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MUNDO A MITAD DEL SIGLO XIX |
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En 1850, la población
de los Estados Unidos de América superaba los 23 millones
de habitantes (sin contar a los indios, claro). Era mayor que la
de Gran Bretaña, aunque inferior a la de Francia en unos 10
millones de personas, y estaba aumentando a un ritmo vertiginoso,
en gran parte por la "fiebre del oro" que se había desatado
en California, pero también por la inmigración de
irlandeses que huían del hambre, así como de
exiliados políticos europeos. El sur del país era
esenciamente agrícola, y se había convertido en el
mayor productor mundial de algodón. Las plantaciones
sureñas abastecían a la voraz industria textil
británica, que a su vez saturaba los mercados mundiales con
sus tejidos. La mano de obra de esas plantaciones de
algodón era en su práctica totalidad mano de obra
esclava. Se estima había entonces unos tres millones de
esclavos. Gran Bretaña estaba presionando a todos los
países occidentales para que abolieran la esclavitud, pero
lo máximo que había conseguido con los Estados
Unidos era que prohibieran el tráfico de esclavos. No era
un grave inconveniente para los esclavistas, pues la
población negra aumentaba a razón de unas 70.000
personas por año. No obstante, los Estados del norte eran
los primeros en condenar la esclavitud, cada vez con más
vehemencia. El Partido de la
Tierra Libre había conseguido 9 representantes y 2
senadores en las últimas elecciones, y había
más congresistas simpatizantes con el abolicionismo, aunque
no militaran en dicho partido. Por su parte, la iniciativa
ciudadana había organizado el "ferrocarril subterráneo", que ayudaba a
escapar a casi un millar de esclavos al año.
La economía del norte de los Estados Unidos era
radicalmente distinta de la sureña. Se sustentaba, por una
parte, en pequeños granjeros y ganaderos, y por otra en una
industria y un comercio cada vez más desarrollados. Era el
norte el que estaba poniendo paulatinamente a los Estados Unidos a
la altura de las potencias europeas: las líneas de
ferrocarril y de telégrafos se iban extendiendo por el
vasto territorio nacional y las universidades estadounidenses
contaban cada vez con personal más cualificado.
También era el norte el que recibía el grueso de la
inmigración, pues un recién llegado poco
podía hacer para ganarse la vida en un estado esclavista,
donde los trabajos "fáciles" los hacían los negros
con coste mínimo (y, además, los inmigrantes
europeos eran mayoritariamente antiesclavistas). En suma, el norte
era tierra de emprendedores y el sur tierra de oligarcas recelosos
de los cambios.
El conflicto político-económico entre los estados
del norte y del sur se había mantenido hasta entonces en un
delicado equilibrio gracias a la paridad en el Senado, donde cada
Estado contaba con dos representantes, y había exactamente
15 Estados esclavistas y 15 Estados libres. Otro de los pilares de
ese equilibrio era el compromiso
de Misuri, alcanzado treinta años atrás
gracias a la diplomacia de Henry Clay, conocido por ello como el gran compromisario, o el gran pacificador, por el
que los nuevos Estados situados al sur del paralelo 36° 30'
serían esclavistas, y los situados al norte de dicha
línea divisoria serían libres. Sin embargo, ahora se
presentaba un problema, y era que se estaban realizando las
gestiones para admitir a California como nuevo Estado y, aunque
estaba situado al sur de la línea del compromiso de Misuri y, por
consiguiente, debía ser un Estado esclavista, le faltaba
algo esencial para que pudiera serlo: ¡no tenía
esclavos!, ni sus habitantes tenían ningún
interés en tenerlos. Más aún, los
antiesclavistas seguían intentando que el Congreso aprobara
la salvedad de Wilmot,
por la que la esclavitud estaría prohibida en todo el
territorio conquistado a México. Lo cierto era que los
colonos que gradualmente estaban afluyendo a estos territorios
provenían mayoritariamente del norte y eran
antiesclavistas. Así, los Estados sureños
habían promovido la guerra contra México esperando
extender el número de Estados esclavistas —y, por
consiguiente, su peso en el Senado— y ahora se encontraban con que
todo su esfuerzo iba a redundar en beneficio de los
abolicionistas.
Henry Clay tenía ya 73 años, pero seguía en
el Congreso y se embarcó por segunda vez en la
difícil tarea de llegar a un compromiso. Para ello propuso
cuatro pares de acuerdos:
El 5 y el 6 de febrero Clay intervino en el senado en favor
del compromiso. No le faltaron fuerzas para defenderlo con
vehemencia.
Había otra cuestión que estaba generando inquietud
en ciertos sectores de los Estados Unidos, aunque mucho más
minoritarios, y era la continua afluencia de católicos,
especialmente de irlandeses, a consecuencia de la hambruna que
afectaba a su país. Ello había dado lugar a la
creación de pequeñas agrupaciones "nativistas", es decir,
defensoras de los estadounidenses "de pura cepa" frente a los
inmigrantes extranjeros, especialmente los católicos. Ese
año Charles Allen
fundó en Nueva York la Orden
de
la bandera estrellada, una sociedad secreta que
exigía a sus miembros tener veintiún años
cumplidos, ser protestante y estar dispuesto a obedecer los
dictados de la orden sin cuestionarlos. Sus miembros fueron
popularmente conocidos como "know
nothings" (no-sé-nadas), porque entre los
"dictados" estaba el de responder "no sé nada" ante cualquier
interrogatorio policial sobre la sociedad secreta.
El 20 de febrero murió
el emperador chino Daoguang, que fue sucedido por su hijo Xianfeng, de diecinueve
años.
El 21 de febrero una asamblea
general aprobó oficialmente la constitución de la
colonia socialista de Étienne Cabet en Nauvoo. Durante los
años siguientes recibió una gran afluencia de
colonos, tanto estadounidenses como franceses. Durante la primera
mitad del siglo XIX, diversos falansterios organizados
según las ideas de Charles Fourier habían tenido
destinos diversos: uno organizado en Brooklyn había durado
unos meses, otro fundado en Northhampton había durado seis
años, otro en Boston otros seis años, mientras que
la North American Phalanx,
fundada en Nueva Jersey por Albert
Brisbane siete años atrás, seguía en
marcha.
Entre los más radicales adversarios de Clay estaba John C.
Calhoun, que a sus 68 años estaba demasiado enfermo para
poder hablar, y el 4 de marzo
otro senador tuvo que leer su discurso. Calhoun no estaba
dispuesto a admitir una mayoría antiesclavista en el
Senado. Si era necesario, para garantizar la igualdad de fuerzas
habría que elegir dos presidentes de los Estados Unidos,
uno esclavista y otro antiesclavista, con poder para vetarse
mutuamente.
El 7 de marzo habló
Daniel Webster, a la sazón secretario de Estado. Siempre se
había opuesto a la esclavitud, pero ya había quienes
hablaban de secesión y Webster consideraba que la
desmembración de los Estados Unidos no era un precio
aceptable por la abolición de la esclavitud:
¡Secesión! ¡Secesión pacífica! Señor, sus ojos y los míos no están destinados a ver ese milagro. ¡El desmembramiento de este vasto país sin convulsiones! No puede existir algo como una secesión pacífica. La secesión pacífica es totalmente imposible...
Fue su elocuencia en este discurso la principal responsable de
que finalmente se llegara a un compromiso, para indignación
de los abolicionistas, que hasta la fecha lo habían
respetado, pero que a partir de ese momento lo consideraron un
traidor a su causa.
Pero el compromiso de Clay también se encontró con
la oposición vehemente de algunos abolicionistas. Entre
ellos destacó el senador por Nueva York William Henry Seward, que el 11 de marzo pronunció un
discurso en el que se oponía vehementemente a toda
extensión de la esclavitud a nuevos Estados. Aunque
admitía que, según la Constitución, el
Congreso tenía autoridad para permitir la creación
de nuevos Estados esclavistas, sostenía que eso no
podía hacerse porque "hay
una Ley superior a la Constitución". Se
refería a la ley de Dios, pero cualquier esclavista no
tenía más que abrir la Biblia, por ejemplo por Ex. XXI, para mostrarle la
palabra de Dios:
Éstas son las normas que darás a los israelitas: Si compras un esclavo hebreo, él prestará servicios durante seis años, y al séptimo año, quedará en libertad sin pagar nada. [Por ser hebreo, si no, de libertad nada.] Si entró solo, saldrá solo; si tenía mujer, su mujer saldrá con él. Si su dueño le dio una mujer y ella le dio hijos o hijas, la mujer y los hijos serán para su dueño, y él se irá solo. Pero si el esclavo declara expresamente: "Yo amo a mi señor, a mi mujer y a mis hijos, y por eso no quiero quedar en libertad", su dueño lo presentará delante de Dios, lo acercará a la puerta de su casa o al poste de la puerta, y le perforará la oreja con una lezna. Así el esclavo quedará a su servicio para siempre. Si un hombre vende a su hija como esclava, ella no saldrá en libertad como salen los esclavos...
