EL TRISTAN DE THOMAS

Los efectos de la insatisfacción y las falsas apariencias:

"Encuntre tuiz engins d'amur"

 

 

 

Uno de los aspectos que más ha llamado la atención de la crítica a la hora de analizar la cortesía en el texto de Thomas, es el gran interés del narrador anglo-normando por mostrarnos las graves consecuencias que acarrea en Tristán la insatisfacción amorosa.

 

 

 

 

La crítica se ha centrado pues en los efectos perniciosos que la pasión amorosa provoca en los amantes: un buen número de rasgos, nos dicen, nos apartan de nuevo de la órbita cortés. Quisiéramos analizarlos con detenimiento porque muchos juicios emitidos también podrían ser matizados. Sin duda el manuscrito Sneyd, el que nos ha conservado el episodio de la boda de Tristán con Iseo de las Blancas Manos, ha sido el fragmento más analizado y desmenuzado por los detractores y defensores de la cortesía del relato de Thomas.

Recordemos que se trata de una situación crítica en la que Tristán, alejado de Iseo, sufre una profunda insatisfacción amorosa: incapaz de gozar con la reina, considera por un momento que Iseo disfruta con Marc y desespera porque cree que no va a poder alcanzar de nuevo la plenitud de momentos pasados. Un nuevo elemento viene a complicar sus elucubraciones: otra Iseo, la de las Blancas Manos, se le ofrece justo cuando su fidelidad parece flaquear y la castidad parece difícil de sobrellevar. Lo inevitable se produce y Tristán decide casarse, eso cree, para liberarse de un amor imposible.

Estamos ante un problema de insatisfacción amorosa que contradice, al parecer, algunos postulados de los trovadores. En principio, Tristán sufre por desear a la reina en vano. Pero, el deseo insatisfecho, en sí mismo, no es un valor negativo en la lírica occitana: en su camino iniciático, el amante considera que la sumisión, las duras pruebas y la larga espera confieren a la fin'amor una de sus más importantes características.

 

 

 

Y no son raros los ataques a la pasión rápidamente consumada que se asemeja a la de los vilains, aquella en la que sólo se busca una satisfacción de los sentidos. La conclusión parece imponerse: Tristán no se comporta como debería hacerlo un amante cortés:

"Or, à l'encontre des amants courtois qui exaltent les bienfaits du désir inassouvi, qui le considèrent comme la condition de la noblesse, de la joie, Tristan, lui, est incapable de transformer sa frustration en une source de vertu"(1).

 

 

Pero obtendríamos una lectura parcial si consideráramos que todos los trovadores siguen el tópico al pie de la letra. Es más, la lírica cortesana, llena de contradicciones, divergencias y matices sobre temas tan importantes como éste, presenta con frecuencia algo más que excepciones a la regla. De hecho habría que decir que son más abundantes las excepciones que la regla en sí, si es que realmente existe una regla a este respecto.

Es cierto que el ideal amoroso sería cortejar a la misma dama toda una vida, es cierto que los trovadores no se cansan de repetir que el deseo por la amada se mantendrá inalterable pase lo que pase; pero no es menos cierto que a menudo, los mismos trovadores que defendían el deseo insatisfecho sin cuestionar sus implicaciones, denuncian la irracionalidad de algunas reglas corteses y llegan a rebelarse contra unas exigencias de las que ya ninguna recompensa puede esperarse.

A mediados del siglo XII, el trovador Arnaut de Tintinhac advierte que el enamorado, por increíble que parezca, no es de piedra y tiene sus límites. La dama debe calibrar bien la resistencia de su amante y no presionarlo demasiado porque éste puede llegar a cometer locuras:

 

Non dic mal d'amor certana,

mas membrar vuelh las amairitz

que•l cortes no si'escarnitz,

ni l'amors no•s torn en biais;

que, pos l'uns l'autre guerreja,

tot lo plus savis foleja,

pos l'amors no vai de razo".

[No digo mal de un amor sincero, pero quiero recordar a las enamoradas que el (enamorado) cortés no debe ser escarnecido y que el amor no tome mal sesgo; pues si el uno guerrea al otro, hasta el más sabio comete locuras, ya que el amor no va con la razón.](2)

 

 

En ese caso, lo razonable (razo) para el amante sería incumplir su servicio amoroso, ya que éste debe ser aceptado por ambas partes y no ser impuesto unilateralmente por la dama: si el amante lo considera injusto, se puede juzgar con derecho a abandonar.

