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ACTO V, ESCENA 1.’
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YAGO.
¡Sí, él es! ¡Es él!
[Entran sirvkntes, con una litera.1
¡ Ah, aquí está la litera! ¡ Muy bien!
Que alguien de buen corazón lo saque de aquí con cuidado. Yo iré a buscar al cirujano de Othello. [A Bianca.1 En cuanto
[a vos, señora,
ahorraos el esfuerzo... Era amigo mío
quien
ahí yace muerto. ¿Qué rencor había entre vosotros,
[Cassio?
CASSIO.
Yo no sé de ninguno. Ni siquiera conocía a ese hombre.
YAGO. (A Bianca.J ¿Palidecéis, señora?... Ponedie a cubierto.
[Cassio y Roderigo son retirados.l

Vosotros, os lo ruego, quedaos aquí. Así palidecéis, señora... Vedla, sus ojos la traicionan.
Mirad en sus ojos y pronto sabremos más. Observadla bien. No dejéis de mirarla, os lo ruego. ¿Lo veis, caballeros? Su culpa hablará, aunque calle la lengua.

Entra Emilia.
Ei~m.IA.
¿Qué sucede, esposo? ¿Qué ha ocurrido?
YAGO. Atacaron a Cassio, cómplices de la noche,
Roderigo y otros que consiguieron escapar.
Cassio quedó malherido, y Roderigo muerto.
Er~m..IA.
¡ Ah, pobre caballero! ¡ Pobre Cassio!
YAGO.
¡ Por andar en juego de rameras! Emilia, te lo ruego,
ve y pregunta a Cassio con quién cenó esta noche.
EA Bianca.J ¿Por qué tembláis, señora?
BIANCA.
Cenó en mi casa. ¿Debo, pues, temblar?
YAGo. ¿Cenó con vos, entonces? Os lo ordeno, seguidme.
¡ Tú, ramera, caiga sobre ti la vergüenza!
BIANCA.
No soy una ramera; más honesta es mi vida
que la de quien así me insulta.
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EMn.IA.
¿Más que la mía? ¡Qué vergüenza!

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