Compartiendo tu condena de los asesinatos de ETA, considero que la respuesta a alguna de las interrogantes que planteas se encuentra precisamente en lo erróneo de alguna de tus premisas.
En particular, es muy dudosa "la tremenda evolución del resto [de España] hacia una sociedad sana y feliz". Por el contrario, la frustración que genera en una parte considerable de la juventud su situación de marginación económica crea el caldo de cultivo para respuestas de violencia irracional, situación agudizada en Euskadi por la criminalización de la reivindicación de una soberanía nacional vasca, criminalización que tiende a difuminar la frontera entre la expresión democrática y las actuaciones violentas.
Por otra parte, debería matizarte que, si bien es cierto que los asesinatos de personas desarmadas no pueden calificarse legítimamente como "lucha armada", las personas encarceladas por actos con motivación política sí son presos políticos, aunque, en caso de haber practicado o abogado por la violencia, no sean presos de conciencia. Aunque, lamentablemente, en Euskadi también haya habido recientemente presos de conciencia. En todo caso, la expresión "preso político" no debe considerarse como apologética, sino meramente descriptiva: vaya, que tan presos políticos son los asesinos etarras como los de la matanza de los abogados laboralistas de Atocha.
Me parece, por otra parte, positivo que pueda darse una visión plural de la historia, pero no sólo en Euskadi: también en las regiones castellanas de España se da una versión unilateral de su historia que no reconoce plenamente su plurinacionalidad. Lo que desde luego no puede ser ninguna solución son imposiciones centralistas en Euskadi de concepciones nacionalistas españolas de la historia. Tal imposición no haría sino agravar la situación.
Posiblemente la única vía realista sea la combinación
de:
1) La persecución judicial de toda forma
de violencia (sea ésta, por cierto, terrorista o policial).
2) El reconocimiento del derecho de autodeterminación
de todos los pueblos.
3) Una política social que supere situaciones
de marginación.