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Decíamos que mentir puede ser juicioso según la fin'amor. Para Peire Vidal existe incluso un mérito añadido si se miente en estos casos. De hecho es lógico que mentir al mayor enemigo de la relación, a aquel que más se teme, sea considerado por los trovadores como un motivo de orgullo suplementario:

Don tem que lauzengier savai,

Qui fan drutz e domnas doler

E joi baissar e descazer,

No mi fosson contrarios.

Mas car sui de celar ginhos,

Degr'esser melhs mos pretz, so•m par.

[Aussi je crains que les médisants mauvais, qui font d'ordinaire de la peine aux amants et aux femmes, par qui la joie s'abaisse et tombe, ne me soient hostiles. Mais comme je suis habile à cacher mes sentiments, mon mérite devrait être plus grand, ce me semble.](14)

Pero ¿y la verdad? ¿No existe? ¿Vale tanto la verdad como la mentira? ¿Qué clase de código ético es éste?

 

La verdad es una y es múltiple, que diría un escolástico. La verdad también varía en función de cuál sea la valía de nuestros móviles. En un mundo de apariencias, en una realidad llena de dobles significados, de ambigüedades, el amante cortés sólo tiene una certeza, que no es pequeña: su amor posee la dignidad suficiente como para otorgarle un valor absoluto, por ejemplo, la preeminencia en caso de duda o la prioridad si intentan atacar la relación.

 

 

El amor lo justifica todo, al parecer. Al menos justifica que por él se mienta a sabiendas y con la conciencia tranquila. Así lo entiende Arnaut Maruelh:

Contra•ls lauzengiers enveyos,

mal parlans, per qui jois delis

volgra que celes e cobris

son cor quascus dels amadors,

que tals es fals, lo segles a tener,

e ges ades non deu hom dire ver,

soven val mais mentirs et escondires.

[Contre les envieux qui disent du mal, et qui font déchoir Joie, je voudrais que chaque amoureux cache et voile son cœur, car le monde où nous vivons est si faux, à bien le regarder, et l'on ne doit pas dire toujours la vérité, il vaut souvent mieux mentir et cacher ses sentiments.](15)

Es evidente, si mentir es juicioso, que lo contrario, exponer la verdad, representa muchas veces una locura en la que ningún amante cortés que se precie debe caer. Oigamos a Gaucelm Faidit:

q'en luoc, per un cen,

val gen mentirs assatz

mais qe folla vertatz.

[Car partout, et cent fois, il vaut mieux mentir carrément que dire une vérité insensée.](16)

Es decir que cuando Tristán e Iseo mienten, cuando niegan la realidad evidente para los felones, para Béroul y para nosotros, no es posible otorgar el mismo valor a la falsedad si nos ponemos en el punto de vista de los denunciantes o en el de los amantes. Cuando Tristan e Iseo mienten, en todo caso, no parecen preocupados lo más mínimo por la etiqueta ética que pongan los delatores, sino por lo que pensarán otros amantes corteses o el público que toma partido por ellos. Ese es el tipo de dignidad que pretenden mantener, la que aprueba el círculo de los amantes fis, como dice Sandra Céron, en este estudio sobre la "desmesura" en la lírica de oc y la de oïl:

"Le mensonge dit en faveur de l'amour est plus appréciable qu'une vérité qui déshonore la dame et qui abaisse l'amour. Dans le monde des valeurs courtoises, les qualités assument un poids différent selon le principe dont elles s'inspirent: ainsi, mentir à la société pour le bien de la fin'amors signifie se montrer sincère et loyal envers la dame, ce qui est l'un des traits distinctifs de l'amant fis."(17)

Pero aún podemos encontrar paralelismos más sorprendentes.

 

 

Tristán e Iseo se ocultan y mienten, pero también, decíamos, parecen encontrar un cierto placer en formular afirmaciones de doble sentido. Es decir que no se limitan a correr el menor riesgo posible, sino que pretenden neutralizar toda sospecha adelantándose con afirmaciones osadas. Distraen así la atención del interlocutor sobre un sólo sentido, mientras ellos entienden otra cosa muy distinta.

