Camaradas, en nuestra anterior
reunión me "lucí" haciendo un llamamiento
a la unidad que la práctica demostró estar alejado de
la realidad: en dicha reunión se expresó la división
más grave del Partido desde hace tiempo, que además parecía
tener más que ver con lealtades personales que con confrontación
de ideas, y a raíz de una convocatoria que según el dictamen
de la Comisión de Estatutos los incumplía. ¿Qué
hacer a partir de ésto? ¿Seguir dando vueltas al tema o intentar
avanzar en el debate? Aunque la reunión anterior me obliga a ser
más escéptico, os pido que apostemos por lo segundo, aprovechando
además que hemos recibido previamente los informes.
Encuentro, además,
que en dichos informes hay muchas cuestiones estimables, como las referencias
al movimiento de antiglobalización capitalista y por un espacio
democrático internacional, a la evitación de las obras hidráulicas
faraónicas, al reparto de la población, al requerimiento
de partir de las necesidades reales de la gente, a la dinámica neoimperialista
y a la participación posibilitada por las nuevas tecnologías,
así como el método propuesto para el Congreso.
He encontrado a faltar,
especialmente en la mención de fechas importantes, la cita de junio
en Barcelona contra la globalización capitalista, que debería
incorporarse para tensionar al Partido hacia ella.
Y en el temario para el
Congreso, considero que debería retomarse y actualizarse nuestro
Manifiesto. Coincidiendo con que la identidad comunista sólo
se realiza en la práctica cotidiana, dicha realización requiere
de su proclamación pública, como hicieron Marx y Engels en
1848. Pero si dicha proclamación estaba también clara en
nuestro Manifiesto, adaptada a las condiciones
de finales del siglo XX, resultó muy confusa en los documentos
publicados tras el 15 Congreso, y debería ser restaurada, actualizándolo
además en el contexto de nuevo movimiento contra la globalización
capitalista, atendiendo a la relevancia estratégico de un movimiento
que es cada véz más directamente anticapitalista, antiautoritario,
internacional y alternativo.
Y sobre la situación
en España encuentro un grave déficit: el gobierno, lejos
de tener una "actuación formal moderada", manifiesta claros síntomas
de un creciente autoritarismo: su
negación de las libertades políticas de los "sin papeles",
su condecoración póstuma a un torturador, su negativa a condenar
el golpe de Franco, su descalificación de los discrepantes, incluídos
la Conferencia Episcopal y la Audiencia Nacional cuando no se pliegan a
sus designios, las amenazas a la autonomía universitaria, y como
colofón el aznarazo contra los derechos laborales, configuran un
panorama que, desde la prepotencia de la mayoría absoluta, representa
una amenaza contra la democracia e incluso contra el equilibrio de poderes
establecido en la Constitución.
Siendo importante conectar
la estrategia y la táctica, nuestra lucha global por un espacio
democrático internacional debería completarse con un llamamiento
a la unidad de todas las fuerzas democráticas en el Estado Español
en defensa de la democracia frente a su principal amenaza, procedente actualmente
del partido gobernante.