal horror al que, con paso lento,
los bueyes a su albergue reducía,
pisando la dudosa luz del día.

Comentarios:

El impacto del primer encuentro con Polifemo ya ha pasado, ahora que el narrador ya nos ha impresionado con su terrorífico aspecto, la descripción se vuelve más pausada. Ahora nos habla como quien cuenta suavemente una historia inquietante:

No la Trinacria en sus montañas fiera
armó de crüeldad, calzó de viento,
que redima feróz, salve ligera,
su piel manchada de colores ciento:
Los versos primero y cuarto son sáficos (tienen sus acentos principales en las sílabas cuarta y octava), mientras que los intermedios tienen su acento principal en la sexta (todo endecasílabo ha de ser de uno de estos dos tipos) y ambos son bimembres. Todo ello ralentiza el ritmo de la estrofa. Además su lectura requiere atención (como toda historia intrigante), pues contiene una correlación entre los respectivos hemistiquios de los versos segundo y tercero: No hay fiera tan cruel que pueda plantar cara a Polifemo para salvar su piel ni fiera tan rápida que pueda salvarla huyendo. La expresión calzó de viento es especialmente elegante.

Además aquí tenemos un buen ejemplo de la reformulación lógica de la realidad que Góngora realiza a menudo: en lugar de decir que en Sicilia no hay fieras suficientemente crueles o veloces para enfrentarse a Polifemo, Góngora evita la construcción impersonal y convierte a Sicilia en el sujeto de la frase: Sicilia no produce fieras suficientemente crueles o veloces. Así da a entender que Polifemo domina la isla.

pellico es ya la que en los bosques era
mortal horror al que, con paso lento,
los bueyes a su albergue reducía,
pisando la dudosa luz del día.
Ahora una sobrecogedora imagen de un pastor atacado por una fiera sirve como contrapunto para enfatizar lo dicho en la primera parte: esa misma fiera, ante Polifemo, acaba convertida en pellico.

Hay que destacar la expresividad del último verso: pisando la dudosa luz del día, es decir, pisando el suelo apenas iluminado por la tenue luz del anochecer.

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