 

Nos acordamos de inmediato del juramento que la reina debe pronunciar ante toda la corte. Pero este tipo de falsa verdad, de restricción mental, que permite hacer ver sólo una parte al interlocutor, mientras el público conoce ambas caras de la realidad, se da desde el principio de la obra. Iseo podría callar en la escena del pino (su marido escucha atentamente escondido en el árbol), por eso resulta excitante oírle afirmar que jamás le ha animado hacia Tristán ningún amor deshonesto (v.23-26).

Claro, pensamos nosotros, ella cree que es de lo más honesto. De hecho, dice preferir arder en la pira (v.27-30) antes que  compartir el amor con alguien que no sea su señor (mon seignor). ¿Y quién cree ella que es su verdero señor? Por ahora, Marc está convencido de que se trata de él. Iseo insiste. Se dejaría incluso golpear por la justicia divina si alguien pensara que se ha entregado a otro que el que la tomó virgen:

Li rois pense que par folie,

Sire Tristran, vos aie amé,

Mais Dex plevist ma loiauté

Qui sor mon cors mete flaele,

S'onques fors cil qui m'ot pucele

Out m'amistié encore nul jor! (v.12-17(18)

Y Marc cae en la trampa. Es cierto que aquí se trata del marido, pero por ahora Marc sigue ciegamente las consignas de los felones. Si está encaramado al árbol es porque el enano Froncin, auspiciado por ellos,  ha leído en las estrellas la cita de los amantes.  Marc participa aquí del punto de vista de los felones. Conclusión lógica: Tristán e Iseo no dudan por un momento en utilizar todo tipo de argumentos, falacias, mentiras, dobles verdades y lágrimas de cocodrilo.

 

 

La cuestión es deshacer el juego de los consejeros, que no paran de animar al rey a que se convenza de la verdad. Pero los amantes saben que la verdad de los felones no puede, bajo ningún concepto, ser tomada en cuenta. Es preferible que  sea ocultada en favor de una apariencia de verdad. Aquello que posee verosimilitud, aquello que sin ser cierto tiene visos de realidad, es mucho más apreciable en estos casos.

 

 

La labor de los amantes consiste pues en concebir una estrategia paralela a la de los felones, tendente a oponerles un discurso imaginario: no es verdad todo lo que parece serlo. Se trata de hacerlo verosímil como sea. A veces, como dice Raimon de Miraval, es muy aconsejable intentarlo:

Per qu'eu vuelh plus voluntiers

Dir cortez'ufana

Que vertat vilana.

[Aussi aimé-je mieux dire ce qui est le fait d'un faux semblant mais cependant courtois, de préférence à une vilaine vérité.](19)

En el mismo sentido, Arnaut Maruelh traza una línea de conducta a seguir en caso de necesitar ocultar la verdad, aunque sea muy evidente. Una conducta idéntica a la de los amantes de Cornualles. No se puede negar tampoco que Arnaut experimente un cierto placer en deshacer las expectativas de los lauzengiers mediante verdades ambiguas. Precisamente del mismo estilo de las que ha proferido la reina y que proferirá en su juramento público:

Aitan si pert qui•m cuja plazer dire

ni lauzengas per mon cor devinar;

c'atressi ben o mieills m'en sai defendre,

qu'ieu sai mentir e remaing vertadiers;

tal ver hi a qu'es fals e messongiers,

e qui ditz so per c'Amors avilis,

vas sidonz ment e si mezeis trahis.

