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ACTO ifi, ESCENA 2.~
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pues después de cortejar hasta el agotamiento,
y de jurar hasta secarse mi garganta,
y de hacer votos de amor, tengo al fin —si a su fin llega el [juramento— la palabra de honor de esta belleza de entregarme su amor si vos teníais la suerte de conquistar a su señora.
PORTIÁ.
Nerissa, ¿es eso cierto?
NERISSA.
Lo es, señora, si os complace.
BAssANI0. Y vos, Gratiano, ¿habláis en serio?
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GRATL~No. Sí, mi señor. BASSANIO. Nuestras nupcias se honrarán con las vuestras.
GRA1IA1ro.
Hagamos una apuesta: mil ducados a quien tenga el primer
hijo varón.
NEIU5SA.
¡ Buen envite!
GRATIANO.
No ganaremos la apuesta si no hay buen envite.
Pero, ¿quién llega? ¡ Lorenzo con la infiel!
¡ Y Salerio, mi viejo amigo veneciano!

Entran Lorenzo, Jéssica y Salerio, inensajero de Venecia.
BASSANIO. ¡ Bienvenido, Lorenzo! ¡ Bienvenido, Salerio!, silos nuevos derechos que aquí he adquirido —jóvenes [aún— 220 me autorizan a dar la bienvenida. Portia, con vuestra venia, saludo a mis amigos y paisanos, les doy la bienvenida. PORTIA. Yo también, mi señor. Sean todos bienvenidos. LoRENzo. Doy las gracias a vuestra señoría. En cuanto a mí, señor, no era mi propósito visitaros aquí, pero habiéndome encontrado con Salerio en el camino, de tal modo ha insistido que no pude negarme a acompañarle. SALERI0. Así fue, mi señor, y no sin motivos. Signor Antonio 230 me ruega que os salude de su parte.

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