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Subsecciones

3.4 Posmodernización, o la Informatización de la Producción

El posmodernismo no es algo que podamos determinar de una vez y para todos, y luego utilizar con plena conciencia. El concepto, si es que lo hay, debe aparecer al final y no al inicio de nuestra discusión sobre él.

Fredric Jameson

La buena noticia desde Washington es que cada persona en el Congreso apoya el concepto de una superautopista de la información.

La mala noticia es que nadie tiene la menor idea de lo que eso significa.

Congresal Edward Markey
Resulta común dividir la sucesión de paradigmas económicos desde la Edad Media en tres momentos distintos, cada uno de ellos definido por el sector dominante de la economía: un primer paradigma en el que la agricultura y extracción de materias primas dominó la economía, un segundo en el cual la industria y la fabricación de bienes durables ocuparon la posición de privilegio, y un tercero y actual paradigma en el cual la provisión de servicios y la manipulación de la información están en el centro de la producción económica.3.88 Es así como la posición dominante ha pasado de la producción primaria a la secundaria y de ella a la terciaria. La modernización económica involucra el pasaje del primer paradigma al segundo, del predominio de la agricultura al de la industria. Modernización significa industrialización. Podemos denominar al pasaje desde el segundo al tercer paradigma, desde la dominación de la industria a la de los servicios y la información, un proceso de posmodernización económica, o mejor aún, de informatización.

La definición más obvia e índice de los cambios entre estos tres paradigmas aparece primero en términos cuantitativos, referidos a los porcentajes de población incorporados en cada uno de estos dominios productivos o al porcentaje del valor total producido por los diversos sectores de producción. Los cambios en las estadísticas de empleo en los países dominantes durante los últimos cien años también indican cambios dramáticos.3.89 Sin embargo, esta visión cuantitativa puede conducir a graves incomprensiones de estos paradigmas económicos. Los indicadores cuantitativos no pueden aprehender ni la transformación cualitativa durante la progresión de un paradigma hacia otro, ni la jerarquía entre los sectores económicos en el contexto de cada paradigma. En el proceso de la modernización y el pasaje hacia el paradigma del dominio industrial, la producción agrícola no sólo declinó cuantitativamente (tanto en porcentaje de trabajadores empleados como en proporción del valor total producido), sino también, lo que es más importante, la propia agricultura fue transformada. Cuando la agricultura quedó bajo el dominio de la industria, incluso cuando todavía era dominante en términos cuantitativos, quedó sujeta a las presiones sociales y financieras de la industria, más aún: la misma producción agrícola fue industrializada. La agricultura, por supuesto, no desapareció; permaneció como un componente esencial de las economías industriales modernas, pero era ahora una agricultura industrializada, transformada.

La perspectiva cuantitativa fracasa también en el reconocimiento de jerarquías entre economías nacionales o regionales en el sistema global, lo que conduce a todo tipo de desconocimientos históricos, instalando analogías donde no las hay. Desde una perspectiva cuantitativa, por ejemplo, uno puede aceptar que una sociedad del siglo veinte con la mayoría de su fuerza laboral ocupada en la agricultura o la minería y la mayoría de sus valores producidos en estos sectores (tales como India o Nigeria) esté en posición análoga a una sociedad que haya existido en el pasado, con igual porcentaje de trabajadores o valor producido en esos sectores (tales como Francia o Inglaterra). La ilusión histórica modela la analogía en una secuencia dinámica de modo tal que un sistema económico ocupa igual posición o estadio en una secuencia de desarrollo, que otro ha ocupado previamente, como si todo se dispusiera en la misma línea, moviéndose en fila hacia delante. Desde la perspectiva cualitativa, es decir, en términos de su posición en las relaciones de poder globales, sin embargo, las economías de estas sociedades ocupan posiciones incomparablemente distintas. En el caso previo (Francia o Inglaterra del pasado), la producción agrícola existió como sector dominante en su esfera económica, mientras que en el caso posterior (India o Nigeria del siglo XX), se halla subordinada a la industria en el sistema mundial. Las dos economías no están en una misma línea sino en situaciones radicalmente diferentes e incluso divergentes --de dominación y subordinación. En estas posiciones jerárquicas diferentes, una multiplicidad de factores económicos son completamente distintos-relaciones de intercambio, relaciones de crédito y deuda, etc.3.90 Para que las últimas economías pudieran alcanzar una posición análoga a la de las primeras, deberían invertir la relación de fuerza y alcanzar una posición de dominación en su esfera económica contemporánea, como lo hizo Europa, por ejemplo, en la economía medieval del mundo Mediterráneo. En otras palabras, el cambio histórico debe ser reconocido en términos de las relaciones de fuerza a lo largo de la esfera económica.

3.4.1 Ilusiones de Desarrollo

El discurso del desarrollo económico, impuesto bajo la hegemonía de Estados Unidos en coordinación con en modelo del Nuevo Acuerdo durante el período de posguerra, utiliza esas falsas analogías históricas como fundamento para las políticas económicas. Este discurso concibe a la historia económica de todos los países como siguiendo un único patrón de desarrollo, en diferentes tiempos y a diferente velocidad. Así, los países cuya producción económica no está hoy en el nivel de los países dominantes son considerados países en desarrollo, con la idea de que si continúan en el camino seguido previamente por los países dominantes y repiten sus estrategias, eventualmente disfrutarán de una posisición o estadío análogo. Sin embargo, la visión desarrollista falla en reconocer que las economías de los denominados países desarrollados están definidas no sólo por ciertos factores cuantitativos o por sus estructuras internas, sino también, lo que es más importante, por su posición dominante en el sistema mundial.

