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El general Amado Balmes, gobernador militar de Las Palmas de Gran Canaria, murió accidentalmente al dispararse un tiro en el vientre mientras trataba de desencasquillar su pistola. Su entierro le brindó al general Franco la excusa perfecta para desplazarse de Tenerife a Gran Canaria sin despertar sospechas. Llegó el 17 de julio de 1936 con su mujer y su hija. Allí estaba el avión que debía trasladarlo a Marruecos en cuanto se iniciara el golpe de Estado. Esa mañana, varios oficiales se reunieron en Melilla para trazar los planes de ocupación de los 18 edificios públicos de la ciudad. Los pusieron al corriente de los falangistas, uno de los cuales informó al dirigente local de Unión Republicana, el cual informó al general Manuel Romerales, comandante militar de Melilla, el cual informó a su vez a Casares Quiroga. Por la tarde, Romerales envió una patrulla de soldados y guardias de asalto a registrar el lugar donde se habían reunido los conjurados. El coronel Darío Gazapo retrasó el registro y, cuando recibió órdenes de Romerales para que lo permitiera, llamó al cuartel de la Legión, que envió un grupo de legionarios que arrestó a la patrulla. El coronel Juan Seguí, jefe de los falangistas en Melilla, entró pistola en mano en el despacho de Romerales y lo arrestó. Los oficiales sublevados proclamaron el estado de guerra y, siguiendo el plan previsto con un día de antelación, tomaron todos los edificios públicos melillenses. Las sedes de los partidos del Frente Popular fueron clausuradas y los dirigentes republicanos y de izquierdas fueron detenidos. Melilla quedó bajo la ley marcial. El último foco de resistencia fue la base de hidroaviones de Atalayón, donde el comandante Virgilio Leret permaneció atrincherado con sus hombres hasta que se les acabaron las municiones, momento en que se rindió y fue apresado. Durante la resistencia de Leret murieron un sargento y un soldado marroquíes, que fueron las primeras víctimas mortales del alzamiento.
El ministro de Marina, José Giral, ordenó que varios
barcos de guerra se dirigieran al estrecho de Gibraltar para
impedir el paso de tropas desde África hasta la península. Sin
embargo, dos destructores, después de acatar la orden de cañonear
Ceuta, entraron en Melilla para unirse a los rebeldes. Otros
buques se unieron inmediatamente a los rebeldes y empezaron a
transportar tropas de Ceuta a Cádiz.
La capital del protectorado español de Marruecos era Tetuán. La
máxima autoridad militar era el general Agustín Gómez Morato,
que en ese momento se encontraba en Larache y fue informado de lo
que estaba sucediendo en Melilla por una llamada de Santiago
Casares Quiroga. Inmediatamente se subió a una avioneta para
dirigirse al lugar, pero fue detenido nada más aterrizar. Mientras
tanto, el coronel Seguí ya había telefoneado al teniente coronel Eduardo
Saenz de Buruaga, el jefe de los golpistas en Tetuán, así
como a Juan Yagüe, que estaba en Ceuta. Éste se hizo con el
control de la ciudad sin disparar un solo tiro.
José Antonio Primo de Rivera redactó ese día un manifiesto de apoyo al alzamiento.
A las cuatro de la madrugada del 18 de julio
fue despertado Francisco Franco con la noticia del adelanto del
golpe y de su éxito en Ceuta, Melilla y Tetuán. El general embarcó
a su mujer y a su hija con rumbo a Francia y a las dos de la tarde
subió al Dragon Rapide que lo llevó a Marruecos. Mientras
tanto Virgilio Leret y otros dos oficiales de Melilla eran
fusilados. La única ciudad importante del protectorado leal al
gobierno era Larache, pero tras una lucha en la que murieron dos
oficiales rebeldes y cinco guardias de asalto republicanos la
ciudad quedó en manos de los golpistas. Los pocos militares que se
habían mantenido fieles al gobierno habían sido fusilados o bien
habían huido al Marruecos Francés. De Sevilla partieron aviones
que bombardearon Melilla, Ceuta, Larache y Tetuán. En Tetuán
cayeron ocho bombas que provocaron una revuelta de los marroquíes,
ajenos al golpe de Estado, contra los españoles. No obstante, los
rebeldes contaron con el apoyo del visir Sidi Ahmed el Ganmia,
quien habló con los amotinados y los apaciguó. De hecho, el
bombardeo contribuyó a que los marroquíes se alinearan con los
rebeldes en contra de los republicanos que habían arrojado las
bombas. Por la tarde todo el Protectorado Español de Marruecos
estaba en manos de los rebeldes.
A mediodía, el general rebelde Luis Orgaz, siguiendo las
instrucciones que le había dejado Franco, se había hecho con el
control de las islas Canarias.
Las primeras víctimas mortales en la península se produjeron en
Sevilla, donde los rebeldes estaban dirigidos por el general
Gonzalo Queipo de Llano. Tras haber arrestado a los oficiales
leales al gobierno, en algunas ocasiones mediante engaños, envió
tropas al centro de la ciudad, que sobre las tres de la tarde
repelieron a una columna de guardias de asalto y civiles armados
por éstos, mientras que otra columna se dispuso a proteger el
gobierno civil. Una muchedumbre de izquierdistas se congregó sin
saber muy bien qué hacer. Finalmente se dirigió al Parque de
Artillería en busca de armas, pero allí fueron tiroteados sin
previo aviso por los militares y murieron once personas. Luego se
dedicaron a saquear los barrios ricos de la ciudad. Tres
falangistas y dos o tres sacerdotes fueron linchados y varias
iglesias fueron incendiadas. Cuando los rebeldes pusieron en juego
la artillería, con la que dispararon a varios edificios de la
ciudad, incluyendo el gobierno civil, los republicanos no tardaron
en rendirse. Así los sublevados se hicieron con el centro de la
ciudad, pero los republicanos todavía controlaban los barrios más
humildes. Por la noche los rebeldes controlaban también el
aeropuerto de Tablada, de donde habían partido los aviones
que habían bombardeado Tetuán y otras ciudades africanas.
En Córdoba, siguiendo órdenes de Queipo de Llano, el Coronel Ciriaco
Cascajo logró que las autoridades civiles se rindieran
mediante el uso de la artillería contra el edificio del gobierno
civil y con el incendio de las sedes del Partido Comunista de
España y de la CNT. Muchos pueblos de la provincia quedaron en
manos de los sublevados, pero en los días siguientes cambiarían de
bando varias veces.
En Navarra no se esperaba ninguna oposición al Golpe, pero el
comandante de la Guardia Civil, José Rodríguez Medel,
permaneció leal a la República. El general Mola habló con él por
teléfono para intentar convencerlo, pero resultó inútil. No
obstante, Rodríguez Medel tenía su servicio de inteligencia
particular, que le informó de que la situación estaba perdida (su
esposa tenía una sombrerería a la que acudían las esposas de todas
las autoridades de Pamplona). Cuando reunió a sus hombres y los
arengó concluyendo con un ¡Viva la República!, fue contestado con
varios ¡Viva España! Entonces intentó huir hiriendo con su pistola
a un guardia civil, tras lo cual otro lo mató con un subfusil. El
coronel Alfonso Beorlegui, designado por Mola, se puso al
frente de la Guardia Civil de Navarra.
En Burgos, el general Domingo Batet había tratado de mantener la
lealtad del ejército a la República y ya el día anterior había
ordenado algunos arrestos, pero ningún oficial acudió a una
reunión que había convocado, y finalmente fue arrestado al
anochecer.
La tripulación de los dos buques que se habían pasado al bando
sublevado en Melilla se sublevó a su vez contra sus oficiales y
llevaron los barcos a la base naval de Cartagena.
Dolóres Ibárruri se hizo famosa por una serie de discursos que
retransmitió por radio. Ese día pronunció uno en el que repitió
varias veces la consigna ¡No pasarán!, que había
popularizado Philippe Petain en Verdún, durante la Primera Guerra
Mundial. De repente se había vuelto demócrata, pues llamó a todos
los obreros y militares, hombres y mujeres, a defender la
democracia frente al fascismo.
Lucky Luciano fue condenado de 30 a 50 años de cárcel por 62 delitos de obligación a la prostitución. Desde la cárcel siguió dirigiendo sus "negocios familiares" a través de Vito Genovese. Ese año también fue detenido Johny Torrio, acusado de evasión de impuestos. Se declaró culpable y fue condenado a dos años de cárcel.
Santiago Casares Quiroga presentó su dimisión, y Manuel Azaña,
esa misma noche, pidió a Diego Martínez Barrio que formara un
nuevo gobierno que incorporase elementos de derechas y que
excluyera a los comunistas. Sin embargo, los socialistas se
negaron a participar y el 19 de julio
se formó un gobierno con Izquierda Republicana (el partido de
Azaña), Unión Republicana (el de Martínez Barrio) y el minúsculo
Partido Nacional Republicano, que ni siquiera se había presentado
a las últimas elecciones. El propósito del nuevo gobierno era
tratar de llegar a un consenso que evitara una guerra civil.
Martínez Barrio se puso en contacto telefónico con varios
militares, incluido el propio Mola, quien le replicó que era
demasiado tarde. Ese día Mola envió una nueva circular en la que
incidía en un punto que ya había señalado en la primera:
Es necesario crear una atmósfera de terror, hay que dejar sensación de dominio eliminando sin escrúpulos ni vacilación a todo el que no piense como nosotros. Tenemos que causar una gran impresión, todo aquel que sea abierta o secretamente defensor del Frente Popular debe ser fusilado.
Tras su fracaso en su intento de conciliación, Martínez Barrio
dimitió y Azaña reunió a todos los partidos políticos que seguían
colaborando con la República para buscar un sustituto. Largo
Caballero puso como condición para participar en el gobierno que
se licenciara a todos los soldados y se dieran las armas a los
sindicatos, así que Azaña nombró presidente del Consejo de
Ministros a José Giral, ministro de Marina y diputado por
Izquierda Republicana. Los sindicatos CNT y UGT convocaron una
huelga general.
A las siete y media de la mañana, tras haber pasado la noche en
Casablanca, Franco había llegado a Tetuán. Recorrió sus calles
repletas de gentes que gritaban ¡Viva Franco! Luego redactó un
discurso que se emitió por las emisoras de radio locales en las
que daba por hecho el triunfo del golpe de Estado. Entre sus
primeras actuaciones estuvo enviar a un emisario a Portugal, que
informara a Sanjurjo, y que después debía dirigirse a Italia a
pedir ayuda a Mussolini. También envió emisarios a Hitler. Por su
parte, Mola también había enviado sus propios emisarios.
A las dos de la mañana el ejército, dirigido por el general Fidel
Dávila, y la Guardia Civil habían tomado Burgos sin apenas
resistencia.
Ese día empezaron a desembarcar en Cádiz legionarios procedentes
de Marruecos. El alzamiento en la ciudad se había iniciado el día
anterior, bajo el mando de los generales José López-Pinto
y José Enrique Varela, pero sólo con la llegada de los
legionarios se rindió el alcalde y el gobernador civil. Desde
Cádiz, los legionarios recibieron orden de avanzar hacia Sevilla.
Allí, Queipo de Llano se estaba haciendo célebre (entre otras
características más sanguinarias) por su uso sistemático de la
radio como instrumento de propaganda, a través de la cual emitía
constantemente bandos y proclamas. Ese mismo día, advirtiendo de
la llegada de los legionarios, dijo: "Los moros cortarán la
cabeza a los comunistas y violarán a sus mujeres. Los canallas
que aún pretendan resistir serán abatidos como perros." Sin
embargo, cuando apenas habían sido transportados unos centenares
de legionarios, la tripulación de los barcos que transportaban las
tropas se rebelaron contra sus oficiales y se pasaron al bando
republicano.
El día anterior se había organizado en Huelva una columna de
varios centenares de mineros que se proponían llevar 250 kg
dinamita a Sevilla para combatir a los insurrectos. Contaban con
14 camiones que habían requisado a una compañía minera. Durante el
trayecto se les fueron uniendo otros voluntarios. Su plan era
entregar la dinamita a unos guardias civiles enviados por el
gobernador civil de Huelva, pero éstos se pasaron al bando de los
sublevados y Queipo de llano les ordenó interceptar la columna.
Los guardias civiles prepararon una emboscada y, tras intercambiar
unas pocas palabras, ametrallaron los camiones, en varios de los
cuales estalló la carga de dinamita causando la muerte a 25
mineros. Otros 75 fueron hechos prisioneros y el resto consiguió
huir.
Madrid era el punto más débil de la sublevación. Mola contaba
allí con la colaboración de tres generales: Joaquín Fanjul, Miguel
García de la Herrán y Rafael Villegas, pero no se
sabía a ciencia cierta quién más podría unirse al golpe. Las
órdenes eran contemporizar para que pudieran llegar refuerzos a la
capital desde otros puntos del país, pero no se había trazado
ningún plan concreto. Ni siquiera estaba claro quién de ellos
estaba al mando. José Giral autorizó el reparto de armas entre los
civiles, cosa que no habían consentido ni Casares Quiroga ni
Martínez Barrio, y así se intentó repartir los 65.000 fusiles que
se encontraban en el Parque de Artillería, pero todos excepto
5.000 de ellos eran inservibles sin sus "cerrojos", piezas que por
seguridad estaban custodiadas en el Cuartel de la Montaña, al
oeste de Madrid. Allí estaba Fanjul, que se negó a acatar la orden
de entregar los cerrojos. Desde allí el general trató de salir
para ocupar los alrededores, pero para entonces ya se habían
congregado en el exterior unas 8.000 personas, entre guardias de
asalto, guardias civiles y milicianos de la UGT y la CNT armados
con los 5.000 fusiles disponibles. Ante la imposibilidad de
atravesar la muchedumbre, los militares dispararon ráfagas de
ametralladora y la multitud se replegó, pero los insurrectos
quedaron sitiados. Fanjul estaba incomunicado, con 2.000 soldados
y 500 falangistas. Mediante señales luminosas, logró pedir
refuerzos a García de la Herrán.
El General Manuel Goded no había tenido dificultades para hacerse
con el control, casi sin violencia, de tres de las islas Baleares:
Mallorca, Ibiza y Formentera. Informado de que los rebeldes de
Barcelona estaban ocupando con éxito la ciudad, procedió a
embarcar, y sobre el mediodía estaba ya en la capital catalana. El
gobierno de la Generalidad se había negado a distribuir armas
entre los civiles, porque recelaba de los socialistas y comunistas
que no eran nacionalistas catalanes. Sólo armó a los miembros de
las juventudes de Esquerra Republicana de Catalunya. No
obstante, los militantes de UGT habían incautado dinamita y habían
pasado la noche anterior fabricando bombas caseras, mientras que
la CNT había tomado por asalto varios depósitos de armas. Ahora
formaban barricadas desde las que obstaculizaban el despliegue de
los sublevados. La Guardia Civil se mantuvo leal a la Generalidad,
y los rebeldes sufrieron también ataques aéreos. Poco a poco, las
fuerzas republicanas se fueron imponiendo y Goded quedó atrapado
en la Capitanía General, donde terminó rindiéndose y se salvo por
poco del linchamiento.
En Barcelona tenía que haberse inaugurado ese día la Olimpiada
Popular, unos juegos olímpicos alternativos que había
organizado el gobierno español como protesta a los juegos
olímpicos oficiales, que iban a celebrarse en Berlín unas semanas
más tarde. Se habían inscrito unos 6.000 atletas de 22 países,
principalmente vinculados a clubes deportivos de sindicatos y
partidos de izquierda. Las delegaciones de Alemania e Italia
estaban formadas por exiliados. Por razones obvias los juegos
tuvieron que ser cancelados de forma precipitada. Muchos atletas
nunca llegaron a Barcelona, otros se marcharon precipitadamente, y
algunos se quedaron a luchar por la República.
El 20 de julio el Cuartel de la
Montaña estaba siendo atacado con artillería y la aviación. Fanjul
estaba herido. En varias ocasiones se agitó una bandera blanca
desde una ventana, pero cada vez que la multitud se abalanzó sobre
el edificio esperando la rendición fue recibida con ráfagas de
ametralladora. Finalmente la muchedumbre pudo abrirse paso y
penetró en el edificio. Muchos militares fueron linchados. Un
corpulento miliciano empezó a lanzar oficiales por una ventana.
Fanjul y otros oficiales pudieron ser evacuados y encarcelados.
Mientras tanto García de la Herrán murió a manos de sus propios
soldados, que después se mostraron leales al gobierno de la
república.
En general, la revuelta estaba
triunfando en todas las provincias del cuarto noroccidental de
España, tal y como se indica en el mapa, con la salvedad de la
costa septentrional: Asturias, Cantrabria y parte del País Vasco.
Casi todas las tropas regulares asturianas estaban concentradas en
la capital, Oviedo, y se habían unido a la revuelta, dirigidas por
el coronel Antonio Aranda, pero se encontraban aisladas.
En la vecina Gijón el coronel Antonio Pinilla también se
había sublevado, pero muchos de sus hombres se rindieron a los
republicanos y quedó atrincherado en el cuartel de Simancas con
apenas 350 hombres.
En Granada, el general Miguel Campins trató de jugar a dos
bandas. Había asegurado a las fuerzas republicanas la lealtad de
sus hombres a la vez que enviaba un telegrama a Franco poniéndose
a sus órdenes. Pero Queipo de Llano dio órdenes telefónicas de
detener a Campins, de lo que se encargó el coronel Antonio
Muñoz. Éste, junto con Basilio León organizó la
ocupación de la capital granadina, que se logró sin gran
dificultad, salvo el barrio del Albaicín, donde los republicanos
levantaron barricadas.
El general Sanjurjo despegó de Estoril con destino a Burgos,
donde debía ponerse al frente de la insurrección, pero la pista
era muy corta y una rueda chocó con la copa de un árbol, el avión
cayó y al estrellarse se incendió. El piloto pudo salvarse con
quemaduras graves, pero Sanjurjo murió carbonizado.
El principal problema de Franco era que sus tropas estaban
aisladas sin más que unas pequeñas embarcaciones marroquíes para
cruzar el estrecho de Gibraltar. El general Alfredo Kindelán,
que había organizado las fuerzas aéreas españolas, se había unido
a los rebeldes y se encontraba casualmente en Cádiz, organizó un
puente aéreo por el que se empezaron a transportar desde Tetuán
unos 120 legionarios por día, claramente insuficiente teniendo en
cuenta que eran unos 30.000 los hombres que debían cruzar.
José Giral se puso en contacto telefónico con el primer ministro
francés, Léon Blum, al que le pide ayuda para contener a los
militares sublevados. Blum accede, pero poco después se
retractaría por la oposición del presidente de la República,
Albert Lebrun, de su socio radical, Édouard Herriot, de la derecha
francesa y, sobre todo, de Gran Bretaña, que manifestó que no
ayudaría a Francia si se veía involucrada en una guerra contra
Alemania a causa de su intervención en España. Los británicos
veían claramente que la República Española estaba en plena
revolución comunista, y no estaban dispuestos a ayudar a que el
comunismo se implantara en Occidente. También pesaba el hecho de
que Gran Bretaña seguía aspirando a contener a Alemania evitando
cualquier actuación que ésta pudiera considerar una provocación.
En Montreux (Suiza) se firmó un acuerdo internacional por
el que se asignaba a Turquía el control de los estrechos del
Bósforo y de los Dardanelos, a cambio de garantizar el tránsito
libre en tiempos de paz. Hasta entonces el control de los
estrechos estaba en manos de una comisión dependiente de la
Sociedad de Naciones. La Convención de Montreux había sido
convocada a instancias del gobierno turco, y fue un gran logro
diplomático de Atatürk.
El día anterior varios barcos sublevados contra los sublevados
habían confluido en el puerto de Tánger (bajo control
internacional) con la intención de repostar, pero Franco había
catalogado a la flota de pirata y las autoridades de Tánger se
escudaron en esto para negarles los aprovisionamientos requeridos.
Entonces se dirigieron a la colonia británica de Gibraltar. Las
autoridades locales consultaron con Londres, pero Franco protestó
alegando que la tripulación era comunista y que había apresado, e
incluso matado o herido, a los oficiales al mando. De nuevo se les
negó el aprovisionamiento, que finalmente obtuvieron de un
petrolero enviado desde Málaga, que permitió a los barcos
dirigirse a dicho puerto.
El fracaso de la sublevación en Cataluña contribuyó
significativamente a que ni siquiera llegara a estallar en
Valencia. Los sindicatos UGT y CNT crearon milicias para controlar
a los militares y el 22 de julio
formaron un Comité Ejecutivo Popular a imitación del
Comité Central de Milicias Antifascistas de Cataluña, que en la
práctica se convirtió en el gobierno de la provincia de Valencia y
de parte de Castellón y Alicante.
El coronel José Moscardó se negaba a entregar al gobierno
republicano las municiones de la Fábrica de Armas de Toledo, así
que se enviaron tropas desde Madrid bajo el mando del general José
Riquelme. Cuando llegó la primera avanzadilla, Moscardó
terminó replegándose al Alcázar de Toledo con 800 guardias civiles
y 110 civiles, además de otros 670 no combatientes (500 mujeres y
50 niños, principalmente familiares). Se inició así un asedio en
el que participaron unos 5.000 milicianos republicanos.