Finalmente se aprobó el llamado "compromiso de 1850". Texas se negó a ser
fraccionada, pero por lo demás se acordó desarrollar
las propuestas de Clay mediante leyes oportunas.
El crecimiento de California inmediatamente después de su
anexión a los Estados Unidos había sido
espectacular. La afluencia masiva de buscadores de oro, juntamente
con la marcha al oeste de los mormones de Brigham Young,
marcó una de las primeras etapas de "la conquista del
lejano oeste", que se iniciaba a la sazón ante la
disponibilidad de medio continente casi virgen que ofrecía
posibilidades ilimitadas a los pioneros que aceptaran el reto. Uno
de los mayores beneficiados por la colonización del lejano
oeste fue Samuel Colt. Las patentes de sus revólveres le
habían proporcionado prácticamente el monopolio de
la fabricación de armas cortas, que vendía a precios
muy económicos. Hay una conocida frase de la que han
derivado múltiples variantes que al parecer proviene de uno
de sus eslóganes publicitarios: Dios no hizo a los hombres iguales, Sam Colt sí.
En los dos últimos años había vendido unos
7.000 revólveres, y en los años siguientes las
ventas aumentarían sensiblemente, tanto en los Estados
Unidos como en Europa.
No toda la emigración al oeste fue voluntaria. Los
únicos indios que vivían sin control al este de
Mississippi (es decir, en sus propias reservas, sin estar
integrados en la sociedad estadounidense) eran los
Semínolas de Florida. Eran unos pocos centenares, pero para
los colonos eran todo un trastorno. Tras sobornar a algunos jefes,
74 indios habían embarcado hacia Nueva Orleans, pero estaba
claro que el resto no consentiría en marcharse por las
buenas y los incidentes sangrientos no dejaban de producirse de
tanto en tanto.
Al sur de los Estados Unidos, las ex-colonias españolas,
con sus constituciones y gobiernos republicanos, seguían
siendo parodias de la federación estadounidense:
La situación política en España no estaba
muy lejos de la de muchos países sudamericanos. Desde la
muerte del rey Fernando VII España había sufrido dos
guerras civiles que habían puesto a la reina Isabel II en
manos de los militares, de tal modo que actualmente dominaban la
política. El pretendiente carlista, el "rey" Carlos VI, o
Carlos Luis de Borbón y Braganza, se casó ese
año con Carlolina de
Borbón-Dos Sicilias, hermana del rey Fernando II
de las Dos Sicilias, y se estableció en el reino de su
suegro. España contaba a la sazón con unos 15
millones de habitantes, de los cuales 12 millones no sabían
leer ni escribir, y de los restantes, apenas 200.000 tenían
derecho a voto. Recientemente se había creado un partido democrático,
escindido del partido progresista, que demandaba el sufragio
universal, la desamortización de todos los bienes de la
Iglesia, la abolición del servicio militar obligatorio y el
reconocimiento pleno de los derechos y libertades individuales,
pero de momento no era más que una asociación
clandestina sin ninguna repercusión práctica. Dos
años antes se había inaugurado la primera
línea ferroviaria del país, que unía
Barcelona con Mataró
(28 km) y actualmente estaba en construcción una segunda
línea que uniría Madrid y Aranjuez.
En Europa la explosión de liberalismo conocida como "la
primavera de los pueblos" estaba siendo contenida. A la cabeza de
la reacción estaba el joven emperador Francisco José
I de Austria, que había tomado firmemente las riendas de un
imperio al que poco le había faltado para desmembrarse. El
miedo a la anarquía había movido a los reyes
alemanes a alinearse con Austria, dejando en una incómoda
situación al rey Federico Guillermo IV de Prusia, que
había tratado de canalizar en su beneficio las aspiraciones
unionistas de los nacionalistas alemanes. Uno de los pasos que
había dado y que ahora le resultaba más embarazoso
(por lo difícil de dar marcha atrás) era el de
apoyar la revuelta de los ducados de Schleswig-Holstein contra
Dinamarca. El problema no eran tanto los daneses, más o
menos inofensivos (incluso contando con el apoyo del rey
Óscar I de Suecia), como el zar Nicolás I de Rusia.
Defensor a ultranza de los derechos monárquicos,
había ayudado a Austria a recuperar el control sobre
Hungría y estaba igualmente dispuesto a ayudar al rey
Federico VII de Dinamarca si éste se mostraba incapaz de
contener la revuelta por sí solo. Por otra parte, el zar ya
estaba disgustado con Federico Guillermo IV por la sumisión
que había mostrado ante el parlamento de Frankfurt. Con lo
tensas que estaban las relaciones entre Austria y Prusia, la
guerra contra Dinamarca podía ser la excusa perfecta para
que Austria y Rusia se aliaran contra Prusia, y eso era algo a lo
que que Federico Guillermo IV prefería no tener que
enfrentarse.
Pese a todo, el nacionalismo alemán seguía pujante,
mucho menos abatido que los nacionalismos húngaro, bohemio,
o italiano, que, no obstante, permanecían latentes.
Garibaldi, tras perder a su esposa, se había visto obligado
a exiliarse y ahora estaba en Nueva York. El rey Víctor
Manuel II de Cerdeña parecía haber dado un giro
radical a la política nacionalista de su padre Carlos
Alberto. Se calcula que en Nápoles había unos 40.000
presos políticos. Las técnicas represivas del rey
Fernando II escandalizaban a los diplomáticos
británicos. Por esa época Gran Bretaña estaba
especialmente interesada en controlar el reino de las Dos Sicilias
porque la industria británica necesitaba los suministros de
azufre que producían las minas de Sicilia.
En Gran Bretaña, la reina Victoria I tenía ya
treinta y un años, y reinaba desde hacía trece. Se
mantenía bien al corriente de la situación
política e intervenía en ella con prudencia,
dignidad y moderación. Su carisma le hizo contar en todo
momento con el respeto y la reverencia de la clase
política. Dejaba hacer a sus ministros, pero con frecuencia
les remitía notas impersonales: "La reina cree que después de la
discusión de la Cámara...", "Aunque la labor de
conciliación parece difícil, la reina imagina
que...", "La reina tiene que decir que...", y sus
insinuaciones eran aceptadas como si fueran órdenes. Aunque
Marx y Engels habían predicho que en Gran Bretaña no
tardaría en estallar la revolución del proletariado,
lo cierto es que fue uno de los países europeos (junto con
España y Rusia, por motivos muy distintos) en los que
apenas se habían producido disturbios en los últimos
años. En general, el nacionalismo británico era un
nacionalismo satisfecho. El próspero Imperio
Británico tenía colonias distribuidas por todo el
mundo, desde Canadá hasta Australia. Tras la reciente
victoria sobre el Imperio Sikh su dominio sobre la totalidad de la
India era ya indiscutible. La política británica
tenía mucho que aprender de la democracia estadounidense,
pero podía dar lecciones de estabilidad y respeto a la ley
y a las instituciones a cualquier otro país del mundo,
especialmente a Francia.
La muestra más patente de que el parlamentarismo
británico distaba mucho del sistema político
estadounidense estaba en Irlanda, que seguía sufriendo los
efectos de la plaga que había arruinado las tres
últimas cosechas de patatas. Como diría John Mitchel, un periodista
irlandés miembro de la "Joven
Irlanda", que entonces tenía treinta y cinco
años, "Ciertamente, el
Todopoderoso trajo la plaga de la patata, pero los ingleses
crearon la hambruna", y es que en Gran Bretaña no
faltaban alimentos y, mientras casi un millón de irlandeses
había muerto de hambre, Gran Bretaña, no sólo
no enviaba alimentos, sino que seguía exportándolos
desde Irlanda.
La calma política que vivía Gran Bretaña la
convirtió en el refugio ideal para Marx y Engels. El
primero se estableció en Londres, donde vivió en la
pobreza, mientras que Engels volvió a trabajar en
Manchester, en la compañía de la que su padre era
accionista y en la que había trabajado ya de joven. Desde
allí ayudaba económicamente a Marx. Ese mismo
año un espía alemán llamado Wilhelm Stieber logró
entrar en la casa de Marx y se hizo con una lista de miembros de
la Liga comunista, lista
que fue enviada a Francia y Alemania, donde sus miembros fueron
arrestados y condenados a largas penas de cárcel.