Las críticas a la visión desarrollista que fueron levantadas por las teorías del subdesarrollo y la dependencia, nacidas principalmente en América Latina y África durante los '60, fueron útiles e importantes precisamente porque enfatizaron el hecho que la evolución de un sistema económico regional o nacional dependía en gran medida de su lugar dentro de las estructuras jerárquicas y de poder del sistema mundo capitalista.3.91 Las regiones dominantes continuarán desarrollándose y las subordinadas continuarán subdesarrollándose, como polos mutuamente apoyados en la estructura mundial de poder. Decir que las economías subordinadas no se desarrollan no significa que no crezcan o cambien: significa que permanecen subordinadas en el sistema mundial y por ello nunca alcanzarán la forma prometida de una economía desarrollada, dominante. En algunos casos, ciertos países individuales pueden ser capaces de modificar su posición en la jerarquía, pero el punto es que, independientemente de quien ocupa cual posición, la jerarquía continúa siendo el factor determinante.3.92

Sin embargo, los mismos teóricos del subdesarrollo repiten también una ilusión similar de desarrollo económico.3.93 Resumiendo en términos esquemáticos, podemos decir que su lógica comienza con dos reclamos históricos muy válidos, pero luego extrae de ellos una conclusión errónea. Primero, sostienen que, mediante la imposición de regímenes coloniales y/u otras formas de dominación imperialista, el subdesarrollo de las economías subordinadas fue creado y sostenido mediante su integración a la red global de economías capitalistas dominantes, su integración parcial, y por ello su dependencia real y continuada de aquellas economías dominantes. Segundo, afirman que las economías dominantes desarrollaron originariamente sus estructuras independientes y plenamente articuladas en relativo aislamiento, con una limitada interacción con otras economías y redes globales.3.94

De estos dos reclamos históricos más o menos aceptables, sin embargo, deducen una conclusión inválida: si las economías desarrolladas lograron una plena articulación en un aislamiento relativo mientras que las economías subdesarrolladas se tornan desarticuladas y dependientes por su integración a las redes globales, entonces un proyecto para el aislamiento relativo de las economías subdesarrolladas dará como resultado su plena articulación y desarrollo. En otras palabras, como una alternativa al ``falso desarrollo'' publicitado por los economistas de los países capitalistas dominantes, los teóricos del subdesarrollo promueven el ``desarrollo real'', que involucra desconectar una economía de sus relaciones dependientes y articular en relativa soledad una estructura económica autónoma. Como este es el modo en que se desarrollaron las economías dominantes, debe ser el verdadero camino para escapar del ciclo de subdesarrollo. Sin embargo, este silogismo nos pide que creamos que las leyes del desarrollo económico trascienden de algún modo las diferencias del cambio histórico.

La noción alternativa de desarrollo se basa, paradójicamente, en la misma ilusión histórica central de la ideología dominante del desarrollo a la cual se opone. La realización tendencial del mercado mundial destruirá toda noción de que un país o región puede aislarse o desconectarse de las redes globales de poder, a fin de recrear las condiciones del pasado y desarrollarse como lo hicieron en su momento los países capitalistas dominantes. Incluso los países dominantes son ahora dependientes del sistema global; las interacciones del mercado mundial han resultado en una desarticulación generalizada de todas las economías. Crecientemente, cualquier intento de aislamiento o separación significará solamente una forma de dominación más brutal por el sistema global, una reducción a la pobreza y la debilidad.

3.4.2 Informatización

Los procesos de modernización e industrialización transformaron y redefinieron todos los elementos del plano social. Cuando la agricultura fue modernizada como industria, la granja se volvió progresivamente una fábrica, con toda la disciplina fabril, la tecnología, las relaciones salariales, etc. La agricultura se modernizó como industria. En forma más general, la misma sociedad se industrializó lentamente, hasta el punto de transformar las relaciones y la naturaleza humana. La sociedad se volvió una fábrica. A principios del siglo veinte, Robert Musil reflexionó bellamente sobre la transformación de la humanidad en el pasaje desde el mundo agrícola pastoral hacia la factoría social: ``Había un tiempo en el que la gente crecía naturalmente en las condiciones que hallaban esperándolos, y ese era un perfecto modo de formarse. Pero hoy en día, con toda esta agitación, cuando todo se está desprendiendo de la tierra en que creció, incluso en lo que a la producción del alma concierne uno debe reemplazar las artesanías tradicionales por la clase de inteligencia que corresponde a la máquina y la fábrica''.3.95 Los procesos de volverse humanos y la propia naturaleza de lo humano fueron transformados fundamentalmente en el pasaje definido por la modernización.

En nuestros tiempos, sin embargo, la modernización ha concluido. En otras palabras, la producción industrial ya no está expandiendo su dominación por sobre otras formas económicas y fenómenos sociales. Un síntoma de este cambio se manifiesta en los cambios cuantitativos del empleo. Mientras el proceso de modernización estaba indicado por una migración del trabajo desde la agricultura y la minería (el sector primario) a la industria (el secundario), el proceso de posmodernización o informatización se demuestra mediante la migración desde la industria a los servicios (el terciario), cambio que viene teniendo lugar en los países capitalistas dominantes, en especial en los Estados Unidos, desde principios de los '70. Los servicios abarcan un amplio rango de actividades, desde el cuidado de la salud, la educación, las finanzas y el transporte hasta los entretenimientos y la publicidad. Los empleos para la mayor parte son altamente móviles e involucran habilidades flexibles. Más importante aún: se caracterizan en general por el papel central desempeñado por el conocimiento, la información, el afecto y la comunicación. En este sentido muchos denominan a la economía posindustrial una economía informacional.

Sostener que la modernización ha concluido y que la economía global está atravesando un proceso de posmodernización hacia una economía informacional no significa que la producción industrial será dejada de lado ni que dejará de jugar un papel importante, incluso en las regiones más dominantes del planeta. Del mismo modo que los procesos de industrialización transformaron la agricultura y la volvieron más productiva, así también la revolución informacional transformará la industria redefiniendo y rejuveneciendo los procesos de fabricación. Aquí el nuevo operativo administrativo imperativo es, ``Tratar a la fabricación como un servicio''.3.96 Efectivamente, a medida que se transforman las industrias, la división entre manufactura y servicios se borra.3.97 Del mismo modo que durante el proceso de modernización toda la producción tendió a industrializarse, así también durante el proceso de posmodernización toda la producción tiende hacia la producción de servicios, a volverse informacionalizada.