Ese día los enviados de Franco se entrevistaban con Mussolini en
Roma.
Tras varios días de combate por las calles de Sevilla, la
artillería de los sublevados logró acabar con todas las barricadas
que los obreros habían levantado. La caballería terminó con los
últimos focos de resistencia. En Granada la radio había difundido
un ultimátum por el que se concedía tres horas a los defensores
del barrio del Albaicín para que dejaran salir a mujeres y niños,
mientras los hombres debían permanecer en sus viviendas con las
puertas abiertas y los brazos en alto. Las mujeres salieron, pero
los hombres continuaron combatiendo y los sublevados emplearon
incluso bombardeos aéreos contra ellos.
En Cleveland se localizó una nueva víctima de El Asesino de los
Torsos. Era un hombre, también decapitado y desmembrado, que al
parecer llevaba varios meses muerto.
A medida que los sublevados consolidaban sus posiciones en el
norte, siguiendo el plan de Mola, empezaron a formarse columnas
que avanzaban hacia el Sur y que se encaminaron hacia la sierra de
Guadarrama, para ocupar los pasos de montaña que
permitirían descender sobre Madrid. Por su parte, de la capital se
enviaron tropas hacia el norte para proteger dichos pasos y se
produjeron cruentos combates en distintos puntos. Ese día murió en
combate Luis Cuenca, el asesino de Calvo Sotelo, y el 23 de julio murió Fernando Condés. Entre las
unidades de milicianos de la República fue especialmente famoso el
"Quinto Regimiento", organizado por el Partido Comunista de
España siguiendo esquemas del Ejército Rojo ruso. Contaba con un
comisario político que tenía que aprobar las órdenes de los
oficiales militares para que fueran cumplidas.
Los ataques en el Albaicín se intensificaron y los defensores
terminaron huyendo o rindiéndose, probablemente por falta de
municiones. Al día siguiente toda la capital granadina y sus
alrededores estaba bajo el control de los sublevados, que habían
hecho un gran número de prisioneros.
Eduardo Saenz de Buruaga se trasladó desde Tetuán a Córdoba, que
se encontraba aislada, y empezó a organizar columnas para ocupar
los pueblos cercanos, especialmente para asegurar las
comunicaciones con Sevilla.
Los republicanos amenazaron a José Moscardó con matar a su hijo
si no rendía el alcázar de Toledo. Moscardó no cedió y los
republicanos no mataron a su hijo, pero lo mantuvieron
encarcelado.
La Convención Nacional del partido Demócrata estadounidense se
celebró en Filadelfia, y Franklin D. Roosevelt fue elegido por
unanimidad como candidato a la reelección, acompañado por el
vicepresidente J.N. Garner. En la convención se tomó otra decisión
importante, a instancias de Roosevelt, y fue la de eliminar la
condición de que el candidato a la presidencia debía conseguir dos
tercios de los votos para ser admitido. Esa regla había dado
muchos quebraderos de cabeza en el pasado, ante la falta de
acuerdo y, lo que era más importante, había permitido a los
representantes de los Estados sureños descartar a cualquier
candidato que no fuera "suficientemente sensible" a las
necesidades de dichos Estados, es decir, que no estuviera
dispuesto a tolerar el régimen de segregación al que estaban
sometidos los negros a través de leyes racistas redactadas con la
prestidigitación oportuna para no resultar inconstitucionales. A
partir de ese momento el Partido Demócrata dejaba de ser el
representante de los intereses sureños para convertirse en el
partido del "New Deal", es decir, de las políticas de
intervención estatal en la economía en aras de una mayor justicia
social.
Para suplir el vacío de autoridad que había dejado la inesperada
muerte del general Sanjurjo, el 24 de julio
el general Mola organizó en Burgos la Junta de Defensa
Nacional, presidida por el más veterano de los generales de
división golpistas: Miguel Cabanellas. Mola fue nombrado general
en jefe del ejército del Norte, mientras que Franco y Queipo de
Llano, que no pertenecían a la Junta, fueron nombrados jefe del
ejército de Marruecos y jefe de las fuerzas en Andalucía,
respectivamente.
Ese día salió de Barcelona la columna Durruti, una
columna de unos 2.500 milicianos anarquistas que pretendían
liberar Zaragoza bajo la dirección de Buenaventura Durruti.
No tenían medios para conseguir tal objetivo, pero "liberaban" los
pueblos por los que pasaban, instaurando el comunismo libertario.
Otra columna de 800 hombres recibió el nombre de Columna Sur
Ebro o Columna Ortíz, por el nombre de su capitán, Antonio
Ortíz.
Onésimo Redondo llegó con otros fascistas al pueblo segoviano de
Labajos, donde confundió con fascistas a un grupo de
militantes anarquistas que habían rebasado el frente. No volvería
a cometer el mismo error, pues murió allí mismo acribillado a
balazos.
Shirley Temple protagonizó cuatro películas ese año. Ese día se
estrenó una de ellas, Pobre niña rica.
El 25 de julio Hitler recibió a los
enviados de Franco, que le pidieron 10 aviones, pero Hitler les
concedió 20. Se crearon dos empresas pantalla para que la
operación no se pudiera vincular al gobierno alemán. Ese día la
flota republicana bombardeó Ceuta. Ese día Alemania reconoció la
soberanía italiana sobre Etiopía.
De Barcelona seguían saliendo columnas anarquistas hacia Aragón.
Ese día salió la columna Ascaso, llamada así por Francisco
Ascaso, un anarquista fallecido cinco días antes en la
capital catalana. Contaba con unos 2.000 milicianos.
El 26 de julio la flota republicana
bombardeó Melilla, pero fue a su vez bombardeada por la aviación
de Franco.
El 27 de julio llegaron a España los
primeros aviones italianos, que se sumaron al transporte de tropas
de Marruecos a Cádiz. Pronto llegaron también los alemanes. Así el
cruce del estrecho se agilizó notablemente. Ese día el periodista
estadounidense Jay Cooke Allen entrevistó a Franco en
Tetuán, y publicó un artículo con estas palabras:
—¿Durante cuánto tiempo se prolongará la situación ahora que el golpe ha fracasado?
—No puede haber ningún acuerdo, ninguna tregua. Salvaré a España del marxismo a cualquier precio.
—¿Significa eso que tendrá que fusilar a media España?
—He dicho a cualquier precio.
En efecto, los combates en la sierra de Guadarrama se habían
estabilizado y se había formado un frente que frustraba
definitivamente el plan original de Mola de apoderarse rápidamente
de Madrid, por lo que ya estaba claro que el golpe de Estado había
fracasado, en el sentido de que los sublevados no habían podido
toma el control de toda España, sino que ésta había quedado
dividida en dos mitades, lo que suponía el comienzo de una guerra
civil (que fue declarada oficialmente por la Junta de Defensa
Nacional el 28 de julio). El ejército
estaba dividido más o menos en partes iguales entre ambos bandos,
pero el autodenominado "bando nacional" contaba con el ejército de
África, que era el mejor preparado. Los nacionales veían la
situación con optimismo, pues pensaban que estaban en condiciones
de atenazar por dos frentes a los republicanos y que en cosa de un
mes o dos habrían acabado con ellos.
Cary Grant había terminado su contrato con la Paramount
con el rodaje de Regalo de bodas, y decidió no renovarlo y
convertirse así en el primer actor autónomo de Hollywood. Su
primera película en esta nueva situación fue La asombrosa
aventura de Ernest Bliss, que fue un gran fracaso de
taquilla. Suzy (rodada después pero estrenada unos días
antes) había tenido algo más de éxito. Al poco tiempo firmaría dos
contratos simultáneos con la RKO y con Columbia
Pictures.
El 29 de julio aviones republicanos
bombardearon Granada y aviones nacionales bombardearon Gijón.
El 30 de julio se estrenó María de
Escocia, dirigida por John Ford, y en la que Katherine
Hepburn interpreta a María Estuardo. Actualmente se considera una
gran interpretación, pero en su momento no tuvo mucho éxito. Unos
meses más tarde tendría un tercer fracaso con Una mujer se
rebela.
El 1 de agosto el diario ABC publicó
en Sevilla una proclama de Franco en la que se leía:
Este es un movimiento nacional, español y republicano que salvará a España del caos en que se pretendía hundirla. No es el movimiento de defensa de determinadas personas; por el contrario, mira especialmente por el bienestar de las clases obreras y humildes.
Diego Martínez Barrio hizo unas declaraciones ese mismo día que
reflejaban un punto de vista muy distinto:
Simplemente se trata de sustituir la voluntad general del pueblo entero por la de una clase deseosa de perpetuar sus privilegios. Ni amor a España, ni inquietud por el cuerpo de la Patria, ni temores de desmembramiento, ni zozobra por el desarrollo de su economía. Nada de lo que se ha dicho y propagado es el verdadero origen de la revuelta. Se disfrazan con frases sonoras para encubrir la turbia e inconfundible realidad.
Juan de Borbón, el heredero del derrocado Alfonso XIII, cruzó la
frontera española desde Francia con la intención de reunirse en
Burgos con la Junta de Defensa Nacional, pero fue interceptado en
Aranda de Duero y, el general Mola lo devolvió al exilio
con la indicación de que si volvía a entrar en España lo haría
fusilar "con todos los honores que a su elevado rango
correspondan".
Léon Blum, viéndose imposibilitado para ayudar a la República Española por las presiones que estaba recibiendo, propuso un pacto de no intervención a los países europeos, para evitar al menos que otros países ayudaran al bando nacional.
Ese día se inauguraron en Berlín los Juegos Olímpicos de la
XI Olimpiada. Participaron 3.963 atletas de 49 países. Por
primera vez se llevó la llama olímpica desde Atenas mediante
relevos, un total de 3.422 durante 12 días. Hitler entró en el
estadio olímpico mientras un coro de 3.000 alemanes cantaba Deutschland,
Deutschland,über alles... y el dirigible Hindenburg
sobrevolaba el lugar. Fueron los primeros juegos olímpicos
retransmitidos por televisión. Aunque el Comité Olímpico
Internacional había adoptado un Himno Olímpico oficial en la
edición anterior, autorizó que en Berlín se interpretara otro
encargado por el gobierno para la ocasión a Richard Strauss.
El 2 de agosto una columna por unos
cuatrocientos o quinientos hombres, principalmente guardias
civiles y algunos anarquistas, salió de Valencia bajo el mando del
capitán de la Guardia Civil Manuel Urribarri y se apoderó
de la isla de Ibiza.
Al mismo tiempo salían de Sevilla dos columnas de legionarios
dirigidas por el teniente coronel Asensio Cabanillas y el
teniente coronel Heliodoro de Tella. Su misión era
conquistar el sur de Extremadura y unir así la parte de Andalucía
controlada por los nacionales con la zona septentrional, para
luego atacar Madrid. En los dos primeros días avanzaron 80 km
sembrando el terror entre quienes se oponían a ella. El 3 de agosto partió una tercera columna hacia
el este bajo el mando de Antonio Castejón.
Antes del amanecer aviones republicanos habían bombardeado
Zaragoza. Tres de las bombas habían caído sobre la basílica del
Pilar, pero no estallaron. La prensa no tardó en encontrar la
explicación: había sido un milagro de la Virgen del Pilar, patrona
de España, que estaba de parte de los nacionales, como no podía
ser de otra manera.
El atleta estadounidense Jesse Owens ganó la medalla de
oro de los 100 metros lisos en Berlín, con un tiempo de 10.3
segundos. Unos meses antes había batido el récord del mundo en
Chicago con un tiempo de 10.2 segundos. Durante mucho tiempo se
dijo que Hitler se había negado a felicitarlo porque no cuadraba
en sus esquemas que un negro aventajara a los mejores atletas
alemanes, pero esto no es cierto. Dejando de lado que Hitler no
debió de tener ningún problema en aceptar que lo que para él sería
probablemente un animal corriera más rápido que un humano, como
sucede con muchos animales, lo cierto es que Owens rebatió siempre
esa afirmación. Hitler sólo saludó a los atletas los dos primeros
días de los juegos, y a partir del tercer día no estuvo presente
en ninguna entrega de medallas, pero el día en que ganó Owens,
cuando Hitler abandonaba el estadio pasó cerca de Owens y se paró
a felicitarlo y estrecharle la mano. Owens llevaba siempre en su
cartera una foto en la que Hitler le ofrecía su mano. Además,
recibió, como los demás medallistas, una carta de felicitación
oficial firmada por Hitler. Por el contrario, Owens siempre se
lamentó de que en Berlín podía hospedarse en cualquier hotel,
mientras que en los Estados Unidos sólo podía registrarse en
hoteles para negros, así como de que el presidente Roosevelt nunca
lo invitó a la Casa Blanca ni le envió un simple telegrama para
felicitarlo por sus medallas olímpicas (consiguió cuatro en
total), como hubiera sucedido sin duda si no hubiera sido negro o,
tal vez, simplemente si no hubiera sido año de elecciones
presidenciales.
Grecia estaba pasando por una oleada de huelgas, así que, para
conjurar la amenaza de un golpe de Estado comunista, el 4 de agosto el primer ministro en funciones
Ioannis Metaxás declaró el estado de emergencia, abolió el
parlamento y, con la aprobación del rey Jorge II, instauró un
régimen fascista. Asumió el título de Arhigos (el
equivalente a Führer, Duce o Caudillo), persiguió
duramente a los comunistas mediante una policía política brutal.
Unas 15.000 personas fueron encarceladas y en ocasiones exiliadas
por motivos políticos. La policía recurría en ocasiones a la
tortura, pero no constan asesinatos políticos ni se implantó la
pena de muerte. El fascismo griego que modeló Metaxás no era
imperialista, al contrario que el nazismo alemán o el fascismo
italiano, ni era racista. Era exclusivamente nacionalista.
Reivindicaba los ideales militaristas y de sacrificio de la
antigua Esparta, y el cristianismo de Bizancio, pero la censura
prohibió obras de Platón, Tucídides y Jenofonte. Impuso el saludo
romano que se usaba también en Alemania e Italia, si bien Metaxás
afirmó que era de origen griego (el antiguo saludo al dios Apolo).
Desde un punto de vista político más pragmático imitó la dictadura
portuguesa de António Salazar.
Ese día Franco fue incorporado a la Junta de Defensa Nacional.
Apenas hubo llegado a Tetuán fue informado de que su primo Ricardo
de la Puente se había declarado fiel a la República y había
sido arrestado. Con su permiso, fue juzgado y condenado a muerte
por el delito de traición. Franco delegó en el general Orgaz para
que firmara la sentencia y ese día fue fusilado en Ceuta.
El 5 de agosto Franco decidió usar la
aviación de que disponía para emprender una operación muy
arriesgada: transportar por mar 3.000 soldados junto con
artillería y municiones desde Ceuta hasta Algeciras. Para ello
disponía de dos transportes sin más escolta que un cañonero, un
guardacostas y un viejo torpedero. Ninguno tenía posibilidades si
se encontraba con uno de los varios destructores con que el
gobierno republicano bloqueaba el estrecho. La aviación se usó
para detectar la posición de los destructores enemigos y para
atacarlos si era preciso. La operación fue sorprendida por el
destructor republicano Alcalá Galiano, que se acercó a
toda máquina disparando sus cañones, pero el cañonero y la
aviación nacionales lograron hacer en él algunos impactos, que
causaron 18 muertos y 28 heridos graves y lo llevaron a replegarse
a Málaga (una retirada un tanto cobarde, pues el destructor era en
teoría una fuerza muy superior a las que se le oponían). Franco
seguía recibiendo aviones alemanes e italianos, y a partir de ese
día la aviación permitió cruzar 500 soldados al día.
Mientras tanto el general Mola enviaba varias columnas desde
Navarra a Guipúzcoa para controlar el pequeño tramo de frontera
con Francia que todavía estaba en manos de los republicanos.
El 6 de agosto el residente francés en
Túnez, Armand Guillon, levantó las restricciones a la prensa que
había implantado su antecesor y restableció las libertades
políticas, como la libertad de asociación y de reunión.
El 7 de agosto Francisco Franco voló a
Sevilla e instaló allí su cuartel general. Mientras tanto la flota
republicana atacaba el puerto de Algeciras dañando seriamente a
dos de los barcos que habían escoltado el los transportes que
cruzaron el estrecho de Gibraltar cargados con legionarios dos
días antes. También Cádiz y Larache fueron bombardeadas. Queipo de
Llano había marchado hacia Badajoz al frente de una columna de
legionarios y ese día tomaba Almendralejo. Allí fusiló a
1.000 prisioneros, incluyendo 100 mujeres.
La columna Urribarri había pasado a la isla de Formentera, y poco
después había acudido en su ayuda otra procedente de Barcelona,
dirigida por el capitán Alberto Bayo, y entre las dos
terminaron por hacerse con el control de la isla.
El 8 de agosto un avión nacional
bombardeó Santurce, el puerto de Bilbao. A lo largo del
mes se sucederían más bombardeos, tanto por parte de la aviación
como de la armada. De Valencia salió la llamada Columna de
Hierro, formada por unos 800 anarquistas, con el objetivo de
combatir en la provincia de Teruel, parcialmente bajo control de
los nacionales. Como muchas otras columnas anarquistas, no
combatió mucho en el frente, pero en los pueblos por donde pasaba
implantaba el comunismo libertario.
El 10 de agosto las columnas de
Cabanillas y Tella atacaron la ciudad de Mérida y tras una dura
lucha vencieron la resistencia republicana. Luego llegó el coronel
Juan Yagüe, que tomó el mando de las tropas nacionales. El 11 de agosto los republicanos recibieron
refuerzos de Madrid y trataron de reconquistar la ciudad, pero fue
en vano. La victoria nacional fue de gran importancia, porque
supuso la conexión entre las zonas norte y sur que estaban bajo su
control. Al oeste quedaba aislada la ciudad de Badajoz, hacia la
que se dirigió Yagüe al frente de 2.250 legionarios y 750
regulares marroquíes. Su fama le precedía, pues los republicanos
recordaban la forma en que sus legionarios habían actuado en la
represión de la revolución de octubre dos años atrás.
El general José Enrique Varela se estaba encargando de establecer
comunicaciones entre Sevilla, Cádiz, Córdoba y Granada. Camino de
Granada, el 12 de agosto tomó Antequera.
En los días siguientes logró completar la conexión con Granada, lo
que dejó aislados a los republicanos en la provincia de Málaga.
Ese día fue fusilado en Barcelona el general Goded.
El 13 de agosto se inauguró en Ginebra
la primera asamblea general del Congreso Judío Mundial,
que reunió a 230 delegados de 32 países, presidida por el húngaro
nacionalizado estadounidense Stephen Samuel Wise. Su
propósito era luchar contra el antisemitismo y, especialmente,
contra el nazismo. Por una parte, promovió actuaciones políticas
en la Sociedad de Naciones y, por otra, acciones
individuales, como boicots a productos procedentes de la Alemania
nazi.
Léon Blum seguía abogando por su propuesta de pacto de no
intervención en España, y para mostrar su voluntad en esa
dirección, ese día tomó unilateralmente
la decisión de cerrar la frontera con España.
Ese día dos bombarderos alemanes dañaron gravemente un destructor
republicano fondeado en el puerto de Málaga, el Jaime I,
que tuvo que dirigirse a Cartagena para ser reparado. Cuando llegó
a su destino, los marineros se habían amotinado y exigían
represalias por el bombardeo sufrido. Su protesta se contagió a
otras unidades navales y por la noche diez oficiales que habían
sido arrestados por su participación en el golpe de Estado fueron
fusilados en un callejón.
El 14 de agosto, tras un intenso
bombardeo, el ejército nacional inició su ataque sobre la ciudad
de Badajoz, defendida por el coronel Ildefonso Puigdendolas.
Unos días antes, cuando ya se sabía que se acercaban las tropas de
Yagüe, había tenido que sofocar una revuelta de guardias civiles
que habían pretendido pasarse al bando nacional. Ahora una unidad
de la legión, cantando y gritando, atacaba una de las puertas de
sus murallas, pero fue rechazada por las ametralladoras
republicanas. Sin embargo, los legionarios continuaron avanzando
con tanques sin tener en consideración las cuantiosas bajas que
habían sufrido, se hicieron con el control de la puerta y lograron
penetrar. Mientras tanto, otras unidades habían abierto brechas en
otros puntos de la muralla, y una segunda puerta fue tomada.
Varios soldados defensores se pasaron al bando nacional y
facilitaron la entrada de los legionarios, que empezaron a fusilar
a medida que avanzaba a los republicanos que se rendían.
Puigdendolas huyó a Portugal junto con el alcalde de la ciudad, Sinforiano
Madroñero.
Miles de civiles y militares fueron hechos prisioneros, y Yagüe
ordenó reunirlos en la plaza de toros. Luego procedió a
asesinarlos sistemáticamente, algunos en la propia plaza, mientras
que otros eran llevados primero al cementerio y luego fusilados.
Los cadáveres fueron incinerados. Por las calles las tropas
perpetraban saqueos, asesinatos y violaciones. Hans von Funk
era un militar alemán que estuvo presente durante la batalla y la
matanza posterior. Más adelante enviaría un informe a Berlín en el
que decía que él era un soldado acostumbrado a la lucha, que había
combatido en Francia durante la Gran Guerra, pero que jamás había
contemplado la brutalidad y la ferocidad con que el Ejército
Expedicionario de África desarrollaba sus operaciones. Por ello
desaconsejaba el envío de tropas regulares alemanas a España,
porque, ante tal salvajismo, los soldados alemanes se
desmoralizarían.
