cabecera tecnociencia.es cabecera tecnociencia.es

Al principio se creía que todos los meteoritos provenían de un mismo plantea desguazado a partir de un terrible choque. Los rocosos pertenecerían a su corteza y los metálicos a su núcleo. Hacia 1970 se empezó a corroborar, gracias a caracterizaciones isotópicas, que no todos los meteoritos procedían del mismo cuerpo. Hoy sabemos que la gran mayoría de los meteoritos provienen de los asteroides. Gracias a la astrofotografía con obturadores rotativos las órbitas calculadas de todos los bólidos registrados demuestran que provienen del cinturón principal de asteroides. ¡En algunos casos, sabemos incluso en nombre del asteroide progenitor! Por ejemplo: las acondritas tipo HED reflejan la luz exactamente igual que el asteroide Vesta, forma muy distinta, curiosamente, a como lo hacen el resto de asteroides. Además Vesta, con sus 530 kilómetros de diámetro, presenta un enorme cráter de impacto del que se supone fueron arrancados todos los fragmentos que han ido cayendo a la Tierra.

Hay un tipo de meteorito especialmente buscado por los planetólogos. Antes hemos dicho que casi todos los meteoritos proviene de los asteroides, pero por sorprendente que parezca, hoy sabemos que algunas acondritas proceden de la Luna y de Marte. Estamos seguros porque su composición química es exactamente la característica de la corteza de esos cuerpos celestes (y atmósfera en el caso de Marte). Los especialistas los buscan en los polos. En época de deshielo, sobre el manto blanco son fáciles de localizar y cada año se celebran campañas de búsqueda. En una de ellas se encontró el famoso meteorito marciano ALH84001 de 1,9 Kg de peso. Fue noticia mundial porque contenía supuestos restos fósiles de presuntas microbacterias marcianas. Un impacto arrancó ese trozo de roca de Marte hace 16 millones de años y alcanzó nuestro suelo terrestre hace tan solo 13000. Después de un largo debate científico, el origen biológico de los restos parece haber perdido definitivamente fuerza en el mundo académico. Sin embargo, fue ese meteorito el que supuso el pistoletazo de salida para un nuevo abordaje científico de Marte lleno de ilusiones.

Algunos meteoritos, como el de Murchison, presentan un contenido de hasta un 10% de agua y más de 600 tipos de moléculas orgánicas distintas: desde hidrocarburos a aminoácidos, los constituyentes de la proteínas, anteriores a la existencia de vida en nuestro planeta. Sabemos que esas moléculas son genuinamente extraterrestres, y no contaminaciones, porque en muchos casos son singulares: los aminoácidos encontrados en el meteorito de Murchinson y en otras condritas carbonáceas aparecen tanto en su forma dextrógira como levógira, cuando en la Tierra son casi exclusivamente de tipo levógiro.

Si el lector quiere disfrutar de la visión en directo de meteoritos, que no deje de visitar en alguno de sus viajes las colecciones de meteoritos más famosas que se encuentran en los museos de Historia Natural de Berlín, Chicago, Londres, Nueva York, París o Viena, y en la Smithsonian Institution de Washington. En España tenemos constancia de la caída de una treintena de meteoritos y muchos de ellos podemos visitarlos en el Museo de Nacional de Ciencias Naturales de Madrid. Cuando los mire, recuerde que está delante de los objetos más antiguos del Sistema Solar.

< anterior siguiente >