Los trovadores no dejan de insistir en que la paciencia es una cualidad que ellos evidentemente poseen, pero que no debe ser considerada como eterna.

 

 

 

Existe un límite que no debería ser traspasado si se desea conservar al enamorado. Nosotros no deberíamos pasar por alto las advertencias, educadas y sutiles, es cierto, con las que los trovadores se dirigen a sus damas. A veces el diálogo se entabla alegóricamente: Peirol se imagina un debate con Amor. Éste le reprocha que se esté apartando del juego amoroso y el trovador no encuentra mejor excusa que las pocas ventajas que le procura el ejercicio de enamorado:

 

«Amors, tan vos ai servit,

e nulhs pechatz no•us en pren,

e vos sabetz quan petit

n'ai avut de jauzimen.

No•us ochaizo de nien

sol que•m fassatz derenan

bona patz, qu'als no•us deman;

que nulhs autres guazardos

no m'en pot esser tan bos.»

[«Amor, os he servido mucho y no me tenéis ninguna lástima, y vos sabéis qué poco es el gozo que he tenido. De nada os acuso, a cambio de que de ahora en adelante me concedáis buena paz, que no os pido otra cosa; pues ningún otro galardón me puede ser tan bueno».](3)

Guilhem de Montanhagol moraliza, dictamina y expone cuál es el mejor comportamiento que puede seguir la dama. Es más, el de todas las damas, pues a todas hace extensiva su crítica sobre la "mala costumbre", que tienen de retardar demasiado lo prometido:

 

D'una re fan donas trop gran follor

quar lor amor

menan ab tan loncx plays,

que quascuna, pus ve son amador,

fi ses error,

falh si l'alonga mais;

quar hom no viu tan quan faire solia,

doncx convengra que•l mals costums n'issis

del trop tarzan, qu'ieu no cre qu'om moris

tan leu com fai, si d'amor si jauzia.

[Las damas cometen gran locura en una cosa: cuando conducen su amor con tan largas discusiones, que todas ellas, cuando ven a su enamorado fiel sin reproche, yerran al darle largas. Y como no se vive tanto como antes ocurría, convendría que desapareciera la mala costumbre de dilatar demasiado, pues yo no creo que quien gozara de amor muriera tan pronto como ahora se muere.](4)

 

 

 

El trovador Albertet, caso típico de juglar que asciende a la categoría de trovador gracias a su ingenio, compara irónicamente su situación a la de un pobre escudero cuya ilusión de ser armado caballero se pospone indefinidamente. Pero alerta Albertet a su dama sobre la inconveniencia de equiparar ambas conductas. Por mucho que se haya dicho, el trovador no considera que su amor decreciera si se le concediera todo el placer que pide:

 

 

 

Atrestal vol faire de mi m'amia

cum lo rics hom fai del bon escudier,

que, per aisso qu'el lo serv voluntier,

li aloigna mais sa cavallaria;

mais a lieis non calria

d'aisso gaire temer,

que, on mais mi faria

d'amor ni de plazer,

e plus fizel m'auria.

[Mi amiga quiere hacer conmigo lo mismo que hace el ricohombre con el buen escudero, que para que lo sirva gustosamente, le aleja el momento de armarlo caballero; pero ella no debería tener mucho miedo de esto, pues cuánto más amor y placer me diera, más fiel me tendría.](5)

Bernart de Ventadorn pone en evidencia la contradicción que supone por un lado, esperar con infinita paciencia y absoluta sumisión una recompensa que no acaba de llegar y, por otro lado, mantener una mínima dignidad ante las personas sobre las que se tiene autoridad:

 

Las! e viure que•m val,

s'eu no vei a jornal

mo fi joi natural

en leih, sotz fenestral,

cors blanc tot atretal

com la neus a Nadal,

si c'amdui cominal

mezurem s'em egal? (...)

Can vei vostras faissos

e•ls bels olhs amoros,

be•m meravilh de vos

com etz de mal respos.

E sembla•m trassios,

can om par francs e bos

e pois es orgolhos

lai on es poderos.