Más adelante Yagüe, que se ganó el sobrenombre de El
Carnicero de Badajoz, declararía a un periodista
estadounidense:
Por supuesto que los matamos. ¿Qué esperaba usted? ¿Que iba a llevar 4.000 prisioneros rojos conmigo, teniendo mi columna que avanzar contrarreloj? ¿O iba a soltarlos en la retaguardia y dejar que Badajoz fuera roja otra vez?
Pero Franco tuvo que ordenar que no se repitieran matanzas como
ésa, porque la prensa internacional las relataba y ello dañaba la
imagen de los nacionales —como dijo Mark Twain, la conciencia es
esa voz interior que te dice que alguien podría estar mirando—,
sin contar con que los republicanos también difundieron la noticia
exagerada si cabe (la prensa de Madrid dijo que Yagüe había
organizado una fiesta en la que se había fusilado a los
prisioneros ante la flor y nata de la sociedad pacense), y la
indignación suscitada daba lugar a represalias sobre los
nacionales presos en territorio republicano.
Dado que la indignación entre los marineros de Cartagena
suscitada tras la llegada del Jaime I seguía en aumento, se
decidió llevar mar adentro dos buques prisión anclados en el
puerto, para mayor seguridad de los prisioneros, pero la
tripulación se sublevó y asesinó y arrojó al mar a más de 200
presos.
También en Gijón fueron sacados de la carcel y asesinados más de
150 presos, como represalia a un bombardeo que había provocado más
de 50 muertos, muchos de ellos guardias de asalto que estaban en
un cuartel.
El 15 de agosto el general Franco
presidió un acto en Sevilla por el que adoptó la bandera bicolor
monárquica como insignia de las fuerzas nacionales, frente a la
bandera tricolor republicana. Lo acompañaban el general Queipo de
Llano, el general Millán-Astray (el fundador de la Legión
Extranjera) y el arzobispo de Sevilla, Eustaquio Illundain,
que besó varias veces la bandera y gritó a la multitud: ¡Aquí
la tenéis! ¡Es vuestra! ¡Habían querido arrebatárnosla! Ésta es
nuestra bandera, aquella que juramos defender, por la que
murieron nuestros padres, cien veces cubierta de gloria.
Franco había tomado esta decisión sin consultar a la Junta de
Defensa Nacional, que unas semanas más tarde la ratificaría como
un hecho consumado.
A las columnas de Urribarri y Bayo que operaban en las Baleares
se había sumado una columna anarquista que, haciendo honor a su
ideología, se mostró incapaz de someterse a ningún plan conjunto
de actuación. Al final Urribarri se llevó a sus hombres a Valencia
al no llegar a ningún acuerdo, Bayo se dispuso a atacar Mallorca y
los anarquistas hicieron lo que quisieron (concretamente, atacar
antes de lo previsto la pequeña isla de Dragonera, cosa a
la que se habían negado cuando se lo habían propuesto como medida
de distracción). El 16 de agosto la
columna de Bayo desembarcó en Mallorca apoyada por una flota
republicana que contaba incluso con tres submarinos, y logró
ocupar 7 km de playa. El gobierno de Madrid no estuvo informado.
Toda la operación la organizó la Generalidad de Cataluña. En
total, participaban en la operación entre 6.000 y 1.000 hombres.
Los republicanos pudieron penetrar con relativa facilidad unos 12
km hacia el interior, pero a partir de ahí el avance se estancó.
El general Compins, a pesar de que había terminado uniéndose a la
sublevación, había sido sometido a un consejo de Guerra en
Sevilla, básicamente por no haber acatado las órdenes de Queipo de
Llano y había sido condenado a muerte. El general Franco envió a
Queipo de Llano una petición de clemencia, pero éste no la atendió
y ese día fue fusilado públicamente. Los transeúntes fueron
obligados a presenciar la ejecución, aunque la mayoría no sabía de
quién se trataba.
Franco había volado hasta Burgos, donde había sido recibido entre
aclamaciones, para entrevistarse con Mola.
Ramón Ruiz Alonso había sido diputado por la CEDA y había
renovado su escaño por Granada en las elecciones de febrero, pero
las Cortes habían ordenado la repetición de las elecciones en
Granada, y en las nuevas elecciones ya no salió elegido. Entonces
intentó ingresar en la Falange, pero exigió que le pagaran el
sueldo que habría tenido como diputado y se lo negaron. Resentido
con la democracia, con los izquierdistas y también con la falange,
cuando triunfó el golpe de Estado en Granada, siguiendo el manual
del perfecto arribista, se puso inmediatamente al servicio del
nuevo gobernador civil, José Valdés Guzmán. Ese día se
presentó junto a unos guardias civiles en casa del poeta Luis
Rosales, que era falangista, donde se encontraba Federico
García Lorca, que fue arrestado pese a la oposición de Rosales.
Uno de los hermanos de éste acompañó al detenido al Gobierno Civil
y preguntó a Ruiz Alonso por los motivos de la detención. Ruiz
Alonso —que era el autor de la denuncia— afirmó que García Lorca
era un enlace con Rusia, y que había hecho más daño con la pluma
que otros con la pistola.
El "daño" que podía haber hecho García Lorca se reducía a
trivializar la situación política de la época, junto con algunas
manifestaciones en público contra la Guardia Civil. Unos meses
atrás, cuando alguien le preguntó por su posición política, había
respondido que se sentía por igual comunista, anarquista,
libertario, tradicionalista y monárquico. Se había confesado amigo
de José Antonio Primo de Rivera, aunque también era conocida su
amistad con el socialista Fernando de los Ríos, que había
sido ministro de Justicia en el primer gobierno de Azaña. Además,
en ocasiones se había burlado del nacionalismo exagerado y
fanático. Esta indefinición resultaba sospechosa, y por eso,
cuando se produjo el golpe, Rosales lo invitó a permanecer en su
casa, donde creyó que estaría seguro.
Estas detenciones basadas en acusaciones infundadas, muchas veces
anónimas, eran frecuentes tanto en el territorio nacional como en
el republicano. Ese mismo día fue detenido en Madrid Enrique
Jardiel Poncela para ser interrogado por una de las muchas
milicias de izquierdas que campaban por la capital española. Había
sido acusado de haber escondido en su casa al ex ministro Rafael
Salazar Alonso. Más adelante Jardiel recordaría el suceso en el prólogo para la versión impresa de una
de sus comedias. El escritor nunca había tenido una posición
política definida, pero las barbaridades que pudo contemplar en el
Madrid republicano inclinaron inevitablemente sus simpatías hacia
el bando nacional. Realmente, nadie con dos dedos de frente y que
conociera bien ambos bandos podía simpatizar con cualquiera de
ellos, como el escritor Manuel Machado, que había declarado:
El mundo se debate hoy —lejos de toda libertad— entre dos dictaduras: la capitalista y la colectivista, la burguesa y la proletaria, entre el fascismo y el comunismo. Ambas son igualmente enemigas de la individualidad [...]. Ambas son para mí igualmente detestables.
Muchos intelectuales trataron de mantenerse al margen de la
contienda, bien huyendo de España hasta que acabó la guerra, como
Azorín o Pío Baroja, o bien ondeando al viento que soplara, como
Jacinto Benavente, que estaba siendo aclamado en Madrid por los
republicanos y más adelante aseguraría que se había visto obligado
a fingir su simpatía por ellos, quedando finalmente a bien con los
nacionales. Otros, en función de la información parcial con que
contaron, o de sus ideas preconcebidas, tomaron partido, como
Miguel de Unamuno —que en una ocasión había llegado a sugerir a
Azaña el suicidio como acto patriótico— que había hecho un
llamamiento a los intelectuales europeos para que apoyasen a los
nacionales, pues representaban la defensa de la civilización
occidental y de la tradición cristiana. Por el contrario, el poeta
Miguel Hernández, de 26 años, que ese año publicaba su
libro de poemas más famoso "El rayo que no cesa", se
acababa de afiliar al Partido Comunista y estaba combatiendo en el
bando republicano.
Baroja publicó ese año su novela El cura de monleón.
Ese día se clausuraron los juegos olímpicos de Berlín. El país
con más medallas (y también con más medallas de oro) fue Alemania,
89 en total y 33 de oro, seguida de los Estados Unidos con 56 (24
de oro) y de Italia con 22 (8 de oro), aunque Hungría obtuvo más
medallas de oro que Italia (10 de un total de 16). Leni
Riefenstahl rodó un largometraje sobre los juegos olímpicos que
está considerado como una obra maestra desde un punto de vista
técnico. Fue titulado Olympia.
La guerra en Córdoba en el bando republicano estaba bajo la dirección del general José Miaja, quien estaba perdiendo mucho tiempo ocupando pueblos de escaso valor estratégico en lugar de concentrarse en la capital. Las malas lenguas se han planteado si su aparente torpeza no podría ser deliberada, debido a que su mujer y sus seis hijos estaban presos en Melilla. Queipo de Llano, en sus alocuciones diarias en la radio, solía referirse a él y le recordaba: "Miaja, tenemos a tu familia en nuestro poder, y todos ellos pagarán con sus vidas en represalia de lo que tú hagas." junto con otras lindezas, como que iban a hacer carteras con su piel. Las lenguas más caritativas decían, no obstante, que su incompetencia no tenía nada de artificioso.
Un capitán de la Guardia Civil de la provincia de Jaén, Antonio
Reparaz, había convencido a Miaja de que, antes de
incorporarse a sus filas, permitiera que los guardias civiles de
la provincia trasladaran a sus familias a la sierra de Andújar,
para que estuvieran a salvo de posibles agresiones por parte de
radicales cafres que pululaban por Jaén, al igual que por toda la
España republicana. El traslado se realizó en tren y en varios
camiones, y empezó el 17 de agosto.
Ese día fue fusilado en Madrid el general Joaquín Fanjul.
En Palestina continuaba la guerra no declarada entre los
terroristas árabes y los terroristas israelíes. Los primeros
dispararon ese día contra un grupo de judíos que esparaban un tren
en Tel Aviv y el irgún respondió iniciando un tiroteo. Un niño
judío resultó herido y más tarde el irgún asaltó un tren y mató a
un árabe e hirió a otros cinco.
Esa noche, ya en la madrugada del 18 de
agosto, fue fusilado Federico García Lorca. Las
circunstancias que condujeron hasta su asesinato siguen siendo
confusas. Ni siquiera se sabe dónde está su cadáver, pues
recientemente se descubrió que no estaba en la fosa en la que se
le suponía. Durante los días siguientes, Ramón Ruiz Alonso se
jactaba públicamente de "haber sido el que mandó a tomar mucho
por el culo" al poeta (en alusión a su homosexualidad), pero
más adelante, cuando la opinión pública internacional expresó su
indignación y un Franco bastante molesto insistió en saber qué
había ocurrido, pasó a decir que él sólo había cumplido la orden
de detener a García Lorca sin causarle el menor daño.
Ese día un acorazado nacional bombardeó la ciudad de Bilbao y,
como represalia, 13 militares y civiles fueron condenados a muerte
por un consejo de guerra y ejecutados ese mismo día.
Finalmente, el 20 de agosto Miaja
inició el esperado ataque sobre Córdoba con todas sus fuerzas. Los
nacionales habían tenido tiempo suficiente para llamar a las
tropas del general Varela. La aviación nacional frenó la primera
acometida.
La policía portuguesa estaba localizando a los republicanos que
habían cruzado la frontera huyendo de Badajoz, y los devolvía a
España. Ese día fue ejecutado el ex alcalde Sinforiano Madroñero,
junto a un diputado socialista. Mientras tanto el general Yagüe se
dirigía ya hacia Madrid y el general Riquelme fue enviado para
detenerlo, a ser posible antes de que llegara al valle del Tajo.
El 21 de agosto, con el apoyo de la aviación y la artillería, los milicianos republicanos lograron entrar en el cuartel de Simancas en Gijón y terminaron con la resistencia que había dirigido el coronel Pinilla, que murió en el tiroteo.
Ese día la aviación republicana la que
bombardeó Córdoba. Por la noche, la aviación nacional bombardeó
Madrid y muchas bombas cayeron cerca de la cárcel Modelo. Esto
hizo que el 22 de agosto los
delincuentes comunes se amotinaran y amenazaran con matar a los
presos políticos. Casualmente estaban visitando la prisión unos
milicianos anarquistas bajo el mando de Felipe Sandoval,
para investigar un supuesto plan de fuga de los presos políticos.
Criado en un orfanato, había sido un delicuente desde joven y
recientemente había destacado por delitos mayores, que incluían el
atraco a un banco. A la sazón pertenecía al Comité de
Investigación Pública. Su foto puede ayudar a entender los
acontecimientos que ocurrieron ese día.
Sandoval habló con los amotinados y les ofreció la libertad a
cambio de unirse a la CNT. En ese momento se declaró un incendio
en el sótano de la galería que ocupaban los presos falangistas.
Los milicianos usaron entonces una ametralladora contra los
presos. La mayoría pudo ponerse a cubierto, pero hubo seis muertos
y once heridos. En principio ahí podría haber terminado todo (el
incendio fue rápidamente sofocado), pero por la ciudad corrió el
rumor de que los presos políticos estaban tratando de escapar, y
en la puerta de la cárcel se concentró una multitud que exigía la
liberación de los presos comunes y que les dejaran linchar a los
otros. Algunos guardias de la prisión, temiendo una masacre,
abandonaron sus puestos y huyeron. Algunos presos políticos
lograron fugarse.
Mientras tanto los nacionales ponían en desbandada en Córdoba al
ejército de Miaja. El capitán Antonio Reparaz aprovechó para
pasarse al bando nacional junto con unos 200 guardias civiles.
Inmediatamente el ejército nacional se expandió alrededor de la
capital cordobesa, y tomó duras represalias en los pueblos que
había ocupado Miaja brevemente. Por ejemplo, cuando Miaja entró en
Palma del Río ejecutó a 42 simpatizantes de los nacionales,
y ahora un terrateniente local asesinó a unos 300 simpatizantes de
los republicanos.
La aviación nacional bombardeó Málaga y causó varios muertos,
entre ellos mujeres y niños. Como represalia, 50 presos políticos
fueron sacados de una cárcel y fusilados.
El presidente del Consejo de Ministros, José Giral, autorizó la
liberación de los presos comunes de la cárcel Modelo (se supone
que para que pudieran protegerse en caso de bombardeo), pero antes
de que su autorización llegara a la cárcel los milicianos
anarquistas ya se habían hecho con el control de la misma, habían
liberado a los presos comunes y se habían puesto a examinar los
expedientes de los presos políticos, sin que los funcionarios de
la prisión pudieran impedírselo. Entonces decidieron formar un
tribunal revolucionario que juzgase a los presos más peligrosos.
Dicho y hecho, esa noche, ya el 23 de agosto,
unos 25 de ellos fueron ejecutados en los sótanos de la prisión.
Entre los asesinados estaban varios ex ministros y diputados
(algunos ellos moderados, como Melquíades Álvarez, que había sido
presidente del congreso), Fernando Primo de Rivera
(hermano del fundador de la Falange), el general Rafael Villegas
(que había fracasado en el intento de golpe de Estado en Madrid) y
José Ignacio Fanjul, hijo del general Joaquín Fanjul.
La prensa internacional conoció lo sucedido a través de un
informe difundido por la embajada británica. El cuerpo diplomático
exigió a José Giral que cesaran las ejecuciones extrajudiciales, o
de lo contrario los embajadores se retirarían de Madrid. Indalecio
Prieto visitó la cárcel y dijo a Sandoval: La brutalidad de lo
que aquí acaba de ocurrir significa, nada menos, que con esto
hemos perdido la guerra.
Manuel Azaña recibió la visita de un primo suyo, quien contó que
estaba destrozado por lo sucedido en la cárcel Modelo. Dijo: ¡Han
asesinado a Melquíades! ¡Esto no, esto no! Me asquea la sangre,
estoy hasta aquí; nos ahogará a todos. Se planteó
dimitir, pero finalmente lo convencieron para que continuara al
frente de la República.
Tras un bombardeo en Jaca por parte de la aviación republicana,
los nacionales fusilaron a 100 presos como represalia, entre ellos
el ex alcalde de la ciudad, Mariano Carderera. En Málaga
era la aviación nacional la que estaba bombardeando un día tras
otro, y como respuesta en los días siguientes se perpetraron
varias "sacas" de presos, en las que fueron fusiladas más de 200
personas.
Las tropas de Yagüe ocuparon Navalmoral de la Mata, y el
general Riquelme planeó detenerlo en Guadalupe, cuyas
montañas eran el último obstáculo natural que los nacionales
tenían en su ruta hacia Madrid. A sus fuerzas se unió la Columna
Urribarri, que había llegado desde Valencia (gracias a un gran
número de automóviles que había requisado), y Riquelme pidió
también ayuda a los anarquistas locales, con lo que en total
contaba con 9.000 hombres, de los cuales 2.000 eran anarquistas
que no se sabía muy bien de qué lado estaban, pues se negaron a
acatar ninguna orden y, sólo después de mucho insistir, accedieron
a colaborar, aunque lo hicieron con unos ataques absurdos a las
posiciones enemigas. Por otro lado, los soldados regulares de
Riquelme se dividían entre los que estaban aterrorizados por la
fama que precedía a los legionarios (y desertaban) y también los
que, en el extremo opuesto, consideraban que cavar trincheras era
de cobardes y se negaron a preparar unas defensas adecuadas. El
caso fue que los legionarios barrieron a las fuerzas republicanas
y Madrid se sintió por primera vez amenazada.
En Moscú fueron juzgados 16 presuntos miembros del presuntamente
existente Centro Terrorista Trotski-Zinóviev, entre los
cuales figuraban Grigori Zinóviev y Lev Kámenev, acusados de haber
participado en el asesinato de Kirov y de haber conspirado para
asesinar a Stalin. Después de varios meses de palizas,
ahogamientos simulados, de ser obligados a permanecer en pie sin
dormir varios días y de amenazas de arrestar y asesinar a sus
parientes, los acusados aceptaron finalmente confesar sus
monstruosos crímenes a cambio de que el Politburó les
garantizara sus vidas y las de sus familiares. Pero cuando fueron
llevados a la supuesta entrevista con el Politburó, sólo
se encontraron con Stalin y un par de allegados, que afirmaron ser
la "comisión" designada por el Politburó. Las confesiones
fueron firmadas bajo palabra de que las sentencias de muerte que
se decretarían contra ellos no serían ejecutadas, y el 25 de agosto las sentencias de muerte fueron
ejecutadas. Se cuenta que Kámenev instó a Zinóviev a morir con
dignidad, pues éste no paraba de resistirse y suplicar por su
vida, hasta el punto de que en lugar de llevarlo al lugar previsto
para la ejecución, los guardias lo llevaron a una celda cercana y
le dispararon allí.
En el juicio había destacado el fiscal Andréi Wyshinski,
firme entusiasta del uso de la tortura para obtener confesiones, y
que durante las vistas empleaba esta clase de retórica:
Diparemos a esos perros rabiosos. ¡Muerte a esta banda que oculta a la gente sus dientes feroces, sus garras de águila! ¡Abajo con el buitre de Trotsky, de cuya boca gotea un veneno sangriento, putrefacción de los grandes ideales del marxismo! [...] ¡Abajo con estos animales abyectos! ¡Pongamos fin de una vez por todas a esos miserables híbridos de zorros y cerdos, esos cadáveres apestosos! ¡Exterminemos a los perros enloquecidos del capitalismo, que quieren desgarrar la flor de nuestra nueva nación soviética! ¡Volvamos contra ellos el odio bestial que sienten por nuestros líderes!
La deserción de Antonio Reparaz hizo sospechar a las autoridades
republicanas del resto de guardias civiles que todavía estaban en
Andújar con sus familias. La mayor parte de ellos estaban en el Santuario
de Nuestra Señora de la Cabeza, que antes de la llegada de
los guardias civiles y su familia estaba desierto porque los
Padres Trinitarios que lo habitaban habían sido detenidos y
asesinados en los primeros días del alzamiento. El 26 de agosto llegaron hasta allí milicianos
y guardias de asalto a los que el comandante Eduardo Nofuentes
entregó buena parte de su armamento.
Ese día Francisco Franco trasladó su cuartel general a Cáceres.
El 28 de agosto todos los países
europeos menos Andorra, Liechtenstein, Mónaco, Suiza, y la Ciudad
del Vaticano firmaron un "Acuerdo de no intervención en España",
por el que se comprometían a abstenerse rigurosamente de toda
injerencia, directa o indirecta, en los asuntos internos españoles
y prohibían el envío de armas y material de guerra. Ese mismo día
se reunieron en Roma los jefes de los servicios secretos militares
de Alemania e Italia y acordaron seguir ayudando clandestinamente
al bando nacional. Ambos países habían suscrito el acuerdo para
que los otros no ayudaran al bando republicano.
