Thomas pág.1

Thomas pág.2

Thomas pág.3

 

Thomas pág.4

(aquí)

 

 

LA FALS AMOR

 

La violenta actitud de Brangien viene a plantear precisamente un tema querido por los trovadores: el de la fals amor, que nace cuando el objeto del deseo no posee ni valía ni mérito. Ya hemos apuntado cómo los trovadores modifican su juicio sobre la dama si varían las circunstancias que precedieron al pacto amoroso. Y uno de los aspectos más criticados en la lírica occitana es precisamente el error en el que incurren las damas cuando eligen al amante menos indicado, al cobarde, al mentiroso que finge leal amor mientras los más indicados sufren en silencio.

Con mayor o menor virulencia, los trovadores extienden, claro está, la crítica a las damas. Es decir, que si el amante no reúne las características corteses, la dama que acepta su amor pierde inmediatamente su condición de cortés. Bernat de Ventadorn advierte muy sutilmente a su dama del peligro que se corre no juzgando bien la valía del enamorado:

De domnas m'es vejaire

que gran falhimen fan

per so car no son gaire

amat li fin aman.

Eu no•n dei ges retraire

mas so qu'elas volran,

mas greu m'es c'us trichaire

a d'amor ab enjan

o plus o atretan

com cel qu'es fis amaire.

[Es mi opinión que las damas cometen gran error porque no son muy amados los leales amadores. Yo no debo decir nada más que lo que ellas quieran, pero me es desagradable que un traidor consiga amor, con engaño, o más o igual que el que es amador sincero.] (52)

Lo cierto es que la reina Iseo insistió en que Brangien debía ceder todos sus favores a Kaherdin porque era un buen caballero y un poderoso conde (Kaherdins est bon chevalers/ Riches dux e seürs gerrers).

 

 

 

Al final se convenció. Pero la doncella, ante la información de Cariadoc, no discrimina la sinceridad de los informantes. Con dos mensajes tan dispares, tan incompatibles, Brangien sólo sabe una cosa segura: acaba de entregarse por completo a un hombre y, casi sin tiempo para gozar, descubre que el que creía un valeroso caballero se ha comportado como un cobarde.

 

 

Es más, el hecho es de dominio público, lo que explica su vergüenza:

Hunie sui, si mais le grant.

Guardez vus en dessornavant,

Car de vus me quid vengier.

Quant vus me vulez marïer,

Pur quei ne me dunastes vus

A un hume chevalerus?

Mais al plus cüart qu'unc fud né

M'avez par vostre engin duné. (Douce, v.1417-1424)

Brangien le recuerda que había rechazado a muy buenos pretendientes (v.1326-1332) y después de haberse conservado para su caballero perfecto, para su amor definitivo, ha ido a entregarse a un miserable, au plus malveis de ceste terre. ¿Qué pensarán de ella, que dirán en la corte, ahora que todo el mundo lo sabe? El trovador Guilhem Ademar le da una idea aproximada del condescendiente desprecio con el que la pueden juzgar los amantes corteses:

Ieu ai vist en doas demandar

ab plazers ez ab honramens,

pueys veni'us desconoyssens

abrivatz de nesci parlar

que n'avia la mielher part.

Esguardatz si son de mal'art!

Manhtas n'i a que•ls plus savays

acuelhon mielhs en toz lurs plays.

[He visto solicitar a damas con amabilidad y con honra y que luego venía un ingrato, atolondrado con necio hablar, que conseguía la mejor parte. ¡Ved si son de malas artes! Hay muchas que acogen mejor a los miserables en todas sus querellas.] (53)

 

 

A Brangien tampoco le gustaría oír lo que sobre ella diría Marcabrú. La mala dama, que en lugar de dar su amor a un hombre que lo merece se pierde con un miserable, es uno de sus temas favoritos. Siempre tan animoso a la hora de condenar conductas anticorteses, Marcabrú suele utilizar también su verso para arremeter contra el Amor en general.

 

 

 

No es que sea un rasgo exclusivo suyo, porque no es extraño encontrar composiciones de este tipo en trovadores capaces de componer, por otra parte, las más perfectas canciones corteses. Es otro tipo de ejercicio. En la siguiente tensó, Marcabrú se explaya en ataques contra los perniciosos efectos del Amor y de las mujeres en general, aportando incluso pruebas bíblicas.

No hay que entender demasiado rápidamente que el punto de vista cristiano de Marcabrú sea el mismo que el del siglo XIX, XX, o XXI, o que defienda el punto de vista de la curia romana, pero sí que en su cultura cristiana Marcabrú, como otros trovadores, encontraba argumentos suficientes para utilizarlos cuando una frustración amorosa, una traición, o simplemente la mala conducta de las mujeres le llevaban a plasmar su desengaño.

Aquí, un amigo de Pedro el Venerable, el caballero Hug Catola, intenta defender a las mujeres, pero Marcabrú es implacable con las engañadoras, las enganairitz como Thamnata quien, según el libro de los Jueces, se casó con Sansón y después tomó otro marido que indudablemente era de menor valía:

-Catola, non entenz razon?

Non saps d'amor cum trais Samson?

Vos cuidatz e•ill autre bricon

qe tot sia vers quant vos ditz

-Marcabrun, nos trobam auctor

de Sanso•l fort e de s'uxor

q'ela n'avia ostat s'amor

a l'ora que ce fo deliz.

-Catola, qar a sordejor

la det, e la tolc al meillor,

lo dia perdet sa valor,

qe•l seus fo per l'estraing traiz.