[Celui-là perd son temps qui croit me dire des choses agréables et flatteuses pour découvrir mes pensées, car je sais m'en défendre avec autant d'habileté que lui, ou même encore mieux, car je sais mentir tout en restant véridique; il est telle vérité qui est fausse et menteuse; et celui qui dit chose par laquelle Amour est avili, celui-là est menteur envers sa Dame et se trahit soi-même.](20)

 

 

 

Mentir y no obstante seguir siendo verídico. Es lo que hace Iseo, mentirá hasta el final, eso sí, intentando astutamente guardar las apariencias. En la escena del juicio además, se consigue una victoria aplastante, casi definitiva, sobre los felones.

Tristán, disfrazado de leproso para la ocasión, satisface indudablemente su deseo de escarnecer a los felones. Sentado en un montículo, ve venir a los delatores en medio de un auténtico barrizal.

 

Cuando el falso leproso los dirija justo donde el lodo es más profundo, fingiendo no saber que el terreno estaba en tan malas condiciones, Tristán y sus cómplices experimentarán el dulce sabor de la venganza. Venganza también de la reina, que podrá jurar (v.4166-4184) sobre todas las reliquias imaginables, que jamás, ningún hombre entró entre sus muslos, salvo ese pobre leproso que todo el mundo acaba de ver transportándola sobre el barrizal, y claro está, su esposo, el rey Marc. Mentir y no obstante seguir siendo verídico.

Se trata de un recurso basado en una formula de distracción, casi de prestidigitación: el oficiante llama la atención con palabras de fuerte contenido sexual. Acto seguido, el truco, pero todos están tan absortos ante el prosaico juramento que nadie se da cuenta. Como el público que asiste a la Blanca Landa y comenta el juramento de Iseo. Todos están asombrados de la firmeza de sus palabras. Ha dicho incluso más de lo que se esperaba de ella. La reina y el falso leproso bien lo saben:

Tuit cil qui l'ont oï jurer

Ne püent pas plus endurer:

«Dex! fait chascuns, si fiere en jure!

Tant en a fait après droiture!

Plus i a mis que ne disoient

Ne que li fel ne requeroient». (v.4185-4190)

Es seguro que la invención no se debe a Béroul ya que se pueden rastrear afirmaciones de este tipo en civilizaciones muy dispares en el tiempo y el espacio(21). Lo que nos llama la atención es precisamente que los amantes mienten con la conciencia limpia, sin sombra de duda. No podemos dejar de adivinar una fina ironía por parte de Béroul, pero el resultado responde a un planteamiento acorde con lo que hemos visto sobre la fin'amor y los obstáculos que hay que franquear, dicen los occitanos, con todo derecho.

 

 

Tristán e Iseo tienen razones poderosas para no sentirse culpables, una razón y una verdad que ellos consideran superior a la de los lauzengiers, como los trovadores. Y sin embargo tampoco tenemos suerte con Béroul. La crítica no suele ver en este tipo de escenas ningún rasgo cortés, al contrario:

 

 

 

"La escena del juicio en Béroul, excepto para aplicarle erróneamente el título de service d'amour, ha sido muy poco comentada. (...); es en ella donde encontramos el aspecto más fundamental del ethos de la version commune: un ethos muy material, nada idealista ni cortesano (...) La astucia de los amantes es el meollo del episodio. Son arteros y saben exactamente lo que tienen que hacer en cada circunstancia, y cómo convertir una desgracia propia en burla y venganza contra sus enemigos."(22)

La crudeza de las palabras, la astucia y el deseo de venganza conforman un ethos muy material, nada idealista ni cortesano. Nos parece que se confunden dos ideas aquí: que Tristán e Iseo deseen vengarse de sus enemigos, que lo consigan y, como en Thomas, que la justicia poética se confirme con la muerte de los delatores, es un hecho(23).

Que esto no sea en absoluto cortés ya es más matizable. No entendemos por qué se considera siempre que la lírica cortesana presenta un estereotipo invariable del que se debe excluir, como en este caso, cualquier posibilidad de que se manifieste la astucia, los aspectos materiales o conductas nada idealistas, sobre todo por lo que respecta a aquellos que atentan contra la seguridad de los amantes corteses.