Los nacionales que ocupaban Huesca se habían parapetado en un
montículo conocido como Monte Pelado, situado entre
Huesca y Almudévar, para detener a las columnas
anarquistas que llegaban desde Barcelona. Ese día fueron atacados
por la columna Ascaso apoyada por 1.200 anarquistas italianos
exiliados. Tras un largo combate, los nacionales fueron expulsados
de sus posiciones y dejaron grandes bajas. Ese día se formó en
Barcelona una nueva columna anarquista, la Columna de los
Aguiluchos de la FAI (la Federación Anarquista Ibérica), que
salió hacia Huesca con unos 1.500 milicianos, entre ellos más de
200 mujeres.
El 29 de agosto fue fusilado en
Melilla el general Romerales, que había tratado de oponerse al
alzamiento. En Sevilla fueron fusilados 67 integrantes de la
columna de mineros que había intentado llevar dinamita a la
capital andaluza. De los capturados, sólo se libró de la muerte
uno que era menor de edad.
El 31 de agosto la aviación nacional
bombardeó Bilbao y, como represalia, siete presos fueron
fusilados.
El 1 de septiembre milicianos
anarquistas arrestaron finalmente a Rafael Salazar y lo internaron
en la cárcel Modelo.
El general Mola había encargado al coronel Alfonso Beorlegui
que saliera de Navarra para tomar Irún, lo que cerraría a los
republicanos el acceso a la frontera francesa. El primer obstáculo
se lo encontró en el fuerte de San Marcial, donde los
republicanos resistieron durante siete días hasta quedarse sin
municiones. Entonces lanzaron dinamita y piedras, pero el 2 de de septiembre el fuerte fue tomado e
Irún quedó expuesta al avance nacional.
El general Yagüe llegó con 3.500 hombres a las puertas de
Talavera de la Reina, donde el general Riquelme había tratado de
organizar una nueva línea de defensa para frenar el avance sobre
Madrid. Para ello contaba con unos 10.000 combatientes, que no
fueron obstáculo para los temibles africanos. Tras una ligera
resistencia que costó 1.000 bajas a los nacionales (entre muertos
y heridos), terminaron huyendo. Yagüe entró en Talavera sin
oposición e inició una cruenta represión, así descrita por un
periodista estadounidense:
Dormía una media de dos noches a la semana. No pasaba una noche sin que al amanecer me despertaran los disparos de los pelotones de fusilamiento en el patio del cuartel. La matanza parecía no tener fin. Al final del segundo mes seguía habiendo en Talavera tantos fusilamientos como en los primeros días. Debían ser alrededor de treinta diarios como término medio. Veía pasar a los hombres que llevaban al cuartel. Eran simples campesinos y trabajadores, hombres abatidos y sumisos. Para morir bastaba con tener carnet de un sindicato, haber sido masón o haber votado por la República. A los que denunciaban o seleccionaban al azar por esos delitos les concedían un juicio sumario: dos minutos de audiencia, expirados los cuales normalmente se pronunciaba la pena capital. Al que hubiera ejercido cualquier cargo público durante el período republicano lo fusilaban directamente. Las operaciones de limpieza se desarrollaban en todos los caminos. De pronto aparecían 4 campesinos amontonados en una zanja o 34 milicianos maniatados y fusilados en un cruce de caminos. Recuerdo haber visto un bulto en la plaza del pueblo: eran dos jóvenes miembros de la Guardia de Asalto republicana a los que maniataron con alambres, los rociaron con gasolina y los quemaron vivos.
Yagüe se quedó en Talavera a la espera de refuerzos (hasta
entonces había avanzado 500 km en apenas cuatro semanas).
Trotski fue trasladado a una granja en Hurum, donde
permaneció en arresto domiciliario, al parecer por la influencia
de la Unión Soviética sobre el gobierno noruego.
El 4 de septiembre José Giral presentó
su dimisión. La causa inmediata era la toma de Talavera, pero la
causa de fondo era que comprendía que uno de los mayores problemas
que tenía la República era la indisciplina de sus fuerzas:
muchedumbres que asaltaban prisiones sin autorización alguna,
milicianos que no acataban órdenes del ejército, de modo que era
imposible seguir ninguna estrategia con posibilidades de éxito,
etc. Por ello recomendó que se formara un nuevo gobierno en el que
participaran los sindicatos, a ver si así las decisiones de
gobierno tenían más posibilidades de ser acatadas. Azaña no tuvo
más remedio entonces que nombrar presidente del Consejo de
Ministros a Francisco Largo Caballero. Giral se mantuvo, no
obstante, en el nuevo gobierno, como ministro sin cartera.
Las fuerzas nacionales en Mallorca habían recibido el refuerzo de unos cuantos oficiales del ejército italiano acompañados de camisas negras, todos bajo el mando de Arconovaldo Bonaccorsi. Con ellos llegaron también algunos cazas y bombarderos y los correspondientes aviadores. Bonaccorsi había organizado rápidamente un ejército de 3.500 hombres en la isla, que incluía unos 2.000 voluntarios falangistas. Con estos medios rechazaron con facilidad a las fuerzas de Alberto Bayo, que ese mismo día recibieron de Largo Caballero la orden de evacuar la isla. La retirada comenzó esa misma noche.
Tras una lucha encarnizada, las fuerzas de Beorlegui entraron en
Irún, pero se la encontraron destrozada, porque antes de retirarse
los anarquistas habían incendiado numerosos edificios, para
destruir cualquier cosa que pudiera ayudar a los nacionales.
Éstos, por su parte, usaron con gran eficiencia este hecho como
muestra de la barbarie de los "rojos". Desde entonces, el ejército
republicano vasco tuvo que controlar a los anarquistas para evitar
que repitieran su hazaña en otros lugares.
Ese día se estrenó En alas de la danza, protagonizada por
Fred Astaire y Ginger Rogers, y también El último mohicano,
protagonizada por Randolph Scott.
A los pocos días de estallar la guerra civil en España había
llegado al país el fotógrafo húngaro Endre Ernő Friedmann
acompañado de su pareja, la también fotógrafa alemana Gerta
Pohorylle. Para facilitar la venta de sus fotografías,
decidieron atribuirlas a un ficticio fotógrafo estadounidense
llamado Robert Capa. El 5 de
septiembre tomaron su fotografía más famosa sobre la
guerra civil, conocida como la Muerte de un miliciano, en
la que se ve a un republicano en el preciso instante en que es
impactado por una bala enemiga. No se sabe con seguridad cuál de
los dos tomó la foto, aunque existen fundadas sospechas de que fue
un montaje, tanto por la perfección de la composición como por el
hecho de que fue tomada en la localidad de Espejo, a
cierta distancia del frente de Córdoba.
El derrocado presidente paraguayo Eusebio Ayala marchó al exilio
en Buenos Aires acompañado del general Estigarribia. El coronel
Franco había prohibido todos los partidos políticos y se proponía
crear un sistema político corporativista al estilo de las
dictaduras fascistas europeas. Esto le hizo perder algunos
partidarios. Franco creó un nacionalismo militarista que elevó al
dictador Francisco Solano López a la categoría de héroe nacional,
cuando hasta entonces se había admitido que todo su heroísmo
consistía en haber destruido su propio país por mera vanidad
personal. Por otro lado, siguiendo las directrices fascistas,
Franco realizó una profunda reforma agraria que nacionalizó una
gran cantidad de tierras que fueron distribuidas entre pequeños
agricultores. También reconoció oficialmente los derechos de los
trabajadores y creó la primera legislación laboral que conoció el
país, en la que se garantizaba la jornada laboral de ocho horas,
las vacaciones pagadas, el descanso dominical, el derecho a la
huelga y los sindicatos.
El 6 de septiembre se estrenó Al
servicio de las damas, una comedia en la que Carole Lombard
volvió a trabajar con William Power, sólo que ahora ya no estaban
casados, pues se habían divorciado al cabo de algo más de dos años
de matrimonio. La actriz se había especializado ya en el género
cómico. Ese año había estrenado otras dos comedias: Amor en
ayunas y La princesa de Brooklyn.
Mientras Yagüe avanzaba hacia Madrid por el oeste, Mola trataba
de avanzar por el este, a través de la provincia de Guadalajara,
que estaba dividida entre ambos bandos. Uno de los puntos clave
era Sigüenza, que ya había sido atacada en vano varias
veces durante el mes anterior. El 7 de
septiembre fue bombardeada por primera vez con la
artillería. Desde ese momento los bombardeos se sucedieron con
regularidad.
Tras un bombardeo sobre La Línea de la Concepción por parte de la
armada republicana, el 8 de septiembre
el general Queipo de Llano anunció en una de sus alocuciones
radiofónicas que había mandado fusilar a tres familiares de cada
uno de los marineros del guardacostas responsable del bombardeo.
Ese día Hitler inauguró el octavo Congreso de Nuremberg,
con el título de "Congreso del Honor", en el que se
celebró especialmente la remilitarización de Renania.
El 9 de septiembre se creó en Londres
un Comité de No Intervención para vigilar el cumplimiento del
Pacto de No Intervención en la guerra civil española que habían
firmado los países europeos.
Ese día se firmó un acuerdo en París entre el gobierno frances y
el Bloque Nacional Sirio, el cual preveía la independencia gradual
de Siria que culminaría en un plazo de cinco años con presencia
militar francesa durante 25 años. A cambio, Siria se comprometía a
apoyar a Francia en tiempos de guerra.
El 10 de septiembre se encontró en
Cleveland un torso humano que no pudo ser identificado. No se
encontró la cabeza ni las partes bajo la cintura.
El Alcázar de Toledo seguía resistiendo el asedio de los
republicanos. Aunque en sí mismo no tenía un gran valor
estratégico, ya que estaba rodeado y sólo era cuestión de tiempo
que sus defensores tuvieran que rendirse por falta de medios, lo
cierto es que había adquirido un gran valor simbólico en ambos
bandos. Su heroica resistencia era motivo de aliento para los
nacionales y de desánimo para los republicanos. Largo Caballero
había propuesto una oferta de rendición que había sido presentada
por el comandante Vicente Rojo, que entró en el Alcárzar
para entrevistarse con el coronel Moscardó. Rojo había sido
profesor durante diez años en el Alcázar (que era una academia
militar) y Moscardó le permitió saludar a sus antiguos colegas. La
oferta fue rechazada, pero Moscardó pidió un sacerdote para
bautizar a dos niños recién nacidos. El 11 de
septiembre llegó el sacerdote junto con una oferta de
Rojo por el que las mujeres y los niños podrían evacuar el
Alcázar. Las mujeres contestaron que no querían rendirse y que
estaban dispuestas a tomar las armas si era necesario.
El 13 de septiembre las tropas
nacionales enviadas desde Navarra entraron sin resistencia en San
Sebastián, que había sido evacuado el día anterior. Los milicianos
del Partido Nacionalista Vasco se habían tenido que enfrentar a
socialistas y anarquistas para evitar que destrozaran la ciudad
antes de entregarla al enemigo, como había sucedido en Irún.
Un bombardeo sobre Ibiza causó 18 muertos civiles, y como
represalia un grupo de milicianos ejecutó a 93 presos.
Ese día se estrenó la comedia Vaya al oeste, joven,
dirigida por Henry Hathaway y protagonizada por Mae West.
El gobierno republicano de España emitió un decreto reservado por
el que se autorizaba al ministro de Hacienda, Juan Negrín,
a transportar a un lugar seguro (sin especificar) las reservas de
oro del Banco de España. Esa misma noche se presentó en la sede
del banco una serie de enviados del gobierno y, durante varios
días, estuvieron distribuyendo el oro en cajas sin numeración ni
facturas que permitieran contabilizar el oro que contenían, las
transportaron a una estación de ferrocarril y desde allí fueron
llevadas en tren hasta los polvorines de La Algameca, en
Cartagena. Los consejeros del banco se opusieron al traslado, pero
no fueron informados hasta el 14 de septiembre,
cuando la operación de transporte ya estaba en marcha y no
pudieron hacer nada por evitarla.
Ese día se celebró una tensa reunión entre una delegación de los
guardias civiles aislados en el Santuario de Nuestra Señora de la
Cabeza y un delegado del gobernador, que fue acompañado de
milicianos y de guardias de asalto. Finalmente el comandante
Nofuentes accedió a evacuar el santuario. Sin embargo, cuando éste
empezaba a organizarse, se produjo una algarabía, y el capitán Santiago
Cortés fue informado de que al subir a los camiones algunas
de las mujeres de los guardias civiles, los milicianos las
insultaron y les dijeron que se las llevarían por la fuerza.
Cortés, que ya era reticente a la evacuación, ordenó suspenderla,
arrestó a Nofuentes y a los milicianos, asumió el mando y se
parapetó en el santuario. Allí quedaron unas 1.200 personas,
incluyendo mujeres y niños. Unos 165 eran guardias civiles.
En toda la propaganda del bando nacional y en sus justificaciones
del alzamiento, la religión había representado en todo momento un
papel secundario. El argumento principal era siempre la amenaza
comunista. Recíprocamente, la Iglesia Católica española tampoco se
había pronunciado sobre el alzamiento, probablemente porque los
obispos esperaban a que lo hiciera el Papa primero. Esto sucedió
ese día, cuando Pío XI recibió en Castelgandolfo a unos 500
católicos españoles, principalmente obispos y sacerdotes, que
habían escapado de España. Allí leyó un discurso, La vostra
presenza, en el que se notaba que no tenía claro quién iba a
ganar la guerra, porque lamentó las persecuciones que estaban
sufriendo los católicos en España, los ataques que la religión y
la Iglesia estaban recibiendo en todo el mundo, expresó lo
terrible que es una guerra civil, e incluso instó a parar los pies
a los enemigos de la religión:
Se diría que una doctrina satánica ha reavivado, y más viva, en la vecina España, aquella llama de odio y de la más feroz persecución confesadamente reservada a la Iglesia y a la Religión Católica, como el único obstáculo verdadero para el triunfo de aquellas fuerzas que ya han dado prueba y medida de su capacidad en su intento de subvertir todos los órdenes, desde Rusia hasta China, de México hasta Sudamérica, pruebas y doctrinas precedidas, acompañadas incesantemente de una universal, asidua, habilísima propaganda para llevar a la conquista del mundo entero a esas absurdas ideologías que, después de haber seducido y fermentado las masas, tienen por fin armarlas y lanzarlas contra toda institución humana y divina, lo que, por fatal necesidad, no dejará de suceder, y en las peores condiciones y proporciones, si por falsos cálculos e intereses, por rivalidades ruinosas, por la búsqueda egoísta de la ventaja propia, no corren a remediarlo todos los que deben hacerlo, aunque tal vez ya demasiado tarde.
pero luego introdujo algunos matices:
Por encima de toda consideración política y mundana, nuestra bendición se dirige de forma especial a cuantos se han dado a la difícil y peligrosa tarea de defender y restaurar los derechos y el honor de Dios y de la Religión, es decir, los derechos y la dignidad de la conciencia, la condición primera y la base más sólida de todo bienestar humano y civil. Tarea, decíamos, difícil y peligrosa, porque con demasiada facilidad el compromiso y la dificultad de la defensa la vuelven excesiva y no plenamente justificable, al igual que no menos fácilmente intenciones no rectas e intereses egoístas o partidistas vienen a enturbiar toda la moralidad de la actuación y toda la responsabilidad.
y terminó pidiendo a los católicos que amaran a sus
enemigos:
Amar a estos queridos hijos y hermanos vuestros, amarlos con un amor particular hecho de compasión y de misericordia, amarlos y, no pudiendo hacer otra cosa, rezar por ellos; rezar para que vuelva a sus mentes la serena visión de la verdad y sus corazones vuelvan a abrirse al deseo y a la fraterna búsqueda del verdadero bien común; rezar para que vuelvan al Padre que con gran deseo les espera, y que hará gozosísima fiesta con su retorno; rezar para que estén con nosotros, cuando dentro de poco [...] el arco iris de la paz aparecerá en el hermoso cielo de España, llevando el alegre anuncio a todo vuestro grande y magnífico país.
Los nacionales difundieron una versión censurada del discurso en
la que faltaban los pasajes de recriminación a los excesos de la
guerra y la ocurrencia absurda esa que había tenido el Papa de
amar a los enemigos. Los obispos españoles conocieron al principio
esa versión censurada y, considerando que el Papa se había puesto
inequívocamente del lado de los nacionales, explotaron en una
sucesión de pastorales en las que apoyaban sin reservas la
sublevación, que ahora se había convertido en una cruzada por la
fe católica.
El 15 de septiembre se organizó en Portugal la Legión Portuguesa, una organización paramilitar de corte fascista que pronto contó con unos 20.000 miembros, con el propósito de "defender el patrimonio espiritual" y "combatir la amenaza comunista y el anarquismo".
Los nacionales progresaban alrededor de Sigüenza, y ese día
entraron en la ciudad numerosos refugiados que huían de los
pueblos colindantes.
Durante dos días, los republicanos habían estado cavando un túnel
en la parte sudoeste del alcázar de Toledo, y el 18 de septiembre, con el visto bueno de
Largo Caballero, hicieron estallar dos minas que destruyeron una
torre y mataron a los dos militares que estaban en ella. Luego
lanzaron cuatro ataques sucesivos con tanques, pero todos fueron
rechazados. En realidad las ruinas de la torre fueron una defensa
mejor que la torre misma, pues los escombros permitían a los
sitiados parapetarse en mejores posiciones para disparar sobre los
atacantes.
Ese día la colonia española de Fernando Poo se pasó al bando
nacional.
Al enterarse de que el bando nacional estaba recibiendo ayuda
alemana e italiana (y también portuguesa), Stalin decidió enviar
ayuda soviética a la República Española, y ordenó a la III
Internacional que organizara el envío de voluntarios.
El 19 de septiembre los generales
Gonzalo Queipo de Llano y Luis Orgaz fueron incorporados a la
Junta de Defensa Nacional.
Ese día los nacionales tomaron la isla de Ibiza y el 20 de septiembre Formentera. Las tropas de Yagüe llegaron a Maqueda, a 80 km de Madrid.
El 21 de septiembre se reunió cerca de
Salamanca la Junta de Defensa Nacional, y en ella se abordó la
necesidad de unificar el mando militar del bando nacional, es
decir, de nombrar un generalísimo. En una tensa reunión,
con la única oposición clara del general Cabanellas, todos
llegaron al acuerdo de que, en efecto, era necesario unificar el
mando y, en cuanto a la elección de la persona adecuada, el
general Kindelán, que estaba presente aunque no pertenecía a la
Junta, propuso a Franco, fue secundado por Mola y después por
Yagüe y Orgaz, los oficiales de menor rango decidieron abstenerse,
y Queipo de Llano no se atrevió a poner objeciones. Cabanellas
también se abstuvo. Más tarde diría a sus colegas:
Ustedes no saben lo que han hecho porque no lo conocen como yo, que lo tuve a mis órdenes en África como jefe de una de las unidades de la columna a mi mando; y si, como quieren va a dársele en estos momentos España, va a creerse que es suya y no dejará que nadie le sustituya en la guerra, ni después de ella, hasta la muerte.
En principio, sólo se había otorgado a Franco el mando supremo
militar, sin ninguna atribución política. Y lo cierto era que
desde un punto de vista militar era el mejor candidato: Tenía bajo
su mando las tropas que estaban a punto de tomar Madrid, contaba
con el apoyo de la Falange y de la Legión. Los oficiales que
habían sido alumnos suyos en la Academia Militar de Zaragoza lo
idolatraban, era a través de él como estaba llegando a España la
ayuda alemana e italiana, y hasta la prensa republicana lo había
nombrado hacía tiempo cabecilla de la insurrección. No obstante,
se acordó mantener la decisión en secreto hasta que fuera hecha
pública oficialmente.
Ese mismo día Franco ordenó a Yagüe que, en lugar de dirigirse a
Madrid desde Maqueda, se desviara para llegar a Toledo y rescatar
a los militares asediados en el Alcázar. Yagüe y otros oficiales
pusieron objeciones, aduciendo que el Alcázar de Toledo no tenía
ningún valor estratégico, mientras que tomar la capital era algo
fundamental.
Mientras tanto llegaban a Cartagena los últimos lingotes y sacos
de moneda sacados del Banco de España.
Por otra parte, el gobierno republicano decidió enviar al mar
Cantábrico el grueso de la flota que vigilaba el estrecho de
Gibraltar, en parte para detener el avance de Mola por la costa
cantábrica, para proteger el País Vasco, y con la confianza de que
los barcos que se dejaban en el sur bastarían para impedir el paso
por mar de las tropas africanas que seguían cruzando por el aire.
Sucedía además que Gran Bretaña se había opuesto a que el gobierno
republicano interrumpiera el tránsito marítimo por el estrecho de
barcos teóricamente neutrales, por lo que los barcos alemanes e
italianos no tenían ninguna dificultad en abastecer a los
nacionales en la costa mediterránea, sin que la República pudiera
hacer nada por evitarlo.
Al saber que las tropas de Yagüe se aproximaban a Toledo los
republicanos intensificaron sus ataques sobre el Alcázar. El 23 de septiembre, antes del amanecer,
realizaron un ataque por sorpresa con granadas y cargas de
dinamita. Los sitiados lograron rechazar el ataque, y unas horas
después tuvieron que hacer frente a un segundo ataque conducido
por un tanque.