[-Catola, ¿no entiendes razón? ¿No sabes cómo el amor traicionó a Sansón? Vos y los demás necios os figuráis que es cierto todo lo que os dice. -Marcabrú, encontramos testimonios referentes al fuerte Sansón y a su esposa, de que ella ya le había retirado su amor en el momento en que él fue aniquilado. -Catola, precisamente porque lo entregó a uno peor y lo quitó al mejor perdió su valor aquel día que el suyo fue traicionado por el extraño.] (54)

 

 

La esposa de Sansón perdió su virtud (valor) cuando dio su amor a un hombre de menos valor, lo que constituye una traición hecha a Sansón por culpa de un extraño.

Marcabrú, en su habitual tono expresivo, hubiera calificado a la mujer de Sansón de volps o de putayna(55). ¿Qué queda del amor cortés cuando desaparece el pretz y el valor? El amor venal, el amor de las prostitutas.

 

Aquel sentimiento que convierte al amante en miembro de la élite, que le hace progresar en virtudes y alabanzas por parte de la sociedad cortés, si uno no demuestra con sus actos su valía, se transforma en el amor del vulgo, en aquel que sólo busca la satisfacción sexual. Thomas aplica a Brangien un razonamiento muy parecido. Está claro que Iseo animó a su doncella, pero la decisión estuvo en la mano de Brangien. Mientras no hubo sombra de duda sobre la valía de Kaherdin, ningún reproche salió de su boca. Ahora las cosas han cambiado. Y la conclusión de Brangien es que ella misma se ha ofrecido a un cualquiera, como las prostitutas, las profesionales o las aficionadas:

Il voleit aveir cumpagnie

A demener sa puterie:

Ysolt, ço li feïsist fere

Pur moi a la folie traire:

Vus m'avez mis a desonur. (Douce, v.1301-1307)

Vergüenza, deshonra. Brangien no para de repetírselo a Iseo. Acaba de echar por tierra una reputación que no se consigue fácilmente. Ante la sociedad, una actuación semejante destruye el recuerdo de las más grandes virtudes que la doncella hubiera podido conservar. Y Brangien ataca a la que cree la causa de su deshonra.

Iseo no comprendía cómo Tristán había podido huir ante Cariadoc y arremetía, sin pensárselo dos veces, contra su amante. Brangien no entiende por qué la reina la ha sacrificado. No tiene otro sentido si no es que Iseo acaba de demostrarle su verdadera naturaleza pérfida. Sus ataques se concentran cada vez más en la reina.

Si en la primera avalancha de reproches en su punto de mira estaban los dos amantes, en esta segunda parte, Brangien discrimina y acaba por librar a Tristán de toda culpa. Si no hubiera sido él, a otro peor habría entregado Iseo su amor (v. 1411-1412). Aquí viene la batería de invectivas más duras: acusaciones de manipular a Tristán (v.1404-1407), a Marc (v.1529-1534), de ser perjura por no respetar el juramento tras el Morrois (v. 1504-1511)...

Pierre Jonin calificaba este tipo de comportamiento incompatible con la cortesía:

"Aussi les admonestations de Brangien ne viennent-elles pas d'une pucelle bien apprise. Du point de vue courtois ses remontrances ne peuvent se concevoir puisqu'elles introduisent des notions morales dans un système qui a pour raison d'être de les avoir bannies." (56)

 

 

Sin embargo, los trovadores, por ejemplo, no rechazan ni proscriben las normas morales. Al contrario, se rigen a veces por unas muy severas. No podríamos calificarlos de inmorales o de amorales.

Aunque puede que esto último sí sea acertado, si entendemos que su código moral no acaba de coincidir con lo que entendemos por moral tradicional, sobre todo la moral que se consolida tras la reforma gregoriana.

 

 

 

Ahora bien, nos equivocaríamos si pensáramos que ellos tienen conciencia de atacar la moral tradicional. No se conoce ningún trovador musulmán, ni judío, ni ateo. En general, los trovadores se juzgan buenos cristianos, escriben para gentes cristianas. Sus constantes referencias a Dios, a los santos o a la fe se ponen de manifiesto en especial en sus sentidas cansós de croada o en los planhs en los que la encomendación del difunto es un tema recurrente (57).

 ¿Dónde pensamos que un trovador del siglo XII iría a buscar, en caso de necesitarlos, argumentos contra la mala conducta de las mujeres? Es evidente que en su educación cristiana, y no deberíamos encontrar incompatible su producción esencialmente profana y su formación religiosa. Es muy probable que la labor teológica de los detentores de la información y de la educación en la Edad Media contribuyera en gran medida a consolidar una argumentación tan práctica para sus intereses.

Un ejemplo: la influencia que tuvo desde su aparición, pero especialmente en el siglo XII, la polémica sobre el Adversus Jovinianum de San Jerónimo, que se apoyaba no sólo en los Padres de la Iglesia, sino en textos filosóficos favorables a su tesis, como los neoplatónicos, epicúreos o estoicos. Abelardo, Pierre Lombard, Jean de Salisbury, Gautier Map, Pierre de Blois, por ejemplo, teólogos y hombres de letras, retomarán los ejemplos clásicos de experiencias dolorosas de importantes hombres a causa de las mujeres que amaron: Adán, David, Salomón y Sansón, todos ellos traicionados por la mala fe, o el poder que sobre ellos ejercieron mujeres perversas(58).  Riquer señala precisamente la dificultad de separar la influencia de su educación y su creación profana:

