Simocx.
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Decidme, ¿por qué tendría que hacerlo?
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P0RU4.
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No es la obligación cualidad de la clemencia:
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sino que —suave lluvia— cae del cielo
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en la tierra a sus pies. Bendita por dos veces,
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pues bendice a quien da y a quien recibe;
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poderosa entre quien tiene más poder, adorna
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mejor que la corona al monarca en su trono,
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pues el cetro representa la fuerza del poder temporal
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y es tributo de majestad y de respeto,
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y de donde emanan el temor y el miedo que nos inspira
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lun rey.
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Mas la piedad supera al cetro que domina,
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en el corazón del rey tiene su trono,
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es atributo de Dios mismo,
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y más al suyo se parece el poder terrenal
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si la piedad modera a la justicia. Así, pues, hebreo,
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aunque justicia sea lo que reclamas, considera
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que a ninguno de nosotros bastará la justicia
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para salvarse. Todos te suplicamos la piedad
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y es la súplica misma la que nos enseña
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a practicar clemencia. Si hablo tanto
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es para mitigar el veredicto de lo que reclamas,
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mas si persistes, la severa corte de Venecia
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necesariamente deberá actuar contra este mercader.
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SIWL0cK.
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¡ Caigan mis actos sobre mi cabeza! Sólo exijo la ley
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y el castigo, y el cumplimiento del contrato.
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PORTIA.
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¿Es que no puede responder a su deuda?
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BASSANIO.
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Sí, yo la entrego en su nombre a este tribunal
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y la duplico. Y si no fuera suficiente
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me comprometo a pagar diez veces más,
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y como aval, ofrezco mis dos manos, y mi corazón, y mi
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cabeza.
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Si no bastara esto, evidente será
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que la maldad se impone a la verdad. Os ruego, por lo tanto,
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que por una vez sometáis la ley a vuestra autoridad
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para hacer un gran bien con un pequeño mal,
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