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CoRNw~tLL
¡ Astuto!
REGAN.
¡Y falso!
CORNWALL. ¿A dónde habéis mandado al rey?
GLOUCESTER.
A Dover.
REGAN.
¿Y por qué a Dover? ¿No se os advirtió, bajo amenaza...?
CORNWALL. ¿Y por qué a Dover? Que responda a esto.
GLOUCESTER. Me encuentro atado, y debo soportar la arremetida.
REGAN.
¿Por qué a Dover?
GLOUCESTER.
Porque no quiero ver cómo vuestras crueles garras
le arrancan sus cansados ojos de anciano; ni a vuestra feroz
[hermana
hundir sus colmillos de jabalí en su carne ungida. El mar con una tormenta como la que su cabeza desnuda
[ha soportado
en una noche oscura como el mismo infierno se habría
[levantado
hasta apagar los fuegos estelares.
Adn así, ¡ pobre y anciano corazón!, ayudó a los cielos a
[llover.
Si los lobos hubiesen aullado a tu puerta en esta hora
[terrible
habrías dicho: “Abre, buen guardián, ya es suficiente crueldad.” Mas he de ver las alas de la venganza caer sobre esas hijas.
CORNWALL.
Nunca lo habréis de ver. Vosotros, sujetad la silla.
Sobre estos ojos tuyos mi pie colocaré.
GLOUCESTER.
Que todo el que desee llegar a la vejez
me ayude. ¡ Qué cruel! ¡ Oh, dioses!
REGAN.
Un lado a solas haría burla del otro. ¡ Que sean los dos!
CORNWALL. Si veis la venganza...
SIRVIENTE.
¡ Detenéos, my lord!
[1 SIRvIENTE.] Os he servido desde niño
pero nunca os presté un servicio mejor
que ahora, al pedir que os detengáis.
REGAN.
¿Cómo, perro?
[l.’~’ SIRvIENTE.] Si tuvierais pelo en la barbilla,

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