La mayor cicatriz de las recientes revueltas liberales se
veía en Francia, donde la monarquía de julio
había sido derrocada y sustituida por una frágil y
convulsa "Segunda República Francesa", actualmente en las
manos un tanto demagógicas del "príncipe
presidente", Luis Napoleón Bonaparte.
Los liberales también habían conseguido bastante
poder en los Países Bajos, gracias a los temores del
recientemente fallecido monarca Guillermo II. Su hijo, Guillermo
III, estaba totalmente en contra de las concesiones liberales que
había hecho su padre. De hecho, se había propuesto
no aceptar el trono tras la muerte de su padre, pero su madre lo
hizo cambiar de idea. Ahora tenía que soportar al primer
ministro Johan Rudolph
Thorbecke, arquitecto de la constitución liberal
neerlandesa, al que el rey aborrecía. Durante el pasado
cuarto de siglo, los Países Bajos se habían visto
obligados por la presión internacional a reconocer la
independencia de Bélgica, ahora bajo la soberanía
del rey Leopoldo I.
En Rusia también existía una burguesía
liberal con deseos de reformas políticas, pero el gobierno
la tenía bien controlada. Mientras el zar Nicolás I
se aseguraba de mantener la estabilidad del absolutismo ruso, al
tiempo que velaba por la estabilidad política en Europa, su
ambición era destruir el Imperio Otomano, desmembrarlo y
afianzar el protectorado ruso sobre los cristianos de los Balcanes
y de Tierra Santa. Tomar Constantinopla era una histórica
aspiración rusa que, al parecer, Nicolás I no
veía excesivamente utópica. Sin embargo, en esa
época el Imperio Otomano distaba mucho de ser el enemigo
irreconciliable que fue en la Edad Media. En realidad hacía
mucho que había dejado de serlo, pues siembre había
habido una u otra potencia europea dispuesta a aliarse con los
turcos contra otra potencia rival. Pero ahora el Imperio Otomano
estaba más próximo a Europa que nunca. Al margen de
que las potencias europeas temían al gigante ruso y no
estaban dispuestas a consentir que acrecentara su poder a costa de
los otomanos, el sultán Abdulmecit I, que tenía
entonces veintisiete años, había emprendido un
enérgico proceso de occidentalización, similar al
que el zar Pedro I el Grande había iniciado en Rusia tiempo
atrás.
El Imperio Otomano no era el único vecino de Rusia que sufría su influencia política. Durante el último siglo, la expansión rusa hacia oriente se había consolidado, y ahora San Petersburgo centralizaba con energía el gobierno de un vasto territorio que llegaba hasta el extremo oriental de Asia y más allá, hasta Alaska, en Norteamérica. Rusia rivalizaba con Francia y, sobre todo, con Gran Bretaña en su empeño por contrlolar a los países de su entorno: China, Afganistán, Persia, etc.
En Afganistán, Dost Mohammad
Khan se encontraba en una situación delicada, pues
había apoyado a los Sikhs contra los británicos y
sus aliados habían sido estrepitosamente derrotados. No
obstante, los británicos no parecían interesados de
momento en llevar la guerra a Afganistán y Dost Mohammad
aprovechó el ejército que tenía movilizado
para afianzar su dominio sobre algunas ciudades y tribus afganas
que eran prácticamente independientes.
Entre la India y el Tíbet (ocupado por China desde el
siglo anterior) conservaba su independencia el reino de Nepal,
donde el joven monarca Surendra, que estaba a punto de cumplir los
veintiún años, conservaba su trono gracias a la
labor del primer ministro Jung Bahadur, que a la sazón
había entregado todos los cargos de responsabilidad a
familiares suyos, de modo que su autoridad no tenía
contestación. Ese año realizó un viaje por
Gran Bretaña y Francia con el que logró afianzar
buenas relaciones internacionales. Al mismo tiempo, pudo apreciar
el poderío de la Europa industrial, y se convenció
de la necesidad de modernizar el país.
También el sha de Persia, Naser al-Din, estaba haciendo un esfuerzo por modernizar y occidentalizar su país. Se dedicaba a crear escuelas que impartían enseñanza occidental, introdujo el telégrafo, construyó carreteras, creó un servicio postal, así como el primer periódico persa, y además era un fotógrafo experto.
China estaba atravesando una de las peores crisis de su historia.
A una serie de desastres naturales que azotaba el país
desde principios de siglo tenía que sumar las presiones
internacionales, que habían llegado a su apogeo con la
victoria británica en la guerra del opio. A los
daños que ésta había ocasionado por sí
misma, incluidas la pérdida de Hong Kong y la vía
libre que habían obtenido los occidentales para introducir
opio en el país, había que sumar el desprestigio que
había sufrido la monarquía manchú. En efecto,
los manchúes, que gobernaban China desde mediados del siglo
XVII (la dinastía Qing), constituían una
minoría étnica en el país y los han, la etnia
mayoritaria, empezaba a ver el gobierno Qing como un gobierno
corrupto e ineficiente. En el sur, los descontentos se agruparon
alrededor del segundo hijo de Dios, un hermano de Jesucristo
llamado Hong Xiuquan.
Provenía de una familia de granjeros de la provincia de Guandong, y su vocación
inicial no había sido la de hijo de Dios, sino la
más modesta de oficial del ejército imperial, pero
tras fallar su primer examen, conoció a un misionero
cristiano que le dio las primeras noticias sobre la que
sería su futura familia. Cuando falló su segundo
intento de superar el examen (de esto hacía trece
años, cuando Hong tenía veintitrés),
sufrió una crisis nerviosa y Dios empezó a
aparecérsele en sueños. Seis años
después estaba ya convencido de que era el segundo hijo de
Dios y de que había sido enviado a la tierra para erradicar
el culto al demonio. Como buen cristiano, empezó
destruyendo estatuas y libros confucianistas y budistas. Esto le
acarreó ciertas enemistades y tuvo que retirarse a una zona
donde no fuera muy conocido. Entonces entró en contacto con
un misionero baptista estadounidense llamado Issachar Jacox Roberts, y
entre ambos fundaron la secta de los Adoradores de Dios, cuyo objetivo principal era
destruir todos los iconos profanos en la provincia de Guandong.
Hong Xiuquan no tardo en determinar que el gobierno manchú
era el principal protector de los demonios, así que se
propuso fundar un reino celestial en la tierra, para lo cual era
preciso derrocar al gobierno imperial. Por ello, en los
últimos años había reconvertido su secta en
una organización paramilitar. Todos sus miembros estaban
obligados a entregar todas sus posesiones, con las cuales los adoradores de Dios estaban
acumulando un respetable arsenal.
Aunque el shogun Tokugawa Ieyoshi se había visto obligado
a ordenar el trato civilizado a los barcos extranjeros que
se acercaran a sus costas, Japón se resistía a abrir
sus puertas a las potencias occidentales. Tras la
doblegación de China, éstas tenían ahora la
vista puesta en el imperio nipón. Las principales
iniciativas en esta dirección se estaban gestando en los
Estados Unidos, donde a lo largo del año anterior
había causado sensación la historia de los
prisioneros rescatados por el capitán James Glynn y su
exitosa negociación con las autoridades japonesas. Glynn
sugirió al gobierno estadounidense que estableciera
relaciones con el gobierno japonés, por medios
diplomáticos o, en caso de ser necesario, por la fuerza.
Siam era uno de los reinos asiáticos que mejor
había sabido canalizar las presiones extranjeras. El rey
Rama III había establecido buenas relaciones
diplomáticas con Gran Bretaña y con los Estados
Unidos. Durante la guerra anglobirmana, Siam fue aliado de los
británicos, aunque se las arregló para no intervenir
apenas en los enfrentamientos. Entre las personalidades
occidentales en la corte siamesa destacaba el médico y
misionero estadounidense Dan
Beach Bradley, quien, además de la medicina
occidental (incluyendo la vacunación), había
introducido en el país la primera imprenta que usaba el
alfabeto siamés, con la que inició la
publicación de un periódico en la lengua local.
También confeccionó el primer diccionario
siamés.
Más imprudente era el rey vietnamita, Tu Duc, cuya
política radical anticristiana le estaba creando muchos
enemigos, especialmente en Francia, pues Tu Duc no había
vacilado en desairarla despreocupadamente mientras el país
europeo estaba envuelto en la crisis del 48 y no estaba en
condiciones de reaccionar. La opinión pública
francesa era en general partidaria de una intervención
enérgica en Vietnam.