Por supuesto, no todos los países, incluso entre aquellos capitalistas dominantes, se han embarcado en el proyecto de posmodernización siguiendo el mismo camino. Sobre la base del cambio en las estadísticas de empleo en las naciones del G-7 desde 1970, Manuel Castells y Yuko Aoyama han discernido dos modelos básicos o caminos de informatización.3.98 Ambos modelos implican el aumento del empleo en los servicios posindustriales, pero enfatizan diferentes tipos de servicios y diferentes relaciones entre servicios y manufactura. El primer camino tiende hacia un modelo de economía de servicios y es dirigido por los Estados Unidos, el Reino Unido y Canadá. Este modelo implica una rápida declinación de los empleos industriales con el correspondiente incremento de los empleos en el sector servicios. En particular, los servicios financieros que manejan el capital tienden a dominar a los otros servicios del sector. En el segundo modelo, el modelo info-industrial, representado por Japón y Alemania, los empleos industriales decaen más lentamente que en el primer modelo, y, más importante, el proceso de informatización está estrechamente integrado y sirve para reforzar a la fuerza de la producción industrial existente. En este modelo, los servicios relacionados directamente con la producción industrial resultan más importantes que los demás. Los dos modelos representan dos estrategias para manejar y obtener ventajas en la transición económica, pero debe quedar claro que ambos avanzan resueltamente en dirección a la informatización de la economía y la resaltada importancia de las redes y flujos productivos.

Aunque las naciones y regiones subordinadas del mundo no sean capaces de implementar estas estrategias, los procesos de posmodernización les imponen cambios irreversibles. El hecho de que la informatización y el cambio hacia los servicios haya tenido lugar principalmente en los países capitalistas dominantes y no en otra parte no nos debe llevar a un entendimiento de la situación económica global contemporánea en términos de estadios lineales de desarrollo. Es verdad que mientras la producción industrial ha declinado en los países dominantes, ha sido efectivamente exportada a países subordinados, por ejemplo, desde Estados Unidos y Japón a México y Malasia. Esos cambios y desplazamientos geográficos pueden inducir a algunos a creer que hay una nueva organización global de los estadios económicos por la cual los países dominantes son economías de servicios informacionales, sus subordinados inmediatos las economías industriales, y los últimos subordinados las economías agrícolas. Desde la perspectiva de los estadios de desarrollo, por ejemplo, uno puede suponer que mediante la exportación contemporánea de producción industrial, una fábrica automotriz construida por Ford en Brasil en 1990 podrá ser comparable a la fábrica Ford de Detroit en 1930 porque ambas instancias de producción pertenecen al mismo estadio industrial.

Sin embargo, cuando miramos con más detenimiento podemos ver que ambas fábricas no son comparables, y sus diferencias son muy importantes. Primeramente, ambas fábricas son radicalmente distintas en términos de tecnología y prácticas productivas. Cuando se exporta capital fijo, generalmente se lo hace en su más elevado nivel de productividad. La fábrica Ford de Brasil en 1990, entonces, no será construida con la tecnología de la fábrica Ford de Detroit de 1930, sino que se basará en la tecnología informacional y computacional más avanzada y productiva que sea posible obtener. La infraestructura tecnológica de la propia fábrica la colocará claramente dentro de la economía informacional. Segundo, y tal vez más importante, las dos fábricas se hallan en diferente relación de dominación con respecto a la economía global como un todo. La fábrica de autos de Detroit de 1930 representa el pináculo de la economía global en la posición dominante, produciendo el valor más elevado; la fábrica de 1990, ya sea en San Pablo, Kentucky o Vladivostok, ocupa una posición subordinada en la economía global-subordinada a la producción de servicios de mayor valor. Hoy todas las actividades económicas tienden a quedar bajo el dominio de la economía informacional y a ser transformadas cualitativamente por ella. Las diferencias geográficas en la economía global no son signos de co-presencia de diferentes estadios de desarrollo sino líneas de la nueva jerarquía global de la producción.

Desde la perspectiva de las regiones subordinadas está quedando cada vez más claro que la modernización ya no es la clave del avance económico y la competencia. Las regiones más subordinadas, tales como las áreas del África sub-Sahariana, están efectivamente excluídas de los flujos de capital y las nuevas tecnologías, encontrándose a sí mismas en los límites de la inanición.3.99 La competencia por las posiciones de mediano nivel en la jerarquía global es conducida no por la industrialización sino mediante la informatización de la producción. Grandes países con diversas economías, tales como India y Brasil, pueden sostener simultáneamente todos los niveles de los procesos productivos: producción de servicios basada en la información, moderna producción industrial de bienes, y producción tradicional de manufacturas, agricultura y minería. No es preciso que haya una progresión histórica ordenada entre estas formas, sino que se mezclan y coexisten. Todas las formas de producción existen dentro de las redes del mercado mundial y bajo la dominación de la producción informacional de servicios.

Las transformaciones de la economía italiana desde los '50 demuestran claramente que las economías relativamente atrasadas no siguen simplemente los mismos estadios que experimentaron las regiones dominantes, sino que se desenvuelven a través de patrones mixtos y alternativos. Tras la Segunda Guerra Mundial, Italia era aún una sociedad basada en los campesinos, pero en los '50 y '60 ingresó a una furiosa aunque incompleta modernización e industrialización, un primer milagro económico. Sin embargo, luego, en los '70 y '80, cuando aún no se habían completado los procesos de industrialización, la economía italiana se embarcó en otra transformación, un proceso de posmodernización, y logró un segundo milagro económico. Estos milagros italianos no eran realmente saltos hacia delante que le permitirían alcanzar a las economías dominantes, en realidad representaban mezclas de diferentes formas económicas incompletas. Lo más significativo, y que puede colocar convenientemente al caso italiano como modelo general para todos las demás economías atrasadas, es que la economía italiana no completó un estadio (industrialización) antes de moverse hacia el siguiente (informatización). De acuerdo con dos economistas contemporáneos, la reciente transformación italiana revela ``una interesante transición desde el proto-industrialismo al proto-informacionalismo''.3.100 Diversas regiones evolucionarán hacia tener elementos campesinos mezclados con industrialización parcial e informatización parcial. De este modo, los estadios económicos están todos presentes al unísono, fundidos en una economía compuesta, híbrida, que varía en el mundo no en tipo sino en grado.

