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Como vemos a través de todo este arsenal defensivo, desde la ironía más inocente hasta posturas más drásticas, no se puede obviar una cierta carga de violencia. Por ello resulta a veces inexacto realizar valoraciones globales sobre la cortesía, que desestiman o pretenden ignorar testimonios de este tipo, para oponerlas al texto de Thomas, como hace E. Rozgonyi:

"Une fois de plus, la violence des sentiments, l'idée même de la haine dénonce un monde étranger, un monde primitif, une sphère de sentiments plus élémentaires et plus violents que celle de l'idéal courtois".(23)

 

A la vista de los testimonios, no creemos que se trate de un mundo primitivo, ni elemental, y en todo caso, la argumentación nos llevaría a considerar que estos trovadores no son corteses, lo que nos parece forzar un poco los textos para adecuarlos a un constructo realizado a posteriori. Por lo que respecta a la "violencia" podríamos seguir con los ejemplos. Sin considerar por otra parte las composiciones más subidas de tono o más cáusticas, sirvan las contundentes palabras de Raimon Jordan:

 

Mas a per pauc no•m sui laissatz de chan

per la falsa que•m trazic ab engan (...)

mas a sa part en retenc l'ant'e•l dan

e tal blasme don ja ses leis no•n er.

Per so la lais e•ls covens li desman

qu'en mi non a part ni dreit ni deman,

qu'a plus valen do et autrei mon cor

e, s'a leis platz que•l prend'en son coman,

be•m fai Amors l'esmenda que•l cors quer.

[Pero por poco dejé el canto a causa de la falsa que me traicionó con engaño (...) Pero ella se quedó con la vergüenza y el daño y con tal vituperio que sin ella no existirá. Por esto la dejo y la libro de la promesa, porque en mí no tiene parte, derecho ni reclamación, pues doy y otorgo mi corazón a otra que más vale, y si le place tomarme a su mandato, bien me compensa Amor lo que el corazón busca.](24)

 

Este tipo de reacción viene, por un lado, a subrayar los límites de la convención cortés, de la que los propios trovadores son conscientes, y por otro, a matizar la normativa cuando ésta se revela inoperante.

En definitiva, el estado de permanente anhelo al que se ve sometido el amante no siempre representa una regla de conducta prioritaria.

 

En un famoso debate de Peire d'Alvernha se compara el dolor no compensado, el deseo insatisfecho, con una larguísima cuarentena sin objeto alguno. El compromiso establecido con la dama, aquel por el cual el amante soportaba de buen grado las privaciones, ha sido incumplido de alguna manera por ella. La convención pierde su valor positivo y se convierte en aberrante. El amante no puede perseverar, puesto que la prueba a superar ya ha perdido cualquier sentido que hubiera podido tener anteriormente:

 

...can d'una faussa me sove,

que m'a mort, e no sai per que,

mas car l'amava finamen.

Failh ai longa carantena,

e sai, si la fezes lonhor,

ades la trobara pejor.

[...cuando me acuerdo de una falsa que me ha muerto, y no sé por qué, si no es porque la amaba muy lealmente. He sufrido larga cuarentena, y sé que, aunque la sufriera más larga, siempre la encontraría peor.](25)

 

Llegados a este punto, una solución se impone. Como en la mente de Tristan torturado por el deseo, y en la más pura tradición del Remedia Amoris ovidiano, a más de un amante se le ocurrirá curarse del sufrimiento de una pasión no correspondida con un nuevo amor(26). Ese parece el sentido que Thomas da a la decisión de Tristán:

 

Pur ço que se dolt par Yseut

Par Isolt delivrer se volt (Sneyd, v.415-416)

 Para olvidarse del dolor que le provoca Iseo, pretende sanar con (la otra) Iseo. La pregunta es ¿Según la ética cortés tendría una justificación la situación planteada por Thomas?

 

 

 

Pierre Le Gentil reconocía a regañadientes que con los remordimientos de Tristán tras la boda y la no consumación del matrimonio, el episodio se resuelve mediante una especie de "heroísmo cortés" ya que en última instancia la "amada" vence sobre la "esposa"(27). En una línea muy parecida, Anthime Fourrier(28) defiende con vehemencia que los postulados corteses son respetados, ya que la fidelidad a la amada triunfa sobre el compromiso social del matrimonio.

