Testimonios.

A través de sus propias voces
Consuelo Moscardó
Josep Vanyó
Juan Marín Vicente Ramis
Angela Briones Guillermo Pérez


Nicolás Guillen*

....El mismo día que llegamos a Valencia, al anochecer sonaron las sirenas: la ciudad fue bombardeada. Bonita recepción.... A Marinello y a mi nos habían instalado en una misma pieza de hotel, un hotel que estaba situado en la muy valenciana calle de la Paz. Nos apresuramos a vestirnos, pues alguien nos tocó a la puerta mientras gritaba “Al refugio, al refugio!".Cuando salimos nos dimos cuenta que la gente corría en una misma dirección, lo que nos hizo pensar que el refugio, como así fue, se encontraba en ella. Entramos de inmediato, y el espectáculo que se nos ofreció no era de los más tranquilizadores. Sobre todo llamaba dolorosamente la atención los niños menores, apretados compulsivamente por sus madres. Al cabo de cierto tiempo –en este caso pudo haber sido una hora- sonaron las sirenas nuevamente, lo cual quería decir que el peligro había cesado. En la madrugada volvieron las sirenas a sonar y se repitió el espectáculo, sólo que en condiciones más modestas, pues sin duda la gente tenía mas sueño que por la tarde. Mientras la alarma duró, se oyeron los disparos de las antiaéreas y, a espacios regulares y profundos, los de las bombas fascistas.

Depósito de cadáveres

 

Mijail Zoltov*

....Por la noche han bombardeado concienzudamente la ciudad -es posible que con motivo del Congreso. Los delegados dormían como troncos después del viaje y de las impresiones del día. Podían haberse quedado dormidos todos. Yo he ordenado a la telefonista del Metropol que despertara enseguida a toda mi delegación y la he conducido solemnemente al sótano. Tocaban las sirenas, la artillería antiaérea disparaba sin cesar, el ruido que producía era como si desgarraran enormes trozos de tela. Se oían, a lo lejos, las sordas explosiones de las bombas. “¿Qué tal? – he preguntado en tono de hospitalario anfitrión. Todos estaban impresionados y muy contentos. Vishnievski ha preguntado cuál es el peso de las bombas. Pero yo no lo sabía. El diablo sabe lo que pesan. Tolstoi ha dicho que lo que menos importa es el peso, lo importante es que son bombas. Con su pijama carmesí, estaba magnífico, en el sótano.

Efecto de un bombardeo

 

Alejo Carpentier*

A las ocho de la noche no queda una luz visible en Valencia. Las tinieblas más densas se apoderan de las calles, de las plazas. En Barcelona quedaban todavía algunos mecheros velados, algunos tranvías fantasmagóricos.

Aquí nada... cenamos en el comedor del hotel España, con una temperatura africana, detrás de ventanas herméticamente cerradas. Algunos teatros y cines permanecen abiertos, pero hay que saber dónde se encuentran para concurrir a ellos, pues ninguna luz, ninguna claridad, revela su existencia. Todos los cafés han corrido sus cortinas metálicas desde la puesta del sol. En la oficina de Correos, abierta hasta las doce, los empleados se agitan detrás de sus ventanillas envueltos en luces de velorio. Los pocos transeúntes que se encuentran en las calles se guían por medio de linternas de bolsillo, esporádicamente encendidas en lugares donde el pie puede encontrar un obstáculo... a partir de la medianoche reina en Valencia un silencio profundo, silencio de ciudad sin habitantes, aunque millares y millares de evacuados de Madrid han venido a agregarse a su ya numerosa población.

*En: Manuel Aznar Soler, II Congreso Internacional de escritores para la defensa de la cultura (1937)

Víctimas de las bombas

Manuel Azaña

"Hablando estábamos en el horrendo despacho de la División, cuando sentí una trepidación lejana, persistente y a poco los cristales de las ventanas vibraron. 'Son aviones, Giral, deben de estar cerca'. En aquel punto sonaron los estampidos de las antiaéreas, se abrió la puerta y entró Menéndez: 'Están bombardeando. Hay que bajar al refugio'. Oímos entonces las explosiones. Se apagó la luz. Salí en busca de mi mujer que tenía de visita a la de Ureña y a la de Morla. Cuando bajábamos la escalera los estampidos hacían retumbar la techumbre de cristal. Al llegar al refugio, ya se había concluido todo, por lo menos en las inmediaciones. Estuve en el refugio un rato con las señoras y Giral. A poco apareció Casares que venía a saber de nosotros. Nos comunicaron que habían caído bombas en la plaza contigua donde hay algunos ministerios, dos de ellas muy cerca del Ministerio de Marina. El despacho de Prieto quedó averiadísimo. Casualmente en aquel momento Prieto estaba en otro aposento hablando con el Ministro inglés. Estando aún en el refugio se presentó mi sobrina Anita, deshecha en llanto. Yendo con su marido en un autobús, una bomba estalló cerca; su marido cayó herido y estaba desangrándose en la casa de Socorro, donde no había medios para atender a tantas personas como llegaban. La pobre Anita había venido como loca a pedirme auxilio. No sabía por donde ni con quien había hecho el camino. Quiso tomar un taxi y se encontró dentro con un niño sin cabeza. El espanto la tenía medio transtornada. Antonio, su marido, tenía una herida junto a la cadera. Tendido en el suelo entre muertos y heridos estaba en peligro de morir por falta de asistencia. Salieron inmediatamente Bolívar y un ayudante mío para la Casa de Socorro... Murió en la noche del martes al miércoles... En Valencia ha habido muchas víctimas. La indignación es grande. Ahora querrán tomar represalias, las cuales darán pretexto para otros estragos, y así hasta el infinito destrozo. '¿Pero es qué debemos aguantarnos y no responder?' dicen muchos. No sé qué será peor"'.

Manuel Azaña. (relatando el bombardeo que sufrió Valencia el 16 de mayo de 1937).

Dorothy Parker, narra su impresión al conocer a los niños evacuados de Madrid y otros lugares, alojados en colonias, ellos dibujaban el horror vivido:

"Era sorprendente ver que muchos de aquellos niños sabían dibujar y dibujaban bien; era alentador ver cómo sus profesores estimulaban sus dotes. Cuando fueron por primera vez a la colonia, los niños conocían las cosas más próximas y profundas para ellos: dibujaban aviones, bombas explotando y casas ardiendo. Por la terrible perfección de los detalles, se apreciaba lo bien que conocían esos temas. Ahora dibujan flores, manzanas, barcos de vela y casitas con humo saliendo de las chimeneas; ahora sí que son niños.
Y a unos cuantos kilómetros, los aviones de los fascistas sobrevolaban Valencia y soltaban bombas, y por eso habrá más niños que dibujen aviones, llamas y fragmentos de cuerpos volando por el aire; eso si queda algún niño
".

En la pagina web: http://orpheus.ucsd.edu/speccoll/tsdp/ podéis encontrar información sobre los dibujos que realizaron algunos de aquellos niños.