[¡Ay de mí! ¿Para qué me sirve vivir si no puedo ver diariamente a mi leal alegría verdadera, en el lecho, bajo el ventanal, y su cuerpo tan blanco como la nieve en Navidad, para que ambos, juntamente, midamos si somos iguales? (...) Cuando veo vuestro rostro y los hermosos ojos amorosos, me admira que séais tan destemplada. Y me parece traición aparentar ser generoso y bueno, y luego ser altanero con quien se tiene dominio.](6)

 

 

Añade Bernart, que así como se producen censuras severísimas que castigan al amante que flaquea, debería existir una sanción contra aquellas damas que incumplen lo acordado, en especial, cuando crean en el amante la esperanza de ser recompensado y lo prometido se pospone sine die:

Be deuri'om domna blasmar,

can tro vai son amic tarzan,

que lonja paraula d'amar

es gran enois e par d'enjan.

[Razón habría para vituperar a la dama que hace esperar demasiado a su amigo, porque larga palabra de amor es gran enojo y parece engaño.](7)

 

 

 

Al parecer, no sólo de palabras (paraula d'amar) vive el trovador, no sólo de deseo insatisfecho se siente pleno el amante. El propio Bernart es un firme defensor de la constancia y de la fidelidad en el amor, aunque se permita, en una misma canso, justificar el duro tratamiento al que se ve sometido y señalar también los estrechos límites de la convención cortés: si el amor no puede ser correspondido, si todo el dolor y el sufrimiento lo padece sólo una parte, habrá que ir pensando en abandonar:

 

Pois ela no•n pert lo rire,

a me•m ven dols e dans,

c'a tal joc m'a failh assire

don ai lo peyor dos tans

c'aitals amors es perduda

qu'es d'una part mantenguda. (...)

Qui vid anc mais penedensa

faire denan lo pechat?

On plus la prec, plus m'es dura;

mas si'n breu tems no•s melhura,

vengut er al partimen.

[Mientras ella no pierde la sonrisa, a mi me vienen pena y daños; pues me ha hecho sentar a tal juego en el que tengo por dos veces lo peor, ya que es amor perdido aquel que sólo es mantenido por una parte (...) ¿Quién vio alguna vez hacer penitencia antes que cometer el pecado? Cuanto más le ruego más dura me es; pero si en breve tiempo no mejora, llegaré a la separación.](8)

Con una fina ironía, Bernart plantea una situación muy parecida a la de Tristan. No es que Iseo se muestre altiva con él, pero en su estado de confusión, piensa que la reina le ha olvidado, que el compromiso de fidelidad ha sido roto unilateralmente: ¿de qué me sirve mantener un amor del que ya nada se puede esperar? Mientras yo sufro en soledad, ella obtiene todo su placer con Marc. Mantener la palabra no me sirve de nada, luego.... tengo derecho a abandonar. De lo más lógico. El amante se tortura en el análisis de su insatisfacción mediante razonamientos escolásticos:

 

Que valt l'amur a mantenir

Dunt nul bien put avenir

Tantes paines, tantes dolurs

Ai jo sufert pur ses amurs

Que retraire m'en puis jo bien

Maintenir la ne me valt de rien

De lui sui del tuit obl|iez

Car sis corages est changez. (Sneyd, v.93-100)

 

 

 

En el fondo, esta rebelión, como en los trovadores, desvela el amor propio del amante cortés, que es en sí mismo una desmesura, pues permite tomar distancias y enjuiciar el estado de la relación.

Aquí subyace la idea de la injusticia, del trato desigual en amor: bien sea por una promesa incumplida, bien sea por una supuesta traición de la dama, el trovador recupera la capacidad de juzgar aquellos aspectos del código cortés que lesionan sus derechos de perfecto amante.

 

Cabe señalar que el tema de la "injusticia" que en la lírica de oc da pie a sutiles variaciones y matizaciones de la convención cortés, no aparece en la lírica de oïl, donde cualquier juicio negativo hacia la relación o hacia la dama, independientemente de los motivos que lo causen, representa un atentado a la cortesía y la exclusión del círculo cortés.

Y sin embargo, tal actitud no parece tener consecuencias importantes para los trouvères: la consideran siempre desde un punto de vista hipotético y nunca aluden a sus efectos ni debaten sobre diversas experiencias. Es decir, que la norma flexible se transforma en tópico (9).

