4

36
EL REY LEAR
- en un mejor cobijo lo tendría.
Así, de ambas me despido.
REGAN.
No nos señales nuestra obligación.
GONERILL.
Concentra tus esfuerzos
en darle gusto a tu señor, que te ha acogido como limosna de fortuna. Has sido de obediencia escasa y mereces la pérdida de lo que has perdido.
CORDELIA.
El tiempo desenmascarará lo que la astucia oculta;
la vergüenza al fin burla a quien faltas encubre.
Que podáis prosperar.
FRANCE.
Ven, mi hermosa Cordelia.
SaleEn] France y Cordelia.

GONER1LL. Hermana, no es poco lo que he de decir de lo que a las
dos nos atañe tan de cerca. Creo que nuestro padre se mar cha esta noche.
REGAN.
Es bien cierto; con vos; conmigo, el mes siguiente.
GONERILL.
Ved cuán llena de capricho está su ancianidad. De ello no
es poca la experiencia que tenemos. Siempre amó más a nuestra hermana; y el poco juicio con que la ha desterrado ahora resulta demasiado evidente.
REGAN.
Ese es un mal de la vejez. Aunque nunca se ha conocido
a sí mismo sino de forma superficial.
GONERILL.
Ya la época de su mayor plenitud y fuerza fue también de
arrebatos; así pues, hemos de esperar recibir de su vejez no sólo las imperfecciones de sus hábitos, hace tiempo arrai gados, sino también la obstinación desenfrenada que los
años de enfermedad y cólera traen consigo.
REGAN.
Habremos de esperar de él arranques caprichosos como el
destierro de Kent.
GONERILL.
Queda todavía su ceremonia de despedida con el rey de
Francia; os lo ruego, actuemos de acuerdo; si nuestro pa dre ejerce su autoridad en la disposición en que se halla, esta última cesión suya no será sino para nuestra ofensa.
REGAN.
Aún habremos de considerarlo.
G0NEIuLL.
Debemos hacer algo, y en caliente.
Salen.

4