 

 

Los detractores hacen por el contrario hincapié en el insólito hecho de que un amante perfecto busque consolación a su amor insatisfecho entre los brazos de otra dama. Pierre Jonin cita el caso de los trovadores Arnaud Mareuil y Pierre Vidal, el de dos héroes novelescos, Yvain y Lancelot quienes demuestran su férreo dominio de la tentación y su continencia ante la ausencia de la amada; y por descontado, André Le Chapelain viene a ratificar la tesis:

"Comme Yseut est loin, il s'adressera à une autre. Or, cette attitude est incompatible avec l'amour courtois et Le Chapelain précise bien dans sa règle 12 que l'amant véritable ne peu t désirer aucune autre étreinte que celle de son amante (...) En s'opposant dans ses paroles comme dans ses actes aux poètes lyriques aussi bien qu'aux romanciers, le héros de Thomas paraît donc bien mériter le blâme du point de vue courtois."(29)

Eva Rozgonyi(30), criticando la postura de A.Fourrier, quien ve precisamente en el fragmento Sneyd una situación típicamente cortés "de l'homme placé entre deux femmes", coincide con Jonin aunque desde otra perspectiva:

 "... car cette situation me paraît aussi peu courtoise que possible. En effet, on ne connaît pas un seul cas où l'amant "vrai" tourmenté par le désir et la jalousie physique, contracte un mariage pour «guérir». Le bien suprême pour la fine amor est le désir même, ce désir non réalisé, insatisfait que, précisément, l'impossibilité de la satisfaction rend apte à véhiculer un amour noble. L'insatisfaction éternise le désir."

 

Es cierto que en la poesía de los trovadores no hemos encontrado exactamente el mismo caso, es decir, que el amante lleve a cabo una boda para curarse de una pasión anterior.

Pero la autora pone el énfasis no en el hecho de que se trate de un matrimonio, sino en que se establezca una nueva relación para satisfacer las carencias (sobre todo físicas) de la primera y paliar, si no curar, el dolor sufrido.

 

 

Tampoco hay que olvidar que el episodio se resuelve con el arrepentimiento, tardío, sí, pero arrepentimiento al fin y al cabo, y la no consumación del matrimonio, precisamente porque Tristan reconoce que ello no sólo no le curaría, sino que agravaría su situación:

 

Ma fei ment a Ysolt m'amie

Se d'altre ai delit en ma vie,

E si d'iceste mei desport,

Dunc frai pechié e mal e tort. (Sneyd, v.491-494)(31).

Pues bien, de esta misma circunstancia tenemos variados testimonios en la lírica occitana y lo sorprendente es que siguen un patrón muy semejante. La situación suele producirse en tres fases: debido a una separación o a un desengaño, el amante sufre de su insatisfacción amorosa; establece contacto con otra dama que acepta unirse a él.

En última instancia, el recuerdo de la primera hace recapacitar al enamorado que abandona su nueva conquista y decide guardar fidelidad a su "verdadera" amiga. A veces, incluso no queda muy claro si el trovador ha sido capaz de dominar sus deseos con la segunda dama, como en el caso de Bernat Martí, quien se ve abocado a la situación debido, nos dice, a la gran distancia que le separa de su amada (mas trop m'es lunhada):

 

En autr'amistat propdana

m'amor mis, que•m fo dolsana.

Ans l'amnei

que•m sordei,

mas la meiller no•m vairei.

[Puse mi amor en otra amistad más cercana, que me fue dulce. Pero antes que envilecerme, renuncio a ella, ya que la mejor (de todas las mujeres) no es mudable conmigo.](32)

Que la segunda relación fuera satisfactoria (dolsana) no parece preocupar demasiado al enamorado, que no es consciente de atentar contra ninguna regla cortés hasta el momento en que valora la benevolencia o la fidelidad de la primera dama: sólo en ese caso su nueva relación es juzgada peyorativamente (me sordei) hasta el punto de hacerle desistir.

 

 

 

Podemos encontrar casos en los que la nueva relación es planeada conscientemente por el amante como una especie de experimento para poner a prueba los celos de la dama, aunque tras el intento, el enamorado compruebe lo insensato de su conducta. Pons de Capduelh lo intenta, pero una cosa es la teoría y otra muy distinta la práctica:

 

 

 

Aissi perdra ma domn'al sieu tort me,

si no•m socor ar quant li clam merce.

Perdre no•m pot per tal qu'ieu am aillors;

qu'ai faitz semblan que totz m'era camjatz

per asajar s'il plagra ma follors

e s'ages mes en autra mon enten;

ben ai proat qu'il n'agra•l cor jausen

s'ieu m'en partis de llei; mais no•ill val re,

que ges mos cors no•s pot partir de se.

