2

36
EL MERCADER DE VENECIA
PRÍNCIPE DE
MARRUECOS.
Por ello os doy las gracias.
Y os ruego me llevéis adonde están los cofres
para probar mi suerte. Por esta cimitarra,
que mató al gran Sofí y a un príncipe de Persia,
que ganó en tres batallas al turco Solimán,
haría que bajase la mirada de ojos más insolentes.
Huznifiaría el pecho más gallardo de la tierra.
Arrancaría a los cachorros de las ubres de la osa,
y burlaría al león que ruge por su presa,
30
con tal de conquistaros, mi señora. Mas... ¡ ay de mí!
Si el juego de los dados decidiera entre ambos
quién —Hércules o Licas— es más fuerte, la jugada mejor
podría Azar ponerla en la mano más débil.
Así fue Alcides vencido por su siervo,
y así yo, guiado por la ciega Fortuna,
perdería lo que otro, menos digno que yo, puede obtener,
muriendo de dolor.
PORTIA.
Aceptad, pues, el riesgo.
Renunciad totalmente a la elección,
o jurad, antes de elegir, que si os equivocáis
40
nunca más volveréis a pedir en matrimonio
a dama alguna. Así, pues, estáis advertido.
PRÍNCIPE DE
MARRUECOS. Lo juro, nunca más. Conducidme a mi suerte.
PORTIA.
Id al templo primero, que, después de la cena,
ha de cumplirse vuestro sino.
PRÍNCIPE DE
MARRUECOS.
¡ Que la fortuna me acompañe!
Pues ella hará de mí el más feliz o desdichado de los
hombres.
Salen.

2