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No
excedía la oreja el pululante ramo |
330 |
del
ternezuelo gamo que mal llevar se deja, y con razón, que el tálamo desdeña la sombra aun de lisonja tan pequeña. |
Las notas humorísticas (e incluso maliciosas, como
ésta última) sugieren la animada charla con la que
debían
distraerse los serranos. En los últimos cincuenta versos
Góngora
ha descrito con detalle, admiración, sentido del humor y, sobre
todo, con un exquisito sentido poético, una ternera, una vaca,
gallinas,
cabritos, conejos, pavos, perdices, miel y una cría de gamo.