Mientras tanto la flota republicana llegaba a Gijón y a
Santander, de modo que Mola tuvo que suspender un ataque planeado
contra Bilbao y Vizcaya, y tropas que desde Galicia se dirigían a
Oviedo tuvieron que retrasar su avance al tener que hacerlo lejos
de la costa. La pequeña flota nacional se refugió en el puerto de
El Ferrol.
Ese día Rafael Salazar fue ejecutado en Madrid. El propio
Indalecio Prieto reconocería más tarde que no había pruebas de su
implicación en el golpe de Estado, y que sólo la presión popular
impidió que el gobierno lo indultara.
El 24 de septiembre Franco sustituyó a
Yagüe por el general Varela para que condujera el ataque sobre
Toledo.
El 25 de septiembre la República
Española solicitó el amparo de la Sociedad de Naciones ante la
violación del Pacto de No Intervención por parte de Alemania e
Italia, pero la Sociedad de Naciones no atendió las quejas
españolas. Ese mismo día llegaba a España el primer barco con
ayuda soviética, que desembarcó en Alicante 2.000 toneladas de
alimentos. Poco después llegaría un segundo barco del que se
sospecha que traía fusiles y municiones (lo que supondría también
una violación del pacto).
Bilbao sufrió dos duros bombardeos (uno por la mañana y otro por
la tarde) por parte de aviones alemanes. Como represalia fueron
fusilados 75 presos. El 26 de septiembre
se produjo un nuevo bombardeo, esta vez con bombas incendiarias.
En los días siguientes los bombardeos fueron frecuentes.
Ese día Guénrij Yagoda fue sustituido por Nikolái Yezhof al
frente de la policía secreta soviética por orden directa de
Stalin. Yagoda, sorprendido por su destitución, trató de ver a
Stalin, pero fue inútil. Hasta entonces Yezhof y Yagoda habían
"colaborado", pero mientras Yezhof era todo entusiasmo en las
persecuciones políticas, Yagoda había mostrado más reticencias, y
ante los ojos de Stalin había acabado como inepto por no haber
detectado todas las conspiraciones que no habían escapado al
atento escrutinio de Yezhof.
El 27 de septiembre Hashim al-Atassi regresó triunfalmente a Siria anunciando los términos del acuerdo firmado con Francia.
Ese día Varela liberaba el Alcázar de Toledo. La entrada en la
ciudad no había sido muy complicada, porque la mayoría de los
milicianos republicanos había huido hacia Aranjuez. En realidad
ambos bandos habían tomado el Alcázar como un objetivo
propagandístico: los republicanos pensaban que, estando
completamente aislado, iba a ser fácil conquistarlo y ello habría
levantado la moral de los republicanos (que no hacían más que
perder terreno ante el avance de Franco), y a su vez Franco
consideró que la polémica decisión de suspender el avance sobre
Madrid para no dejar en la estacada a los "heroicos defensores del
Alcázar" lo encumbraría entre los sublevados, como así fue. Se
puede objetar que también lo habría encumbrado la toma de Madrid,
pero el Alcázar le permitió obtener la fama que buscaba sin correr
prácticamente ningún riesgo. Ese mismo día se celebró en Cáceres
una manifestación de exaltación a Franco. El general Yagüe se
dirigió a la multitud y dijo: Mañana tendremos en él [en
Franco, que estaba a su lado] a nuestro Generalísimo, el jefe
del Estado; que ya era tiempo de que España tuviese un jefe de
Estado con talento. Unidades de la falange desfilaron al
ritmo del Cara al sol, y la legión al ritmo de su himno "El
novio de la muerte".
Sin embargo, hasta entonces la Junta de Defensa Nacional no había
publicado el decreto que nombraría a Franco jefe del ejército
sublevado, probablemente por las reticencias de Cabanellas. El 28 de septiembre Franco se trasladó junto
con sus ayudantes hasta Salamanca, para reunirse con la Junta. El
generan Kindelán llevaba un borrador que había preparado el día
anterior junto con Nicolás Franco (hermano de Francisco
Franco) de un decreto que nombraría a Franco, no sólo jefe de
Gobierno, sino de hecho Jefe de Estado. La propuesta fue recibida
con frialdad, y finalmente se acordó nombrarlo Jefe de Gobierno.
El general Cabanellas quedó encargado de publicar el decreto dos
días después. Esa noche habó por teléfono con Queipo de Llano y
Mola. El primero le dijo: Franco es un canalla. No es ni será
hombre de mi simpatía. Hay que seguirle el juego hasta reventar.
Mola, por su parte, le dijo que no veía otra alternativa que la
proclamación de Franco.
Cabe decir que hacía ya tiempo que Hitler y Mussolini habían
coincidido en que Franco debía acabar al frente de una dictadura
fascista en España. Hitler había dado instrucciones expresas a sus
enviados a España para que presionaran para el nombramiento de
Franco como generalísimo. Así, cuando los alemanes hacían llegar
suministros a Mola, no decían que venían de parte de Alemania,
sino de parte de Franco. En una ocasión en que Franco manifestó al
representante alemán sus dudas sobre aceptar el mando supremo,
éste le insinuó que de no hacerlo Alemania podría dejar de enviar
ayuda. Nicolás Franco se comprometió ante los alemanes a convencer
a su hermano de que aceptara el nombramiento de Jefe de Gobierno.
Si Franco realmente había dudado realmente o simplemente se hizo
de rogar es algo que nunca se sabrá.
Unos días atrás había entrado en servicio el crucero pesado Canarias,
cuya construcción había sido ordenada hacía ocho años por Miguel
Primo de Rivera, y al estallar la guerra había quedado en zona
nacional (se estaba construyendo en los astilleros de El Ferrol).
El gobierno republicano pensaba que tardaría en entrar en servicio
porque había sido alcanzado en puerto por una bomba, pero no era
así, y de hecho había sido puesto en servicio antes de estar
completamente acabado. El 29 de septiembre
llegó al estrecho de Gibraltar acompañado de un crucero ligero y
hundió un destructor republicano en la batalla de Cabo
Espartel. Otro destructor fue dañado y tuvo que retirarse a
Casablanca. A partir de ese mismo día la flota nacional empezó a
escoltar el paso de soldados y equipamiento de Ceuta a la
península, poniendo fin al bloqueo del estrecho que hasta ese
momento había mantenido el gobierno republicano. En los primeros
días pasaron más de 6.000 soldados.
Ese día murió Alfonso Carlos de Borbón, el pretendiente carlista
Alfonso Carlos I al trono de España (y también al de Francia). El
día anterior había sido atropellado por un camión en Viena. No
dejó descendencia, y teóricamente la sucesión correspondía al
exiliado Alfonso XIII, con lo que las dos ramas de pretendientes
al trono español podrían haberse unido en ese momento, pero
Alfonso Carlos I había designado sucesor a un pariente lejano, Francisco
Javier de Borbón-Parma, que adoptó el nombre de Javier I.
No obstante, los monárquicos franceses sí que aceptaron a Alfonso
XIII como su nuevo pretendiente. Por otra parte, Carlos Pío de
Habsburgo-Borbón, hijo de una hermana del pretendiente Jaime
III, se autoproclamó Carlos VIII de España, y sus
partidarios (que fueron minoritarios) fueron conocidos como
"octavistas".
El 30 de septiembre se publicó el
decreto que nombraba Generalísimo a Francisco Franco. Su forma
definitiva la habían establecido el jurista José de Yanguas
Messía y Nicolás Franco y difería en dos "detalles" de lo
que se había acordado en la Junta de Defensa Nacional dos días
antes. Por una parte, el acuerdo había sido nombrar a Franco "Jefe
del Gobierno del Estado Español mientras dure la guerra", pero en
la versión definitiva el "mientras dure la guerra" había
desaparecido y, en su lugar, había aparecido la frase "quien
asumirá todos los poderes del nuevo Estado". Por otra parte,
casi toda la prensa de la zona nacional publicó que Franco había
sido nombrado "Jefe del Estado", y el propio Franco firmó ese
mismo día una orden en calidad de "Jefe del Estado".
El obispo de Salamanca, Enrique Pla, publicó una pastoral
en la que calificaba a la guerra civil como una cruzada por la
religión, la patria y la civilización, planteamiento
compartido por prácticamente todos los obispos españoles (salvo
los del País Vasco, pues el Partido Nacionalista Vasco era
católico y apoyaba a la República). No era de extrañar que la
Iglesia se alineara con el bando nacional, pues ese año, desde el
inicio de la guerra en la zona republicana fueron asesinados 12
obispos, más de 4000 sacerdotes, más de 2.000 religiosos y más de
200 monjas. Más difícil es determinar cuantos seglares murieron
simplemente por ser católicos, ya que a menudo, en las denuncias
anónimas y ejecuciones sumarias se mezclaban elementos políticos o
incluso meras rencillas personales. Por estas fechas el gobierno
de Largo Caballero potenció los llamados tribunales populares,
que dieron unas mínimas garantías jurídicas a los detenidos, y que
solían terminar con penas de prisión y no de muerte.
El 1 de octubre se celebró en Burgos
la ceremonia por la que Francisco Franco fue investido como Jefe
de Estado de España. En efecto, el general, Cabanellas, al
transferirle los poderes que hasta ese momento había detentado la
Junta de Defensa Nacional, le dijo: Señor Jefe del Estado
Español: En nombre de la Junta de Defensa Nacional, os entrego
los Poderes absolutos del Estado, en contradicción
con el decreto promulgado el día anterior, que sólo lo nombraba
Jefe de Gobierno. A la ceremonia asistieron representantes de
Alemania e Italia. Uno de sus primeros actos fue enviar un
telegrama adulador a Hitler. Si Hitler era el Führer y
Mussolini era el Duce, ahora la propaganda franquista
presentaba al nuevo Jefe de Estado como el Caudillo.
Todos los periódicos de la zona nacional fueron obligados a
incluir en su cabecera el lema Una Patria, un Estado, un
Caudillo, traducción de un eslogan nazi.
Ese día se disolvió el Comité Central de Milicias Antifascistas
de Cataluña, para evitar la duplicidad de gobierno que existía
hasta entonces. Previamente, la CNT había negociado con la
Generalidad de Cataluña la inclusión en ésta de representantes de
todo el espectro autodenominado "antifascista". Teóricamente ahora
era la Generalidad quien dirigía a todas las milicias que actuaban
en Cataluña, pero muchas de ellas siguieron actuando con completa
autonomía.
Juan Demóstenes Arosemena tomó posesión como presidente de
Panamá.
El 2 de octubre Franco organizó la Junta
Técnica del Estado, un embrión de gobierno presidido por el
general Fidel Dávila (el único de sus miembros que había
pertenecido a la Junta de Defensa Nacional) con "comisiones" en
lugar de ministerios, cuyas funciones eran más técnicas que
políticas. Las decisiones políticas quedaban a cargo de la Secretaría
General del Jefe del Estado, presidida por Nicolás Franco,
aunque todas las decisiones importantes tenían que ser ratificadas
por el Caudillo. Al frente de la secretaría de Cultura y Enseñanza
estaba José María Pemán. Indignado por el asesinato de Calvo
Sotelo, se había unido inmediatamente a los sublevados (y tuvo la
suerte de que el golpe triunfó en Cádiz —su ciudad natal—, porque
de no haber sido así probablemente no estaría vivo) y había
dedicado toda su elocuencia —que no era poca— al servicio del
alzamiento. Desde su nuevo cargo se dedicó a clasificar libros
para destruir los "malos" (a veces en quemas públicas) y a
investigar a los maestros desde la enseñanza primaria hasta la
universtaria para expulsar de la profesión a los que pudieran
inculcar doctrinas erróneas a sus alumnos.
Ese día los marineros de un acorazado republicano abordaron un
barco prisión anclado en San Sebastián y mataron a varios presos,
entre ellos doce sacerdotes.
El 3 de octubre Franco fijó su cuartel
general en el palacio Episcopal de Salamanca, que le cedió el
obispo Enrique Pla. Por estas fechas aumentó notablemente el
fervor religioso del generalísimo, que empezó a oír misa todas las
mañanas y muchas tardes rezaba el rosario junto a su esposa.
Además se hizo con un confesor personal. Parece ser que estaba
empezando a creerse lo que los obispos decían de él: que era un
enviado de Dios para salvar a España.
El 4 de octubre los republicanos
lanzaron una gran ofensiva sobre Oviedo (en el aniversario de la
revolución de 1934 y con las noticias de que los nacionales
estaban a 40 km).
Las columnas anarquistas habían logrado ciertos progresos en
Aragón, y a la sazón controlaban más o menos la mitad oriental de
la región. El 6 de octubre formaron el
Consejo Regional de Defensa de Aragón, con sede en Caspe,
con Joaquín Ascaso como principal responsable. Sus
integrantes declararon que Aragón era la Ucrania española, y
que no se dejaría avasallar por el militarismo marxista, al
contrario de lo que le había sucedido al anarquismo ruso.
Ese día murió de un fallo renal el primer ministro húngaro Gyula
Gömbös. El regente, Miklós Horthy, afirmó que sólo su enfermedad
había evitado que lo destituyera, pero el embajador alemán dudaba
de que hubiera podido hacerlo, dado el inmenso poder que había
acumulado. Horthy se encontraba entonces en el centro de la
tensión política entre los conservadores y los fascistas o
nacionalsocialistas. Tratando de reconciliarlos, nombró como nuevo
primer ministro a Kálmán Darányi, que había sido ministro
de agricultura en el gobierno de Gömbös, pero era más moderado.
El proyecto de Estatuto Vasco de Autonomía había quedado
paralizado durante el bienio conservador de la República, y había
sido retomado con la reciente victoria del Frente Popular, pero la
guerra civil estalló antes de que hubiera sido aprobado por las
Cortes. Finalmente fue aprobado y se añadió una disposición
transitoria por la que, ante la imposibilidad de celebrar unas
elecciones, el primer presidente (lendakari) sería elegido
por los alcaldes de los ayuntamientos que estaban en zona
republicana. El 7 de octubre fue así
elegido José Antonio Aguirre, del Partido Nacionalista
Vasco. Formó un gobierno de concentración en el que el PNV ocupaba
las consejerías principales, pero en el que había también
representantes de los distintos partidos del Frente Popular.
La situación del País Vasco era en muchos aspectos diferente de
la del resto de España. El nacionalismo vasco había surgido
esencialmente de la renuncia del ultraconservador nacionalismo
español de los carlistas, pero había retenido su arraigado
catolicismo. Por ello en el País Vasco nunca había habido ninguna
clase de persecución hacia la Iglesia Católica, y el carácter
centrista del PNV también previno la formación de los soviets
y chekas que imperaban en el resto del territorio
republicano. En el programa de gobierno de Aguirre se hacía
hincapié en el respeto a la libertad religiosa, los presos
quedaban sometidos a la jurisdicción ordinaria (sin tribunales
populares que saquearan las cárceles) y se protegía la propiedad
privada (no había en la región grandes latifundios). Todo esto
hizo que la Iglesia Católica se mantuviera leal al gobierno
autónomo, cosa que los obispos de otras regiones españolas habían
censurado a los obispos vascos.
La Unión Soviética anunció que se consideraría liberada de las
obligaciones contraídas con el Comité de No Intervención si no
cesaban las violaciones del pacto por parte de Alemania e Italia,
que no dejaban de suministrar armamento a España.
Toivo Kivimäki se convirtió en el primer primer ministro de Finlandia que había logrado mantener su gobierno durante cuatro años. Sus antecesores apenas habían llegado a mantenerse un año en el cargo. Ahora era sucedido por Kyösti Kallio.
En Grecia, Ioannis Metaxas funcó la Organización de la
Juventud Nacional, una organización destinada a inculcar en
los jóvenes la ideología nacionalista del régimen.
El 8 de octubre los nacionales
entraron en Sigüenza y los milicianos republicanos se parapetaron
en la catedral, que fue bombardeada con la artillería desde cuatro
puntos distintos.
El 9 de octubre un acorazado nacional bombardeó el puerto de Málaga y hundió dos guardacostas republicanos, sin que la aviación republicana respondiera, ni tampoco los cuatro submarinos que había en la zona.
Los guardias civiles asediados en el Santuario de Nuestra Señora
de la Cabeza empezaron a recibir aprovisionamiento aéreo.
Confiando en las buenas relaciones con Alemania, el 10 de octubre el canciller austriaco Kurt
Schuschnigg disolvió la Heimwehr.
El 11 de octubre se celebraron las
elecciones presidenciales en Perú. Veinte días antes se había
inhabilitado como candidato al aprista Víctor Raúl Haya de la
Torre, porque su partido era considerado una organización
internacional, y eso contravenía la constitución, redactada para
dejar fuera de la escena política a comunistas y similares. El
gobierno apoyaba al ex ministro Jorge Prado Ugarteche,
mientras que, a falta de candidato propio, los apristas hicieron
campaña en favor de Luis Antonio Eguiguren, que
había presidido el Congreso Constituyente. Sin embargo, en mitad
del proceso de escrutinio, viendo que Eguiguren llevaba bastante
ventaja a Ugarteche, el gobierno suspendió el recuento de votos y
anuló las elecciones aduciendo que Ugarteche había recibido votos
de los apristas, que eran un partido ilegal (argumento peregrino
donde los haya, pues por una parte el voto era secreto y, por otra
parte, que un partido fuera ilegal no significa que quienes
pretendían votar a ese partido no pudieran votar a otro en su
defecto). El mandato del general Benavides fue prorrogado por tres
años más.
Ese día el Alto Comité Árabe llamó al fin de la huelga en
Palestina, gracias a la intervención del rey Ghazi de Iraq, el rey
Abdul Aziz de Arabia Saudí y el emir Abdullah de Transjordania,
que aseguraron "la buena fe de Gran Bretaña en su
intención de hacer justicia". Ese mismo día llegaba a
Palestina una comisión británica presidida por Lord William Robert
Wellesley Peel, con el encargo de analizar el conflicto y
determinar las responsabilidades de cada parte.
El 12 de octubre se celebró el acto de
apertura de curso en el paraninfo de la Universidad de Salamanca,
presidida por su rector, Miguel de Unamuno. Una de las
intervenciones corrió a cargo del catedrático de literatura Francisco
Maldonado de Guevara, quien lanzó un furioso ataque contra
Cataluña y el País Vasco, a los que calificó de antiespaña
y de cánceres en el cuerpo sano de la nación, que el fascismo iba
a exterminar cortando en la carne viva, como un decidido
cirujano libre de falsos sentimentalismos. Cuando terminaron
todos los discursos, Unamuno, que no tenía previsto hablar,
decidió hacerlo para replicar a Maldonado en defensa de vascos y
catalanes. Él mismo era vasco y señaló que el obispo Enrique Pla,
allí presente, era catalán. A medida que hablaba crecían entre el
público los murmullos de desaprobación, hasta que Millán-Astray,
que se encontraba en un extremo de la mesa presidencial, golpeó la
mesa con su única mano (estaba manco y tuerto), se levantó y pidió
hablar, interrumpiendo al rector. Alguien del público,
probablemente un legionario de su escolta, gritó ¡Viva la muerte!
(el lema de la legión) y Millán-Astray, desencajado, repetía
algunas de las palabras que había pronunciado Maldonado, mientras
se oían gritos de ¡Viva España! Finalmente se produjo un silencio
y todos miraron a Unamuno, que prosiguió su discurso:
Acabo de oír el necrófilo e insensato grito "¡Viva la muerte!". Esto me suena lo mismo que "¡Muera la vida!". Y yo, que he pasado mi vida componiendo paradojas que excitaban la ira de algunos que no las comprendían he de deciros, como experto en la materia, que esta ridícula paradoja me parece repelente. Como ha sido proclamada en homenaje al último orador, entiendo que va dirigida a él, si bien de una forma excesiva y tortuosa, como testimonio de que él mismo es un símbolo de la muerte. El general Millán-Astray es un inválido. No es preciso que digamos esto con un tono más bajo. Es un inválido de guerra. También lo fue Cervantes. Pero los extremos no sirven como norma. Desgraciadamente en España hay actualmente demasiados mutilados. Y, si Dios no nos ayuda, pronto habrá muchísimos más. Me atormenta el pensar que el general Millán-Astray pudiera dictar las normas de la psicología de las masas. Un mutilado que carezca de la grandeza espiritual de Cervantes, que era un hombre, no un superhombre, viril y completo a pesar de sus mutilaciones, un inválido, como he dicho, que no tenga esta superioridad de espíritu es de esperar que encuentre un terrible alivio viendo cómo se multiplican los mutilados a su alrededor. El general Millán-Astray desea crear una España nueva, creación negativa sin duda, según su propia imagen. Y por eso quisiera una España mutilada [...]
En ese punto Millán-Astray, entre un gran alboroto del público,
gritó ¡Muera la intelectualidad traidora! ¡Viva la
muerte! y José María Pemán contestó: ¡No! ¡Viva la
inteligencia! ¡Mueran los malos intelectuales! Es posible
que, por la confusión, la réplica de Pemán hiciera creer a algunos
que Millán-Astray había dicho ¡Muera la inteligencia!, que
es lo que se afirmaría después, aunque al parecer no fue el caso.