"Nacidos en una época en que la educación literaria estaba casi exclusivamente en poder de la Iglesia y de los eclesiásticos, los primeros textos que nuestros trovadores tuvieron en sus manos fueron, sin duda, catecismos de formación moral cristiana y de elementos de la fe, textos bíblicos y sus comentarios, y es muy posible que algunos se entregaran a la lectura de obras de ascética y de mística. (...) Todo ello no es una mera hipótesis: sabemos de buen número de trovadores que tuvieron cargos y dignidades eclesiásticos (desde el papa Gui de Folqueis hasta Folquet de Marselha, Peire Rogier, Gui d'Ussel, el Monje de Montaudon, Daude de Pradas, Cadenet, Jofre de Foixà, etc.), de varios que de niños fueron destinados a la Iglesia o que de mayores colgaron los hábitos (Arnaut de Maruelh, Aimeric de Belenoi, Guilhem Rainol d'At, Peire Cardenal) y de otros que acabaron sus días en religión (Bertran de Born, tal vez Bernat de Ventadorn, Raimon de Miraval, etc.) No extraña, pues, que en la poesía profana de toda suerte de trovadores se haya advertido un fondo considerable de nociones y elementos religiosos."(59)

 

 

No extraña tampoco que Thomas utilice, por boca de Brangien, la batería de tópicos que los autores del XII habían aprendido en multitud de ejemplos extraídos de los textos que estudiaron. Pero juzgar su actitud de anticortés sería a priori desmesurado.

 

Cuando las normas corteses no funcionan, insistimos, cuando el elevado sentimiento por el que antes estaba permitido mentir y ocultar el adulterio pierde su razón de ser porque el objeto del amor pierde su valía, el amor se transforma indudablemente en un instinto bajo, en la simple satisfacción de los sentidos. Esto sí que nos atreveríamos a calificarlo de anticortés.

Y contra esto reacciona Brangien. El comportamiento de Iseo, por otra parte, no tiene nada de original: así se comportan todas las mujeres, todas las que no discriminan entre el placer por el placer y el verdadero amor que nos distingue de los animales (ver la comparación con el pulein). Y como dice la doncella, la única solución hubiera sido que desde pequeña se la hubiera controlado mejor:

S'usé ne l'eüssez d'amfance,

Ne maintenisez la fesaunce;

S'a mal ne vus delitissez,

Si lungement nel tenisez.

Que pulein prent en danteüre,

U voille u nun, lunges li dure,

E que femme en juvente aprent,

Quant ele n'a castïement,

Il li dure tut su eage,

S'ele ad poer en sun curage. (Douce, v.1515-1524)

Tampoco estaríamos plenamente de acuerdo con la idea de que Thomas ataque el adulterio de Iseo con Tristan y que la doncella acabe defendiendo la posición de Marc (60). Lo que critica precisamente Brangien es que la perfidia de Iseo haya obnubilado el juicio de Marc, que la ame tanto que no pueda juzgarla y condenarla como se merece. De ahí que emita una sentencia que también le incumbe a él, ya que un marido, un rey en este caso, que se deja llevar por las pasiones, no está capacitado para juzgar con propiedad, y pierde por ello mismo, su dignidad:

Tresques li reis s'en aperçut,

Castïer par dreit vus en dut.

Il l'ad suffert si lungement

Huniz est a tute sa gent. (...)

Ben sai en quei vus vus fïez:

En la jolité de le rei,

Que voz bons suffrë endreit sei.

Pur ço qu'il ne vus poet haïr,

Ne vulez sa hunte guerpir:

Envers vus ad si grant amur

quë il suffre sa deonur. (Douce, v.1541-1560)

 

 

La jolité del rey, es decir, su concupiscencia, su deseo por Iseo le convierten en un irresponsable. Para juzgar se debe estar libre de pasiones, y Marc no lo está.

Su excesivo amor por la reina le lleva a conductas deshonrosas, (Huniz est a tute sa gent) ya que cierra los ojos ante la evidencia que debería castigar. Se trata precisamente del tipo de argumentación que hace furor en pleno siglo XII y que nuestros autores aprenden en las escuelas:

 

 

 

"Dans ses sentences, Pierre Lombard a inséré la curieuse opinion de Xystus le Pythagoricien: est adultère le mari qui aime trop sa femme. Cette citation est suivie du commentaire de l'Adversus Jovinianum: le sage aime sa femme par raison et non par affection car la violence de la volupté ne règne pas sur lui; il ne se laisse pas emporter par la passion à l'acte conjugal. Rien n'est plus honteux que d'aimer son épouse comme on le ferait pour une femme adultère. (...) Evidemment ces quelques lignes ne sont rien à côté des soixantes-dix pages de Saint Jérôme et des résumés en six ou trois pages d'Abélard. Mais à elle seule elle révèle tout un esprit. Insérées dans l'ouvrage qui sans cesse sera commenté dans les écoles, elles vont à titre d'organe témoin assurer la survivance de la vieille polémique contre Jovinien. Elles passeront aussi dans la somme théologique de Saint Thomas et celui-ci comme le Lombard et tant d'autres au moyen âge, enseignera que les relations charnelles entre les époux sont pécamineuses si elles dépassent la mesure strictement requise pour la propagation de l'espèce. Il va sans dire que relayée par les deux auteurs théologiques, qui furent les plus commentés durant la période médiévale, cette opinion de Saint Jérôme devait pénétrer partout, dans les écoles comme dans les cloîtres." (61)

Es cierto que tal actitud viene a reafirmar, sólo tangencialmente, el convencimiento de los trovadores de que en el matrimonio no puede darse el verdadero amor. Pero no es menos cierto que a falta de discriminar mejor la causa del desengaño, no es raro ver cómo los trovadores recurren a argumentaciones de este tipo, extendiendo el reproche, como hace Brangien, a todo el género femenino. Marcabrú, de nuevo, ataca precisamente a aquellos que, como Marc, se fían de la palabra femenina. Incluso justifica su desgracia:

Cujatz vos qu'ieu non conosca

d"Amor s'es orba o losca?

