14 de julio de 2016

Los avances tecnológicos y de telecomunicaciones permiten la difusión de la información en tiempo real, así como el diseño y utilización de instrumentos financieros cada vez más complejos. Tal y como explican los catedráticos, Eyelin Bello Caballero y Yaicel Rancel Díaz, en su estudio: “Los instrumentos derivados para cobertura de riesgos”; esta nueva situación afecta a la empresa, ya que influye en sus resultados futuros. La mayoría de los riesgos son inherentes a su actividad empresarial, y son denominados riesgos de negocio, económicos o empresariales.

Asimismo, aparte de estos riesgos de negocio, también existen otros de origen financiero, que cada vez ejercen mayor influencia sobre las empresas, ya que escapan a su control. Entre los principales riesgos financieros a los que está sometida una empresa los académicos destacan:

• Movimientos de los precios de las materias primas.
• Variaciones en los tipos de cambio de las divisas.
• Oscilaciones en el precio de la energía.
• Modificaciones en el tipo de cambio de su propia moneda (si aumenta, reducirá su competitividad en el exterior, ocurriendo lo contrario si desciende).
• Cambios   en   las   tasas     de   interés   de   su  país,   que   afectarán   al   coste  de   su endeudamiento y, posiblemente, a sus ingresos por ventas.
• Alteraciones   en   los   tipos   de   interés   de   otros   países,   que   afectarán   a   sus competidores, y por tanto, al comportamiento de las ventas de la empresa, etc.

Con el tiempo y el aumento de la incertidumbre en el entorno financiero, los efectos de este tipo de riesgos han crecido a su vez. Al tiempo que los directivos de las empresas ha comenzado a plantearse la gestión de estos, con el objetivo de limitar las pérdidas potenciales y estabilizar los flujos empresariales.

Con el tiempo y el aumento de la incertidumbre en el entorno financiero, los efectos de este tipo de riesgos han crecido a su vez

Las primeras prácticas que empezaron a utilizarse se basaban en mecanismos de balance que afectaban a los resultados de explotación, así las empresas controlaban sus riesgos de tipos de interés alineando los activos y pasivos de vencimiento similar. Otro método era la acumulación de existencias excedentarias. Sin embargo, estas técnicas planteaban ciertas dificultades.

De esta forma, con el paso del tiempo se han desarrollado nuevas técnicas que han traído consigo la aparición de los instrumentos financieros derivados. Estos, si se utilizan correctamente, permiten transferir los riesgos a los que se ven sometidos los agentes sin crear riesgos adicionales permitiendo anticiparse a las consecuencias favorables o desfavorables de los cambios. “Este hecho permite limitar las pérdidas potenciales y estabilizar los flujos de caja, aportando, además, flexibilidad, rapidez, precisión y bajos costes de transacción”, destacan los autores. El uso de este recurso se ha incrementado debido a la volatilidad de los precios y activos financieros.

Se han desarrollado nuevas técnicas que han traído consigo la aparición de los instrumentos financieros derivados

Cambio normativo

La normativa contable actualmente vigente que regula la contabilidad de los instrumentos financieros es la NIC 39 (Instrumentos Financieros: Reconocimiento y Medición). No obstante en julio de 2014 finalizó el proyecto de modificación de esta norma con la publicación de la NIIF 9, que será efectiva en la UE para ejercicios iniciados a partir del 1 de enero de 2018 sustituyendo a la anterior. Se aplicará esta NIIF a todos los activos financieros dentro del alcance de la NIC 39. La NIIF 9 completa la principal respuesta a la crisis financiera mundial y reúne todos los aspectos de la contabilización de los instrumentos financieros: clasificación y medición, deterioro y contabilidad de coberturas.

La NIIF 9 completa la principal respuesta a la crisis financiera mundial y reúne todos los aspectos de la contabilización de los instrumentos financieros

A diferencia de la NIC 39,  la futura norma establece criterios basados en principios y no en reglas. Otro de los cambios a destacar en la nueva normativa se refiere a la contabilización de las pérdidas crediticias, estableciendo un modelo de pérdidas esperadas. El nuevo modelo tiene como objetivo abordar la crítica realizada en la reciente crisis financiera de una contabilización del deterioro crediticio “demasiado poco, demasiado tarde”, especialmente planteada en el sector financiero.

Por último, un tercer aspecto revisado es la contabilidad de coberturas, con un modelo reformado que mejora la información al usuario externo sobre la actividad de gestión de riesgos de la entidad.

Si queréis ampliar la información, podéis pinchar aquí.