Unamuno continuó:
Este es el templo de la inteligencia y yo soy su sumo sacerdote. Vosotros estáis profanando su sagrado recinto. Yo siempre he sido, diga lo que diga el proverbio, un profeta en mi propio país. Venceréis, porque tenéis sobrada fuerza bruta. Pero no convenceréis, porque para convencer hay que persuadir. Y para persuadir necesitaréis algo que os falta: razón y derecho en la lucha. Me parece inútil el pediros que penséis en España. He dicho.
El público ya insultaba abiertamente a Unamuno, y algunos
militares incluso sacaron sus pistolas, pero Carmen Polo,
la esposa de Franco, se agarró del brazo del anciano y lo acompañó
hasta su casa. Nadie se atrevió a atacarlo en tal compañía.
Unamuno era concejal en el ayuntamiento de Salamanca, pero ese
mismo día fue expulsado.
Las milicias republicanas habían superado todas las defensas del
perímetro de Oviedo e iniciaban una lucha dentro de la ciudad,
calle por calle. El coronel Aranda ordenó una defensa desesperada.
El 13 de octubre el grueso de la
armada republicana regresó al Mediterráneo.
La III Internacional había organizado las "Brigadas
Internacionales" para luchar en España, pero lo había hecho
a través del Partido Comunista Francés, que supo presentar el
proyecto como una defensa de la democracia frente al fascismo, y
así consiguió que se alistaran voluntarios de muchos países, sobre
todo de Francia, pero también de Gran Bretaña y los Estados
Unidos, así como exiliados alemanes e italianos. El 14 de octubre llegaron los primeros
brigadistas a Albacete, donde se había organizado su cuartel
general y su centro de entrenamiento.
Los nacionales conquistaron Peñarroya, en Córdoba, con lo que se
hicieron con una importante cuenca minera. Por esas fechas los
nacionales controlaban las provincias de Cádiz, Huelva y Sevilla,
parte de Córdoba y Granada y el norte de Málaga.
Mientras la isla Fernando Poo se había pasado al bando nacional,
la parte continental de la Guinea Española seguía siendo
republicana, hasta que ese día se produjo un desembarco de fuerzas
nacionales que puso a toda la colonia de parte de los nacionales.
El gobierno belga anunció que rescindía el acuerdo militar
franco-belga y declaraba a su país neutral ante cualquier
conflicto que pudiera surgir en Europa.
El 15 de octubre los últimos
republicanos que resistían en la catedral de Sigüenza se rindieron
finalmente.
Ese día llegaron a Cartagena las primeras armas soviéticas: 108
bombarderos, 50 tanques y 20 coches blindados que inmediatamente
se trasladaron a Madrid para hacer frente al inminente ataque de
los nacionales. Hasta el momento los nacionales se habían
enfrentado a milicianos mal equipados y con poca experiencia, por
lo que la situación era muy similar a la de las guerras coloniales
a las que Franco y la Legión estaban acostumbrados. Con la llegada
del armamento soviético la guerra adquirió otro cariz y hay quien
cuestiona que Franco supiera adaptarse plenamente a las nuevas
circunstancias.
Teóricamente, las reservas de oro que habían sido evacuadas de
Madrid estaban perfectamente seguras en Cartagena, pero ese día
Largo Caballero y Negrín ordenaron que fueran trasladadas a Rusia.
No se sabe si dicho destino estaba ya decidido en el momento en
que empezó el traslado desde Madrid, si se estableció más tarde,
si fue idea del gobierno republicano o si fue una sugerencia o
exigencia rusa. Al parecer el presidente Azaña no fue informado.
El caso fue que unos días más tarde Alexander Orlov, uno
de los representantes del gobierno ruso en España, recibió un
telegrama cifrado de Stalin en el que decía:
Junto con el embajador Rosenberg, organice con el jefe del gobierno español, Caballero, el envío de las reservas de oro de España a la Unión Soviética [...] Esta operación debe llevarse a cabo en el más absoluto secreto. Si los españoles le exigen un recibo por el cargamento, niéguese. Repito, niéguese a firmar nada y diga que el Banco del Estado preparará un recibo formal en Moscú.
El 17 de octubre las tropas nacionales
procedentes de Galicia lograron romper el cerco republicano a
Oviedo. La ciudad estaba reducida a escombros por los constantes
bombardeos a los que la habían sometido los republicanos en las
últimas semanas. El coronel Aranda fue ascendido a general.
El 18 de octubre Cartagena sufrió el
primer bombardeo aéreo con el fin de impedir el desembarco de
armamento ruso. Como represalia 49 presos fueron ejecutados. Los
bombardeos continuaron los días siguientes, y causaron 65 muertos
en algo más de un mes, pero no produjeron daños graves en las
instalaciones militares. La aviación alemana e italiana atacó a
numerosos puertos del Mediterráneo para obstaculizar el
abastecimiento de la República. Ese mismo día fueron bombardeados
Vinaroz, Benicarló, Portbou y Denia.
El 20 de octubre se estrenó La
carga de la brigada ligera, dirigida por Michael Curtiz y
protagonizada por Errol Flynn y Olivia de Havilland, con David
Niven en un papel secundario. En total, Niven apareció en seis
películas ese año.
El 22 de octubre Franco firmó el
decreto por el que se destituía a Miguel de Unamuno como rector de
la Universidad de Salamanca. El anciano quedó bajo arresto
domiciliario. Por esas fechas concedió una entrevista a un
periodista francés en la que hizo declaraciones muy lúcidas:
Tan pronto como se produjo el movimiento salvador que acaudilla el general Franco, me he unido a él diciendo que lo que hay que salvar en España es la civilización occidental cristiana y con ella la independencia nacional, ya que se está aquí, en territorio nacional, ventilando una guerra internacional. [...] En tanto me iban horrorizando los caracteres que tomaba esta tremenda guerra civil sin cuartel debida a una verdadera enfermedad mental colectiva, a una epidemia de locura con cierto substrato patológico-corporal. Las inauditas salvajadas de las hordas marxistas, rojas, exceden toda descripción y he de ahorrarme retórica barata. Y dan el tono no socialistas, ni comunistas, ni sindicalistas, ni anarquistas, sino bandas de malhechores degenerados, excriminales natos sin ideología alguna que van a satisfacer feroces pasiones atávicas sin ideología alguna. Y la natural reacción a esto toma también muchas veces, desgraciadamente, caracteres frenopáticos. Es el régimen del terror. España está espantada de sí misma. Y si no se contiene a tiempo llegará al borde del suicidio moral. Si el miserable gobierno de Madrid no ha podido, ni ha querido resistir la presión del salvajismo apelado marxista, debemos tener la esperanza de que el gobierno de Burgos tendrá el valor de oponerse a aquellos que quieren establecer otro régimen de terror. (...) Insisto en que el sagrado deber del movimiento que gloriosamente encabeza el general Franco es salvar la civilización occidental cristiana y la independencia nacional, ya que España no debe estar al dictado de Rusia ni de otra potencia extranjera cualquiera, puesto que aquí se está librando, en territorio nacional, una guerra internacional. Y es deber también traer una paz de convencimiento y de conversión y lograr la unión moral de todos los españoles para restablecer la patria que se está ensangrentando, desangrándose, envenenándose y entonteciéndose. Y para ello impedir que los reaccionarios se vayan en su reacción más allá de la justicia y hasta de la humanidad, como a las veces tratan. Que no es camino el que se pretenda formar sindicatos nacionales compulsivos, por fuerza y por amenaza, obligando por el terror a que se alisten en ellos, ni a los convencidos ni convertidos. Triste cosa sería que el bárbaro, anti-civil e inhumano régimen bolchevístico se quisiera sustituir con un bárbaro, anti-civil e inhumano régimen de servidumbre totalitaria. Ni lo uno ni lo otro, que en el fondo son lo mismo.
Ese día terminaba la "Larga Marcha" protagonizada por He Long,
cuando se reunió con las fuerzas de Mao Zegong en Bao'an,
lo que supuso el agrupamiento de todas las fuerzas comunistas
chinas.
El 25 de octubre zarparon de Cartagena
cuatro barcos soviéticos consumando el expolio de España ordenado
por los mismos que unos meses antes reprochaban a "las derechas"
que estuvieran evadiendo capitales del país. El oro español había
tardado tres noches en ser embarcado. Alexander Orlov había
contabilizado 7.900 cajas, mientras que uno de los responsables
españoles del traslado contó 7.800.
El lendakari vaso José Antonio Aguirre estaba organizando la
parte republicana del País Vasco como un auténtico Estado
independiente. Unos días atrás había llamado a filas a cuatro
quintas de reclutas y el 26 de octubre
declaró que todas las fuerzas vascas estaban bajo el mando del Consejo
de Defensa de Euskadi, presidido por él mismo, y que eran
independientes del ejército republicano.
William Faulkner publicó su novela Absalom, Absalom! John
Dos Passos publicó El gran dinero, novela que junto con El
paralelo 42 y 1919 completó la trilogía conocida que
después sería conocida como U.S.A. Graham Greene publicó Una
pistola en venta y Viaje sin mapas. Henry Miller
publicó Primavera negra. H. G. Wells publicó El
jugador de croquet. George Orwell publicó Que no
muera la aspidistra. John Steinbeck publicó su novela En
batalla dudosa. El editor consideró oportuno aclarar bajo su
nombre en la portada que era "el autor de Tortilla Flat".
El 29 de octubre el ejército
republicano estrenó los tanques soviéticos recién llegados a
Madrid atacando a la caballería franquista en Seseña. Los
republicanos lograron tomar la ciudad temporalmente, pero no
pudieron frenar el avance de los nacionales hacia Madrid. A pesar
de que los soldados españoles no estaban habituados a trabajar con
tanques y actuaron torpemente, el nuevo armamento se mostró
efectivo y confirmó los temores de muchos generales franquistas
sobre lo caro que les iba a costar el tiempo perdido en la
liberación del Alcázar de Toledo. Ese mismo día la nueva aviación
republicana bombardeó Sevilla, lo que aumentó la moral en la
retaguardia.
En Madrid se produjo una reyerta entre comunistas y anarquistas
que terminó con 30 muertos. También hubo una nueva "saca" de
presos. Treinta y dos reclusos fueron sacados de sus celdas y
fusilados frente a las tapias de un cementerio. Entre ellos
estaban el fundador de las JONS, Ramiro de Ledesma, y el
periodista y escritor Ramiro de Maeztu.
Bakr Sidqi dio un golpe de Estado en Iraq contra el gobierno que
presidía Yasin al-Hashimi. Once aviones sobrevolaron Bagdad y
lanzaron papeles en los que pedían al rey Ghazi que destituyera a
al-Hashimi y nombrara primer ministro a Hikmat Sulayman.
Además, se advertía a la población de que el ejército tomaría
medidas contra quienes "no respondan a nuestra sincera
petición". El rey convocó al gobierno y hubo casi unanimidad
en acceder a las peticiones de Sidqi, por lo que al-Hashimi
dimitió y huyó al Líbano. El ministro de defensa, Jafar
al-Askari, trató de reunir oficiales leales contra Sidqi,
pero fue asesinado por dos enviados del golpista. Aunque el golpe
había triunfado, Sidqi consideró conveniente entrar en Bagdad con
su ejército y desfilar ante una muchedumbre que lo aclamó. A
partir de ese momento fue el gobernante de facto del país.
A medida que el ejército nacional se aproximaba a Madrid los
bombardeos sobre la ciudad se fueron haciendo más frecuentes. El 30 de octubre fue bombardeado el pueblo
aledaño de Getafe. Entre las víctimas se contaron 60
niños.
El 1 de noviembre los republicanos
bombardearon el Santuario de Nuestra Señora de la Cabeza, donde
seguían resistiendo el capitán Santiago Cortés, sus guardias
civiles y sus familiares.
Unos días atrás se había firmado un tratado de amistad entre
Alemania e Italia que ahora Mussolini presentaba en Milán como el
Eje Roma-Berlín, porque consideraba que ambas ciudades
definirían un eje alrededor del cual podrían girar todos los
Estados europeos animados de una voluntad de colaboración y de
paz. Esta alianza era lo que Gran Bretaña y Francia habían
tratado de evitar a cualquier precio. La situación de Francia era
especialmente preocupante. Durante años, había estado construyendo
la Linea Maginot para fortificar su frontera con Alemania,
pero ahora se encontraba con que tenía que fortificar también la
frontera italiana y la belga, porque aunque Bélgica se había
declarado neutral, estaba claro que eso significaba que, en caso
de guerra, Alemania volvería a pasar sobre su "neutralidad" como
había hecho en la Primera Guerra Mundial.
Ese año Agatha Christie publicó tres novelas protagonizadas por
Hércules Poirot: El misterio de la guía de ferrocarriles, Asesinato
en Mesopotamia y Las cartas sobre la mesa, publicada
el 2 de noviembre.
El 3 de noviembre tuvieron lugar las
elecciones presidenciales estadounidenses, y Franklin Delano
Roosevelt obtuvo una victoria espectacular. Consiguió el 60.8% de
los votos y ganó en todos los Estados salvo en Maine y Vermont. El
partido demócrata obtuvo también holgadas mayorías en las dos
cámaras del Congreso. Ciertamente, la política económica de
Roosevelt estaba funcionando y el país empezaba a salir de la
crisis, si bien todavía quedaban bolsas de pobreza. El paro había
pasado del 25% al inicio de su primer mandato hasta el 14.3%
(aunque todavía era excesivo).
El año anterior el periodista George Gallup había fundado
el Instituto Americano de Opinión Pública y se hizo famoso por
haber predicho con gran exactitud el resultado electoral (en el
que habían participado más de 45 millones de votantes) a partir de
una encuesta realizada a 5.000 personas cuidadosamente elegidas.
El logro no era trivial. La revista The Literary Digest
había hecho una encuesta entre sus suscriptores en la que habían
participado 2.3 millones de personas y había pronosticado la
victoria de Landon. Más aún, Gallup había usado una parte de sus
propias encuestas para predecir correctamente el resultado que iba
a obtener la encuesta de The Literary Digest.
El 4 de noviembre tuvo lugar el primer
gran bombardeo sobre Madrid. Mientras tanto Juan Negrín
incorporaba cuatro ministros anarquistas a su gobierno, entre
ellos Federica Monsteny, la primera mujer que fue ministra
en España (concretamente, de Sanidad y Asistencia Social).
Ese día se estrenaba en Copenhague Cabezas redondas y cabezas
puntiagudas, una sátira del nazismo, de Bertold Brecht, que
provocó grandes protestas entre los fascistas daneses.
Thomas Mann publicó José en Egipto, que continuaba la
trama de sus dos novelas precedentes. Ese año consiguió la
nacionalidad checoslovaca.
El 5 de noviembre empezó a llegar a
Moscú el oro español, que es recordado en la historia como "el
oro de Moscú". Según Orlov, Stalin celebró la llegada del
oro con un banquete en el que, parafraseando un proverbio ruso,
dijo: Los españoles no verán su oro nunca más, como tampoco
ven sus orejas.
El 6 de noviembre el gobierno
republicano decidió abandonar Madrid para instalarse en Valencia.
Los únicos dirigentes políticos que quedaron en Madrid eran del
Partido Comunista. La defensa de la capital fue encomendada al
general Miaja, que fue puesto al frente de una Junta de
Defensa de Madrid. Éste a su vez puso al frente del ejército
al teniente coronel Vicente Rojo. La salida del gobierno se hizo
en secreto, sin que se diera ninguna explicación pública, lo que
empezó a minar el prestigio que hasta entonces había tenido "el
Lenin Español", Largo Caballero. Ese día el socialista Santiago
Carrillo se afilió al Partido Comunista de España y fue nombrado
Consejero de Orden Público.
En Filadelfia se estrenó la Tercera sinfonía de
Rajmáninov. Tanto la crítica como el público se mostraron
divididos en sus críticas.
Cuatro columnas nacionales avanzaban sobre Madrid: una desde
Toledo, otra desde Extremadura, otra desde Guadarrama y otra desde
Sigüenza. En una alocución radiofónica el general Mola habló de
una "quinta columna", para referirse a los madrileños
simpatizantes de la causa nacional, que colaborarían con la toma
de la ciudad. Hay quien atribuye la expresión al general Varela.
Desde entonces "quinta columna" se usa para referirse a un sector
de una población en guerra que apoya al enemigo. El caso fue que
señalar públicamente la existencia en la capital de traidores a la
república no fue muy afortunado, porque los comunistas (que se
distinguían de los fascistas por poco más que la mano que usaban
para saludar) no necesitaban grandes estímulos para cometer
crímenes de guerra. A lo largo del 7 de
noviembre la Junta de Defensa de Madrid ordenó cinco
traslados de presos fascistas (o calificados arbitrariamente como
tales) desde varias cárceles madrileñas hasta Alcalá de Henares.
Pero los vehículos que transportaban a tres de los grupos de
presos se desviaron hasta Paracuellos del Jarama y allí
los fusilaron a todos. No fue algo muy secreto. Hay constancia de
que esa misma tarde varios diplomáticos, entre ellos el cónsul de
Noruega, Felix Schlayer, denunció los hechos ante Santiago
Carrillo, que años más tarde afirmaría no haber estado al
corriente de los hechos.
El 8 de noviembre el general Varela
ordenó el asalto a Madrid. Los primeros combates se centraron en La
Casa de Campo (un extenso parque a orillas del Manzanares).
Ese día se produjeron dos nuevas "sacas" de presos en Madrid,
presuntamente para trasladarlos a otras cárceles más seguras, pero
ambas acabaron con el fusilamiento de los presos. Una de ellas
llevó a 414 presos de la cárcel modelo hasta Soto de Aldovea,
donde fueron fusilados.
El 9 de noviembre llegó a Madrid la
primera unidad de las Brigadas Internacionales, dirigida por Manfred
Zamánovich Stern, aunque en España fue conocido como Emilio
Kléber. La columna desfiló entre gritos de "Vivan los
rusos" antes de instalarse en la Facultad de Filosofía y
Letras.
Un tanque se encalló en la Casa de Campo y su ocupante fue
capturado. En sus ropas llevaba una copia del plan de ataque de
los nacionales, lo que permitió a Vicente Rojo reorganizar la
defensa de Madrid más eficientemente.
Kostaq Kota volvió a ejercer de primer ministro en Albania, y se
encargó de estrechar los lazos económicos con Italia. Obtuvo
préstamos para realizar obras públicas, y a cambio aceptó colonos
italianos en el país, muchos de los cuales ocuparon puestos en la
administración.
Ese día dos nuevos grupos de presos "transportados" desde Madrid
acabaron también ejecutados. El 10 de
noviembre el general Miaja exigió a Santiago Carrillo que
terminaran las ejecuciones de presos. Se estaban produciendo de
forma tan sistemática que no era creíble su atribución a grupos de
incontrolados. El anarquista Melchor Rodríguez García se
hizo cargo extraoficialmente de la Dirección General de Prisiones
y terminó con los fusilamientos.
El general polaco Rydz-Śmigły fue ascendido a mariscal. Para entonces era el segundo hombre más poderoso de Polonia, por detrás del presidente Mościcki (y por delante del primer ministro Składkowski). La clase dirigente polaca se dividía entre "los hombres del presidente" y "los hombres del mariscal".
El 11 de noviembre el ataque de los
nacionales sobre Madrid perdió fuerza y los republicanos trataron
de expulsarlos de la Casa de Campo, pero fue en vano.
El 12 de noviembre Winston Churchill
criticó duramente al primer ministro Stanley Baldwin por no tomar
suficientes medidas de rearme ante la amenaza alemana. Dijo que el
gobierno "sólo estaba decidido a ser indeciso, resuelto a ser
irresoluto, firme en estar a la deriva, sólido en su fluidez y
todopoderoso a la hora de ser impotente". Baldwin le
respondió alegando que la opinión pública británica no apoyaba la
idea de entrar en una carrera armamentística, y que contra eso
poco se podía hacer. El partido laborista, a la sazón dirigido por
Clement Attlee, se oponía firmemente al rearme. Attlee
insistía en que el rearme no aumentaría en nada la seguridad de
Gran Bretaña y confiaba en mantener buenas relaciones diplomáticas
con Alemania.
El 13 de noviembre los nacionales
ocuparon el cerro Garabitas, desde donde pudieron
bombardear el centro de Madrid. Mientras tanto llegaba a la
capital la columna Durruti. Otras columnas de milicianos
anarquistas estaban también en camino.
El 14 de noviembre, al mismo tiempo
que la Junta de Defensa de Madrid publicaba una nota en la que
negaba que hubiera habido asesinatos de presos, llegaba de
Valencia el ministro de Justicia, el anarquista Juan García
Oliver acompañado del Director General de Prisiones, Antonio
Carnicero, que exigieron a Melchor Rodríguez que dejara de
preocuparse por los presos. Presionado de este modo, Rodríguez
dimitió.
Ese día el ejército de la Mongolia Interior, en colaboración con
unidades del "Gran Legítimo Ejército Han", que era el
nombre que se habían dado a sí mismos los soldados chinos leales
al Estado de Manchuria, con la colaboración de algunos mercenarios
mongoles, atacaron la guarnición china de Hongort.
El 15 de noviembre el ejército
nacional, dirigido por Carlos Asensio, cruzó el Manzanares
con tanques, pero el avance se detuvo cuando todos quedaron
atascados en la arena del río. Tras horas de combate, finalmente
algunos legionarios lograron cruzar el río y atacaron por sorpresa
la Ciudad Universitaria, un nuevo campus universitario
recientemente construido y que todavía no había sido inaugurado.