Sos digz aplan'et entosca,

-Escoutatz!-

plus suau poing qu'una mosca

mas plus greu n'es hom sanatz

Qui per sen de femna reigna

dreitz es que mals li•n aveigna,

si cum la Letra•ns enseigna;

-Escoutatz!-

malaventura•us en veigna

si tuich no vos en gardatz!

[¿Os creéis que no conozco si Amor es ciego o bizco? Pule y desbasta sus palabras -¡escuchad!-; pica más suavemente que una mosca, pero difícilmente se sana de su picadura. A quien se rige por juicio de mujer, es justo que le venga el daño, como nos lo enseña la Escritura -¡escuchad!-, ¡Mala ventura os venga a todos si no os guardáis de ellas!] (62)

Así juzga Pierre Jonin en especial este aspecto de la actitud de Brangien, el que censure la actitud de su señora de una manera tan poco cortés:

" Dans ces conditions, une femme jugée sur le plan courtois non seulement ne pouvait encourir aucun reproche, mais encore devait être louée de chercher à connaître l'amour dans l'epanouissement." (63)

 

 

 

Por lo que conocemos de la lírica occitana una dama podía perfectamente recibir los más duros reproches de la sociedad cortés.

No sólo eso, los trovadores se ufanan incluso de censurarlas cuando por su comportamiento,  ellas mismas se autoexcluyen del círculo de la élite cortés.

 

 

El trovador Gausbert de Poicibot, bajo la orden de la reina Leonor de Castilla, nos dice, está arrepentido de haber injuriado a las mujeres y al Amor. Promete hacer penitencia y está seguro de que sus críticas le serán perdonadas, pues su única razón de vivir de ahora en adelante será cantar las bondades de Amor y de su dama(64).

De Raimon de Miraval afirma Riquer: "Sus angustias, sus preocupaciones ante la pasividad o crueldad de las damas y las contradicciones en que a veces incurre parecen revelar auténticos estados de ánimo, y todo ello es el acicate para el desarrollo más ortodoxo del amor cortés"(65). Las críticas de Raimon se basan precisamente en la pérdida del valor de las damas, en su bajo mérito cuando acceden a comportamientos indignos de los que el trovador dice "avergonzarse"(66).

Como Brangien, Gui d'Ussel piensa que mientras la dignidad no se pierda, la dama debe ser alabada por toda la sociedad cortés. Pero, si llega a equivocarse, si llega a cometer alguna villanía, perderá todo su mérito: se merecerá los más duros reproches. Que se guarden bien todas porque no piensa callarse, sino denunciarlas. La advertencia no debió pasar desapercibida en su tiempo, como lo demuestran el elevado número de manuscritos que la conservan, así como su melodía:

Tant cum hom fai so que deu, es hom pros,

et tant leials cum se garda d'engan;

per mi•us o dic que vos lauzav'antan,

qand era•l digz vertadiers e•l faitz bos.

Ges per aisso no•m devetz dir q'ieu men

sitot eras non vos tenc per valen,

car qui laissa so q'a gen comenssat

non a bon pretz per aço q'es passat.

Adreich fora, sitot non es razos,

que si dompna fezes ren malestan,

c'om la•n celes, e•l ben traisses enan,

mas jes eras non es aitals sazos!

Per qe•us devetz gardar de faillimen,

a vos o dic, de totas o enten,

que si faitz mal, ja non sera celat,

anz en vol hom plus dire de vertat.

[Mientras uno hace lo que debe es digno, y es leal mientras se guarda de engaño; por mí os lo digo, que antaño os alababa, cuando la palabra era veraz y el hecho bueno. No por ello me debéis decir que miento aunque ahora no os tengo por valiosa, pues quien abandona lo que ha empezado bien no adquiere buen mérito de lo que ya ha pasado. Sería justo, aunque no razonable, que si una dama hiciera algo inconveniente, ello fuera ocultado y se ostentara lo bueno, pero ahora esto no es oportuno. Os debéis guardar de cometer falta: a vos lo digo y lo entiendo para todas, que si obráis mal, ahora no será ocultado, pues hay el propósito de decir la verdad.] (67)

 

Thomas fundamenta la cólera de Brangien desde una posición bien conocida por los trovadores: la pérdida del valor de una dama desde el momento en que el amante elegido demuestra no estar a la altura de las expectativas corteses.

Desde esta posición (ella no se cuestiona si se trata de una perspectiva correcta) Brangien se considera con suficiente altura moral como para juzgar indigna a la reina, ya que es la responsable de su desgracia.

 

 

Además.... golpe de efecto: como cree que Iseo merece un castigo ejemplar, amenaza con ir inmediatamente a denunciarla ante el rey Marc.

La furia que se desencadena sobre Iseo, sobre todo con las últimas invectivas, provoca la reacción de la reina. Hasta este momento Iseo recibía golpes sin saber muy bien de dónde venían ni por qué. A los primeros balbuceos más o menos autocompasivos le sigue un consistente cambio de actitud provocado, sin duda, por la inminente amenaza que se cierne sobre ella. Jean Charles Payen traduce así las dos primeras frases que encabezan las dos últimas réplicas de la reina: "Yseut réplique: «S'il vous plaît chère!»..."(v.1425); "Elle ne peut se contenir et réplique à Brangien: «Quelle dureté dans votre jugement! J'en ai assez de vos critiques!»..."(v.1572-74).