Por esas fechas, la dominación francesa sobre Argelia ya
era un hecho. El año anterior la colonia había sido
dividida en departamentos a imagen de la metrópoli. Colonos
franceses empezaban a establecerse en la región, algunos a
la fuerza, pues un numeroso grupo de presos políticos
franceses acababa de ser deportado a Argelia por razones de
"seguridad nacional". Mientras tanto, en contra de lo acordado
tras su rendición, Abd Al-Qádir seguía
prisionero en Francia. El año anterior Luis Napoleón
Bonaparte había tratado de que el gobierno aprobara su
liberación, pero la tradicional oposición entre el
parlamento y el rey se había traducido en una
oposición similar entre el parlamento (que ahora
tenía al gobierno de su parte) y el presidente de la
república, por lo que el intento no prosperó.
Gran Bretaña recelaba de la expansión francesa por
el norte de África, pero no puso muchas objeciones porque,
si Francia se extendía por Argelia, Gran Bretaña
tenía la mirada puesta en Egipto. La diplomacia
británica había logrado, no sin dificultad,
establecer buenas relaciones con Mohammed Alí y ahora
tenía todo a su favor para convertir a su sucesor, Abbas I,
en una marioneta. En efecto, el sobrino de Mohammed Alí no
tenía gran interés por la política, por lo
que era relativamente manejable. Una de sus principales aficiones
(iniciada por su tío) era la cría de caballos. Hasta
entonces, Egipto no había destacado por sus caballos, pero
Abbas I estaba creando una reputada raza de caballos egipcios.
Mehmet Alí había extendido notablemente hacia el sur
las fronteras de Egipto, que ahora se extendían de nuevo
hasta la región que los antiguos llamaban Nubia, ahora
más conocida como Sudán.
Al este se encontraban los restos del antiguo reino de Abisinia,
donde distintos caudillos locales competían por el poder.
El que en un momento dado dominaba la capital, Gondar, imponía un rey.
En los últimos diez años, el trono se lo disputaban
Juan III y Sahla Dengel. De momento lo
ostentaba el primero, si bien el poder real lo ejercía un
regente llamado Alí II,
que había casado a Juan III con su madre, Menen Liben Amede, y en
realidad era quien mandaba.
En general, el África subsahariana era una gran
desconocida para los europeos, si bien cada vez había
más exploradores dispuestos a adentrarse en ella. Desde la
colonia británica de Sudáfrica, un médico y
misionero de treinta y siete años llamado David Livingstone había
partido recientemente hacia el norte hasta adentrarse en el
desierto de Kalahari,
donde el año anterior había descubierto el lago Ngami. Livingstone
relató que los habitantes de la zona tenían una
leyenda similar a la de la torre de Babel.
La tecnología se extendía paulatinamente por Europa
y América. Ese año se probaba, en fase experimental,
el primer cable telegráfico submarino que conectaba Gran
Bretaña con Francia a través del canal de la Mancha.
Entre los principales focos de investigación teórica
estaba la electricidad y el magnetismo y su conexión con la
luz. El físico francés Léon Foucault estableció que la
velocidad de la luz en un medio es inversamente proporcional a su
índice de refracción, lo que confirmaba la
teoría ondulatoria de la luz frente a la teoría
corpuscular.
El médico francés Casimir
Davaine descubrió unos pequeños cuerpos
filiformes en la sangre de animales enfermos de carbunco. En realidad estos
corpúsculos habían sido descubiertos el año
anterior por un médico alemán llamado Aloys Pollender, aunque no
publicó su descubrimiento hasta unos años más
tarde. No obstante, fue Davaine quien interpretó sus
observaciones como la primera prueba del origen microbiano de una
enfermedad.
Guglielmo Libri, el matemático que había arrebatado la cátedra a Cauchy y a Liouville siete años atrás, había sido acusado de robar libros y manuscritos valiosos, y antes de ser arrestado había huido a Gran Bretaña, donde se presentó como refugiado político por la revolución que había tenido lugar en Francia. Antes de huir había organizado que unos 30.000 libros y manuscritos le fueran enviados a Gran Bretaña, entre ellos manuscritos de Galileo, Copérnico, Kepler, Cardano y otros. Vendiendo una parte de ellos se hizo con una fortuna que le permitió vivir holgadamente el resto de su vida. En Francia fue condenado a diez años de cárcel. Cauchy y Liouville volvieron a competir por la cátedra que Libri había dejado vacante, y esta vez la obtuvo Liouville. Cauchy impugnó en vano y Liouville se unió al numeroso grupo de sus enemigos.
A sus setenta y tres años, Gauss seguía dando
clases en la universidad de Gotinga, si bien explicaba
únicamente matemáticas elementales en los primeros
cursos. Entre sus alumnos estaban Richard Dedekind, de diecinueve años, que
acababa de ingresar en la universidad, y Bernhard Riemann, de
veinticuatro, a quien le dirigía la tesis doctoral. El
nivel de la universidad de Gotinga era muy bajo por esa
época, y estaba orientado más bien a formar
profesores de enseñanza secundaria. Riemann había
realizado una estancia de dos años en la universidad de
Berlín, donde había tenido ocasión de recibir
clases de Jacobi, Dirichlet y Eisenstein, entre otros.
Charles Dickens terminó la publicación por
fascículos de una de sus novelas más reputadas: David Copperfield, con muchos
elementos autobiográficos. Los Estados Unidos se acercaban
cada vez más a Europa en fecundidad literaria. En los
últimos años se habían hecho muy populares
las novelas de Herman Melville,
un neoyorkino de treinta y un años que a los diecinueve se
había embarcado en un ballenero con el que llegó a
las islas del Pacífico. Había abandonado el barco en
las islas Marquesas y
vivió un mes entre caníbales, de donde escapó
en un mercante australiano. Su primera novela fue Taipi, un edén
caníbal, y ahora publicaba La chaqueta blanca, en la que
relataba sus experiencias en el ejército. Un amigo suyo
llamado Nathaniel Hawthorne
publicó uno de los grandes éxitos del año, La letra escarlata,
ambientada en la Nueva Inglaterra puritana del siglo XVI.
Hawthorne había escrito hasta entonces varios relatos
breves que habían sido alabados por Edgar Allan Poe en sus
reseñas.
La música europea estaba dividida esencialmente en dos
tendencias: una más innovadora, con Berlioz y Liszt a la
cabeza, y otra más conservadora (y crítica con la
primera), representada por (el recientemente fallecido) Mendelsohn
o Schumann. Ese año Berlioz decidió tenderles una
trampa a sus críticos, y estrenó una pieza titulada
La despedida del pastor,
que presentó como obra de un ficticio Pierre Ducré. Los
críticos alabaron la obra y la pusieron como el ejemplo que
Berlioz debía seguir. Al parecer, uno llegó a decir:
"Berlioz nunca podría
componer esto". Por esa época Liszt estaba dando
sus primeros pasos con la música orquestal, para lo cual
tomó como ayudante al compositor Joachim Raff. Si no se le puede considerar
estrictamente el creador del género, Liszt fue uno de los
principales impulsores de los llamados poemas sinfónicos, que son como
sinfonías concentradas en un único movimiento, y con
un cierto contenido programático. Por esa época
escribió varios artículos en defensa de Berlioz y de
Wagner, que a la sazón estaba exiliado en Suiza, receloso
de volver a Alemania tras haber participado en la rebelión
de Dresde en el 48. Desde entonces que tenía terminada su
ópera Lohengrin,
y apeló a Liszt para que organizara su
representación, que finalmente se estrenó en Weimar
bajo la dirección del propio pianista húngaro, que
tampoco tenía mucha experiencia en la dirección
orquestal. Mientras tanto, Wagner estaba escribiendo él
mismo el libreto de una ópera que inicialmente pensaba
titular La muerte de Sigfrido,
pero sobre la marcha decidió que había excesivo
material y planeó una ópera previa que se
titularía El joven
Sigfrido. También publicó
anónimamente un ensayo titulado El judaísmo en la música, en el
que censuraba a los compositores (judíos) Giacomo Meyerbeer
y Felix Mendelsohn. Wagner sostiene que los judíos, por su
naturaleza, son incapaces de crear auténtico arte, y que el
hecho de que haya compositores judíos es un indicio de que
la música está en decadencia, pues los judíos
son como los gusanos e insectos que aparecen en los
cadáveres. Wagner pensaba que su artículo iba a
crear polémica, pero no tuvo prácticamente ninguna
repercusión. No está de más recordar que las
obras de juventud de Wagner muestran una fuerte influencia de
Meyerbeer, y que éste había contribuido notablemente
al estreno de Rienzi en Dresde, tanto por su influencia como por
su ayuda económica. La cuestión de fondo era la
envidia de Wagner al ver cómo Meyerbeer triunfaba en
París con cada ópera que estrenaba, mientras
él vivía en la miseria y tenía que hacer
equilibrios para estrenar sus trabajos.