Por contra, los trovadores parecen apreciar las "críticas constructivas" como un modo de permanecer en el círculo de los elegidos y mejorar su calidad de perfectos amantes. Comentando este tipo de "deserción" del servicio amoroso, vivido por el trovador como una injusta insatisfacción, Sandra Céron concluye:

"Et cependant, l'éloignement de ce service ne signifie pas toujours pour l'amant l'abandon définitif de la fin'amors, il constitue plutôt, souvent, le prélude à la recherche d'un rapport moins "injuste" auprès d'une autre dame".(10)

Y desde el círculo cortés, por un deseo de justicia, defraudado por un incumplimiento, el amante no sólo acusa a su dama sino a las convenciones que antes abrazaba sin pestañear y que ahora se revelan arbitrarias.

 

 

Con frecuencia los trovadores no adjudican un valor absoluto a las "reglas" corteses, que habría que calificar mejor de "convenciones"; su adhesión a tal o cual norma se verá relativizada en función de la nobleza de la dama o de las circunstancias que hayan podido modificar el pacto entre ellos. En este último caso, el amante suele reservarse el derecho a cambiar el juicio sobre el objeto del deseo y sobre la norma.

 

 

El servicio amoroso dunt nul bien ne put avenir, como decía Tristán, se transforma en locura y humillación innecesaria para Bernart de Ventadorn, quien lo compara irónicamente a la legendaria espera de los bretones, para los cuales el rey Arturo, aún vivo en la isla de Avalón, volvería a reinar sobre ellos:

 

Una faussa deschauzida

trairitz de mal linhatge

m'a trait (...)

Mout l'avia gen servida

tro ac vas mi cor volatge;

 e pus ilh no m'es cobida,

mout sui fols, si mais la ser.

 Servirs c'om no gazardona

et esperansa bretona

fai de senhor escuder

per costum e per uzatge.

[Una falsa ingrata, traidora de mal linaje, me ha traicionado (...) Mucho la había servido gentimente hasta que tuvo conmigo corazón mudable; y puesto que no me ha sido destinada, muy loco soy si la sirvo más. Servicio que no se galardona y esperanza bretona hacen de señor escudero, por costumbre y por uso.](11)

En definitiva, la paciencia inquebrantable es una de las convenciones más exigidas y apreciadas del código cortés. Pero un revés amoroso suele convertir la máxima en una norma caprichosa y lo que parecía una postura asumida sin calibrar los posibles fallos, se transforma en un "fastidio", enoyos, como dice el mismo Bernart:

 

A las autras sui eu sai eschazutz;

la cals se vol, me pot se atraire,

per tal cove que no•m sia vendutz

l'onors ni•l bes que m'a en cor a faire;

qu'enoyos es preyar, pos er perdutz;

per me•us o dic, que mals m'en es vengutz,

car trait m'a la bela de mal aire.

[Para las demás soy aquí apropiado; cualquiera puede atraerme a sí a condición de que no me sea vendido caro el honor ni el bien que tiene intención de hacerme; porque es fastidioso suplicar, si ha de ser en vano; os lo digo por mí, a quien ello ha acarreado daño, pues la hermosa ingrata me ha traicionado.](12)

 

 

 

También Ponç d'Ortafà siente que el acuerdo ha sido incumplido por su dama. No es extraño encontrar junto a la crítica, un mensaje de esperanza. Es decir que el trovador propone a la dama una solución para resolver el conflicto. Y con frecuencia, esta solución no es otra cosa que una última oportunidad, una amenaza velada para que ella corrija su comportamiento hacia su enamorado:

 

 

 

A per pauc no•m desesper

o no•m ren monge de Jau,

o no•m met dins una frau

on hom no…m pogues vezer.

Quar trahitz soi en crezensa

de cella qu'ieu plus dezir,

que•m fa suspiran languir

quar mi franh ma convinensa. (...)

ab que prezes penedensa

dels turments que•m fai sufrir;

e si•s denhes convertir

er complida sa valensa.

[Por poco me desespero y me hago monje de Jau, o me meto dentro de una cañada donde nadie me pueda ver. Pues he sido traicionado en la confianza por aquella que más deseo, que me hace languidecer suspirando porque me rompe mi pacto. (...) con tal que hiciera penitencia de las torturas que me hace sufrir, y si se dignara arrepentirse, sería perfecta su valía.](13)

¿Y qué decir del dolor que provoca la insatisfacción amorosa?  ¿Se puede obtener algún bien si antes no se padece para conseguirlo? ¿Acaso no es indispensable el sufrimiento para alcanzar la perfección? En principio sí. Es cierto que son numerosos los trovadores que se ufanan por el hecho de resistir humillaciones y tentaciones con el corazón alegre y sin premeditación alguna.