El estilo traduce perfectamente el cambio de actitud de la reina. Como si hubiera despertado. Iseo descubre que la culpa no es de Tristán, pero si Brangien no quiere convencerse, habrá que centrar en ella el contraataque. Ya que los ruegos, las maldiciones contra Tristán, o recordarle lo mucho que les une no ha surtido efecto, urge un cambio de estrategia. No puede soportar más sus ofensas. Se trata de su más fiel confidente hasta ahora, sí, pero al fin y al cabo se trata de una doncella a su servicio y ella es toda una reina.

Iseo plantea pues el debate dialéctico desde un punto de vista clasista, si queremos, aunque la reina se concentra en hacer ver a la doncella los inconvenientes que le podría acarrear una denuncia así. No porque la considere inferior, sino porque todos los que lo han intentado antes se han ganado la cólera de Marc y el desprecio de la corte. Así de violento. De repente las tornas han cambiado y la reina tiene la ventaja en la batalla.

 

 

Es curioso notar que en esta parte de la discusión Thomas sigue bastante fielmente a Ovidio en sus Amores, II,2. Se trata precisamente de los consejos que da el autor al cómplice del adulterio con una dama. Un cómplice que tiene todo que ganar ocultando la infidelidad al marido y todo que perder si la revela.

Como se trata de un texto que se tenía en numerosas bibliotecas, que se estudiaba con intensidad en las escuelas, que se copiaba y comentaba continuamente, no sería descabellado pensar que se trate de una más que probable fuente de Thomas.

 

 

Iseo empieza su alegato como Ovidio. Y como en los buenos discursos persuasivos, empieza permitiendo que el contrario se confíe otorgándole la validez de una premisa: es cierto que el confidente de un adulterio posee numerosa información comprometedora, y por tanto, un indudable poder:

"El cómplice de un secreto obtendrá frecuentes ventajas, ¿y qué menos trabajo que callarse?; el que así obra es visto con agrado, va de un lado a otro de la casa y no recibe azotes, goza de poder." (68)

Iseo también generaliza y habla de los privez, que como Brangien, tienen en sus manos hundir una reputación y atraerse las querellas del marido. Precisamente por eso, porque se les otorgó la confianza, no puede haber mayor traición si bajo el efecto de la cólera denuncian a sus superiores:

L'en ne poet estre plus traïz

Que par privez e par nuirriz.

Quant li privez le conseil set,

Traïr le puet, së il le het.

Brengvein, qui mun estre savez,

Se vus plaïst, hunir me poez. (Douce, v.1449-1454)

A partir de aquí la reina no deja a su adversaria ni respirar. Le conviene hacer creíbles las nefastas consecuencias de una delación que se volvería indudablemente contra ella. En primer lugar, si la reina cae, Brangien no encontrará precisamente aplausos en palacio. Se atraería la condena de toda la sociedad cortés, perdería su amistad y además se enajenaría la buena voluntad de Marc:

Car itel vus purra loer

Qui nel fet fors pur vus blasmer;

Vous en serez milz mesprisee

De tute la gent enseignee

E perdu en avrez m'amur

E l'amisté de mun seingnur. (Douce, v.1471-1476)

Ovidio ejemplifica así la miserable condición del que delata ante el marido una infidelidad semejante:

"He visto a uno que arrastraba las piernas moradas por los grilletes, porque había sido la causa de que un marido se hubiera tenido que enterar de su deshonra; su castigo fue menor que el que se merecía; su maldita lengua a dos perjudicó: el marido se enojó, la muchacha sufrió menoscabo en su reputación."

Porque además, sigue la reina en su perfecta máquina de encadenar consecuencias nefastas, no es tan fácil convencer a Marc. Y aquí Iseo retoma el argumento de Brangien sobre la "ceguera" del rey, pero dándole la vuelta.

 

 

Si Brangien acusaba a Marc de no poder ver el adulterio, dada la pasión que sentía por su mujer, Iseo afirma que precisamente por eso se siente segura de que su marido la creerá a ella y no a la doncella. La reina está convencida de que ante la alternativa y la falta de pruebas, el rey, como tantas veces ha sucedido, condenará a la delatora y, aunque tenga algunas dudas, confiará a pesar de todo en su mujer:

 

 

 

Mes faiz en sun cuer haïr puet,

Quel talent qu'ait, amer m'estuet.

Unques a nul qui mal me tint

Emvers lu rei ben n'avint. (Douce, v.1486-1490)

La postura de Ovidio no sólo concuerda paso por paso, sino que nos ofrece una visión muy aproximada de la actitud de Marc tanto en el texto de Thomas como en el de Béroul:

"Y la falta, aunque sea patente, no se prueba con facilidad: ella viene segura de la benevolencia de su juez. Aunque él mismo lo hubiera visto, sin embargo le dará crédito a ella cuando se lo niegue, condenará a sus propios ojos y se engañará a sí mismo. Si mira las lágrimas de su esposa, llorará él también y dirá: «este charlatán me las pagará»."

Iseo negará incluso que una delación parecida pueda tener el resultado que Brangien espera. Después de atraerse la cólera del rey, su estado no mejorará sino que se sentirá más triste y desgraciado. Si lo hace por él, debería olvidarlo, porque Iseo sabe que si su marido oye una acusación sobre ella y Tristán, se quedará completamente hundido en la más profunda desesperación:

Ki li dient ço qu'il plus het,

Sachet que mal gré lur en set.