Del mismo modo que la modernización en la era previa, la posmodernización o informatización hoy marcan un nuevo modo de volverse humano. En lo que a la producción del alma concierne, como diría Musil, uno debe reemplazar las técnicas tradicionales de las máquinas industriales con la inteligencia cibernética de las tecnologías de la información y comunicación. Debemos inventar lo que Pierre Levy denomina una antropología del ciberespacio.3.101 Esta cambio de metáforas nos ofrece una primera aproximación a la transformación, pero debemos observar más profundamente para ver claramente los cambios en nuestra noción de los humanos y la humanidad que emergen en el pasaje hacia una economía informacional.

3.4.3 La Sociología del Trabajo Inmaterial

El pasaje hacia una economía informacional implica necesariamente un cambio en la calidad y naturaleza del trabajo. Esta es la más inmediata implicancia sociológica y antropológica del pasaje de paradigmas económicos. La presente información y comunicación ha venido a jugar un papel fundamental en los procesos de producción.

Muchos reconocen un primer aspecto de esta transformación en los términos del cambio del trabajo fabril-utilizando la industria automotriz como punto central de referencia-desde el modelo Fordista al modelo Toyotista.3.102 El cambio estructural primario entre estos modelos implica al sistema de comunicación entre la producción y el consumo de mercancías, es decir, el pasaje de información entre la fábrica y el mercado. El modelo Fordista construyó una relación relativamente ``muda'' entre la producción y el consumo. La producción masiva de mercancías en la era Fordista pudo confiar en una demanda adecuada, y por ello tuvo poca necesidad de ``escuchar'' al mercado. Un circuito de retroalimentación desde el consumo hacia la producción posibilitó que los cambios del mercado estimulen cambios en la ingeniería productiva, pero este circuito de comunicación era restringido (por los canales fijos y compartimentalizados de las estructuras de planificación y diseño) y lento (por la rigidez de las tecnologías y procesos de la producción en masa)

El Toyotismo se basa en una inversión de la estructura Fordista de comunicación entre la producción y el consumo. Idealmente, según este modelo, la planificación de la producción se comunicará constante e inmediatamente con los mercados. Las fábricas mantendrán un stock cero, y las mercancías serán producidas justo a tiempo, de acuerdo a la demanda actual de los mercados existentes. De este modo el modelo no implica simplemente un circuito de retroalimentación más veloz sino una inversión de la relación porque, al menos en teoría, la decisión de producción ocurre después y como reacción a la decisión del mercado. En los casos más extremos la mercancía no es producida hasta que el consumidor ya la haya elegido y comprado. Pero en general es más exacto concebir al modelo como empeñado en una rápida comunicación o continua interactividad entre la producción y el consumo. El contexto industrial provee un primer sentido en el que la comunicación y la información han llegado a cumplir un papel central en la producción. Podríamos afirmar que la acción instrumental y la acción comunicativa se han entrelazado íntimamente en el proceso industrial informacionalizado, pero debemos apresurarnos a agregar que esta es una noción empobrecida de la comunicación en cuanto mera transmisión de los datos del mercado.3.103

El sector servicios de la economía presenta un modelo más rico de la comunicación productiva. De hecho, la mayoría de los servicios se basan en el continuo intercambio de información y conocimientos. Puesto que la producción de servicios no resulta en bienes materiales ni durables, definimos al trabajo implicado en esta producción como trabajo inmaterial-es decir, trabajo que produce un bien inmaterial, tal como un servicio, un producto cultural, conocimiento o comunicación.3.104 Un aspecto del trabajo inmaterial puede ser reconocido en analogía con el funcionamiento de una computadora. El uso cada vez más extensivo de las computadoras ha tendido progresivamente a redefinir las prácticas y relaciones laborales, junto con las prácticas y relaciones sociales. La familiarización y aptitud con la tecnología de las computadoras se está convirtiendo en una calificación primaria general para el trabajo en los países dominantes. Aún cuando el contacto directo con computadoras no esté implicado, la manipulación de símbolos e información a lo largo del modelo de operación de computadoras está muy extendida. En una época anterior, los trabajadores aprendieron a actuar como máquinas, tanto dentro como fuera de la fábrica. Incluso hemos aprendido (con la ayuda de las fotos de Muybridge, por ejemplo) a reconocer como mecánica a la actividad humana en general. Hoy pensamos cada vez más como computadoras, a medida que las tecnologías de comunicación y su modelo de interacción se vuelven cada vez más centrales en las actividades laborales. Un aspecto novedoso de la computadora es que puede modificar continuamente su propia operación mediante su uso. Incluso las formas más rudimentarias de inteligencia artificial le permiten a la computadora expandir y perfeccionar sus operaciones mediante sus interacciones con el usuario y su entorno. El mismo tipo de interactividad continua caracteriza a un amplio rango de actividades productivas contemporáneas, ya sea que involucren el uso de hardware informático o no. La revolución de la computación y las comunicaciones está transformando las prácticas laborales de tal modo que todas tienden hacia el modelo de las tecnologías de la información y comunicación.3.105 Las máquinas interactivas y cibernéticas se convierten en nuevas prótesis integradas a nuestros cuerpos y mentes, y en una lente a través de la cual redefinimos nuestros propios cuerpos y mentes. La antropología del ciberespacio es en verdad un reconocimiento de la nueva condición humana.

Robert Reich denomina a la clase de trabajo inmaterial implicado en el trabajo de la computadora y la comunicación ``servicios simbólico-analíticos'' --tareas que incluyen ``resolución de problemas, identificación de problemas y actividades de corretaje estratégico''.3.106 Este tipo de trabajo reclama el valor más elevado, y por ello Reich lo identifica como la clave para la competencia en la nueva economía global. Reconoce, sin embargo, que el crecimiento de estos empleos de manipulación simbólica creativa, basados en el conocimiento, implica el crecimiento consiguiente de trabajos de bajo valor y baja calificación, como los de manipulación de símbolos rutinarios, tales como los de carga de datos y procesamiento de texto. Aquí comienza a surgir una división del trabajo fundamental dentro del reino de la producción inmaterial.