Ceder a la inquietud, dejarse llevar por un sentimiento negativo hacia el amor o la dama puede acarrear duros reproches hacia el amante, que pierde pretz e valor por la desesperación en la que se ve sumido. Reproches, que una parte de la crítica se ha apresurado a hacer extensivos a Tristan cuando, angustiado por el dolor, duda de Iseo o juzga la relación insatisfactoria:

"Lui aussi s'emporte contre son amour, pour d'autres raisons, il est vrai, mais qui ne sont pas plus courtoises. Loin de son amie, lassé de ne plus lui devoir que des déceptions il se révolte contre une fidélité stérile (...) Aucun amant courtois ne va aussi loin dans le détachement sentimental"(14)

"Et c'est encore dans un esprit de réalisme psychologique que Thomas désavoue l'idéal courtois en nous montrant un Tristan que la souffrance rend injuste, cruel et égoïste, un homme de plus en plus décidé à supprimer un amour dunt nul bien ne put avenir (l'amour en soi n'est donc pas un bien suffisant!)."(15)

 

Primera matización: el dolor que provoca una separación o una espera prolongada suele ser apreciado como el primer paso hacia la recompensa definitiva.

 

 

 

Se podría decir que es la primera regla del juego amoroso: el fin'amant acepta jugar la partida porque sabe que el premio puede estar en función de su capacidad para soportar las más duras privaciones. Es casi como una apuesta. Pero el dolor no es una simple ficha en un tablero: muchas veces no se puede controlar el alcance de la jugada, sobre todo si en medio de la partida alguna regla ha cambiado.

 

 

 

Es más, un exceso de sufrimiento suele acarrear consecuencias inesperadas tanto por lo que respecta a la esfera íntima del sentimiento vivido, como a la esfera del comportamiento. En este sentido, siempre existen voces que matizan el rigor de ciertas convenciones, precisamente en nombre de la sinceridad del sentimiento: no se puede descalificar definitivamente a un fin'amant por el hecho de que se haya equivocado o de que en su desesperación cometa locuras, siempre se deben tener en cuenta las causas profundas, las circunstancias atenuantes, diríamos hoy. Ese parece ser el sentido de la justificación que ofrece el trovador Cadenet, en una tenso con Gui de Cavalhon, ante los que le acusan de separarse del círculo cortés:

 

Guionet, cel que s'esmaia

Tant qu'en pert pretz e valor

Per leis, qu'es pros e veraia,

Que no•l ten a servidor,

Ama meils, no•i ha doptansa;

Que sapchatz que•l pessamens

Li tol tuta la membransa

De sos bels captenemens;

Que tant pliu•l cor e•l talen

En amor c'oblida•l sen.

[Guionet, celui qui se désole au point d'en perdre mérite et valeur à cause d'elle, qui est noble et franche, parce qu'elle ne le veut pas pour serviteur, celui-là aime mieux, il n'y a pas là de doute; car sachez que c'est le chagrin qui lui ôte entièrement la mémoire de sa belle conduite; et il engage tellement son cœur et ses désirs dans son amour qu'il en oublie la raison.](16)

Una explicación parecida es la que ofrece Thomas ante el extraño comportamiento de Tristán. En un primer momento manifiesta que las elucubraciones de su héroe lo apartan de la cortesía, pero acto seguido ofrece una justificación basada en el dolor que le provoca su amor por la reina:

 

E se de fin'amur l'amast

L'autre Ysolt nen espusast.

Mais si avint a cele feiz

Que tant ert d'amur en destreiz

Qu'il volt encontre amur ovrer. (Sneyd, v.381-385)

 

 

 

No sólo eso, Thomas hace extensiva esta justificación a todos los enamorados. Con frecuencia, nos dice, así actúan porque el dolor excesivo les incita a querer liberarse (delivrer) o a vengarse, cuando en el fondo no hacen más que empeorar su situación:

 

Issi avient a plusurs genz:

Qant ont d'amur greinurs talenz,

Anguisse, grant paine e contraire,

Tel chose funt pur euls retraire,

Pur delivrer, pur els venger

Dunt lor avient grant encumbrer,

E sovent itel chose funt

Par conseil, dunt en dolur sunt. (Sneyd, v.389-396)

 

 

 

El sufrimiento que provoca un amor imposible puede pues acarrear consecuencias desmesuradas. Pero el amante no parece responsabilizarse plenamente, en un último intento por aferrarse al círculo de los elegidos: la profunda desesperación que le hace perder pretz e valor provoca, a su pesar, sentimientos negativos, que paradójicamente, son la mejor prueba de la sinceridad de su amor.