En este episodio en particular se exponen unas conductas que coinciden exactamente con la opinión, la ética y la conducta de los trovadores. Ya hemos hablado de las mentiras y de la astucia. Volvamos a la venganza. Tristán e Iseo se vengan de los felones. Les engañan, escarnian y eliminan fríamente, es un hecho. El trovador Peire Vidal no reserva otro futuro a los lauzengiers que se interponen entre él y su amada:

E s'ieu cossec gilos ni lauzengier

qu'ap fals cosselh gastan l'autrui sabrier

e baisson joi a presen et a frau,

per ver sabra qual son li colp qu'ieu fier:

que s'avia cors de fer o d'acier

no lur valra una pluma de pau.

[Y si yo alcanzo a un celoso o maldiciente, de los que con falsos consejos destruyen el placer ajeno y humillan la alegría abiertamente y de escondidas, en verdad sabrá cómo son los golpes que yo asesto; pues aunque tuvieran cuerpo de hierro o de acero no les valdría lo que la pluma de un pavo.](24)

 

 

 

Quizá sólo es una fanfarronada, pero oigamos a Cercamon.

No se muestra más delicado, aunque concreta un poco más su inmenso desprecio hacia los que destruyen el placer ajeno, como decía Peire Vidal. Su deseo de venganza adquiere proporciones de castigo divino:

 

 

Ves manhtas partz vei lo segle faillir,

per qu'ieu n'estauc marritz e cossiros

que soudadiers non truep ab cui s'apays,

per lauzengiers qu'an bec malahuros,

qui son pejor que Judas, qui Dieu trays;

ardre•ls degr'om o totz vius sebellir.

[Por doquier veo que el mundo decae; y estoy triste y preocupado porque el soldadero no encuentra quien lo alimente, por culpa de los maldicientes de pico malhadado, que son peores que Judas, que traicionó a Dios. Se los debería quemar o enterrarlos vivos.](25)

Lancan lo douz temps s'esclaire es una interesante composición de Bernart Marti dedicada por entero a los maldicientes. Interesante además por dos aspectos que nos incumben. Como Tristán e Iseo, el trovador y su dama están dispuestos a soportar las más duras pruebas que vengan de los que traicionan el secreto de los enamorados. Nada les detendrá. Bernart les amenaza incluso con el nombre de Marcabrú.

La fin'amors no parece suponer siempre un estado idílico para los enamorados. Las trampas de los envidiosos acechan por doquier, pero no por eso los amantes se amilanan. El trovador no puede evitar, no obstante, soñar un momento con la situación idílica, al menos en apariencia. Bernart piensa en huir a un bosque, como Tristán e Iseo en el Morrois, y escapar así al enjambre de envidiosos que sólo buscan el perjuicio de la cortesía:

Aqist d'aver amassaire,

mal parlier, lenga trenchan,

qi•m cujavon d'amor traire!

Mas si Dieus vol far mon coman,

ja us non er al Lavador,

cels c'auzis a Marcabru dir

q'en enfer sufriran gran fais.

Q'eu fora be fis amaire,

si no fosso janglos truan.

Mas ma domna non sap gaire

de cambiar per nul aman

e vol mi fort donar s'amor

e dels mals enveios sufrir

la guerra q'il n'a e•l pantais.(...)

Em bosc ermita•m vol faire,

per zo qe ma domn'ab me•s n'an.

Lai de fueill'aurem cobertor.

Aqi vol viure e murir:

tot autre afar gerpis e lais.

