La película es también problemática en la concepción de sus hijos, Chiron y Demetrio. Son representados como dos niñatos infantiles cuya idea de ser crueles es insinuarse a la cámara después de violar a Lavinia. En las secuencias de sueño de la película, son representados como tigres, pero en la realidad son simples gatos peleándose. Su maldad es banal más que rapaz. Aunque la diseñadora de vestuario de la película, Milena Canonero trabajó en La naranja mecánica de Stanley Kubrick, no encuentra un estilo visual para los hijos de Tamora que se asocie con el que creó para Alex y sus "colegas", para ayudar a captar su violencia sin sentido. Encuentro también la representación de Saturnino por Alan Cumming una colección de tópicos sobre la decadencia. Es un actor altamente estilizado que no parece ocupar el mismo universo que la Tamora más naturalista de Lange. Me doy cuenta que la imaginación ecléctica de Taymor probablemente propiciara estos asombrosos contrastes de estilo en la representación, pero, para mí, debilitan el impacto de su película. La película empieza y acaba con dos escenas inventadas por Taymor que señalan sus intenciones con el material Shakesperiano. Las dos tienen como protagonista a Osheen Jones como el joven Lucio, a quien ella eleva a la categoría de (con una excepción clave) testigo silencioso de los acontecimientos de la película. En la escena inicial, Lucio es actualmente un niño dirigiendo, con un abandono violento creciente y toneladas de ketchup, a sus soldados de juguete sobre la mesa de la cocina. De repente, el mundo exterior empieza a imitar su violencia imaginaria mientras las bombas empiezan a estrellarse en su casa. Lo recoge una estrafalaria figura que se desliza con él, igual que Alicia en el país de las maravillas, bajo un gran torbellino hacia el interior del mundo de Titus (cabe destacar que Adrian Noble usó este mismo recurso narrativo y al mismo joven actor en su reciente película sobre Sueño de una noche de verano). Al final de la película, el joven Lucio abre la pequeña jaula donde el bebé de Aarón estaba prisionero, lo coge en brazos, y sale caminando lentamente del Coliseo hacia el horizonte mientras la música de Elliot Goldenthal ondea en la banda sonora. Lucio es el recurso clave a través del cual Taymor dramatiza su deseo de ver a Titus hablándonos directamente sobre la violencia de nuestro propio mundo tal y como sucedía en la antigua Roma. Y Lucio es la figura mediante la cual ella dispone un optimista, y controvertido, final para la desolada y sangrienta carnicería que descompone el final del brutal cuento de Shakespeare. Mientras que no estoy convencido de que su película requiera estos momentos para alcanzar tan considerable impacto, Taymor los hace consistentes mediante su uso de Lucio dentro del cuerpo de la película. La escena inicial del simulacro de guerra al que se juega sobre la mesa de la cocina es nuevamente evocada cuando Titus conduce a Aarón a través de su casa y dentro de la cocina buscando su tabla de carnicero y su cuchillo consiguiendo así el lugar y la forma de cortarle la mano – una escena presenciada por Lucio a través de una rendija en la puerta de la cocina. Y esa misma cocina es, por supuesto, retomada para el asesinato de Chiron y Demetrio, quienes quedan colgados cabeza abajo en el banco de la cocina. La cámara de Taymor capta a Titus a través de los eslabones de la cadena de hierro utilizada para colgar a sus víctimas mientras blande con la vista perdida su cuchillo limpio a través de su túnica blanca mientras su sangre se vierte en el cazo de Lavinia. El comedor, al estar unido a la cocina, está también relacionado con el joven Lucio: Taymor le otorga las líneas de Marco sobre el asesinato de la mosca en el corazón de la triste y absurda versión de Shakespeare de la escena de mesa familiar. El episodio Shakesperiano de la muerte de la mosca proporciona a Taymor la garantía para su secuencia inicial de la destrucción de los soldados de juguete. El joven Lucio se convierte en su vehículo para desplazarse más allá de la violencia moviéndose a través de ella como participante simbólico y testigo silencioso. |