Porque cuando el enamorado admite el error en materia amorosa, consigue transformar el reproche en un valor positivo, lo que implica que sólo acepte una parte de culpabilidad y, como consecuencia, que el fallo sea juzgado con mayor indulgencia, como el caso que plantea Rigaut de Barbezilh:

 

Ben sai c'Amors es tan granz

que leu mi pot perdonar

s'ieu failli per sobramar (...)

e mos orgoills non es res mas amors,

per que Merces me deu faire socors,

que mant loc son on rasos venz merce

e luoc on dreit ni rasos non val re:

[Bien sé que Amor es tan grande que fácilmente me puede perdonar si pequé por amar en exceso (...) Y mi orgullo no es otra cosa sino amor, por lo que la piedad debe socorrerme, pues hay muchas ocasiones en que razón vence a piedad, y hay ocasiones en que la justicia y la razón no sirven de nada.](17)

Segunda matización: estos sentimientos y juicios desmesurados conducen con frecuencia a conductas igualmente extremas que podríamos calificar de "détachement sentimental", ya que el amante responde al dolor excesivo protegiéndose, interponiendo a veces el escudo de una palabra crítica, y otras veces contraatacando: el amor propio pisoteado y el resentimiento acechan al amante que, de alguna manera, ha visto modificar las reglas del juego y se siente justificado para dejar la partida.

 

 

Y no son pocos los enamorados que deciden protegerse del dolor oponiéndole las más variadas armas: cuando aparece el desengaño amoroso el trovador llega incluso a ironizar sobre el "honor" que representa esperar en vano la respuesta de la amada. Peire de Alvernha considera por un momento un "mundo al revés" en el que las damas sentirían en propia carne el dolor y la locura de desear en vano la posesión del otro:

 

 

 

- «Greu a om gran be ses dolor;

mas ades vens lo jois lo plor.»

- «Peire, si fos dos ans o tres

lo segles faihz al meu plazer,

de domnas vos dic eu lo ver:

non foran mais preyadas ges,

ans sostengran tan greu pena

qu'elas nos feiran tan d'onor

c'ans nos prejaran que nos lor.»

[-Difícilmente se consigue gran bien sin dolor; pero siempre el gozo vence al llanto." "-Peire, si el mundo fuera a mi gusto durante dos o tres años, os digo en verdad que las damas nunca más serían suplicadas, antes bien sufrirían la aguda pena de hacernos tanto honor que ellas nos suplicarían, y no nosotros a ellas.](18)

Otros, como Raimbaut d'Aurenga utilizan la parodia humorística para poner de relieve la arbitrariedad de las normas que propugnan los ensenhamens sobre el sufrimiento amoroso. Raimbaut da consejos para conquistar el amor de las damas, entre los que figuran darles puñetazos en las narices, auténtica y contundente réplica a los suspiros de amor cortesanos, que él también profiere a veces:

 

Si voletz dompnas guazanhar,

quan querretz que•us fassan honors,

su•us fan avol respos avar

vos las prenetz a menassar;

e si vos fan respos pejors

datz lor del pnh per mieg sas nars;

e si son bravas siatz braus!

Ab gran mal n'auretz gran repaus.

[Si queréis conquistar damas, cuando pretendáis que os concedan favores, si os dan una respuesta inicua y hostil, poneos a amenazarlas. Y si os contestan peor todavía, pegadles un puñetazo en medio de las narices; y si son bravas, sed bravos. A fuerza de mucho mal conseguiréis gran reposo.](19).

Los más, disimulan a duras penas el resentimiento bajo el firme propósito de extraer una lección positiva de la relación dolorosa. Como Gui d'Ussel, quien dirige a su dama una canción de despedida:

 

Si be•m parteiz, mala dompna, de vos,

non es razos q'ieu me parta de chan (...)

Ben fui iratz, mas eras m'en repen

car apres ai del vostr'enseignamen

cum puosca leu camjar ma voluntat;

per q'eras chan de so don ai plorat.