[¡Estos acaparadores de dinero, maldicientes, lenguas cortantes, que se creían apartarme del amor! Pero si Dios quiere cumplir mi petición, ni uno de ellos irá al baño, pues ya oísteis decir a Marcabrú que sufrirán gran pena en el infierno. Yo sería leal amador si no fuera por los truhanes charlatanes. Pero mi señora no sabe cambiar de enamorado; está fuertemente decidida a darme su amor y a soportar la guerra y las inquietudes de los perversos envidiosos (...) Me quiero hacer ermitaño en un bosque, y que mi dama se venga conmigo. Allí tendremos colchas de follaje. Aquí quiero vivir y morir; abandono y dejo toda otra empresa.](26)

 

 

Bernart de Ventadorn se regocija pensando en el estupor de los lauzengiers cuando descubran que su dama le ama. Queda claro que el trovador se siente con perfecto derecho a planear y llevar a cabo su venganza hacia los que se dejan llevar por la envidia contemplando la alegría de los amantes:

 

 

 

D'aquestz mi rancur e•m corelh

qu'ira me fan, dol et esglai

e pesa lor del joi qu'eu ai.

E pois chascus s'en corelha

de l'autrui joi ni s'esglaya,

ja eu melhor dreilh no•n aya,

c'ab sol deport venz'e guerrei

cel qui plus fort me guerreya.

[De éstos me quejo y me lamento, pues me causan indignación, dolor y sobresalto y les duele la alegría que yo siento. Y pues ellos se quejan y se sobresaltan por la alegría ajena, me conformo con no tener mejor derecho que el de vencer y guerrear, sólo con mi felicidad, a aquel que más fuertemente me combate.](27)

Es cierto que la actitud de los felones en el Tristan  de Béroul no ha dejado de suscitar cierto paralelismo con los lauzengiers de los trovadores. Y sin embargo, ni siquiera este aspecto parece convencer a la crítica, que suele buscar diferencias donde nosotros no acabamos de verlas:

"C'est de part et d'autre le même climat d'intrigues et de querelles crée par l'envie ou la haine autour des amants courtois. Pourtant, il convient pour être juste d'ajouter que les losengiers de Béroul ont une personnalité plus consistante, une action plus dangereuse et plus efficace que les personnages assez conventionnels des troubadours. Il reste malgré tout que les uns comme les autres entretiennent une atmosphère de suspicion et d'inquiétude toujours renaissante."(28)

"Quant à losengiers on ne peut douter que les trois barons et Froncin répondent à la description mais, comme Jonin l'admet lui-même, avec plus d'énergie, de persistance et d'efficacité que les losengiers des troubadours le semblaient faire."(29)

Cabe anotar que estamos comparando obras pertenecientes a géneros distintos. Es evidente que en las composiciones líricas la cantidad de información que el trovador transmite a su público está condicionada por la brevedad de las composiciones. En la novela, el narrador puede explayarse con mayor facilidad en multitud de detalles y en el seguimiento de los personajes. Pero lo que se dice consistencia, los felones no parecen tener más que sus correspondientes occitanos. Son felones y punto.

 

 

 

A lo único que asistimos es a la repetición de la misma acción: hacer público el secreto de los amantes ¿Pero, qué esperábamos de los trovadores? Nos parece que no podemos pretender que nos ofrezcan los nombres de los delatores como hace Béroul, o que nos transmitan varias canciones con la evolución de sus maniobras con los mismos lauzengiers.

 

Por lo demás no acabamos de ver claras las diferencias: los trovadores, como Tristán e Iseo, tienen una visión bastante clara de lo que deben esperar de ellos los lauzengiers. Primero la legítima defensa, es decir, ocultar la relación. Si la táctica se revela inoperante,  es preciso contraatacar con todas las armas disponibles, del disfraz, al disimulo y a la simulación. Suprimir al enemigo no está ni mucho menos descartado porque, como dice Bernart de Ventadorn, guerrear y vencer por la propia felicidad es la prioridad de todo amante cortés. No parece que en el deseo de venganza los trovadores vayan a la zaga de los amantes de Cornualles.