Debemos señalar que una consecuencia de la informatización de la producción y la emergencia del trabajo inmaterial ha sido una homogeneización real de los procesos laborales. Desde la perspectiva de Marx en el siglo diecinueve, las prácticas concretas de las diversas actividades laborales eran radicalmente heterogéneas: la sastrería y la tejeduría incluían incontables acciones concretas. Sólo cuando se las abstraía de sus prácticas concretas podían juntarse diferentes actividades laborales y ser vistas de modo homogéneo, ya no como sastrería o tejeduría sino como el gasto de fuerza de trabajo humano en general, o trabajo abstracto.3.107 Con la presente computarización de la producción, sin embargo, la heterogeneidad del trabajo concreto tiende a reducirse, y el trabajador está cada vez más alejado del objeto de su trabajo. El trabajo de la sastrería computarizada o la tejeduría computarizada puede implicar exactamente las mismas prácticas concretas-es decir, la manipulación de símbolos e información. Por supuesto, las herramientas siempre han abstraído en cierta medida a la fuerza de trabajo del objeto de trabajo. Sin embargo, en periodos previos las herramientas solían estar relacionadas de un modo relativamente inflexible con ciertas tareas o ciertos conjuntos de tareas; a diferentes actividades les correspondían diferentes herramientas-las herramientas del sastre, las del tejedor, o, luego, una máquina de coser o un telar mecánico. En contraste, la computadora se propone a sí misma como la herramienta universal, o la herramienta central a través de la cual deben pasar todas las actividades. Entonces, mediante la computarización de la producción, el trabajo avanza hacia la posición de trabajo abstracto.

Sin embargo, el modelo de la computadora puede dar cuenta de sólo una cara del trabajo comunicacional e inmaterial implicado en la producción de servicios. La otra cara del trabajo inmaterial es el trabajo afectivo de la interacción y el contacto humano. Los servicios de salud, por ejemplo, descansan centralmente sobre el trabajo afectivo y de cuidado, y la industria del entretenimiento está también enfocada en la creación y manipulación del afecto. Este trabajo es inmaterial, aún cuando sea corporal y afectivo, en cuanto que su producto es intangible, un sentimiento de comodidad, bienestar, satisfacción, excitación o pasión. Categorías tales como ``servicios personales'' o servicios de proximidad son utilizadas a menudo para identificar esta clase de trabajos, pero lo realmente esencial para ellos es la creación y manipulación de afectos. Esa producción, intercambio y comunicación afectiva se asocia generalmente con el contacto humano, pero dicho contacto puede ser real o virtual, como en la industria del entretenimiento.

Este segundo aspecto del trabajo inmaterial, su cara afectiva, se extiende mucho más allá del modelo de comunicación e inteligencia definido por la computadora. El trabajo afectivo es entendido mejor partiendo de lo que los análisis feministas del ``trabajo de la mujer'' han denominado ``trabajo en modo corporal''.3.108 Los trabajos de cuidado son están por cierto inmersos en lo corporal, lo somático, pero los efectos que producen son sin embargo inmateriales. Lo que produce el trabajo afectivo son redes sociales, formas de comunidad, biopoder. Aquí podríamos reconocer otra vez que la acción instrumental de la producción económica se ha unido con la acción comunicativa de las relaciones humanas; en este caso, sin embargo, la comunicación no se ha empobrecido: la producción se ha enriquecido al nivel de la complejidad de la interacción humana.

En resumen, podemos distinguir tres tipos de trabajo inmaterial que conducen al sector servicios la tope de la economía informacional. El primero está implicado en una producción industrial que se ha informacionalizado e incorporado tecnologías de comunicación de modo tal que transforman al propio proceso de producción. La manufactura es considerada un servicio, y el trabajo material de la producción de bienes durables se mezcla y tiende hacia el trabajo inmaterial. El segundo es el trabajo inmaterial de las tareas analíticas y simbólicas, el que se subdivide en manipulaciones inteligentes y creativas por un lado y tareas simbólicas rutinarias por otro. Finalmente, un tercer tipo de trabajo inmaterial implica la producción y manipulación de afectos, y requiere contacto humano (virtual o real), trabajo en modo corporal. Estos son los tres tipos de trabajo que dirigen la posmodernización de la economía global.

Antes de movernos hacia estas tres formas de trabajo inmaterial debemos señalar que la cooperación en completamente inherente al propio trabajo. El trabajo inmaterial involucra inmediatamente cooperación e interacción social. En otras palabras, el aspecto cooperativo del trabajo inmaterial no es impuesto u organizado desde afuera, como lo era en las formas previas de trabajo, sino que, la cooperación es completamente inmanente a la propia actividad laboral.3.109 Este hecho lleva a cuestionar la vieja noción (común a la economía política clásica y marxiana) por la cual la fuerza de trabajo es concebida como ``capital variable'', es decir, una fuerza activada y vuelta coherente sólo por el capital, porque la fuerza cooperativa de la fuerza de trabajo (en particular de la fuerza de trabajo inmaterial) le otorga al trabajo la posibilidad de valorizarse a sí mismo. Las mentes y los cuerpos aún necesitan de otros para producir valor, pero los otros que necesitan no son necesariamente provistos por el capital y sus capacidades de orquestar la producción. La actual productividad, riqueza y creación de excedente social toma la forma de interactividad cooperativa a través de redes lingüísticas, comunicacionales y afectivas. En la expresión de sus propias energías creativas, el trabajo inmaterial parece poder proveer el potencial para algún tipo de comunismo elemental y espontáneo.