Allí se encontraba destacada una columna de marxistas catalanes,
que al verse atacada huyó despavorida. Al caer la noche unos 200
legionarios se habían acantonado en la facultad de Arquitectura.
El 16 de noviembre la columna Durruti
trató de expulsar a los nacionales de la Ciudad Universitaria,
pero los nacionales fueron avanzando lentamente, combatiendo
edificio a edificio, piso a piso. La cárcel modelo de Madrid
sufrió un bombardeo y sus 5.000 presos fueron reubicados en otras
cárceles de la ciudad. También cayeron bombas sobre el Museo del
Prado y sobre la Biblioteca Nacional. Los daños fueron mínimos,
pero se planteó trasladar cuadros y libros a Valencia.
Ese día el rey Eduardo VIII de Gran Bretaña invitó al palacio de
Buckingham al primer ministro, Stanley Baldwin, y le manifestó su
intención de casarse con Wallis Simpson en cuanto ésta consiguiera
el divorcio, que ya estaba tramitando. Baldwin le replicó que el
pueblo no aceptaría a Simpson como reina, ni que su monarca se
casara con una divorciada, algo opuesto a los principios de la
Iglesia de Inglaterra, de la que él era el máximo representante.
Eduardo VIII propuso un matrimonio morganático por el que Simpson
no sería reina y sus hijos quedarían excluidos de la línea
sucesoria. Simpson le replicó que cualquier alteración de la
sucesión al trono debía contar con la aprobación de los distintos
dominios británicos, y que no podía contar con ella. Contrariado,
Eduardo VIII empezó a sopesar su abdicación. La prensa británica
guardaba silencio sobre el asunto, pero los periódicos
estadounidenses ya anunciaban el inminente matrimonio del monarca
británico, y se estaban recibiendo cartas indignadas de británicos
residentes en el extranjero.
Ese día se estrenó El llanero, una película del Oeste
dirigida por Cecil B. DeMille y protagonizada por Gary Cooper, en
la que se narra una historia muy novelada sobre Wild Bill Hickok,
Calamity Jane y Buffalo Bill. DeMille tenía una hija adoptiva de
24 años, Katherine DeMille, que desde hacía unos años
venía apareciendo en algunas películas como extra o en papeles
secundarios. Ahora estaba saliendo con un joven mexicano de 21
años que ese año apareció por primera vez en cinco películas,
también como extra o secundario, entre ellas en La vía láctea,
de Harold Lloyd. En El llanero interpretó un papel de
indio. Se llamaba Antonio Rodolfo Quinn Oaxaca, pero era
conocido como Anthony Quinn.
El 17 de noviembre los aviones rusos
mantuvieron un cierto equilibro en el espacio aéreo madrileño con
los aviones alemanes e italianos. Los nacionales habían levantado
"la pasarela de la muerte", sobre el Manzanares, que
comunicaba con la otra orilla a la avanzadilla de la Ciudad
Universitaria. Se llamaba así por lo fácil que era recibir un
disparo al cruzarla. Los nacionales consiguieron una posición
ventajosa en la Ciudad Universitaria al arrebatar el Hospital
Clínico a la columna Durruti. Pero todos los avances se producían
a costa de numerosas bajas. Un grupo de legionarios logró abrirse
paso hasta la Plaza de España, causando el pánico en la ciudad,
pero los milicianos lograron rechazarlos. Esa tarde cayeron unas
2.000 bombas sobre el centro de Madrid. Muchas de las bombas eran
incendiarias y los incendios sirvieron de guía a su vez para
bombardeos nocturnos. Muchas calles de la ciudad se protegieron
con barricadas.
Los mongoles habían realizado varios intentos frustrados de tomar
Hongorg a los chinos, hasta que ese día sufrieron un contraataque
por sorpresa que los obligó a retirarse. Los chinos, dirigidos por
el general Fu Tso-yi, lograron tomar el cuartel general de
los mongoles en Pai-ling-miao y les infligieron una grave
derrota, en la que dejaron 300 muertos, 600 heridos y 300
prisioneros.
El 18 de noviembre se produjeron dos
nuevos traslados de presos, de los cuales sólo uno llegó hasta su
destino en Alcalá de Henares. Los presos del segundo grupo
acabaron fusilados en Paracuellos.
Alemania e Italia reconocieron al gobierno de Franco como el
gobierno legítimo de España. Fue el paso previo para justificar
oficialmente el envío de soldados a España. Alemania empezó a
organizar la Legión Cóndor, que contaría con cuatro
escuadrillas de cazas, cuatro de bombarderos, un batallón de 48
tanques y otro de 60 cañones antiaéreos. En total sumaba 5.500
hombres que serían relevados con frecuencia, pues para Hitler
España era un campo de entrenamiento para su ejército: en cuanto
se consideraba que una unidad de soldados había adquirido
suficiente experiencia, era sustituida por otra.
Por su parte, el Imperio Japonés reconoció la soberanía italiana
sobre Etiopía y, a cambio, Italia reconoció la ocupación japonesa
de Manchuria.
La aviación nacional bombardeó la base naval de Mahón, en
Menorca. Era el tercer bombardeo en pocos días, y causó seis
muertos. Como represalia 72 presos fueron asesinados, la mayoría
militares y religiosos.
El 19 de noviembre Durruti se dirige
en un coche hasta el Hospital Clínico porque le han dicho que sus
hombres están pensando abandonar la lucha. Al bajar del
coche recibió un tiro de dudosa procedencia. Las emisoras de
radio franquistas acusaron a los comunistas, los comunistas
dijeron que había sido cosa de los "trotskistas" o tal vez de los
propios anarquistas, que estaban empezando a hartarse de las
exigencias de su jefe, y los anarquistas dijeron que había sido
"una bala fascista", sin más aclaración. Murió unas horas más
tarde, ya en la madrugada del 20 de noviembre.
Para entonces unos 3.000 soldados nacionales habían cruzado el
Manzanares y ocupaban las tres cuartas partes de la Ciudad
Universitaria.
José Antonio Primo de Rivera había sido juzgado por conspiración
y rebelión militar, y finalmente había sido condenado a muerte.
Ese día fue fusilado en el patio de la cárcel de Alicante.
"Fusilado" es una forma de decirlo, porque se le disparó en las
piernas para prolongar su agonía, y sólo algo después un miliciano
anarquista le disparó un tiro en la sien. Los medios de
comunicación nacionales mantendrían su muerte en secreto durante
dos años. El mando efectivo en la Falange lo venía detentando
desde hacía ya un tiempo Manuel Hedilla.
El 22 de noviembre otro grupo de
presos fue sacado de una cárcel madrileña para ser fusilado.
El 23 de noviembre se reunieron en Leganés
(ciudad cercana a Madrid) Franco, Mola, Varela y otros oficiales.
En ella se acordó renunciar al avance sobre Madrid y, en su lugar,
se planeó estabilizar el frente y tratar de rodear paulatinamente
la ciudad hasta dejarla aislada. En la Ciudad Universitario se
empezaron a cavar trincheras, fortificaciones, caminos de
evacuación, etc.
El 24 de noviembre el gobierno
republicano ordenó que todas las tropas del norte de España debían
integrarse en el Ejército del Norte bajo el mando del
general Francisco Llano de la Encomienda, que establecería
su cuartel general en Bilbao. Pero el lendakari Aguirre se negó a
acatar la orden, principalmente porque el Estado Mayor del
Ejército del Norte estaba formado por comunistas y pretendían
implantar el sistema soviético de comisarios políticos que
supervisarían las órdenes de los oficiales.
Otro grupo de presos trasladados desde Madrid acabó fusilado en
Paracuellos, y otro más el día siguiente. el 25
de noviembre.
Ese día Alemania y Japón firmaron el Pacto Antikomitern,
es decir, un pacto contra la Internacional Comunista, cuyos
artículos principales decían lo siguiente:
Artículo I: Los Estados firmantes acuerdan mantenerse mutuamente informados sobre las actividades de la Internacional Comunista, acordar conjuntamente las medidas de defensa necesarias y llevar a cabo dichas medidas en estrecha colaboración.
Artículo II: Los Estados firmantes invitarán conjuntamente a terceros Estados cuya paz interna esté amenazada por el trabajo desintegrador de la Internacional Comunista, para adoptar medidas defensivas según el espíritu del presente acuerdo o para participar en el presente acuerdo.
El texto no mencionaba explícitamente a la Unión Soviética, pero
unas cláusulas secretas establecían que si alguno de los firmantes
entrara en guerra contra la Unión Soviética, el otro (o los otros)
mantendrían una "neutralidad benevolente". Alemania aprovechó para
reconocer el Estado de Manchuria.
Por esas fechas el rey Carlos II de Rumanía había enviado un
emisario a Berlín para negociar con Hitler una aproximación de
Rumanía al III Reich. El monarca se sintió aliviado cuando le fue
comunicado que las pretensiones alemanas de revocar el Tratado de
Versalles no incluían la reconstrucción de Hungría (a costa de
Rumanía y de los otros Estados que le habían amputado buena parte
de su territorio).
El 26 de noviembre desembarcaron en
Cádiz 6.000 soldados italianos, acompañados de aviones, artillería
y tanques. En Madrid se decretó el racionamiento de los alimentos.
Ese día hubo dos traslados de presos, de los cuales sólo uno llegó
a su destino. El 27 de noviembre se
produjo un nuevo fusilamiento de presos trasladados.
El 28 de noviembre hubo tres traslados
de presos desde cárceles de Madrid, de los cuales sólo uno llegó a
su destino, en Alcalá de Henares. Entre los asesinados ese día
estaba el autor cómico Pedro Muñoz Seca. Había sido arrestado en
Barcelona por una milicia anarquista poco después del golpe de
Estado, bajo la acusación de tener ideas monárquicas y católicas
(nunca fue acusado de nada más). Desde allí había sido trasladado
a la cárcel madrileña de San Antón, y finalmente su
"traslado" terminó en Paracuellos del Jarama, como tantos otros.
Sus compañeros de celda contaron que cuando llegó a Madrid dijo a
sus carceleros:
Podréis quitarme las monedas que llevo encima, podréis quitarme el reloj de mi muñeca y las llaves que llevo en el bolsillo, podéis quitarme hasta la vida; sólo hay una cosa que no podréis quitarme, por mucho empeño que pongáis: el miedo que tengo.
Sin embargo, poco antes de que lo fusilaran dijo: Me
equivoqué al ingresar en la prisión de Madrid y deciros lo que
os dije; sois tan hábiles que me habéis quitado hasta el miedo.
Ese día fueron arrojadas 160 bombas sobre Alicante, y como
respuesta fueron asesinados 49 presos.
Estabilizado el frente de la Ciudad Universitaria, el 29 de noviembre los nacionales trataron de
consolidar su posición atacando por sorpresa Pozuelo de
Alarcón. El 30 de noviembre los
republicanos reforzaron con cuatro batallones (unos 2.000
hombres), uno de ellos de las Brigadas Internacionales.
Mientras tanto el ejército vasco, siguiendo indicaciones del
gobierno republicano, iniciaba un ataque contra Villarreal
(en Álava), aprovechando que el grueso de las fuerzas nacionales
estaba concentrado en Madrid. El ataque se inició con un bombardeo
seguido del avance de la infantería, que llegó a rodear la ciudad.
Los atacantes sumaban unos 4.300 hombres, con 25 piezas de
artillería y 8 tanques. Frente a ellos, unos 600 soldados
nacionales (la mayoría carlistas) con 5 piezas de artillería.
Ese día dos nuevos traslados de presos acabaron en fusilamientos
en Paracuellos. Entre ellos había 73 religiosos, de los cuales 51
eran agustinos del monasterio de El Escorial. El 1 de diciembre hubo al menos otras dos
tandas de fusilamientos.
El ejército italiano ocupó Igalem, en Etiopía, que
acababa de ser abandonada por el Ras Desta Damtew.
El 2 de diciembre un ataque de los
vascos en Villarreal fue rechazado por los nacionales con escasas
bajas, mientras que los republicanos dejaron unos 1.000 muertos.
El cerco tenía una brecha por la que los nacionales podían recibir
refuerzos. En Madrid los republicanos, apoyados con tanques,
lograron recuperar algo de terreno en Pozuelo de Alarcón.
Ese día se estrenó Sabotaje, una película de suspense
dirigida por Alfred Hicthcock. Unos meses antes había estrenado El
agente secreto.
La prensa británica tomó como excusa unas palabras pronunciadas
el día anterior por el obispo de Bradford, Alfred Blunt,
para sacar en portada el proyecto de matrimonio del rey Eduardo
VIII con Wallis Simpson. El obispo afirmó luego que sus palabras
no aludían a ese asunto, del que afirmó no tener conocimiento
antes de que saliera en la prensa. El 3 de
diciembre, por recomendación de los asesores personales
del rey, Wallis Simpson salió de Gran Bretaña para instalarse en
Francia, como un medio de eludir a la prensa. El monarca la
despidió entre lágrimas. Winston Churchill defendió que el rey
podía casarse con quien quisiera, y trató de obtener una mayoría
en el Parlamento que apoyara su punto de vista, pero sólo
consiguió 40 partidarios. La mayoría apoyó la tesis de Baldwin de
que el matrimonio era inaceptable. Clement Attlee afirmó
que el Partido Laborista no tenía inconveniente en que el rey se
casara con una estadounidense, pero que no podía aprobar que fuera
precisamente la señora Simpson. El arzobispo de Canterbury se negó
en redondo y The Times afirmó que el prestigio de la
monarquía sería destruido si una inclinación privada iba a entrar
en conflicto con el deber público y se le permitía prevalecer.
Los nacionales intentaron ganar terreno de nuevo en Pozuelo de
Alarcón, pero no lo consiguieron y de nuevo se creó un frente
estable en la zona.
El 3 de diciembre hubo otras dos sacas
de presos en Madrid que terminaron en fusilamientos. En la
madrugada del 4 de diciembre hubo otra
más, que también terminó en Paracuellos, pero fue la última,
porque ese día, debido a las presiones del cuerpo diplomático y
del presidente del Tribunal Supremo, Melchor Rodríguez fue
nombrado delegado especial de Prisiones. El hecho de que en el
periodo en que había ocupado el cargo se suspendieran
inmediatamente las matanzas y que ahora volviera a ocurrir lo
mismo demuestra lo fáciles que eran de evitar, y que si no se
evitaron durante todo el tiempo en que tuvieron lugar fue porque
no se quisieron evitar. Se calcula que en total hubo 33 sacas de
presos, de las cuales 23 acabaron en fusilamientos, la mayoría en
Paracuellos y unas pocas en Torrejón. Existen discrepancias sobre
el total de víctimas, pero todas las versiones apuntan a que
fueron más de 2.000. También se discute quiénes fueron los
responsables de las matanzas. Su carácter sistemático excluye las
acciones de milicianos incontrolados. Parece indudable que los
responsables fueron las autoridades del Partido Comunista de
España (todas las autoridades de Madrid en esa época eran
comunistas) y en particular todo apunta hacia Santiago Carrillo.
Se puede dudar de si él las ordenó o se limitó a no impedirlas,
como también se cuestiona si la idea fue "indígenas salvajes" o si
provino de los "asesores soviéticos" con que contaban los
comunistas indígenas.
El 5 de diciembre la Unión Soviética
adoptó una nueva constitución que introdujo algunos cambios en el
sistema de gobierno. El Congreso de los soviets de la Unión
Soviética pasó a denominarse Soviet Supremo, que
constaba de dos cámaras. El Soviet de la Unión y el Soviet
de las Nacionalidades. El Presidium del Soviet
Supremo ejercía las funciones gubernamentales, y su
presidente era el Jefe del Estado. La nueva constitución
establecía que los miembros del Soviet Supremo serían elegidos por
sufragio universal secreto, si bien pronto se vería que esto no
era más que papel mojado, propaganda orientada al exterior, para
aumentar el número de mentecatos convencidos de que la Unión
Soviética era un paraíso político, al igual que otros artículos,
como el que establecía la libertad religiosa o el derecho de las
repúblicas soviéticas a abandonar la unión. La realidad era que
cualquiera que pretendiera contradecir la voluntad de Stalin
acababa acusado de los crímenes más monstruosos, arrestado y
privado de todo derecho.
Por esas fechas el 90% de la agricultura soviética había sido
colectivizada. En contra de las expectativas, la producción
agrícola había disminuido espectacularmente, en parte porque los
granjeros habían sacrificado más de la mitad del ganado soviético
antes que entregarlo al gobierno, los agricultores que realmente
dominaban las técnicas agrícolas habían sido desterrados a campos
de trabajo forzado donde apenas rendían, y el resto era instruido
por burócratas del gobierno que pretendían aplicar teorías
marxistas sin saber nada sobre el clima local, los tipos de suelo,
etc. Además, los agricultores saboteaban la producción en la
medida de sus posibilidades: cultivaban mucha menos tierra de la
disponible y trabajaban poco. Se calcula que unos cinco millones
de campesinos murieron de hambre o a causa de la persecución
política.
Stalin declaró que la Unión Soviética consistía en dos clases no
antagónicas: los trabajadores y los campesinos, correspondientes a
los dos tipos de propiedad de los medios de producción: la
propiedad estatal (para los trabajadores) y la propiedad colectiva
(para los campesinos). A éstos había que añadir la "intelligentsia",
es decir, a la clase de los intelectuales encargados de producir y
transmitir el conocimiento. El analfabetismo en la Unión Soviética
estaba disminuyendo a buen ritmo, así como el número de habitantes
con estudios superiores (otra cosa era la educación cuidadosamente
dirigida y manipulada en cuestiones políticas e históricas que
recibían los estudiantes). También se realizaban progresos en
materia sanitaria, con grandes campañas de vacunación contra el
cólera y otras enfermedades, con lo que se redujo sensiblemente la
mortalidad infantil y aumentó la esperanza de vida.
Desde hacía ya casi una década estaba adquiriendo fama en la
Unión Soviética un ingeniero agrónomo llamado Trofim Lysenko.
Fue mencionado por primera vez en un artículo del diario de humor
Pravda, que anunciaba que había descubierto un método para
abonar la tierra sin usar fertilizantes ni minerales. Luego
resultó que el método no funcionaba, pero eso no importó mucho,
pues Lysenko nunca dejaba de anunciar investigaciones que
permitirían éxitos revolucionarios en la agricultura soviética, de
modo que cada nueva promesa hacía olvidar el fracaso de la
anterior. Su base científica era prácticamente nula. Sus teorías
eran más bien "instrucciones prácticas", como enfriar los granos
de cereal antes de sembrarlos, combinar "periodos de frío", con
"periodos de luz", hibridaciones, etc., pero paulatinamente había
logrado aumentar el interés de los comunistas por sus teorías
elaborando una biología marxista-leninista. En efecto, la
teoría de la evolución de Darwin, según la cual la evolución se
produce por la competencia entre las especies, era muy
"capitalista", por lo que no podía ser cierta. Lysenko aplicó el
"método dialéctico marxista" para concluir que el desarrollo de
las especies se producía de una forma dual: evolutiva y
revolucionaria, de modo que Darwin sólo había descubierto la mitad
del proceso, mientras que el desarrollo "revolucionario" de las
especies era el más importante y el que permitiría los "milagros
agrícolas" que Lysenko prometía. El año anterior había inaugurado
su propia revista "científica": Vernalización, en la que
se dedicaba principalmente a alardear de sus éxitos futuros.
Sus teorías contradecían abiertamente a la genética. Afirmaba que
si provocaban ciertas modificaciones en una planta (por ejemplo,
haciéndola más resistente a las bajas temperaturas), éstas serían
transmitidas a su descendencia (a pesar de que sus genes no
hubieran sido modificados), pero Lysenko supo como rebatir a los
biólogos que le ponían objeciones. Denunció a la genética como una
pseudociencia burguesa, y los biólogos que la defendían eran unos
amantes de las moscas y enemigos de las personas. Según
explicaba:
Nosotros, los biólogos, no tenemos el más mínimo interés en los cálculos matemáticos que confirman las inútiles fórmulas estadísticas de los mendelianos. No queremos someternos al ciego azar. Sostenemos que las regularidades biológicas no tienen nada que ver con leyes matemáticas.
Rebatir a un idiota puede parecer fácil, pero si el idiota es
comunista el problema se puede complicar. Unos meses atrás Lysenko
había logrado que Izrail Iossofóvich Agol, que había
estudiado genética en los Estados Unidos, fuera arrestado por trotskista.
Tanto Hitler como Mussolini culpaban a Franco de la resistencia
de Madrid. El 6 de diciembre el Duce
decidió unilateralmente que todas las fuerzas italianas presentes
en España (que hasta entonces obedecían las órdenes de los
oficiales españolas) estarían bajo el mando del general Mario
Roatta, recién llegado de Etiopía Franco intentó negarse,
pero al final tuvo que aceptarlo.
Tras un bombardeo en Guadalajara en el que fueron arrojadas 200
bombas incendiarias y 40 explosivas (que causaron 18 víctimas
mortales), civiles y milicianos asaltaron la cárcel y mataron a
unas 280 personas. El gobernador civil no pudo hacer nada para
evitar la matanza.