De quei avancerez lu rei

Se vus li dites mal de moi?

De quel chose l'avrez vengé?

Quant vus moi avrez empeiré?

Pur quei me volez vus traïr?

Quei li vuolez vus descouvrir?

Que Tristran vint parler a mei?

E quel damage en ad le rei?

De quei l'avrez avancé,

Quant de moi l'avrez curucé?

Ne sai quel chose i ait perdu. (Douce, v.1491-1503)

Es una hipótesis, pero seguramente Ovidio le prestó algunas ideas a Thomas sobre cómo afrontar en esta escena la actitud de Iseo hacia una posible delatora:

"Hazme caso, a ningún marido le gustan tales acusaciones ni resultan placenteras a ninguno, aunque les preste oídos. Si es frío en su amor, pierdes tu delación en unos oídos despreocupados; pero si realmente ama, por culpa tuya se convierte en un desgraciado."

 

 

Como también es probable que el arrebato vengativo del final de su argumentación, coincida con las últimas amenazas de la reina Iseo. La reina asegura a la doncella que tendrá el mismo tratamiento que tuvieron los que la antecedieron en esa actividad de acusarla a ella y a Tristán de adulterio.

Es como si Iseo declara abiertamente la guerra, sabiendo que la condena de Marc recaerá primero sobre el delator:

 

Mais fu e flame m'arde

S'il vent a dire a verité.

Se de ma part est puint celé

Et se li reis venjance prent,

De vus la prenge primement

Emvers lui l'avez deservi. (Douce, v.1602-1607)

Ovidio era del mismo parecer:

"¿En qué litigio más desigual te has metido? Una vez que hayas sido vencido, a ti te esperan los azotes, mientras que ella se sienta en el regazo de su juez."

Incluso la última idea coincide con Ovidio. Después de presentar un horizonte tan siniestro para aquel que ose denunciar un adulterio, el maestro latino concluye su misiva al delator con una tierna súplica:

"No estamos planeando un crimen, no nos reunimos para hacer mezclas venenosas, no brilla nuestra mano con una espada desnuda. Queremos poder amarnos gracias a ti sin sobresaltos: ¿qué puede haber más inocente que nuestras súplicas?"

Después de la violencia dialéctica que se le ha venido encima, y sin transición alguna, Brangien también escuchará, como conclusión de la argumentación de la reina, un tierno y sorprendente ruego final:

Nequedent jo vus cri merci,

Que le cunseil ne descovrez

E vostre ire moi pardonez. (Douce, v.1608-1610)

Iseo está segura de que Brangien se sabe perdida. Como también sabe que la mejor táctica no es insultarla y avivar su cólera. Hasta ahora ha conseguido recobrar el terreno perdido. Un último ruego le hará entender que sólo busca la reconciliación y que Brangien debe recapacitar sobre la verdadera explicación del malentendido. La reina cree que será más efectivo si los argumentos mismos van haciendo mella en la ya no tan firme decisión de la doncella.

 

 

Si había empezado toda esta desgarradora discusión buscando los primeros argumentos a mano, los más viscerales, acusando a Tristán y autocompadeciéndose, la reina ha conseguido dominar notablemente su capacidad de persuasión. Ha discriminado el objetivo y ha elaborado un discurso capaz de convencer a su doncella. Capaz de que al menos la duda le haga pensar con más propiedad y que descubra que el único que merece un castigo es Cariadoc por sembrar la discordia entre ambas.

 

 

 

Iseo sabe que Brangien se sabe vencida. Y nosotros también. ¿Cómo? Porque en el mismo texto que hemos citado de Ovidio, Amores, II, 2, Thomas debió encontrar la solución a esta escena. Si entre ambas obras no existiera filiación alguna no se explicaría tal cúmulo de coincidencias. Lo cierto es que Ovidio aconseja al sirviente que guarda el secreto de un adulterio, que mantenga la siguiente actitud con el marido, en vez de delatar a los amantes. Está hablando del confidente ideal de un adulterio:

"Es éste el que finge vanos motivos, para que los verdaderos permanezcan ocultos; y ambos señores aprueban lo que aprueba una sola. Aunque el marido haya fruncido mucho el entrecejo y haya forzado sus arrugas, hace lo que su mimosa muchacha quiso que se hiciera. Pero no obstante, que de vez en cuando trabe también disputas contigo y finja lágrimas y te llame verdugo. Tú, por tu parte, le echaras en cara reproches que pueda refutar sin riesgos, y con una falsa acusación, quita todo crédito a las verdaderas. Así siempre gozarás de estima."

Cuando Brangien oye el último ruego de Iseo para evitar la delación, va corriendo a ver al rey. ¿Qué le dirá? Aquí Thomas vuelve a demostrar su dominio de la intriga y de la lógica ovidiana. No nos ha dado la más mínima pista sobre cómo se resolverá un episodio tan denso, rápido y violento. Recordemos que, desde el principio, no tenemos ningún comentario suyo sobre cómo juzga él el comportamiento de las dos mujeres que se enfrentan en esta batalla dialéctica.

Se trata de un puro diálogo en el que ambas posturas se muestran al público sin ninguna guía por parte del narrador. La primera anotación, el primer rastro de su actividad como narrador-comentador de los actos de sus heroínas, se sitúa precisamente en este momento, cuando Brangien se lleva aparte al rey y le confiesa que tiene algo muy importante que descubrirle. Thomas, de repente, toma la palabra y simplemente comenta que la doncella ha encontrado una solución:

Vait Brengien sun buen al rei dire.