3.4.4 Producción en Red

La primera consecuencia geográfica del pasaje de una economía industrial a otra informacional es una dramática descentralización de la producción. Los procesos de modernización y pasaje al paradigma industrial provocaron la intensa agregación de fuerzas productivas y masivas migraciones de fuerzas de trabajo hacia centros que se volvieron ciudades fabriles, como Manchester, Osaka y Detroit. La eficiencia de la producción industrial masiva dependió de la concentración y proximidad de los elementos a fin de crear el lugar fabril y facilitar el transporte y la comunicación. Sin embargo, la informatización de la industria y la emergente dominación de la producción de servicios ha vuelto innecesaria dicha concentración de la producción. El tamaño y la eficiencia ya no están relacionados linealmente; de hecho, la gran escala se ha vuelto un obstáculo en muchos casos. Los avances en las telecomunicaciones y las tecnologías de la información han posibilitado una deterritorialización de la producción que ha dispersado efectivamente a las fábricas de masas y evacuado las ciudades factoría. La comunicación y el control pueden ser ejercidos eficientemente a la distancia, y en algunos casos los productos inmateriales pueden transportarse por todo el mundo con mínimo costo y demora. Múltiples destrezas diferentes pueden coordinarse en la producción simultánea de una única mercancía, de tal modo que las fábricas pueden estar dispersas en diversos lugares. Incluso en algunos sectores la propia fábrica puede eliminarse desde que sus trabajadores se intercomunican mediante nuevas tecnologías informáticas.3.110

En el pasaje a la economía informacional, la línea de montaje ha sido reemplazada por la red como modelo organizacional de la producción, transformando las formas de cooperación y comunicación dentro de cada lugar productivo y entre distintos lugares productivos. La fábrica industrial masiva definió los circuitos de cooperación laboral principalmente mediante el despliegue físico de trabajadores en la planta. Los trabajadores individuales se comunicaban con los trabajadores cercanos, y la comunicación estaba limitada habitualmente por la proximidad física. La cooperación entre los sitios productivos requería también de proximidad física tanto para coordinar los ciclos productivos como para minimizar los costos y tiempos de transporte de las mercancías producidas. Por ejemplo, la distancia entre la mina de carbón y la fundición de acero, y la eficiencia de las líneas de comunicación y transporte entre ellos eran factores significativos en la eficiencia global de la producción de acero. Similarmente, para la producción automotriz la eficiencia de la comunicación y el transporte entre la serie de subcontratistas implicados es crucial en la eficiencia total del sistema. En contraste, el pasaje hacia la producción informacional y la estructura en red de la producción vuelve a la cooperación y eficiencia productiva no dependientes en tal magnitud de la proximidad y la centralización. Las tecnologías de la información vuelven menos relevantes a las distancias. Los trabajadores involucrados en un único proceso pueden comunicarse y cooperara efectivamente desde localidades remotas, sin importar la proximidad. En efecto, la red de cooperación laboral no requiere de un centro territorial o físico.

La tendencia hacia la deterritorialización de la producción es aún más pronunciada en los procesos de trabajo inmaterial que implican la manipulación del conocimiento y la información. Los procesos laborales pueden ser conducidos de modo totalmente compatible con las redes de comunicación, para las que la locación y la distancia tienen una importancia muy limitada. Incluso los trabajadores pueden quedarse en su hogar y navegar en la red. El trabajo de la producción informacional (tanto de servicios como de bienes durables) descansa sobre lo que podríamos denominar cooperación abstracta. Dicho trabajo asigna un papel aún más central a la comunicación de conocimientos e información entre los trabajadores, pero dichos trabajadores cooperadores no requieren estar presentes e incluso pueden ser relativamente desconocidos entre sí, o conocerse sólo mediante la información productiva intercambiada. El circuito de cooperación se consolida en la red y la mercancía en un nivel abstracto. Por ello los sitios de producción pueden deterritorializarse y tender hacia una existencia virtual en cuanto están coordinados en la red de comunicación. En oposición al antiguo modelo industrial vertical y corporativo, la producción tiende ahora a estar organizada en redes horizontales de empresas.3.111

Las redes de información también liberan a la producción de límites territoriales en tanto tienden a colocar al producto en contacto directo con el consumidor, sin importar la distancia que haya entre ambos. Bill Gates, cofundador de Microsoft Corporation, lleva esta tendencia al extremo cuando predice un futuro en el que las redes derribarán a las barreras a la circulación, posibilitando la emergencia de un capitalismo ideal, ``sin fricciones'': ``La autopista informática extenderá el mercado electrónico, volviéndolo el escenario final, el intermediario universal''.3.112 Si se realiza la visión de Gates, las redes tenderán a reducir todas las distancias y volver inmediatas las transacciones. Los sitios de producción y los de consumo se presentarán entonces simultáneamente, sin importar las localizaciones geográficas.

Estas tendencias hacia la deterritorialización de la producción y la creciente movilidad del capital no son absolutas, y existen tendencias contrapuestas significativas, pero considerando de donde provienen, sitúan al trabajo en una debilitada posición negociadora. En la era de la organización Fordista de la producción industrial masiva, el capital se ataba a un territorio específico y negociaba contractualmente con una población laboral limitada. La informatización de la producción y la creciente importancia de la producción inmaterial han tendido a liberar al capital de los límites del territorio y la negociación. El capital puede retirarse de una negociación con una población local trasladando su lugar a otro punto de la red global-o simplemente utilizando su potencial de movilidad como un arma en la negociación. Poblaciones laborales completas, que habían disfrutado de una cierta estabilidad y fuerza contractual, se han encontrado en situaciones de empleo crecientemente precarias. Una vez que la posición negociadora de los trabajadores se ha debilitado, la producción en red puede introducir diversas formas de trabajo no-garantizado, tales como el cuentapropismo, el trabajo domiciliario, el trabajo part-time y el trabajo a destajo.3.113

La descentralización y dispersión global de los sitios y procesos productivos, característica de la posmodernización o informatización de la economía, provoca una centralización equivalente del control sobre la producción. El movimiento centrífugo de la producción se balancea con la tendencia centrípeta del comando. Desde la perspectiva local, las redes computacionales y las tecnologías de comunicación internas de los sistemas de producción posibilitan un monitorio más extensivo de los trabajadores desde algún lugar central, remoto. El control de la actividad laboral puede, potencialmente ser individualizado y continuo en el panóptico virtual de la producción en red. Sin embargo, la centralización del control es aún más evidente desde una perspectiva global. La dispersión geográfica de la manufactura ha creado una demanda de administración y planificación crecientemente centralizadas, y también de una nueva centralización de producción de servicios especializados, en especial servicios financieros.3.114 Los servicios financieros y relacionados al comercio en unas pocas ciudades clave (tales como Nueva York, Londres y Tokio) administran y dirigen las redes globales de producción. Como un cambio demográfico masivo, entonces, a la declinación y evacuación de las ciudades industriales les ha correspondido la emergencia de ciudades globales, o, verdaderamente, ciudades de control.