La importancia del celar, como vemos, es primordial dentro de la escala de valores de la fin'amors. El mismo Bernart de Ventadorn nos ofrece una vehemente prueba de hasta qué punto esta estricta norma compromete al amante cortés. No parece haber nada tan sagrado, ni amigos, ni familia:

El mon tan bon amic non ai,

fraire ni cozi ni paren,

que, si•m vai mo joi enqueren,

qu'ins e mo cor no•l volh escondire

no s'en tenha per trait.

No volh lauzengers me tolha

s'amor ni•m leve tal crit

per qu'eu me lais morir de dol.

[No tengo en el mundo tan buen amigo, hermano, primo ni pariente a quien no odie dentro de mi corazón si va inquiriendo de qué procede mi gozo, y que, si quiero dismulárselo, no se considere traicionado. No quiero que un adulador me hurte el amor de ella ni que me dé gritos porque me dejo morir de dolor.](30)

Parece claro que si existiera de verdad una escala definitoria de la fin'amor, la del celar sería una de las reglas más intransigentes del código, aunque sólo fuera por sus más que inquietantes consecuencias. Bernart rechaza categóricamente a cualquiera que pretenda descubrir en público su secreto, incluso si es un pariente cercano. Con mayor motivo si se trata del marido de la amada. A nadie se le ocurriría, aunque lo respetara tanto como Tristán parece respetar a su tío.

 

 

Porque incluso cuando el rey les sorprende en el episodio de la harina, de Tristán e Iseo no sale ni una queja contra el marido, ni una maldición siquiera (v.761-772). A pesar de los indicios del crimen (la sangre en las sábanas de Iseo, la sangre en su pierna) Tristán se ensaña contra los felones, los lausengiers que van difundiendo mentiras y han hecho creer falsedades al rey (!).

 

 

A pesar de lo que pueda parecer, el dramatismo de la escena no permite apreciar rasgos irónicos por parte del narrador.

De hecho es uno de los elementos del texto de Béroul que más nos despistan y fascinan a la vez. El narrador consigue crear un personaje de marido engañado simpático para el público. Hasta el episodio del Morrois, cuando Marc se muestra más crédulo y vengativo con los amantes (aún está bajo el influjo de los felones), el rey provoca incluso más pena y miedo que risa. Pero lo más difícil para el narrador será hacer creíble la evolución del personaje, que se acercará al punto de vista de los amantes, sin caer nunca claramente en el ridículo. Como recuerda Philippe Ménard(31), a pesar de que podamos disfrutar con los manejos de los amantes, a pesar de la habilidad de sus mentiras, el rey Marc no encarna la figura del marido confiado, crédulo y contento del fabliau.

No se puede decir que la figura del marido reciba un trato de primer orden en la lírica occitana. De hecho, se teme mucho más a menudo a los delatores del adulterio que al marido legal de la dama, aquel que de verdad tiene poder sobre ella. Éste suele aparecer más bien como una sombra indefinida, entre bambalinas: todos saben que existe, pero se intenta no involucrarlo demasiado en la relación amorosa. Las breves anotaciones que de estos personajes tenemos, suelen ser negativas, aunque ya veremos que a veces se intentan tímidas defensas que dignifican de alguna manera su papel en la fin'amors. Veamos primero algunos casos en los que el marido no sale precisamente bien parado.

El marido es una amenaza, no hay duda. Sobre todo para la mujer, que debe soportar su autoridad cuando todos se han ido, y se queda en casa con él. El amante suele quejarse de la excesiva dureza con la que trata el marido a la dama. Es lógico que se rebele contra una conducta violenta que atenta contra la integridad de su amor: de paso se contraponen dos actitudes, una cortés y otra descortés, que no puede sino favorecer la figura del enamorado. Pero no hay ataques directos, no se expresa nunca el deseo de suprimir al celoso, como ocurría con los felones. Simplemente se acepta con resignación que exista y se sortea su presencia. En una conocida canción, Bernart de Ventadorn acusa las excesivas suspicacias del marido de su dama:

Domna, si no•us vezon mei olh,

be sapchatz que mos cor vos ve;

e no•us dolhatz plus qu'eu me dolh,

qu'eu sai c'om vos destrenh per me.