[Si bien me apartáis, mala dama, de vos, no es razón para que deje de cantar (...) Estuve triste, pero ahora me arrepiento, pues he aprendido con vuestro ejemplo cómo puede cambiar fácilmente mi voluntad; por lo que ahora canto de lo que he llorado.](20)

 

 

 

Sin olvidar los que, como Guiraut de Borneilh, imaginan una u otra forma de venganza:

 

Deus volha qu'el'angost

del mal que tanta pena•m bast

e perda•l dormir e•l depast.

[Quiera Dios que ella se angustie con el daño que tanta pena me levanta y que pierda el sueño y el apetito.](21)

 O como Bernart de Ventadorn que expone la firme voluntad de pagarle a su dama con la misma moneda:

 

 

 

A tal domna m'era rendutz

c'anc no•m amet de coratge,

e sui m'en tart apercebutz,

que tro ai faih lonc badatge.

Oi mais segrai son uzatge:

de cui que•m volha, serai drutz,

e trametrai per tot salutz

e aurai mais cor volatge.

Truans, volh esser per s'amor,

e cove c'ab leis aprenda.

 [Je m'étais livré à une femme qui ne m'aima jamais de tout cœur, et je me suis aperçu trop tard que j'avais fait trop longue et vaine attente. Je suivrai désormais son exemple: celle qui le désire peut m'avoir pour amant, et j'enverrai en tout lieu des saluts, et j'aurais un cœur plus volage. A cause de son amour je veux être un trompeur, et il est bon que j'aprenne chez elle.](22)

 

En otro tono, también Tristán se convence de querer seguir el ejemplo de Iseo, quien goza, piensa él, de todos los placeres con Marc (Cum ele fait, si jol puis faire -Sneyd, v.210). No sólo eso: se plantea si no sería conveniente odiarla para dejar de quererla. Para los trovadores se trata de otra forma de hacer recaer en la dama la responsabilidad, ya que ella debería ser el modelo a seguir en todo momento. Si el modelo falla, parece que el sufrimiento sí puede convertir al amante en "injuste, cruel et égoïste".

 

 

 

Thomas pág.1

(aquí)

 

 

Thomas pág.2

 

 

Notas

 

(1) Rozgonyi, Eva, "Pour une approche d'un Tristan non-courtois", en Mélanges R. Crozet, 1966, p. 823

(2) Riquer, op.cit. p. 782-784, v.15-21

(3) Riquer, op.cit., p. 1121, II.

(4) Riquer, op.cit., p. 1435-1436, IV

(5) Riquer, op.cit., p.1131, noya nª6

(6) Riquer, op.cit., p.357-358, V, VIII

(7) Riquer, op.cit. p.412-414, v. 49-52

(8) Riquer, op.cit. p. 353-355 v.9-13; 31-35   

(9) Céron, Sandra, Mesure et Démesure en amour dans la lyrique d'oc et d'oïl aux XIIe et XIIIe siècles, Tesis inédita presentada en la Universidad de la Sorbonne, bajo la dirección de Philippe Ménard, 1994, p. 380-381

(10)op.cit., p. 378-379.

(11) Riquer, op.cit.,  p.404, v. 25-27; 33-40. Señala Riquer que estas quejas y reproches amorosos, aunque puedan parecer duros no hacen más que aumentar el tono cortés y galante de la pasión del poeta. (p.403)

(12)Riquer, op.cit. p. 360-362, v.29-35

(13) Riquer, op.cit., p.1313-1314, v.9-16; 37-40

(14) Jonin, P. op.cit., p.303-304

(15) Rozgonyi, E., op.cit. p.824

(16) Citado por Sandra Céron,op.cit., p.233. Traducción del editor, Josef Zemp,  Les poésies du troubadour Cadenet, 1978, X, v.11-20

(17) Riquer, op.cit.,  p.287-292, v.23-33

(18) Riquer, op.cit., p.329-331, v.19-28

(19) Riquer, op.cit., p.433-435, v.17-24

(20) Riquer, op.cit., p.1017-1020, v.1-8

(21) Riquer, op.cit., p.502-505, v.41-44

(22) Citado por Sandra Ceron, op.cit., p. 248. Traducción del editor, Moshé Lazar, Bernard de Ventadour. Chansons d'amour, Paris, 1966, 30, v.9-18