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Píramo fueron, y Tisbe,
los que en verso hizo culto
el licenciado Nasón,
bien romo o bien narigudo,
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dejar el dulce candor
lastimosamente oscuro
al que túmulo de seda
fue de los dos casquilucios,
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moral que los hospedó
y fue condenado al punto,
si del Tigris no en raíces,
de los amantes en frutos.
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Comentarios:

Aquí termina la introducción de la fábula. Por si a alguien aún le quedaban dudas de que la declaración inicial "voy a dirigirme al vulgo" era sólo el primer chiste del poema, nos encontramos aquí con unos versos llenos de hipérbatos violentos, con una metonimia forzada, y algunas alusiones rebuscadas. (Los hipérbatos son sólo por asustar: en el resto del poema la ordenación es, por regla general, bastante sencilla en comparación con lo que Góngora sabía hacer, y las frases no ocupan más de una o dos cuartetas.) Observemos que cuando en sus poemas serios Góngora hace alusiones a la mitología, o al derecho o a cualquier cosa, siempre es para aportar matices que enriquecen la descripción. Tómese por ejemplo el uso del lenguaje judicial en la versión original de la Soledad Primera, cuando describe el curso del arroyo. Allí este lenguaje sugiere la indisciplina del agua que se sale de su debido cauce (a la vez que aporta un matiz cómico apropiado al describir un plácido y alegre paisaje campestre). En cambio, la alusión a la condena sobre el moral no aporta nada. Es, como en la metonimia de la seda, una parodia del estilo de Góngora, en la que se conserva la forma perdiendo el fondo. También podemos incluir en esta lista las dos disyuntivas irrelevantes: la de si los muros de Babilonia eran de ladrillo o de adobe y la de si Ovidio tenía la nariz grande o pequeña, que parodian las hermosas y oportunas disyuntivas de sus poemas serios.

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