6

No, my lord,
aunque no condeno la blanda indulgencia ni vuestra [conducta,
se os censura más por falta de prudencia
de lo que se os alaba por blandura nociva.
ALBANY.
Hasta dónde penetren vuestros ojos no lo puedo decir;
buscando mejorar, estropeamos a menudo lo que bien está.
GONERILL. Y, entonces...
ALBANY. Bien, muy bien... A los hechos.
Salen.


ESCENA QUINTA

Entran Lear, Kent, Caballero y el bufón.
LEAR.
Adelantaos hacia Gloucester con estas cartas. De lo que vos
sabéis no digáis a mi hija más de lo que ella os pregunte, y sugerido por la carta misma. Si no os apresuráis, estaré allí antes que vos.
KENr.
No dormiré, my lord, hasta haber entregado vuestra carta.
Sale.

BuFÓN.
Si el cerebro del hombre estuviera en sus pies ¿no le sal-
chían sabañones?
LEAR.
Sí, muchacho.
BUFÓN.
Entonces, te lo ruego, sé feliz. Tu sensatez no necesitará de
zapatillas.
LEAR.
¡Ja, ja, ja!
BUFÓN.
Verás como tu otra hija te trata amablemente; pues aunque
se parezca a la de aquí como una poma a una manzana yo digo lo que digo.
LEAR.
¿Y qué dices, muchacho?
BUFÓN.
Que su sabor será tan parecido como lo es el de una poma
al de otra poma. ¿Sabríais decirme por qué está la nariz en

6