3.4.5 Autopistas Informáticas

La estructura y administración de las redes de comunicación son condiciones esenciales para la producción en la economía informacional. Estas redes globales deben ser construidas y vigiladas de modo tal de garantizar el orden y las ganancias. No debe sorprender, por ello, que el gobierno considere el establecimiento y regulación de una infraestructura global de información como una de sus principales prioridades, y que las redes de comunicación se hayan vuelto el más activo terreno de fusiones y competencia para las corporaciones transnacionales más poderosas.

Un consejero de la Comisión Federal de Comunicaciones, Peter Cowhey, ha efectuado una interesante analogía para el rol que estas redes juegan en el nuevo paradigma de producción y poder. La construcción de la nueva infraestructura de información, afirma, provee las condiciones y términos del gobierno y la producción mundial del mismo modo que la construcción de caminos lo hizo para el Imperio Romano.3.115 La extensa distribución de la ingeniería y tecnología Romanas fue tanto el más duradero regalo a los territorios imperiales como la condición fundamental para ejercer control sobre ellos. Los caminos romanos, sin embargo, no jugaron un rol central en los procesos de producción imperiales, sino que sólo facilitaron la circulación de bienes y tecnologías. Tal vez una mejor analogía de la infraestructura mundial de información pueda ser la construcción de ferrocarriles para beneficio de los intereses de las economías imperialistas de los siglos diecinueve y veinte. El tendido de vías férreas en los países dominantes consolidó su economía industrial nacional, y en las regiones colonizadas y económicamente dominadas abrió dichos territorios a la penetración por las empresas capitalistas, posibilitando su incorporación a los sistemas económicos imperialistas. Sin embargo, como los caminos Romanos, las vías férreas jugaron sólo un rol externo en la producción industrial e imperialista, extendiendo sus líneas de comunicación y transporte a nuevas materias primas, mercados y fuerza de trabajo. La novedad de la nueva infraestructura de información es el hecho de que está incorporada y es completamente inmanente a los nuevos procesos de producción. En el pináculo de la producción contemporánea la información y comunicación son las verdaderas mercancías producidas; la propia red es tanto el lugar de producción como de circulación.

En términos políticos la infraestructura global de información puede ser caracterizada como la combinación de un mecanismo democrático y otro oligopólico, que operan mediante diferentes modelos de sistemas de red. La red democrática es un modelo completamente horizontal y deterritorializado. La Internet, que comenzó como un proyecto del DARPA (la Agencia de Proyectos Avanzados de Investigación del Departamento de Defensa de los Estados Unidos), pero que se ha expandido actualmente por todo el planeta, es el ejemplo principal de esta estructura de red democrática. Un número indeterminado y potencialmente ilimitado de nodos interconectados se comunican sin ningún punto central de control; todos los nodos, independientemente de su localización territorial, se conectan con entre sí a través de una miríada de pasos y relevos. De este modo la Internet recuerda a la estructura de las redes telefónicas, y de hecho la suele incorporar como su propio camino de comunicación, del mismo modo que se basa en la tecnología de la computación para sus puntos de comunicación. El desarrollo de la telefonía celular y las computadoras portátiles, desamarrando de un modo aún más radical los puntos comunicantes de la red, han intensificado el proceso de deterritorialización. El diseño original de la Internet fue ideado para resistir un ataque militar. Como no hay un centro y casi cada parte puede operar como un todo autónomo, la red puede continuar funcionando aún cuando parte de ella haya sido destruida. Ese mismo elemento de diseño que asegura la sobrevida, la descentralización, es el que torna tan difícil del control de la red. Como ningún punto de la red es necesario para la comunicación entre otros, es dificultoso regular o prohibir su comunicación. Este modelo es el que Deleuze y Guattari llaman un rizoma, una estructura en red, no-jerárquica y no-centrada.

El modelo oligopólico de red se caracteriza por sistemas de difusión. Según este modelo, por ejemplo en los sistemas de radio o televisión, hay un único y relativamente fijo punto de emisión, pero los puntos de recepción son potencialmente infinitos y territorialmente indefinidos, aunque ciertos desarrollos como las redes de televisión por cable fijan en cierta medida estos caminos. La red de emisión se define por su producción centralizada, su distribución masiva, y la comunicación unidireccional. Toda la industria de la cultura-desde la distribución de diarios y libros hasta las películas y video cassettes-ha operado tradicionalmente dentro de este modelo. Un número relativamente pequeño de corporaciones (o, en algunas regiones, de empresarios como Rupert Murdoch, Silvio Berlusconi y Ted Turner) pueden dominar efectivamente todas estas redes. Este modelo oligopólico no es un rizoma sino una estructura de árbol que subordina todas las ramas a la raíz central.3.116

Las redes de la nueva infraestructura de información son un híbrido de estos dos modelos. De igual modo que Lenin y otros críticos del imperialismo reconocieron en otra época una consolidación de las corporaciones multinacionales en cuasi-monopolios (sobre los ferrocarriles, los bancos, la electricidad, etc.), hoy somos testigos de una competencia entre las corporaciones transnacionales para establecer y consolidar cuasi-monopolios sobre la nueva infraestructura de información. Las variadas corporaciones de la telecomunicación, la producción de software y hardware, y las corporaciones de la información y los entretenimientos están fusionándose y expandiendo sus operaciones, peleando para dividirse y controlar los nuevos continentes de las redes productivas. Quedarán, por supuesto, porciones o aspectos democráticos de esta red consolidada que resistan el control gracias a su estructura en red, interactiva y descentralizada; pero ya está en marcha una centralización masiva del control mediante la unificación (de facto o de jure) de los principales elementos de la estructura de poder de la información y la comunicación: Hollywood, Microsoft, IBM, AT&T, etc. Las nuevas tecnologías de comunicación, que levantaron la promesa de una nueva democracia y una nueva igualdad social, han creado de hecho nuevas líneas de inequidad y exclusión, en los países dominantes y especialmente fuera de ellos.3.117