Mas, si•l gelos vos bat de for,

gardatz qu'el no vos bat'al cor.

Si•us fai enoi, e vos lui atretal,

e ja ab vos no gazanh be per mal!

[Señora, si no os ven mis ojos, sabed bien que os ve mi corazón; y no os dolgáis más de lo que yo me duelo, porque yo sé que se os fuerza por mí. Pero si el celoso os sacude por fuera, guardaos de que no os sacuda el corazón. Si os causa enojo, hacedle vos a él otro tanto, pero que nunca con vos gane bien por mal.](32)

 

 

 

Gausbert de Poicibot va en la misma linea que Bernart, aunque en él se hace más evidente que la mención al marido violento conlleva indudablemente una revalorización del amante: se trata de convencer a la dama de que le entregue su amor, ya que es una injusticia padecer malos tratos del marido y no aprovecharse de la juventud y de la belleza con un buen amante, por ejemplo, como él mismo:

 

 

De gaug camgera•l marit brau

per un avinen, franc e bo,

que la bat quan ieu venc ni vau

ni sap mon cor en sa maiso. (...)

Bona dompna, vostre dan mau

planc mais que mi e•l mal resso

qu'anc non aguetz pretz naturau;

si perdetz lo segl'en perdo.

Que la gens ditz qu'anc mala fo

cors belhs ni ab gaya faisso

qu'aissi ses joy d'amor s'en an:

vos faitz tort mas ieu prenc lo dan.

[Ella cambiaría gustosamente el marido bravo por otro amable, franco y bueno, porque la apalea cuando yo voy y vengo y sabe que mi corazón está en su casa (...) Excelente señora, lamento más vuestro mal daño que a mí mismo y la mala fama de que nunca tuvisteis natural mérito, por lo que en balde perdéis el mundo. Porque la gente dice que en mala hora se vaya sin gozo de amor un cuerpo hermoso y con alegres facciones: vos cometéis el delito y yo recibo el daño.](33)

 

 

   

 

 

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NOTAS

 

(14) Citado por Sandra Ceron, Mesure et Démesure..., p.129. Traducción del editor Joseph Anglade, Les poésies de Peire Vidal, 2e éd. revue, Paris, 1923

(15) Citado por Sandra Ceron, Mesure et Démesure..., p.128. Traducción del editor R.C. Johnston, Les poésies lyriques du troubadour Arnaut de Mareuil, Paris, 1935

(16) Citado por Sandra Ceron, Mesure et Démesure..., p.151. Traducción del editor Jean Mouzat, Les poèmes de Gaucelm Faidit, Paris, 1965

(17) Ceron, Sandra, op.cit. p. 129

(18) Cabe señalar que se trata de un recurso utilizado en las comedias elegíacas latinas del siglo XII. Ver La "Comédie" latine en France au XIIe siècle, Textes publiés sous la direction de Gustave Cohen, Paris, 1931. De hecho el texto de Béroul presenta a veces paralelismos interesantes con algunos episodios de estas obras. En Lidia, por ejemplo, tenemos una escena, un poco más subida de tono que la del pino de Béroul, en la que se da el mismo tipo de artimaña pero invertido. Aquí los amantes también engañan al marido, que está encaramado en un peral (el tipo de árbol es importante). Le convencen de que posee propiedades mágicas: hace ver al que está arriba comportamientos indignos de los que están abajo. Estupenda ocasión para que el marido asista realmente desde arriba a la fogosidad de su mujer y de su amante, que casualmente se llama Poirier. En Béroul se le intenta convencer de que el comportamiento casto que se finge abajo es real. Incluso el juego de palabras  de Lidia se asemeja: intenta tranquilizar la zozobra del marido por lo que está viendo: "Ce n'est pas Poirier, lui crie-t-elle, mais le poirier qui me met à mal". En ambos casos las restricciones mentales y los recursos de la retórica son utilísimos.