«Sire, dit ele, ore escutez;

Ce ke dirrai pur veir creez.»

Parole al rei tut a celee.

De grant engin s'est purpensee. (Douce, v.1619-1622)

Sí, pero ¿qué solución? Thomas vuelve a enmudecer y en una escena (v.1623-1748) que suele plantear problemas de interpretación, porque puede resultar sorprendente después de lo que acabamos de oír, Brangien utiliza la solución que proponía Ovidio como la que adoptaría el mejor confidente de un adulterio.

 

 

Puede que aún no esté del todo convencida, pero la argumentación de la reina ha debido hacer efecto, porque la doncella anuncia sorprendentemente al rey, que Tristán no es el amante de la reina. No.

Hasta ahora ella misma había tenido sus sospechas, pero aunque la reina esté a punto de cometer una locura, Marc no debe sospechar injustamente del pobre Tristán. A quien hay que tener bien vigilado es a.... Cariadoc.

A eso se le llama justicia poética, o justicia ovidiana. El causante de todo este fenomenal equívoco, el cobarde(69) que después de ser rechazado por Iseo busca la perdición de Tristán, ése recibe el castigo.

 

Brangien se permite acusar sutilmente a Marc de la deshonra que supone que su mujer tenga un posible amante (v.1663-1664), y curiosamente retoma el argumento de Iseo: ella sabe que se granjea su enfado hablando de estas cosas pero ya se puede tener por avisado (v.1667-1674); de hecho, conoce muchas cosas útiles que pueden ser de gran servicio. Por ejemplo, sabe que Marc no se atreve a enfrentarse con su mujer, pero para eso está ella, para vigilarla bien:

Quel senblant que vus en facez,

Ben sai pur quei vus en facez,

Ben sai pur quei vus en feinnez,

Que vus ne valet mie itant

Fere li osisez senblan.

Reis, jo vus ai dit asez

Ovë iço que vous savez. (Douce, v.1671-1676)

Conclusión: Marc se sobrecoge ante un anuncio así y como premio a la buena conducta de la doncella, el rey decide que sólo puede confiar en que Brangien impida que Iseo cometa una locura con Cariadoc (Karïado eslluinnerai,/ E d'Isolt vus entremetrez. v.1742-1743). Ya decíamos que la argumentación de Iseo había sido perfecta.

La reina ha conseguido sortear uno de los más graves problemas a los que se enfrentan unos amantes como ellos, con el agravante de que el delator era su propia doncella. Veremos en el análisis del Tristan de Béroul qué son capaces de hacer Tristán e Iseo por evitar una de las más temibles trampas en las que pueden caer los enamorados: precisamente las que tienden los delatores de los amantes corteses, como no paran de comentar, por otra parte, los trovadores occitanos.

Cabe traer a colación cuáles son las últimas palabras de Thomas. Tras dedicar su obra a todos los amantes, explica qué ha pretendido él con su refección de la leyenda de Tristán e Iseo:

Pur essamplë issi ai fait

Pur l'estorië embelir

Quë as amanz deive plaisir

E que par lieus poissent troveir

Chose u se poissent recorder:

Aveir em poissent grant confort

Encuntre change, encontre tort,

Encuntre painë e dolur,

Encuntre tuiz engins d'amur! (Douce, v.3138-3146)

 

 

Es la última palabra del texto de Thomas tras relatarnos la muerte de los amantes. El autor se plantea su obra como un ejemplo (essamplë) y desea que sirva para reconfortar a todos los que sufren, a todos los que padecen las trampas del amor (engins d'amur).

El narrador anglonormando nos ha ofrecido dos buenas muestras de cómo a los enamorados les rodean miles de peligros, exteriores e interiores.

 

 

 

Ahora bien, los interiores, aquéllos que proceden de planteamientos erróneos o viciados, ésos representan las trampas más difíciles de desmontar racionalmente. Porque cuando se puede argumentar con lógica, sin la interferencia de pasiones como la cólera, los amantes no tienen ningún problema para reconocer dónde está la verdadera valía de un enamorado cortés.

Iseo, como Tristán la noche de bodas, reconocerá que Tristán no puede ser el causante de los improperios de Cariadoc. Cuando Brangien consiga ver a Tristán, las explicaciones de éste y la reconciliación definitiva ocuparán siete versos de la actividad narrativa de Thomas (v.1984-1990). Es la mejor prueba de que a Thomas no le interesa el "y fueron felices", sino disertar, poner de relieve las trampas en las que caen los enamorados; analizar a qué grado de error y de complicación puede llevar una insatisfacción amorosa en el caso de Tristán, o una información equivocada a la que se presta oídos, sin discriminar dónde está la verdad, por parte de Iseo y Brangien.

No hay que olvidar que el tremendo malentendido final se resuelve con la muerte de Cariadoc, única condición que Brangien exige a Kaherdin, su por fin reconsiderado amante fiel y cortés, para olvidar la mala experiencia. Kaherdin aprovechará un simple torneo para ajustarle las cuentas al causante del desacuerdo:

Deus baruns el la place occirent:

L'un fud Karïado li beals;

Keherdin l'occist al cembeals

Pur tant quë il dit qu'il s'en fuit

A l'altre feiz qu'il s'en parti:

Aquité ad le serement

Ki fud fait a l'acordement. (Douce, v.2988-2094)

Decíamos que la justicia poética existía. Pero no se suele ver así:

"On est quelque peu surpris de voir les épanchements sentimentaux de la suivante froidement réglés et soumis à la condition préalable d'une promesse de vengeance. Ce fond de ressentissement toujours prêt à se manifester, fut-ce contre sa maîtresse, oppose donc nettement Brangien aux suivantes courtoises dont le dévouement ne comporte pas ces failles dangereuses. D'autre part la vengeance en elle-même, indépendamment de ses applications, n'est pas un caractère courtois à beaucoup près." (70)

¿Froidement réglés? Lo que nos puede despistar en este magnífico ejercicio dialéctico es la ausencia total de información por parte de narrador, como ocurre en la tenso occitana, por ejemplo.

