OTHELLO.
|
¡ Carroila miserable!
|
¿Cómo te apoderaste tú, Cassio, de aquel pañuelo
|
que pertenecía a mi esposa?
|
CAssIo.
|
Lo encontré en mis aposentos.
|
|
Él mismo confesó, hace un momento,
|
|
que allí lo dejó con una intención precisa
|
|
que acomodaba a su deseo.
|
OTHELLO.
|
¡Oh, necio! ¡ Estúpido! ¡Necio!
|
320
|
CAssIo.
|
Y además, Roderigo, en su carta,
|
|
acusa a Yago de haberle impulsado
|
|
a provocarme en el cuerpo de guardia, razón
|
|
por la que se me destituyó. Y es ahora cuando confiesa,
|
|
cuando todos le creíamos muerto, que fue Yago quien le
|
|
instigaba,
|
|
y quien le causó heridas.
|
LoDovlco.
|
Debéis abandonar este aposento y venir con nosotros.
|
|
Habéis sido privado del poder y del mando.
|
|
Desde ahora Cassio gobierna en Chipre. En cuanto a este
|
|
(viliano,
|
|
si existe tormento tan cruel
|
330
|
|
que conserve su vida, aún torturándolo,
|
|
le será aplicado. Vos quedaréis preso
|
|
hasta que vuestro crimen sea juzgado
|
|
por el Estado de Venecia. ¡ Vamos! ¡ Llevadie!
|
OTHELLO.
|
¡ Esperad, unas palabras todavía!
|
|
He prestado servicios al Estado, y ellos lo saben.
|
|
Sea eso suficiente. Os ruego... en vuestras cartas,
|
|
al narrar estos hechos dolorosos,
|
|
hablad de mí tal como soy. No excusáis
|
|
ni agraváis mi culpa por rencor. Hablad
|
340
|
|
de alguien que amó torpemente, pero amó demasiado;
|
|
alguien que puso barrera a los celos, pero, al instigarle,
|
|
quedó preso en la locura; de alguien cuya mano
|
|
—como un bárbaro indio— arrojó lejos de sí una perla
|
|
más valiosa que toda su tribu; de alguien, sus ojos afligidos,
|
|