ACTO 1, ESCENA 1.’

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ANTONIO.

BASSANIO.

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por llevar una vida de más fasto de lo que mis escasos medios permitían. No voy a lamentarme por renunciar ahora a un estilo tan noble; lo que me preocupa, de verdad, es liberarme dignamente de las enormes deudas que mi quizá pródiga en exceso juventud me ha hecho contraer. Contigo, Antonio, tengo deuda de amor y de dinero, y con la garantía de tu amor

en tus hombros descargo el peso de mis planes y proyectos para librarme así de todo lo que adeudo. Mi querido Bassanio, os lo suplico, explicádmelo todo que si el asunto se mantiene en vos, como es costumbre, dentro de lo honorable, os aseguro que mi persona, mi dinero y todos mis recursos han de estar, por entero, a vuestro arbitrio. En mis tiempos de escuela, cuando perdía un dardo, solía disparar otro en el mismo sentido y con la misma trayectoria, poniendo mayor tino para hallar el primero. Arriesgando los dos encontraba los dos. Invoco esta experiencia de niñez en relación a la inocencia de lo que ha de seguir. Es mucho lo que os debo, e —irresponsable joven— al tiempo todo lo perdí; mas si quisierais lanzar un nuevo dardo en el mismo sentido en que lanzasteis el primero, os aseguro que observaré su vuelo y encontraré los dos, y os traeré el que ahora arriesguéis

quedando agradecido y deudor por el primero. ANTÓNIO. Me conocéis muy bien; no perdáis tiempo

dudando de mi amor entre divagaciones; mucho más me ofendéis, sin duda alguna, desconfiando de mi celo así

que derrochando lo que me pertenece. Decidme, pues, lo que he de hacer y lo que pueda hacerse, según vos, pues estoy preparado. Pronto, hablad.

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