3.4.6 Comunes

Ha habido un movimiento continuo a lo largo del período moderno tendiente a privatizar la propiedad pública. En Europa las extensas tierras comunes creadas por la fractura del Imperio Romano y el auge del Cristianismo fueron transferidas eventualmente a manos privadas durante el curso de la acumulación primitiva capitalista. En todo el mundo los restos de los vastos espacios públicos son ahora material de leyendas: el bosque de Robin Hood, las Grandes Planicies de los Amerindios, las estepas de las tribus nómades, etc. Durante la consolidación de la sociedad industrial, la construcción y destrucción de los espacios públicos se desarrolló en una espiral aún más poderosa. Es cierto que cuando era dictado por las necesidades de la acumulación (a fin de impulsar una aceleración o salto en el desarrollo, de concentrar y movilizar los medios de producción, de hacer la guerra, etc.), la propiedad pública era expandida mediante la expropiación de amplios sectores de la sociedad civil, transfiriéndose a la colectividad riquezas y propiedades. Sin embargo, esa propiedad pública pronto era reapropiada por manos privadas. En cada proceso, la posesión comunal, considerada natural, es transformada a expensa pública en una segunda y tercera naturaleza que funcionan finalmente para el beneficio privado. Una segunda naturaleza se creó, por ejemplo, embalsando los grandes ríos del oeste de Norte América e irrigando los valles áridos, y luego esta nueva riqueza fue dejada en manos de los magnates de los negocios agrícolas. El capitalismo pone en acción un ciclo continuo de reapropiación privada de los bienes públicos: la expropiación de lo que es común.

El auge y derrumbe del Estado de Bienestar en el siglo veinte es otro ciclo en esta espiral de apropiaciones públicas y privadas. La crisis del Estado de Bienestar ha significado principalmente que las estructuras de asistencia y distribución pública, construidas mediante fondos públicos, están siendo privatizadas y expropiadas para beneficio privado. La actual tendencia neoliberal hacia la privatización de la energía y los servicios de comunicaciones es otra vuelta de la espiral. Consiste en garantizar para los negocios privados las redes de energía y comunicaciones que se contruyeron mediante enormes inversiones de dineros públicos. Los regímenes de mercado y el neoliberalismo sobrevivieron a estas apropiaciones privadas de segundo, tercer o enésimo orden. Los comunes, que alguna vez fueron considerados base del concepto de público, son expropiados para uso privado y nadie puede elevar un dedo. Lo público es de este modo disuelto, privatizado, incluso como concepto. O, la relación inmanente entre lo público y lo común es reemplazada por la fuerza trascendente de la propiedad privada.

No pretendemos llorar sobre la destrucción y expropiación que el capitalismo opera continuamente en todo el mundo, aunque resistir su fuerza (y en particular resistir la expropiación del Estado de Bienestar) sea por cierto una tarea importante y eminentemente ética. En realidad deseamos preguntar cual es hoy la noción operativa de lo común, en medio de la posmodernidad, la revolución de la información y la consiguiente transformación del modo de producción. Nos parece, de hecho, que hoy participamos de una comunalidad mucho más radical y profunda que la que se haya experimentado nunca en la historia del capitalismo. El hecho es que participamos en un mundo productivo hecho de redes sociales y comunicacionales, servicios interactivos y lenguajes comunes. Nuestra realidad económica y social está definida menos por los objetos materiales fabricados y consumidos que por los servicios co-producidos y las interrelaciones. Produciendo crecientemente medios que construyen cooperación y comunalidades comunicativas.

El propio concepto de propiedad privada, entendido como el derecho exclusivo de usar un bien y disponer de toda la riqueza derivada de su posesión, se vuelve crecientemente sin sentido en esta nueva situación. Incluso hay cada vez menos bienes que puedan ser poseídos y utilizados exclusivamente en este marco; es la comunidad la que produce y la que, mientras produce es reproducida y redefinda. Así, el fundamento de la clásica concepción moderna de propiedad privada es, en cierta medida, disuelto en el modo posmoderno de producción.

Deberíamos objetar que, sin embargo, esta nueva condición social de producción no ha debilitado los regímenes jurídicos y políticos de la propiedad privada. La crisis conceptual de la propiedad privada no se ha vuelto una crisis en la práctica, y en lugar de ello el régimen de expropiación privada tiende a ser aplicado universalmente. Esta objeción sería válida de no ser por el hecho que, en el contexto de la producción lingüística y cooperativa, el trabajo y la propiedad común tienden a superponerse. La propiedad privada, pese a sus poderes jurídicos, no puede evitar volverse un concepto cada vez más abstracto y trascendente, y con ello, cada vez más separado de la realidad.

En este terreno deberá emerger una nueva noción de ``comunes''. Deleuze y Guattari sostienen en ¿Qué es la filosofía? que en la era contemporánea y en el contexto de la producción comunicativa e interactiva, la construcción de conceptos no es sólo una operación epistemológica sino igualmente un proyecto ontológico. La construcción de conceptos y los que ellos denominan ``nombres comunes'' es en verdad una actividad que combina la inteligencia y la acción de la multitud, haciéndolas trabajar juntas. La construcción de conceptos significa hacer existir en la realidad un proyecto que es una comunidad. No hay otro modo de construir conceptos más que trabajar de modo común. Esta comunalidad es, desde la perspectiva de la fenomenología de la producción, desde la perspectiva de la epistemología del concepto, y desde la perspectiva de la práctica, un proyecto en el que la multitud está completamente investida. Lo común es la encarnación, la producción y la liberación de la multitud. Rousseau decía que la primera persona que deseaba un pedazo de naturaleza como de su exclusiva posesión y lo transformaba en la forma trascendente de la propiedad privada, era el que había inventado al demonio. Bien, lo contrario es lo común.


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