Mientras tanto Schumann componía obras de calidad dudosa,
en las que algunos advierten signos del desequilibrio mental
transitorio que padecía desde hacía unos
años. Ese año obtuvo una plaza de director en
Dusseldorff, pero resultó ser incompetente en este trabajo,
los músicos se rebelaron contra él y no tardó
en ser despedido.
Jacques Offenbach había abandonado París con su
familia durante las revoluciones del 48, y ahora, ya de regreso,
consiguió un empleo como director musical del teatro de la
Comedia Francesa.
Allí compuso varias piezas de música incidental para
varias obras de teatro, muchas de las cuales se volvieron muy
populares.
Hacía ya una década que estaba asombrando a Europa
un pianista ruso que ahora cumplía veintiún
años. Se llamaba Antón
Rubinstein, y había recibido grandes elogios de
Liszt y de Chopin. Protegido por la gran duquesa Elena Pavlovna, hermana del
zar Nicolás I, solía dar recitales ante la corte
imperial. Ese año compuso su primer concierto para piano y orquesta. Su
estilo recordaba tanto al de Beethoven que se extendió el
rumor de que era hijo ilegítimo del compositor
alemán. Rubinstein no lo confirmaba ni lo negaba, pero
tampoco hacía excesivo hincapié en que había
nacido dos años después de la muerte de Beethoven.
Ajenos a los debates musicales, los austríacos se
decantaban por la opereta y los valses de Strauss. Ese año
entró en erupción el Vesubio, y Johann Strauss
compuso su vals Corrientes de
lava. Sin embargo, el norte de Italia estaba bajo el
dominio (y la censura) de Austria. Ese mismo año, el
empresario del teatro La Fenice
de Venecia había encargado una ópera a Giuseppe
Verdi. Por esa época, el compositor italiano tenía
el suficiente prestigio como para elegir sus propios libretos y,
tras barajar varias alternativas, se entusiasmó con la idea
de convertir en una ópera el drama Le roi s'amuse, de Victor
Hugo, prohibido por la censura francesa, ya que en la obra el
bufón Triboletto
planea el asesinato del rey Francisco I de Francia. Verdi se puso
en contacto con Francesco Maria
Piave, que ya le había redactado los libretos de
varias óperas, y le encargó, además de que
redactara el libreto, que obtuviera el permiso para llevar
adelante el proyecto. El secretario de La Fenice le aseguró que no habría
problemas con la censura austríaca y Verdi y Piave se
retiraron a Busseto, el
pueblo natal de Verdi, para trabajar en la ópera sin ser
importunados. La obra se titularía Triboletto. No obstante, la
censura austríaca puso reparos antes incluso de que la obra
estuviera acabada. Verdi y Piave eran conscientes de que se
estaban metiendo en apuros y, privadamente, se referían a Triboletto como "la
maldición" (las últimas palabras del libreto),
expresión esta que usó en una ocasión un
censor austríaco, lo que ponía de manifiesto que
Verdi estaba siendo espiado.
En España existía un género de opereta con
unas partes habladas y otras cantadas que se conocía con el
nombre de zarzuela, por
el nombre del palacio donde se venían representando
tradicionalmente. El género había entrado en
decadencia tiempo atrás, pero un joven compositor de 27
años llamado Francisco
Asenjo Barbieri lo retomó con sus zarzuelas en un
acto Gloria y peluca, Tramoya y Escenas en Chamberí,
estrenadas ese año, con las que inició una carrera
que le valdría la reputación de padre de la zarzuela
moderna. Al mismo tiempo Emilio Arrieta, el profesor de canto de
la reina Isabel II, estrenaba la ópera La conquista de Granada.
Los Estados Unidos no contaban con ningún compositor de
primera línea, pero la música europea era bien
acogida en la alta sociedad estadounidense y los grandes estrenos
llegaban al nuevo continente con apenas uno o dos años de
retraso. En el sur se había popularizado un género
teatral-musical conocido como minstrel.
Actores blancos se pintaban la cara de negro y los labios de un
rojo exagerado y representaban parodias en la que los personajes
negros aparecían como "tontos" infantiles, hacían
piruetas y cantaban canciones inspiradas en la música
popular negra. Había centenares de compañías
dedicadas a este género, que actuaban también con
gran éxito en Europa. La primera en aparecer había
sido "The Virginia Minstrels",
integrada por Daniel Decatur
Emmet, William Whitlock, Richard Pelham y Frank Bower. El actor Thomas Dartmouth Rice
había creado el personaje de Jim Crow, que se había convertido en la
imagen arquetípica del esclavo negro caricaturizado.
Por aquel entonces tenía treinta y siete años un
filósofo danés llamado Søren Kierkegaard. Había publicado
numerosas obras (todas en danés y, por consiguiente,
totalmente desconocidas fuera de las fronteras danesas), firmadas
con diversos pseudónimos, en las que desarrolla los
primeros gérmenes de lo que más adelante se
conocería como filosofía existencialista (él mismo
acuñó el término, aunque, al parecer, no se
lo aplicó a sí mismo). Kierkegaard afirmaba que los
problemas fundamentales de la existencia humana no pueden ser
abarcados por la razón, y defiende la religión como
el único medio de llegar a la auténtica libertad
sometiéndose a la voluntad de Dios. No obstante, la Iglesia
danesa no le satisfacía y le dedicó severas
críticas que le valieron no pocas enemistades.
El 20 de marzo se
inauguró el parlamento de Erfurt,
que debía aprobar la constitución federal de
Alemania. Sin embargo, los demócratas habían
boicoteado las elecciones de diputados, en las que la
participación había sido inferior al 50%. En parte
por esta falta de apoyo popular, y en parte por la presión
de Austria, los reyes de Sajonia y Hannover abandonaron la Alianza de los tres reyes y
dejaron solo al rey Federico Guillermo IV de Prusia.
El 31 de marzo murió
John C. Calhoun.
La pieza más valiosa que Gran Bretaña había
obtenido en la guerra contra el Imperio Sikh era el diamante Koh-i-Noor, cuyo nombre en
persa significa "Montaña de Luz". Tiene 105 quilates y en
su momento era uno de los mayores del mundo. Su historia se
remonta hasta finales del siglo XIII, aunque la primera referencia
data de 1526, cuando se hizo con él Muhammad Báber,
el primer monarca de la dinastía mongola de Delhi.
Báber escribió en sus memorias que en 1294 el
diamante había estado en posesión de un rajá
de Malwa de nombre
desconocido y, que desde entonces había pertenecido a los
sultanes de Delhi para pasar finalmente a manos de Báber
cuando éste se apoderó de la ciudad. El gran mogol
Sha Yahan (el constructor del Taj Mahal), lo puso en su trono. En
1739, cuando el sha de Persia Nadir Sha entró en Delhi, se
llevó consigo el trono y con él el diamante. La
primera referencia del nombre Koh-i-Noor
es de ese año. Tras la muerte de Nadir Sha, la piedra
pasó a Afganistán, y en 1830 el rey afgano Shuja Sha
(que había sido derrocado en 1809 por su hermano Mahmud
Sha) logró apoderarse del diamante y se lo entregó
al Majarajá Ranjit Singh para que le ayudara a recuperar el
trono. Desde entonces había permanecido en el Imperio Sikh
hasta que el gobernador británico de la India, James Broun-Ramsay, marques de
Dalhousie, impuso entre
las condiciones para aceptar la rendición de los Sikh la
entrega del diamante a la reina Victoria. Para efectuar dicha
entrega, el propio maharajá Dalip Singh, que tenía
entonces doce años, fue llevado a Londres, donde el 3 de abril fue recibido por la
soberana. Desde entonces el Koh-i-Noor forma parte de las joyas de
la corona británica.
Después de que los franceses hubieran expulsado a los
republicanos, el 12 de abril el
Papa Pío IX entró finalmente en Roma e inició
una política de represión.
El 14 de abril los liberales
chilenos fundaron la Sociedad
de la Igualdad, "para
que el pueblo se rehabilite de veinte años de atraso y
tinieblas". Unas semanas antes habían fundado el
periódico "El amigo del
pueblo", para difundir su pensamiento, y el gobierno no
tardó en ver la Sociedad como una amenaza. Entre sus
primeras actividades estuvo la creación de escuelas
gratuitas, en las que se enseñaba inglés a los
obreros, además de economía, música y
aritmética.
Incapaz de detener por las armas el avance de los Misquitos bajo
la protección británica, Nicaragua había
emprendido la vía diplomática, apelando para ello a
los Estados Unidos, a quienes también interesaba el asunto.
El 19 de abril los Estados
Unidos y Gran Bretaña firmaron finalmente el tratado Clayton-Bulver, por
el que ambas potencias se comprometían a no tratar de
obtener o mantener ninguna clase de exclusividad o desigualdad de
uso sobre cualquier futuro canal o cualquier otra forma de
comunicación entre los dos océanos que pudiera
establecerse en un futuro, así como que ninguna de las dos
trataría de ocupar, fortificar o colonizar ninguna
región de Centroamérica, ni usar ningula clase de
protectorado o alianza (aludiendo a los misquitos) para tal fin.