(19) Citado por Sandra Ceron, Mesure et Démesure..., p.154. Traducción del editor Leslie T. Topsfield Les poésies du troubadour Raimon de Miraval, Paris, 1971

(20) Citado por Sandra Ceron, Mesure et Démesure..., p.129. Traducción del editor R.C. Johnston, Les poésies lyriques du troubadour Arnaut de Mareuil, Paris, 1935

(21) Jonin, Pierre: "Un phénomène de concordance: un passage du Tristan de Béroul et un conte yoruba", en Romania 98, 1973, p.196-210.

También se trata de un recurso muy utilizado en las comedias elegíacas latinas del siglo XII. Ver La "Comédie" latine en France au XIIe siècle, Textes publiés sous la direction de Gustave Cohen, Paris, 1931. En Babio (p.43-44) y en Alda, de Guillaume de Blois tenemos dos ejemplos de juramentos ambiguos muy parecidos al de Béroul, restricciones mentales, disfraz y juegos de palabras incluidos. En esta última, el engañado es el padre. El amante se hace pasar por una mujer para acceder a la doncella, que pronto descubrirá la virilidad de su "amiga" (el disfraz será también capital). Ante el incuestionable embarazo, ella le jura a su padre que nunca ha tenido contacto con hombre alguno. Las anotaciones de Guillaume de Blois dan una muestra de la predilección de nuestros autores por el tema de la verdad, las falsas apariencias y el problema del lenguaje: "... quand son père prétend qu'un homme l'a vue, l'a touchée. Elle l'assure n'avoir jamais connu d'homme, pas même de nom; et si elle le trompe c'est bien sans malice: en falsifiant la vérité, elle croit vraiment dire la vérité, et sa simplicité la préserve de toute malice. Ainsi, aucun des deux ne ment, dans sa simplicité, bien qu'il affirme ce qu'elle nie." (p.132)

(22) Stone, Donald, Jr., "El realismo y el Béroul real", en Anuario de estudios medievales, 3, Barcelona, 1966, p.460-461

No hay que olvidar que los últimos versos conservados de Béroul se refieren precisamente a la muerte del último de los felones. Ésta le sobreviene por donde más pecaba el delator: estaba espiando por una ventana la cita de los amantes en la habitación de la reina. Ella ve la sombra, Tristán tensa el arco y la flecha le atraviesa el cerebro justo por el ojo, sin tiempo, dice Béroul, ni de decir «Blessiez sui! Dex! confession...». Es la última palabra del mss. 2171.

(23) Riquer, op.cit., p.877, VII

(24) Riquer, op.cit., p.230-231, VI

(25) Riquer, op.cit., p. 401, IV
(26)Riquer, op.cit., p.252-253, v.22-35, 38-42
(27)Riquer, op.cit., p. 401, IV
(28)Jonin, Pierre, "Les personnages féminins..." p.243-244
(29)Noble, Peter, op.cit., p.475

(30) Riquer, op.cit., p.380, III. Lo que formulado así, se asemeja bastante a los consejos que a este respecto ofrece Ovidio en su Arte de Amar, I, v.750-754. Está hablando de ocultarle a todo el mundo su amor. Previene al amante sobre el peligro que correría: "Cada uno se preocupa de su placer, y el deleite que nos causa procede incluso del dolor del otro. ¡Oh, crimen!, el que ama no debe tener miedo del enemigo; huye de aquellos que crees leales: así estarás seguro. Ten cuidado con tu pariente, con tu hermano y con tu amigo: todo ese grupo te dará serios motivos para temer."

(31)Le rire et le sourire dans le roman courtois en France, au moyen âge, Genève, 1960, p.363-364

(32) Riquer, op.cit., p. 417, VI

(33) Riquer, op.cit., p.1210-1211, v.9-12, 33-40

 

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