El 7 de diciembre el rey Eduardo VIII
de Gran Bretaña se enteró de que John Theodore Goddard, el
abogado de Wallis Simpson, se disponía a viajar a Francia para
entrevistarse con su cliente. Sabiendo que el gobierno estaba
presionando a Simpson para que renunciara a sus planes de
matrimonio, lo llamó a su presencia y le prohibió hacer el viaje,
pues temía que fuera para disuadirla. El abogado, inmediatamente
después de su entrevista con el rey, se dirigió a Downing
Street y ese mismo día Baldwin le proporcionó un avión que
lo dejó en Cannes. Goddard aconsejó a Simpson que suspendiera la
petición de divorcio, porque existía un mecanismo legal por el que
una iniciativa popular podría hacer que el tribunal lo desestimara
(por ejemplo, sacando a la luz que su marido había fingido una
infidelidad para que la sentencia de divorcio la autorizara a
casarse de nuevo). Simpson habló por teléfono con Eduardo VIII y
le planteó la posibilidad de abandonarlo para que pudiera
conservar su corona, pero él se negó a aceptar tal cosa. Goddard
tenía el corazón débil y nunca había volado, así que había pedido
a su médico que lo acompañara en el viaje. Éste trabajaba en un
hospital de maternidad, así que la prensa, al enterarse de que
Goddard había ido a ver a Simpson con tal compañía, dedujo que la
amante del rey estaba embarazada, y así lo publicó. Para más
datos, se dijo que Goddard había ido acompañado de un ginecólogo y
de un anestesista (que en realidad era un empleado del abogado).
Ese día Juan de Borbón escribió una carta a Francisco Franco en
la que le decía:
Excmo. Sr. General Don Francisco Franco. Mi respetado general: En forma tal vez impremeditada, cuando la guerra de España tenía sólo el carácter de una lucha interna, he intentado tomar parte en ella. Aunque me impulsaban sentimientos bien ajenos a la política, comprendo y respeto las razones que entonces movieron a las autoridades a impedir mi incorporación a las tropas. […] Le ruego en todo caso disculpe el que confíe a su corazón de soldado este anhelo mío de servir a España al lado de mis compañeros. Con mis votos más fervientes por que Dios le ayude en la noble empresa de salvar a España, le ruego acepte el testimonio del respeto con que se reitera a sus órdenes y muy afectuosamente e.s.m. Juan de Borbón.
El 8 de diciembre hubo un bombardeo en
Alcalá de Henares, y una multitud armada se presentó ante la
cárcel exigiendo que se les entregaran presos que fusilar. Pero
allí se presentó Melchor Rodríguez García, que, con riesgo para su
vida, estuvo varias horas enfrentándose a la turba. Les dijo que
eran unos cobardes, que matar presos desarmados era muy fácil y
que si querían matar fascistas podían ir al frente. Así logró
salvar la vida de los presos. Había dado órdenes de que se
entregaran armas a los reclusos si la multitud no daba su brazo a
torcer. No fue ésta la única ocasión en que el anarquista
salvó de la muerte a muchos presos, lo que le valió el apelativo
de "el ángel rojo". Llegó a tener 28 personas escondidas
en su casa. Se le atribuye la máxima "Se puede morir por las
ideas, pero nunca matar por ellas". Puesto que la defensa de
los derechos humanos (o simplemente la decencia) era incompatible
con el comunismo o con el anarquismo, sus correligionarios
empezaron a murmurar que era fascista.
El 9 de diciembre estalló durante el
despegue, cerca de Londres, un avión de pasajeros en el que
viajaba el ingeniero español Juan de la Cierva. Hacía unos meses
que el ingeniero alemán Heinrich Focke, que había comprado
licencias para construir dos modelos de autogiro, había
desarrollado el primer helicóptero completamente controlable, con
el que había realizado un vuelo de 28 segundos. Era muy parecido a
un avión, pero con dos hélices que giraban en un plano horizontal
en vez de alas. Su principal interés era la posibilidad de
despegar y aterrizar en vertical.
Hacía tres años que había muerto el matemático canadiense John
Charles Fields. En los últimos años de su vida había
concebido la idea de crear un premio para la investigación
matemática que fuera el equivalente al premio Nobel, pero por
razones de salud no pudo desarrollarla en vida. Finalmente la
organización del Congreso Internacional de Matemáticas estableció
la Medalla Fields, que se concedería cada cuatro años
(durante la celebración del congreso) a un máximo de cuatro
matemáticos con la condición de no haber cumplido los 40 años de
edad. El congreso de ese año se celebró en Oslo y en él fueron
entregadas las dos primeras medallas, al finlandés Lars
Ahlfors y al estadounidense Jesse Douglas.
El 10 de diciembre se celebró, como
cada año, la ceremonia de entrega de los Premios Nobel.
Ese día murió el escritor italiano Luigi Pirandello.
El lógico estadounidense Alonzo Church y el británico Alan
Turing demostraron independientemente que no existe ningún
algoritmo capaz de determinar si una afirmación dada es o no una
consecuencia lógica de unos axiomas. En particular, esto se
aplicaba incluso a meras afirmaciones sobre la aritmética
elemental. Turing tenía entonces 24 años, acababa de terminar sus
estudios en el King's College y, al enterarse de la
proximidad entre sus intereses y los de Church, marchó a Princeton
para doctorarse bajo su dirección.
Los físicos estadounidenses Carl David Anderson y Seth
Neddermeyer, estudiando los rayos cósmicos, encontraron una
partícula subatómica a la que llamaron muón. Durante un
tiempo se creyó que era la partícula predicha el año anterior por
Yukawa, pero más tarde se descubrió que no se ve afectada por las
fuerzas nucleares, así que no era la buscada.
El rey Eduardo VIII de Gran Bretaña firmó su abdicación, que se hizo efectiva el día siguiente, el 11 de diciembre, cuando su hermano, el príncipe Alberto Federico Arturo Jorge, se convirtió en el rey con el nombre de Jorge VI. Se eligió su cuarto nombre como nombre de reinado, que era el nombre de su padre, para dar una idea de continuidad que disimulara la delicada razón por la que accedía al trono. El ahora príncipe Eduardo dio un discurso a la nación (que había sido pulido por Winston Churchill) y que fue emitido por radio. En general, la forma en que Stanley Baldwin había gestionado la crisis fue bien acogida y su popularidad aumentó. Especialmente alabado fue el discurso que había pronunciado en la Cámara de los Comununes en el que anunció la abdicación del rey. Aunque no faltaron los disconformes con que no se permitiera al rey casarse con quien quisiera y que lanzaban consignas como "God save the King... from Baldwin".
Para ese día estaba previsto el estreno en Leningrado de la cuarta
sinfonía de Shostakóvich, pero éste la había retirado unos
días antes. Al parecer, las autoridades soviéticas presionaron al
director de la Filarmónica de Leningrado para que cancelara el
concierto, y éste explicó el problema al compositor, que se
ofreció a presentar la retirada como iniciativa propia. Según un
periódico, Shostakóvich la había retirado porque no se ajustaba a
sus convicciones creativas actuales, sino que representaba una
fase creativa superada desde hacía tiempo, que sufría de
"megalomanía" y que planeaba revisarla.
Los republicanos llevaron a cabo un ataque masivo sobre
Villareal, pero los nacionales lograron repelerlo al anochecer,
aunque les costó bastantes bajas. Por su parte, los republicanos
contaron 1.000 bajas ese día.
Un crucero nacional avistó frente a Orán el Komsomol, uno
de los buques soviéticos que estaba abasteciendo a los
republicanos. Según la versión de los nacionales, el buque fue
hundido tras recibir 56 cañonazos, pero la versión soviética es
que el capitán del Komsomol había pedido instrucciones y
se le había ordenado que hundiera él mismo el barco cuidando de
que la tripulación fuera apresada por el barco enemigo. De esta
manera se ocultaría la carga real del barco (que era de armamento,
aunque oficialmente era mineral de manganeso con destino a Gante)
y se podría demostrar que un grupo de marineros inocentes estaba
prisionero en una cárcel fascista.
Konstantin Päts estaba desarrollando en Estonia el modelo
fascista de Estado Corporativo, y había creado ya 17 cámaras
corporativas, que representaban los intereses de distintos
sectores sociales. Unos meses atrás, cuatro ex presidentes de
Estonia (Juhan Kukk, Ants Piip, Jaan Teemant y Jaan Tõnisson)
escribieron una carta a Konstantin Päts reclamando libertades
civiles y el restablecimiento de la democracia. También hubo
disturbios entre los estudiantes de la Universidad de Tartu que
dieron lugar a enfrentamientos con la policía. A principios de año
Päts había convocado un referéndum para preguntar si debía
convocar elecciones para una Asamblea Constituyente que redactara
una nueva constitución para el país. El voto afirmativo fue del
76% y ahora convocaba las elecciones prometidas, pero el único
partido legal era la Liga Patriótica, así que la oposición
boicoteó la elección en muchos distritos electorales. La
participación fue del 57.8%
Ese día se estrenó con gran éxito internacional La dama de
las camelias, dirigida por George Cukor y protagonizada por
Greta Garbo. La crítica considera que fue uno de sus mejores
papeles. Armand Duval fue interpretado por un joven actor
de 25 años llamado Spangler Arlington Brugh, pero al que
la Metro Goldwyn Mayer le había dado el nombre de Robert
Taylor. Llevaba algunos años trabajando como secundario, y
luego firmó un contrato para intervenir en escenas de prueba para
actrices, pero hacía dos años un actor no había aparecido para el
rodaje de un cortometraje y le dieron el papel improvisadamente.
Inmediatamente llamó la atención y ésta era ya su sexta película
como protagonista. Unos meses antes, Cukor había estrenado una
versión de Romeo y Julieta protagonizada por Norma Shearer
y Leslie Howard.
La determinacion de Chiang Kai-shek de acabar con los comunistas
chinos iba ganando detractores que consideraban prioritario
expulsar a los japoneses de China, estableciendo para ello una
tregua seguida de una alianza con los comunistas. La reciente y
fácil victoria que los chinos habían logrado sobre los japoneses
en Mongolia apuntaba a que el proyecto era viable. Entre los más
críticos estaban Zhang Xueliang y Yang Hucheng, que ese
día arrestaron a Chiang y a sus colaboradores en Xi'an.
Zhang se puso en contacto con el Partido Comunista Chino y pidió
que enviaran una delegación a Xian para negociar el futuro de
China. El ministro de propaganda Shao Yuanchong trató de escapar
saltando una valla, pero fue detenido y golpeado, lo que le causó
la muerte el 14 de diciembre. Un
sobrino y guardaespaldas de Chiang también resultó muerto por un
ajuste de cuentas. Tanto los nacionalistas como los comunistas
tenían sus dudas sobre cómo reaccionar ante el secuestro de Chiang
Kai-shek. Los nacionalistas dudaban entre negociar o atacar Xi'an,
aun a riesgo de que Chiang pudiera morir. Por su parte, muchos
comunistas, entre ellos Mao Zedong, querían que Chiang fuera
ejecutado. Mao proponía además pactar con los caudillos
nacionalistas locales —con los que ya había establecido algunos
contactos— y formar un gobierno rival del de Nankin. Sin embargo,
algunas voces objetaban que era preferible llegar a una alianza
temporal con los nacionalistas contra los japoneses y que la
muerte de Chiang la dificultaría.
Las fuerzas nacionales que atacaban Madrid lanzaron un ataque
sobre Boadilla del Monte, que resultó entorpecido por la
niebla.
Las investigaciones sobre radiodetección continuaban de forma
independiente en distintos países y por distintas empresas y
organismos. La Royal Air Force británica había probado ya
un prototipo, aunque no resultó satisfactorio, en Alemania,
ciertas consultas que Rudolf Kühnhold había realizado a la empresa
Telefunken, una de las principales fabricantes de productos
de radio en Alemania, habían puesto a sus directivos sobre la
pista y habían iniciado su propia investigación sobre
radiodetección. Sus primeras pruebas habían detectado un avión a
unos 5 km de distancia, lo que llevó a la Luftwaffe a
financiar el proyecto. La marina estadounidense ya detectaba
aviones a 40 km y el ejército estadounidense, independientemente,
estaba desarrollando otro proyecto que ese día logró detectar los
aviones que llegaban y salían de Nueva York a 11 km de distancia.
Los prototipos soviéticos y franceses eran mucho más rudimentarios
Queipo de Llano había organizado una ofensiva sobre la provincia
de Córdoba que se inició el día 15 de
diciembre con ataques sobre Albendín. La
resistencia republicana fue mayor que la prevista.
El 16 de diciembre, que amaneció sin
niebla, los nacionales, con la ayuda de la artillería y de la
aviación, desalojaron completamente a los republicanos de
Boadilla.
Los comunistas chinos habían pedido inmediatamente opinión a
Moscú sobre qué debían hacer ante la inesperada propuesta de Zhang
tras el no menos inesperado secuestro de Chiang Kai-shek, pero no
recibieron respuesta hasta cuatro días más tarde, y ésta fue
contraria a lo que Mao había esperado: Stalin condenaba el
secuestro de Chiang y se mostraba partidario de que se formara un
frente anti-japonés. Así pues, el 17 de
diciembre llegó a Xi'an una delegación comunista para
negociar con Zhang y Yang y resolver el incidente de forma
pacífica. Mientras tanto, los nacionalistas estaban desplegando
tropas alrededor de la ciudad.
El 18 de diciembre los republicanos
lanzaron el que sería su último ataque contra Villareal, con gran
despliegue de artillería, pero también acabó en fracaso. A partir
de ese momento fueron los nacionales los que tomaron la
iniciativa.
Ese día, con la rendición del Ras Imru cerca del río Gojeb,
los italianos dieron por pacificada Etiopía. El gobierno italiano
no tardaría en descubrir que Etiopía no le resultaba rentable, la
escasa productividad del territorio no compensaba los gastos que
suponía mantener la colonia.
La niebla había detenido nuevamente el ataque sobre
Boadilla y había dado tiempo a los republicanos para cavar
trincheras. El 19 de diciembre se
reanudó la ofensiva, pero los republicanos pudieron frenarla. Al
cabo de unos días más de combate, el frente se estabilizó.
Mientras tanto, Queipo de Llano continuaba su avance por Córdoba,
tomando Cañete de las Torres y Valenzuela.
El 20 de diciembre las tropas de
Queipo de Llano tomaron Bujalance, en la provincia de
Córdoba, las milicias republicanas huían en desbandada con
facilidad.
Las elecciones presidenciales en Siria dieron la victoria a
Hashim al-Atassi, que el 21 de diciembre
se puso al frente del país. Unas semanas antes el Estado de Swaida
y el Estado Alauita habían sido reincorporados a Siria como
provincias, de acuerdo con lo acordado con el Bloque Nacional. En
cambio, los nacionalistas sirios no habían logrado que Francia
aceptara la anexión del Líbano.
Los nacionales seguían avanzando por Córdoba. El gobierno
republicano envió desde Madrid una compañía de las Brigadas
Internacionales, que el 24 de diciembre
cayó en una emboscada y sufrió numerosas bajas. Mientras tanto,
los soldados vascos se retiraban definitivamente de Villareal y
volvieron a sus posiciones iniciales.
Santiago Carrillo dejó su puesto en la Junta de Defensa de
Madrid, donde fue sustituido por el también comunista José
Cazorla, cuya catadura moral no era superior. No tardó en
enfrentarse con Melchor Rodríguez, que denunció que tenía cárceles
privadas, controladas por el partido comunista, en el que retenía
a gente que había sido absuelta.
El presidente cubano, Miguel Mariano Gómez, se encontró cada vez
con mayor oposición política, hasta que finalmente el congreso
acordó su destitución. En su lugar fue nombrado Federico
Laredo Bru.
Los comunistas y los nacionalistas chinos llegaron a un acuerdo
en Xi'an para interrumpir su guerra civil y actuar conjuntamente
contra los japoneses. El 25 de diciembre
Chiang Kai-shek y los demás prisioneros fueron liberados y
escoltados hasta Nanjing por el propio Zhang. Apenas llegaron a su
destino, Chiang ordenó que Zhang fuera arrestado y poco después lo
serían también Yang y otros responsables del secuestro. Sin
embargo, Chiang no tuvo más remedio que aceptar la alianza pactada
con los comunistas. Presentó la dimisión de sus cargos por ello,
pero no fue aceptada. En Japón se extendió el rumor de que Chiang
había establecido una alianza con la Unión Soviética.
José Enrique Varela resultó herido y fue sustituido en el mando
de la ofensiva sobre Madrid por Luis Orgaz.
En un discurso de Navidad, Manuel Hedilla, el líder de la
Falange, declaró:
Impedid con toda energía que nadie sacie odios personales y que nadie castigue o humille a quien por hambre o desesperación haya votado a las izquierdas. Todos sabemos que en muchos pueblos hubo, y acaso hay, derechistas que eran peores que los rojos [...] que ninguna de las mejoras sociales conseguidas por los obreros queden sobre el papel sin surtir efectos y se conviertan en realidad.
No era exactamente el punto de vista de Franco, que cuestionaba
las exigencias alemanas e italianas de acabar rápidamente la
guerra:
En una guerra civil, es preferible una ocupación sistemática del territorio, acompañada por una limpieza necesaria, a una rápida derrota de los ejércitos enemigos que deje al país infectado de adversarios.
Y es que Franco nunca se había llevado bien con los falangistas.
Cuando las Cortes anunciaron la repetición de las elecciones en
Cuenca ese año, se propuso que José Antonio Primo de Rivera y
Franco se presentaran en la misma lista electoral, pero José
Antonio se negó a llevar semejante compañero de lista. La
dirección de la Falange estaba formada por fascistas en el sentido
más puro de la palabra, es decir, con una ideología de centro
izquierda, que difería del comunismo en no plantear la solución de
la lucha de clases como una guerra en la que una clase debía
someter (o incluso exterminar) a las otras, sino a través de un
sistema corporativista en la que los distintos intereses se
conjugaran equitativamente. Este fascismo nunca tuvo muchos
seguidores, y el crecimiento de la Falange no se debió a que
muchos españoles pasaran a compartir estas doctrinas, sino a que
los falangistas estaban dispuestos a combatir al comunismo
empleando la violencia, y eso sí que resultaba atractivo. José
Antonio decidió apoyar el golpe de Estado convencido de que la
alternativa era la dictadura comunista, pero recelando en todo
momento de lo que harían los sublevados en caso de que triunfaran.
Ese día se estrenó Ella, él y Asta, la mejor de las
secuelas de La cena de los acusados, dirigida por W. S.
Van Dyke y protagonizada por William Powell, Myrna Loy, James
Stewart y el perro Skippy. Fue el primer papel intensamente
dramático de Stewart, que ese año había intervenido en un total de
ocho películas. Por su parte, William Powell había protagonizado
cinco, tres de ellas con Myrna Loy.
El 26 de diciembre llegó a Barcelona
George Orwell. Unos días antes le había dicho a Henry Miller en
París que se proponía "matar fascistas, porque alguien debe
hacerlo". Miller trató de convencerlo de que eso "era
una estupidez", pero no tuvo éxito. Ese mismo día se alistó
y fue asignado a una milicia del Partido Obrero de Unificación
Marxista.
El 27 de diciembre fue bombardeada por
primera vez la ciudad de Santander. Como la población no estaba
prevenida, hubo 70 muertos, entre ellos mujeres y niños, y unos 50
heridos. Como represalia fueron asesinados 155 presos. También
fueron bombardeadas Gandía y Cartagena, en el Mediterráneo.
Las tropas de Queipo de Llano habían atravesado la provincia de
Córdoba hasta entrar en la de Jaén, ocupando la localidad de Lopera.
Ese día recibió allí la acometida de unos 3.000 brigadistas
internacionales bajo el mando del general polaco Karol Wacław
Świerczewski, (al que los españoles no alcanzaron a llamar
más que con el apodo aproximado de "general Walter"). La primera
acometida fue un fracaso, y en ella murió el escritor británico Ralph
Fox. El 28 de diciembre los
brigadistas fracasaron por segunda vez, diezmando nuevamente las
letras británicas, esta vez con la muerte del poeta John
Cornford. Los nacionales, por su parte, perdieron a José
García Carranza, un torero falangista más conocido como Pepe
"el Algabeño". Ante tamaña pérdida cultural, el 29 de diciembre los republicanos
suspendieron el ataque. No obstante, el frente se estabilizó y
Queipo de Llano no pudo llevar a cabo sus planes de rescatar a los
asediados en el Santuario de Nuestra Señora de la Cabeza, en Jaén.
Inmediatamente acudió al campamento de "Walter" el comunista
francés André Marty, en calidad de "comisario político"
dispuesto a buscar responsabilidades por el fracaso. Era conocido
como "El carnicero de Albacete", porque tenía su base
militar en dicha localidad y porque ordenaba fácilmente el
fusilamiento de civiles y brigadistas a los que consideraba
culpables de cobardía en el combate (si bien él mismo apenas
participó en combate alguno). En esta ocasión se contentó con
fusilar por espionaje a un comandante francés, Gaston
Delasalle.
El 31 de diciembre murió Miguel de Unamuno. En su funeral fue exaltado como un héroe por los falangistas.
El fin de la república española
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