No obstante, al ratificar el tratado, el primer ministro
británico, lord Palmerston, declaró entender que
éste no afectaba a Belice, por tratarse de un territorio
bajo soberanía británica, ni a sus "dependencias",
lo que dio pie a una larga serie de discusiones
diplomáticas entre los dos países firmantes sobre la
interpretación que debía darse a las distintas
cláusulas del tratado.
El emperador Francisco José I de Austria estaba
promoviendo el restablecimiento de la Confederación
Alemana, bajo la presidencia austríaca. El 29 de abril se disolvió el parlamento de Erfurt sin
haber avanzado en nada hacia la unificación alemana. En mayo hubo una reunión de
príncipes alemanes en Berlín, los cuales se
mostraron opuestos a aceptar una constitución. La
tensión entre Austria y Prusia iba en aumento.
Tras haber abolido las fronteras y las aduanas entre los
distintos cantones suizos, el 7 de
mayo la Confederación Helvética
aprobó una ley monetaria que preveía la
creación del franco
suizo, y un sistema monetario similar al francés.
Siete años atrás, un cambio de gobernador en Cuba
hizo que un venezolano llamado Narciso
López perdiera su cargo de ayudante. Tras fracasar
en algunso negocios, empezó a conspirar contra el gobierno
español, hasta que dos años atrás
había tenido que huir a los Estados Unidos. Allí,
desde Nueva Orleans, había organizado una expedición
para independizar Cuba de España, pero el presidente Taylor
ordenó que se le confiscaran los barcos. Sin embargo,
López no renunció a sus planes, y ahora estaba
convenciendo a varios políticos del sur de la utilidad que
podría tener una Cuba independiente, que tal vez
podría incluso acabar incorporándose a los Estados
Unidos como un nuevo Estado esclavista. Había intentado
ganar para su causa al senador por Mississippi Jefferson Finis Davis, al que
ofreció cien mil dólares y una plantación en
Cuba, pero Jefferson rechazó la oferta, si bien le
recomendó a un amigo suyo, el mayor Robert Edward Lee, quien, tras
meditar un tiempo el proyecto, renunció también a
tomar parte. No obstante, López logró el apoyo del
gobernador de Mississippi y algunos senadores. Tras haber
reclutado unos seiscientos hombres, el 9
de mayo desembarcó en Cuba bajo una bandera
diseñada por él mismo y que es la actual bandera de
Cuba. Sin embargo, no se encontró con el apoyo que
esperaba, sino que buena parte de la población cubana se
unió a los españoles contra los invasores, que no
tuvieron más remedio que volver a sus barcos y poco
después marchaban rumbo a los Estados Unidos.
Ese mismo día murió en París el
químico Louis Joseph Gay-Lussac.
El 10 de mayo España reconoció la independencia de Costa Rica, y unos meses más tarde reconocería la de Nicaragua.
El 31 de mayo el parlamento
francés aprobó una nueva ley electoral que
restringía el derecho de voto a los franceses varones
mayores de veintiún años que gozaran de plenos
derechos civiles y políticos (esto excluía a
delincuentes y similares) y que estuvieran empadronados al menos
tres años en su lugar de residencia. La ley anterior
sólo exigía seis meses de residencia. El "truco"
estaba en que este último requisito excluía a unos
tres millones de obreros, pequeños artesanos y trabajadores
agrícolas que se ganaban la vida deambulando de un lugar a
otro del país en busca de trabajo. Era el sector de la
población sobre el que el clero local podía ejercer
menos influencia. El proyecto contó con la oposición
de los republicanos y los socialistas, pero la derecha
logró sacarla adelante. Entre sus más destacados
detractores en el parlamento figuraba Victor Hugo.
El 10 de junio el ecuatoriano
Diego Noboa se proclamó jefe
supremo.
Entre los prisioneros políticos tras las revoluciones
liberales de los dos años precedentes se encontraba el ruso
Mijaíl Bakunin. Encarcelado en Dresde, había sido
juzgado y condenado a muerte, pero la opinión
pública logró que la pena le fuera conmutada por la
de trabajos forzados perpetuos. No obstante, Austria y Rusia lo
reclamaban para juzgarlo. El zar Nicolás I era
especialmente insistente, pero finalmente, el 12 de junio, Bakunin fue entregado a las
autoridades austriacas, que lo encarcelaron en Praga.
Tres años atrás, una muchedumbre antisemita
había saqueado la casa en Atenas de un judío
portugués llamado David
Pacifico. La policía griega no hizo nada por
evitarlo, y las reclamaciones de Pacifico ante el gobierno griego
no tuvieron ningún efecto. Casualmente, Pacifico
había nacido en Gibraltar, por lo que tenía la
nacionalidad británica y el ministro de asuntos exteriores
británico, a la sazón Henry John Temple, el vizconde de Palmerston, decidió
hacerse eco de sus reclamaciones. Una escuadra de la Royal Navy bloqueó el
puerto de Atenas y exigió una indemnización. Grecia
estaba bajo la protección conjunta de Gran Bretaña,
Francia y Rusia, y la iniciativa británica no fue aprobada
por las otras dos potencias y causó un incidente
diplomático. El embajador francés en Londres
abandonó durante un tiempo la capital británica. El
17 de junio, tras un intenso
debate, la Cámara de los
Lores condenó la política de Palmerston,
pero el 29 de junio la Cámara de los Comunes,
tal vez extenuada por el discurso que pronunció el
ministro, que duró cinco horas, la respaldó.
Palmerston dijo:
Al igual que los romanos en la antigüedad se libraban de toda injuria cuando podían decir Ciuis Romanus sum, igualmente un súbdito británico, no importa en qué tierras pueda estar, podrá confiar en que el ojo vigilante y el fuerte brazo de Inglaterra lo protegerá de la injusticia y del error.
Tras dos meses de bloqueo, el gobierno griego cedió a las
demandas británicas. El prestigio del rey Otón I de
Grecia bajó considerablemente a causa de este incidente.
El 2 de julio Dinamarca y
Prusia firmaron un tratado de paz en Berlín.
El 4 de julio el presidente
Zachary Taylor tuvo que escuchar a pleno sol un discurso
conmemorativo del día de la Independencia que duró
dos horas. Luego se refrescó tomando, entre otras cosas,
grandes cantidades de leche helada. Cogió un fuerte dolor
de estómago del que sin duda se habría recuperado de
no haber caído en mános de los médicos.
El mormón James Strang se había asentado en una
islita situada en el lago Michigan, llamada Beaver Island, donde
decidió adoptar nada menos que el título de rey. Su
"coronación" se celebró el 8 de julio, y aun hoy esa fecha es una de las
festividades más importantes para los mormones strangitas.
Para justificar su "realeza", Strang tradujo el Libro de la ley del Señor,
otro de esos libros escritos en placas metálicas que Joseph
Smith había puesto de moda y que contenía nada menos
que los auténticos y genuinos diez mandamientos. Para la
traducción, Strang se valió de las mismas piedras Urim y Tumim que había
usado Smith. El año anterior, poco después de
declararse a favor de la poligamia, había contraído
segundas nupcias con una jovencita de diecinueve años
llamada Elvira Eliza Field.
Su primera esposa tenía treinta y dos años, mientras
que él tenía treinta y siete. Este nuevo
asentamiento mormón no tardó en generar las
típicas desavenencias con sus vecinos.
El 9 de julio murió
Zachary Taylor, y el vicepresidente Millard Fillmore se
convirtió así en el decimotercer presidente de los
Estados Unidos.
Ese mismo día fue fusilado en Tabriz el profeta persa
Siyyid Alí-Muhammad Shirazí, conocido como el Bab, y
que tenía entonces treinta años. El nuevo Sha, Naser
al-Din, consideraba a el Bab como un hereje y, tras una serie de
insurrecciones babistas que reclamaban su liberación,
optó por ejecutarlo. Para ello se lo ató a una
cuerda que colgaba de una pared junto con otro prisionero que iba
a correr su misma suerte, y se encomendó el fusilamiento a
un pelotón de soldados cristianos. Varios testigos, entre
ellos diplomáticos occidentales, relatan que, cuando se
produjeron los disparos, el lugar ocupado por el Bab se
llenó de humo por la pólvora, y cuando éste
se disipo el lugar que había ocupado el Bab estaba
vacío, y su compañero de ejecución estaba
sano y salvo. La primera teoría fue que el Bab había
ascendido al cielo en cuerpo y alma, pero no tardaron en
encontrarlo en un barracón cercano dando instrucciones a su
secretario. Al parecer, todos los soldados cristianos del
pelotón (de común acuerdo o espontáneamente)
habían disparado a la cuerda que sujetaba las manos del Bab
y éste debió de recordar que tenía algunos
asuntos pendientes de despachar. El protocolo se repitió de
nuevo, pero esta vez con un pelotón de soldados musulmanes,
y ahora ambos prisioneros murieron. El cuerpo del Bab fue arrojado
fuera de las murallas de la ciudad para que se lo comieran los
animales.