 

 

Pero por lo que respecta al sentimiento de venganza anticortés, no volveremos a repetir lo que ya hemos mencionado antes. Pretendemos abordar el problema desde otra perspectiva, porque el sentimiento de venganza contra los que precisamente pretenden desvelar un amor adúltero, es uno de los más manifiestos en los trovadores occitanos.

 

 

 

 

 

De hecho se trata de una de las reglas más severas, esta vez sí, de su particular "código cortés": el Celar. Es decir, la obligación de mantener en secreto la pasión amorosa, pase lo que pase y caiga quien caiga. Thomas se caracteriza por abreviar los conflictos exteriores a los amantes, por eso escatima todo el conflicto feudal que Béroul pone en escena entre Marc y los felones, los lauzengiers. Se puede decir que en su obra tal papel se encuentra redistribuido entre Kariadoc y, sorprendentemente, Brangien. Es su reinterpretación de la estricta norma cortés del celar.

Ya sabemos que no se niega la existencia en la lírica occitana de esta especie de tabú auto-impuesto por los amantes y de más denostado incumplimiento. Pero no se ha analizado, creemos, su importancia en relación con las obras tristanianas. Considerar este factor podría resolvernos muchas dudas sobre nuestros textos, sobre todo con respecto al de Béroul, denominado preferentemente, "versión común".

 

 

 

Texto extraído de mi tesis doctoral: "Los dos Tristan del siglo XII y la fin'amors", dirigida por la Dra. Dª Elena Real Ramos, y defendida en la Universitat de València en 1995

 

 

 

 

El Tristan de Béroul

El celar y los felones:

"Se ne fust la Deu vigor, destruit fusiez a desanor"

 

 

 

Notas

(52)Riquer, op.cit., p.389, III

(53)Riquer, op.cit., p.1107, III

(54)Riquer, op.cit., p.193, v.13-24. Ver nota a los versos 17-20; 21-24.

(55)Expresiones que utiliza en su poesía satírica Estornel, cueill ta volada que a su vez es una parodia de una delicada poesía de Peire d'Alvernha. Riquer, p.211-215

(56)Jonin, Pierre, "Les personnages ..." p.328

(57)Riquer, op.cit., p. 97-100. Tampoco se puede demostrar que ninguno fuera cátaro, lo que no significa que no pudieran coincidir en algunas de las críticas que los dirigentes cátaros realizaban, sobre todo a los representantes de la Iglesia romana. En los trovadores, los ataques a los franceses, la Inquisición, los clérigos y la curia romana en general, sólo pone en evidencia su profundo anticlericalismo. Pero como señala acertadamente Riquer, anticlericalismo no significa irreligiosidad.

(58)Delhaye, Philippe, "Le dossier anti-matrimonial de l'Adversus Jovinianum et son influence sur quelques écrits latins du XIIe siècle", en Mediaeval Studies, XIII, 1951, p.65-86

(57)Riquer, op.cit., p.97

(60)Jonin, Pierre, "Les personnages..." p.326-327

(61)Delhaye, Ph., op.cit., p.76-77. Subrayamos nosotros

(62)Riquer, op.cit., p. 188, X, XI

(63)Jonin, Pierre, "Les personnages..." p.326-327

(64)Riquer, op.cit., p.1212-1214

(65)Riquer, op.cit., p. 985

(66)Riquer, op.cit., por ejemplo en p.998, IV

(67)Riquer, op.cit., p.1019, V, VI. Del éxito de la composición da fe también el número de trovadores que utilizaron su estrofismo y sus rimas, como Peire Bremon Ricas Novas, Peire Cardenal, Guilhalmet y el Prior, Guiraut Riquier y Guilhem Rainier, Savaric de Mauleón y Bernat Carbonel y algunas piezas anónimas más.

(68)Cristóbal López, Vicente, op.cit. p.257-258

(69)De él dice Thomas que: "Il esteit molt bels chevaliers/ Corteis e orguillus e fiers" (v.863-864); posee una bella apariencia, es un buen conversador, alegre y generoso: "Il ert molt bels e bon parleres/ E donneür e gabeeres" (v.867-868); pero aparte de tener el "pequeño" defecto de ser un cobarde en el combate ("Mais n'irt mie bien a loer/ Endreit de ses armes porter" v.865-866) posee la mala costumbre de aprovecharse de la desgracia del prójimo: es el encargado de anunciar a Iseo la mala nueva de la boda de Tristán, con la esperanza de que la reina renuncie a su antiguo amante y le conceda a él sus favores. Es un buen ejemplo de como se puede ser un caballero con evidentes conocimientos de urbanidad (cortesía en el sentido más superficial del término) y no merecer el calificativo de "amante cortés".

(70)Jonin, Pierre, Les personnages.... p.329

 

Thomas pág.1

Thomas pág.2

Thomas pág.3

 

Thomas pág.4

(aquí)

 

 

 

 

 

 

 

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