4

loo
CORNWALL. Adiós, Edmund.
[Sale Edmund.1

11d a buscar al traidor Gloucester’
Atrapadle como a un ladrón, traedle ante nosotrost
Aunque no sea posible disponer de su vida sm proceso, nuestro poder habrá de someterse a nuestra ira, lo que podrán los hombres censurar,

Entran Gloucester y sirvientes.
mas no impedir. ¿Quién va? ¿El traidor?
REGAN.
¡ Él es! ¡ Ingrato zorro!
CORNWALL. ¡ Atadle con fuerza esos brazos acartonados!
GLOUCESTER.
¿Qué intentan vuestras Gracias? Amigos míos, pensad
que sois mis invitados. No me hagáis juego sucio.
CORNWALL ¡ Os digo que lo atéis!
REGAN.
¡ Apretad fuerte! ¡ Repugnante trai
[dor!
GLOUCESTER. Despiadada mujer, vos lo sois, yo no.
CoRNWALL. ¡ Atadio a esta silla! Villano, ahora sabrás lo que...
GLOUCESTER.
¡ Por los nobles dioses! Que es innoble acto
arrancarme la barba.
REGAN.
¡ Tan blanca y de un traidor así!
GLOUCESTER.
Perversa dama,
los pelos que me arrancáis de la cara
se habrán de alzar para acusaros. Yo soy vuestro anfitrión. Con manos de ladrón, mi gesto de hospitalidad no deberíais violentar. ¿Qué os proponéis?
CORNWALL. ¡ Vamos, señor! ¿Qué nuevas acabáis de recibir de Francia?
REGAN.
Contestad sin rodeos. Sabemos la verdad.
Coi~i~wALL.
¿Qué confabulación tenéis con los traidores
que acaban de desembarcar en el reino?
REGAN.
¿En qué manos
habéis puesto al lunático rey? Hablad.
GLOUCESTER.
Tengo una carta escrita con sólo conjeturas,
que me llegó de alguien de corazón neutral,

4