La ejecución de el Bab reavivó las revueltas de los
babistas, que el gobierno continuó ahogando en sangre
durante los meses siguientes. Se calcula que unos 20.000 babistas
fueron ejecutados.
En Gran Bretaña, el obispo Nicholas Wiseman fue informado
de que iba a ser creado cardenal. Imaginó que sería
reclamado a Roma, pero en realidad la intenció del Papa
Pío IX era restablecer la jerarquía católica
en Gran Bretaña. Esto generó una cierta
indignación popular en Gran Bretaña, pero Wiseman se
apresuró a explicar que las intenciones del Papa eran
buenas e inocentes. Wiseman estaba canalizando un movimiento
romanizante que había surgido en el seno de la Iglesia
Anglicana y que era conocido como el movimiento de Oxford. Entres sus miembros
habían figurado el sacerdote John Henry Newman y los
teólogos William George Ward y Frederick William
Faber, cuyas conversiones al catolicismo habían causado
sensación. Al año siguiente se había
producido la conversión del teólogo John Brende Morris, y ahora se
producían otras más: la del capellán Thomas William Allies y la de
Augusta Theodosia Drane,
que marchó a Roma, donde dos años más tarde
ingresaría como monja en la orden de los dominicos. La
influencia del movimiento de
Oxford había llegado a los Estados Unidos, donde
el teólogo protestante Benjamin
Williams Whitcher se convertía también al
catolicismo
El 10 de julio el pretendido
rey Carlos VI de España se casó con María Carolina de
Borbón, hermana del rey
El 16 de julio una nueva ley
redujo considerablemente la libertad de prensa en Francia.
El 25 de julio Dinamarca
obtuvo una victoria decisiva en Isted
contra el ejército rebelde de los ducados de
Schleswig-Holstein. Duró desde las dos de la mañana
hasta las siete de la tarde, y en ella se enfrentaron unos 37.000
daneses a unos 26.800 alemanes. Al frente del ejército de
Schleswig-Holstein estaba el general prusiano Karl Wilhelm von Willisen, que
no actuaba en nombre de Prusia, sino de la Confederación
Alemana. Tras la derrota, dimitió y se retiró a
París. El 28 de julio
los daneses obtuvieron una nueva victoria en Jagel.
El 30 de julio se
promulgó en Francia una ley de censura a los teatros.
El 2 de agosto Gran
Bretaña, Francia, Rusia y Suecia firmaron un protocolo, al
cual se sumaría más tarde Austria, por el que los
ducados de Schleswig-Holstein debían ser restituidos a
Dinamarca. Sin embargo, los ducados seguían en pie de
guerra.
El 15 de agosto el presidente
boliviano Manuel Isidoro Belzú se hizo proclamar presidente
constitucional, pero no por ello atenuó su despotismo, y
los años siguientes los pasó sobreviviendo a
diversos atentados contra su persona.
El 17 de agosto murió
en Francia José de San Martín. Al día
siguiente, el 18 de agosto,
moría también el escritor Honoré de Balzac.
Murió en París, adonde acababa de llegar con su
nueva esposa, la condesa Ewelina
Hanska, con la que se había casado en Ucrania pese
a la oposición del zar Nicolás I. En el momento de
su muerte había completado 85 novelas de su proyecto de La comedia humana, que
debía constar de un total de 137. A su funeral asistieron,
entre otros, Victor Hugo, Alejandro Dumas (padre e hijo),
así como un pintor de 31 años llamado Gustave Courbet, que estaba
causando cierto escándalo entre la crítica francesa.
El año anterior había pintado Los picapedreros, cuadro que
Proudhon calificó como "la
primera pintura socialista". Ahora provocaba
escándalo su Entierro en
Ornans, pues representaba en un gran formato (6'68 x 3'15
m.), reservado hasta entonces a cuadros históricos o
heróicos, lo que no era sino una escena vulgar: un entierro
en un pueblo, con personajes feos y sencillos. Se atribuye a
Courbet la acuñación del término "realismo" para referirse a
su estilo y sus propósitos artísticos: plasmar la
realidad de la vida cotidiana tal cual es, sin ninguna clase de
idealización o retoque estético.
Alejandro Dumas padre fue denunciado por Auguste Maquet, uno de sus
"colaboradores" (uno de los que escribían parcialmente sus
novelas) y un tribunal lo condenó a pagarle una
considerable indemnización y, al no poder afrontarla,
huyó a Bélgica.
El 26 de agosto murió
en Gran Bretaña, a los 76 años el derrocado rey de
Francia Luis Felipe I. Su nieto (el legítimo rey de Francia
para los orleanistas) Felipe VII tenía entonces doce
años, y unos meses atrás había tomado la
primera comunión en presencia de su abuelo. El pretendiente
de la casa de Borbón, Enrique V, que tenía ya 30
años, hizo celebrar una misa en honor del difunto y
escribió una carta de condolencia a su viuda.
El 27 de agosto se
firmó el tratado de
Arana-Le Predour, por el que Francia renunciaba
también a las condiciones que había tratado de
imponer a Argentina con el bloqueo del Río de la Plata.
Esto ponía en muy mala situación al gobierno de
Montevideo, que venía resistiendo la presión de
Manuel Oribe gracias a la ayuda extranjera. El presidente
uruguayo, Joaquín Suárez, envió como delegado
a Francia a Melchor Pacheco y
Obes para solicitar que se mantuviera el apoyo hacia su
causa, pero lo máximo que le ofreció Luis
Napoleón Bonaparte fue enviar a Uruguay una milicia formada
por presos políticos, oferta que el gobierno uruguayo
rechazó horrorizado. El ministro de asuntos exteriores, Manuel Herrera y Obes,
exclamó: ¿Qué
sería
de nosostros si vienen los comunistas? Alejandro Dumas
(padre) escribió un ensayo titulado Montevideo o la nueva Troya,
aunque parece ser que lo "escribió" según su
costumbre, es decir, que él puso la firma y Pacheco
escribió el resto.
El príncipe elector Federico Guillermo de Hesse, viendo
que la marea revolucionaria había arreciado, decidió
—al igual que muchos otros príncipes alemanes— retractarse
de la constitución liberal que había aceptado dos
años atrás, y con ello provocó una nueva
revuelta que en septiembre lo
obligó a escapar de Kassel. Entonces pidió a la
Confederación Alemana que enviara tropas a su territorio, y
esto hizo estallar el conflicto austro-prusiano, pues Prusia
sostenía que la Confederación Alemana ya no
existía, mientras que Austria se consideraba presidente de
la misma.
El 4 de septiembre el gobierno
brasileño promulgó una ley por la que se otorgaba a
sí mismo una amplia autoridad para combatir el
tráfico de esclavos, y empezó a aplicarla con la
intención de satisfacer las presiones británicas a
este respecto.
El 9 de septiembre Califormia
fue admitido como el trigésimo primer Estado de los Estados
Unidos. Con él los Estados libres pasaban a tener
mayoría en el Senado, y era la primera vez en treinta
años que se producía una descompensación sin
que hubiera a la vista una nueva incorporación que la
remediara. Ese mismo día, el resto del terreno conquistado
a México fue dividido en dos territorios: Utah al norte y
Nuevo México al sur. El territorio de Utah era bastante
menor que el territorio de Deseret que los mormones habían
intentado organizar, pero éstos no perdían el
tiempo. A la sazón ya habían formado una milicia,
una legislatura bicameral, un sistema judicial y un código
legal que prohibía el alcohol y el juego, pero
permitía la esclavitud. Las leyes a este respecto eran un
tanto singulares respecto a las de los Estados esclavistas, pues
estipulaban que un esclavo quedaba libre si su amo no lo
alimentaba, vestía, cobijaba o educaba debidamente, si lo
forzaba a mantener relaciones sexuales o incluso si lo sacaba del
territorio sin su permiso. Esta última condición
parece apuntar a que la tolerancia hacia la esclavitud era una
forma más de captación, pues lo cierto es que los
mormones no eran esclavistas, y en su territorio nunca
llegó a haber más de medio centenar de esclavos.
