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de sitio mejorada, atenta mira
en la disposición robusta aquello
que si por lo süave no la admira,
es fuerza que la admire por lo bello.
Del casi tramontado Sol aspira
a los confusos rayos, su cabello;
flores su bozo es, cuyas colores,
como duerme la luz, niegan las flores.

Comentarios:

Aquí empieza la descripción de Acis o, más exactamente, la impresión que causa en Galatea. La ninfa, confiando en que Acis está dormida deja su escondite y baja hasta ponerse frente a Acis, tal vez a una distancia prudente. (Esto está implícito en la estrofa XXXVIII, pero conviene comentarlo aquí para comprender la situación.) Éste es su primer juicio:

de sitio mejorada, atenta mira
en la disposición robusta aquello
que si por lo süave no la admira,
es fuerza que la admire por lo bello.
Acis es robusto y no puede decirse que sea suave y refinado, como lo eran Glauco y Palemo, pero —precisamente por eso— es bello, y Galatea no puede pensar otra cosa. A continuación Galatea se fija más detenidamente en lo que está viendo:
Del casi tramontado Sol aspira
a los confusos rayos, su cabello;
flores su bozo es, cuyas colores,
como duerme la luz, niegan las flores.
No hay que concluir de aquí que esté anocheciendo. Al contrario, poco antes el Sol estaba en lo más alto. Lo que afirman estos versos es que la cara de Acis se asemeja a un anochecer: sus cabellos son rubios como el Sol poco antes de ponerse, su barba corta es como las flores al anochecer, cuando se cierran en capullos y, es lógico que así sea pues, como sus ojos están cerrados (como se ha puesto el Sol), las flores niegan sus colores.

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