Shakespeare en la pantalla: TITUS

Fox Searchlight Pictures y Clear Blue Sky Production Film en asociación con Overseas Film Group. Color. 163 minutos. Estrenada en los Estados Unidos el 25 de Diciembre de 1999. Producida por Jody Patton, Conchita Airoldi y Julie Taymor.

Dirigida y adaptada de Titus Andronicus por Julie Taymor. Escenografía de Luciano Tovoli. Diseño de Dante Ferreti. Vestuario de Milena Canonero. Música de Elliot Goldenthal. Coreografía de Giuseppe Pennese. Montaje de Françoise Bonnot. Con Osheen Jones (joven Lucio), Darío D’Ambrosi (Payaso), Anthony Hopkins (Titus), Jessica Lange (Tamora), Jonathan Rhys Meyers (Chiron), Matthew Rhys (Demetrio), Harry Lennix (Aarón), Angus Macfadyen (Lucio), Alan Cumming (Saturnino), James Frain (Basiano), Colm Feore (Marco), Laura Fraser (Lavinia), Geraldine McEwan (Niñera) y otros.

Crítica por Samuel Crowl
Traducción: Ignacio Pascual Mondéjar y Juan Pérez Moreno

Julie Taymor comparte con Peter Brook un lenguaje dramático distintivo que difícilmente puede ser recreado o traducido al mundo del celuloide. Tras ver su Titus, sigo recordando la versión en la gran pantalla del Rey Lear de Brook, que tan sólo consigue, parcialmente, encontrar un estilo fílmico comparable a la fuerza abrasadora de su afamada puesta en escena en 1962 para la Royal Shakespeare Company. El Titus de Taymor es una película de mayor éxito. En sus momentos más brillantes – la entrada del ejército de Titus al Coliseo; Titus postrado sobre los adoquines de una encrucijada en la escena de los "feroces tigres salvajes"; Titus escribiendo las cartas de sangre en la bañera antes de la llegada de Tamora y sus hijos, disfrazados de Venganza, Violación y Asesinato; y Aarón subido en la escalera desafiando a Lucio y a su ejército de godos – proporciona al espectador imágenes y representaciones tan buenas como cualquiera de las mostradas en la historia de Shakespeare en la pantalla. De lo que no estoy tan seguro es de si su Titus funciona o no como una narración consistente.
La concepción que tiene Taymor de Titus y su versión de Roma está brillantemente plasmada no sólo en el trabajo de Anthony Hopkins sino también en las imágenes y escenarios que Taymor crea para él. El plano inicial de Titus, como un guerrero cubierto de barro emergiendo del cieno primitivo de la competitiva violencia masculina, capta perfectamente la forma en la que Titus se encuentra encasillado en ideas arcaicas sobre Roma y el sistema patriarcal que la obra de Shakespeare desafía. Cada estrepitoso y marcial paso coreografiado de su ejército crea una imagen indeleble de la edad de hierro. Según avanza la película, Taymor repetidamente encuadra a Titus sobre el fondo de las ruinas y restos de la civilización romana a la que él ha entregado su ciega devoción. Un antiguo acueducto se extiende desde el jardín de la casa de Titus. Armaduras de edificios clásicos salpican el paisaje envolviendo la fantástica escena de la encrucijada, donde Taymor retrata al postrado Hopkins que expone sus lamentos a una piedra a través del lento rodar de las ruedas del carromato, que conduce a sus hijos enjaulados hacia su ejecución.
Al igual que Titus, Aarón se encuentra atrapado en su visión del mundo. Como una llamada visual al Othello de Orson Welles, él se asocia a un gran número de prisiones. La más grande se encuentra en los subterráneos del palacio de Saturnino, donde Chiron, Demetrio y Aarón tienen su particular versión de una sala familiar de juegos; la más pequeña, es la jaula de la que el hijo de Aarón es liberado por el joven Lucio en la secuencia final de la película. Titus y Aarón provocan la imaginación visual de Taymor: el elemento patriarcal dentro del sistema viene a descubrir que es el intruso definitivo y el orgulloso marginado, quien labra su camino hacia el centro del sistema devorándolo todo a su paso, para descubrir que su nihilismo se funde en el rostro de la paternidad.
La película nos hace reflexionar sobre el destino de estos dos padres, pero está lejos de conseguir que sus enemigos resulten interesantes en cuanto a representación e imagen. Jessica Lange, una actriz que admiro, no posee las cualidades para personificar de forma convincente a una seductora vengativa, y Taymor no la ayuda con el trabajo de cámara y vestuario. Lange, visual y verbalmente, desmerece cada escena en la que aparece. Sus problemas respiratorios puntúan erróneamente sus amplios encuentros con el verso libre de Shakespeare; su vestimenta – desde un traje rojo de amazona hasta una versión de un corsé de Madonna de oro metálico – ni encaja ni le favorece; y la cámara de Taymor la graba en un ralentizado primer plano, acentuando cruelmente sus arrugas. Esta Tamora está más enervada que enfadada debido a su venganza. Incluso su encuentro con Aarón en el bosque es flácido y sin pasión más que cargado y sexy.

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