Los mormones no eran esclavistas, pero sí racistas. La
actitud de Joseph Smith hacia los negros había sido algo
ambigua. En su libro del mormón "explicaba" la piel negra
como una maldición divina, aunque probablemente cuando
introdujo y expandió esa vieja teoría bíblica
en su libro no era consciente de las repercusiones que
tendría en un futuro, pues posteriormente condenó la
esclavitud y, aunque en un principio aseguró no ser
abolicionista, su pensamiento evolucionó y, mientras
preparaba su campaña a la presidencia de los Estados
Unidos, incluyó entre sus propuestas la compra gradual y
liberación de los esclavos por parte del gobierno federal.
Al parecer, en dicha evolución, Smith pasó de
tolerar el racismo sin compartirlo a oponerse firmemente a
él, pero el pensamiento de Brigham Young era muy distinto.
El año anterior había establecido, y su Iglesia
había sancionado como voluntad divina, que los negros
podían ser admitidos entre los mormones, pero no
podían ejercer el sacerdocio. Teniendo en cuenta que todos
los mormones eran "sacerdotes" de uno u otro grado, esto era una
limitación bastante fuerte, pues les negaba, en particular,
toda posibilidad de ejercer un cargo publico o de liderazgo. Esto
era una novedad que se le había ocurrido a Dios en el
último momento, pues previamente había habido unos
pocos mormones negros "de pleno derecho" y, aunque ninguno de
ellos había sido ordenado por Smith, se sabe que al menos
conoció a uno y no puso objeción alguna. Parece ser
que la fuerte aversión de Young hacia los negros
surgió a raíz del comportamiento de uno de los
primeros mormones negros, llamado William McCary, que afirmó ser un profeta
con dones sobrenaturales y Young debió de temer por su
liderazgo. McCary fue expulsado, pero fundó su propia secta
que incluía el "matrimonio plural" y "se unió" a
varias idiotas blancas ante la indignación de muchos.
Siguiendo con lo establecido por el compromiso de 1850, el 18 de septiembre se aprobó la Ley del esclavo fugitivo, y
el 20 de septiembre el comercio
de esclavos fue prohibido en el distrito de Columbia. De todas
estas medidas, la más polémica fue la Ley del esclavo fugitivo.
Cualquier negro que un blanco reclamara como suyo bajo juramento
podía ser apresado, sin derecho a declarar y sin juicio por
jurado. Se nombraron comisionados federales encargados de poner en
práctica la ley, y cualquier blanco que se negara a
cooperar o facilitara la huida de un negro podía ser
multado con 1.000 dólares. Además, los comisionados
cobraban un incentivo por cada negro que enviaran al sur. Esta ley
reconcilió a muchos esclavistas con el compromiso de 1850, pero
encendió los ánimos de los antiesclavistas, que
consideraban insultante que semejantes prácticas se
llevaran a cabo en Estados libres. Más aún, muchos
ciudadanos que habían permanecido indiferentes ante un
fenómeno lejano para ellos como era la esclavitud empezaron
a unirse a las filas abolicionistas al contemplar cómo los
negros eran cazados como animales en las calles de su ciudad. Tal
vez era la primera vez en la historia de los Estados Unidos que,
para muchos ciudadanos, desobedecer la ley era una cuestión
de honor.
El 29 de septiembre el general
José Domingo Espinar encabezó una revuelta que
separó una vez más a Panamá de Nueva Granada,
pero el gobernador de la provincia logró convencer a los
insurgentes de que Panamá no estaba preparado para
autogobernarse y pronto se revocó la independencia.
El presidente de la República Francesa, Luis
Napoleón Bonaparte, había firmado las leyes
restrictivas que el parlamento había aprobado sobre el
derecho de voto y la censura, pero al mismo tiempo se declaraba
públicamente opuesto a ellas. Ciertamente, le perjudicaban,
pues una buena parte de sus partidarios quedaban sin derecho a
voto. Al tiempo que se enemistaba cada vez más abiertamente
con la mayoría parlamentaria, se iba ganando el apoyo del
ejército prometiendo entre otras cosas mejores salarios. El
10 de octubre, en un pase de
revista, la caballería lo saludó gritando ¡Viva Napoleón!,
¡Viva el Emperador!
El 12 de octubre se
celebró un encuentro en Bregenz
(Austria) en el que el emperador Francisco José I de
Austria y los reyes Federico Augusto II de Sajonia, Guillermo I de
Wurttemberg y Maximiliano II de Baviera resolvieron atender la
petición de ayuda del elector de Hesse. Al mismo tiempo,
Prusia envió tropas por su cuenta a Hesse con
órdenes de disparar a cualquier soldado de la
confederación que invadiera el territorio.
Cuando la guerra entre Austria y Prusia parecía inevitable
el zar Nicolás I de Rusia fue aceptado como mediador y el 28 de octubre se celebró una
reunión en Varsovia. El rey Federico Guillermo IV de Prusia
comprendió que el zar apoyaría a Austria en una
eventual guerra contra Prusia y, considerando que no podría
enfrentarse a ambas potencias simultáneamente, dio marcha
atrás en sus planes y aceptó que tropas de la
confederación entraran en Hesse. El 29 de octubre un ejército de 12.000
soldados austriacos y bávaros puso a Hesse bajo la ley
marcial y aseguró la autoridad del príncipe elector.
El 7 de noviembre el gobierno
chileno declaró el estado de sitio y abortó una
conspiración liberal fraguada en Aconcagua. El 9 de
noviembre se prohibió la Sociedad de la Igualdad, que, no obstante,
continuó actuando en la clandestinidad. Durante los meses
siguientes proliferaron las conspiraciones liberales.
El 29 de noviembre, en la Conferencia de Olmütz el rey Federico Guillermo IV de Prusia reconoció finalmente el liderazgo austríaco sobre la Confederación Alemana y renunció a su política de unificación de Alemania. La Conferencia de Olmütz es conocida también como Humillación de Olmütz, ya que Prusia tuvo que ceder incondicionalmente ante Austria.
El triunfo de Manuel de Rosas ante las pretensiones francesas y
británicas había acrecentado su popularidad y
trató de sacar partido a este hecho. El gobernador de Entre
Rios, Justo José de Urquiza, había sido hasta
entonces aliado de Rosas, a cambio de lo cual se había
tomado ciertas libertades, como la de no respetar la
política aduanera y realizar la mayor parte de
importaciones y exportaciones de su provincia en forma de
contrabando, sin pasar por la aduana de Buenos Aires. Ahora Rosas
se consideró en situación de exigirle que acabara
con el contrabando. Semejante medida supondría un gran
coste para su provincia, así que Urquiza empezó a
buscar aliados contra Rosas, y no le costó encontrar la
oferta del atenazado gobierno uruguayo de canalizar su comercio a
través de Montevideo en lugar de Buenos Aires. No obstante,
los enemigos de Rosas ya no iban a cometer una vez más el
error de subestimar a su adversario, y antes de intentar nada, se
volvieron en busca de un aliado más poderoso: el Imperio de
Brasil, que veía con malos ojos la posibilidad de que Rosas
acabara controlando Uruguay a través de Oribe.
El ecuatoriano Diego Noboa logró firmar un tratado de paz
con sus adversarios y el 8 de
diciembre fue reconocido como presidente de Ecuador. Unos
días después el parlamento le concedía las "facultades extraordinarias"
que no tenían nada de extraordinario en los gobernantes
sudamericanos.
El año anterior había llegado a Filadelfia a
través de "ferrocarril subterráneo", una esclava de
Maryland llamada Harriet Tubman.
Tenía entonces treinta años. Había empezado a
trabajar a los seis, cuando se le encargó cuidar al hijo
recién nacido de sus amos. Cada vez que bebé se
despertaba llorando ella era azotada con el látigo.
Después tuvo que realizar toda clase de trabajos: vigilar
trampas para ratas, arar, transportar troncos, etc. En una
ocasión trató de huir acompañada de sus
hermanos, pero éstos se acobardaron, decidieron regresar, y
Harriet se vio obligada a acompañarlos. Pero poco
después volvió a huir en solitario, y llegó a
Filadelfia. Recientemente recibió la noticia de que una
sobrina suya iba a ser vendida junto con los hijos de ésta,
y tomó una decisión que pocos esclavos huidos se
atrevían a tomar: regresó a Maryland para ayudar a
escapar a su sobrina. Pese a lo arriesgado de la empresa, tuvo
éxito, y desde entonces, durante más de una
década, armada con un revólver, se metió una
y otra vez en la boca del lobo como "conductora" para salvar a
cuantos esclavos encontró dispuestos a la huida, muchos de
ellos parientes suyos. Se calcula que guió a unos setenta
esclavos. La aprobación de la ley del esclavo fugitivo
obligó a prolongar los "trayectos" hasta Canadá.
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