[Mi señora me perderá a mí si no me socorre ahora cuando le pido piedad. No me puede perder por razón de que yo ame a otra; pero me he alejado de ella mucho tiempo haciendo ver que había cambiado totalmente, para experimentar (per asajar) si le placería mi locura si hubiese puesto mi intención en otra. Bien he probado que tendría el corazón alegre si me apartara de ella; pero de nada le vale, pues mi corazón no se puede separar de ella.](33)

También Tristán desea assaier, experimentar arriesgadamente con sus propios sentimientos y con los de la reina:

 

"A sa dolur, a sa gravaço

Volt Tristans dunc quere venjanço".(V.365-366)

Pero no siempre la premeditación y el cálculo guían al amante: éste puede verse abocado a la infidelidad tras un estado de confusión total entre sus deseos y sus posibilidades. En ese caso prevalece la noción de salud mental y física: se trata de reencontrar el equilibrio perdido, de buscar una "medicina" que actúe sobre las causas del desarreglo emocional.

 

 

 

Si el trovador se considera engañado, si su deseo se ve frustrado, como decía Ovidio, la tentación de una nueva relación aparece como una buena solución posible para "sanar" sus heridas, aunque el miedo a que el mal se agrave actúe como freno en el último momento.

En esa situación se encuentra Guiraut de Borneilh, atenazado por la envidia y los celos, anheloso de satisfacer sus deseos con otra, pero también asustado ante las consecuencias desmesuradas que podría acarrearle:

 

 

 

 

-...De bon'aimi'ai nescera

que fos fin'e vertadera;

qu'era me sui departitz

d'una fals'abetairitz

que•m fa chamjar ma charrera

e for•m chabdels e guitz,

si no fora tan volatera

- ....c'ab fis sagramens plevitz

auretz m'amistatz entera.

-Toza, be•m fora garitz,

mas (...) que•l mals, pos s'es endormitz,

ai paor que pietz me fera .

[Tengo necesidad de buena amiga, que sea leal y veraz, porque ahora acabo de separarme de una falsa engañadora que me hace desviar el camino, y ella hubiera sido mi caudillo y mi guía si no fuera tan voluble"; (ella): "...con el compromiso de un leal juramento tendréis todo mi amor"; (él) "Moza: ello realmente me curaría, pero (...) temo que me hiera más gravemente el daño, a pesar de estar adormecido.](34)

 

 

Se volverá a esgrimir que el deseo insatisfecho es fuente de perfección para el sumiso amante, pero no siempre se juzga la transgresión a esta norma con la intransigencia de Le Chapelain, no siempre una circunstancia parecida choca con las perspectivas del público cortés, acostumbrado a diseccionar con fruición las situaciones emocionales más complicadas.

Guillem de Cabestany llega incluso a confesar a su dama su pequeña (o gran, según se mire) "traición". En este caso el amante no actúa por despecho: ha recibido la orden de mantener su ilusión viva (pel bon respieit en que•m mandetz tener), pero sufre en su propia carne la insatisfacción en la que vive (lo mals s'engrenya) y, como Tristán, se imagina por un momento que una nueva relación podría aliviar su dolor:

 

E car vos am, dompna, tan finamen

que d'autr'amar no•m don'Amors poder,

mais aize•m da c'ab autra cortey gen,

don cug de me la greu dolor mover.

Pueis quan cossir de vos, cuy jois sopleya,

tot autr'amor oblit e deampar:

ab vos remanc cuy tenc'al cor pus car.

[Y pues os amo, señora, tan lealmente, Amor no me da poder para amar a otra, pero me da ocasión para que corteje gentilmente a otra, con lo que imagino apartar de mí el grave daño. Luego, cuando pienso en vos, a quien la alegría se somete, olvido y abandono todo otro amor: me quedo con vos, a quien quiere más mi corazón.](35)

 

 

 

En este caso el amante es plenamente consciente que la relación que le une a su verdadera amiga no es comparable a la segunda: el amor perfecto, como su nombre indica, es vivido como el único, el definitivo, aquel que le impide (no•m don poder) experimentar los mismos sentimientos con otra. El problema surge cuando el deseo insatisfecho, el desasosiego y el dolor confunden al amante, quien, por un simple impulso de supervivencia, se aparta (o imagina apartarse) de la causa del sufrimiento excesivo.

 

Aquí es donde tiene cabida la segunda relación, especie de válvula de escape que en principio debería suplir las carencias de la primera. El enamorado tampoco parece interpretar el hecho como un atentado a la cortesía,ya que considera que es la consecuencia lógica de su primer amor: el dolor que le provoca el perfecto amor es el que le empuja a buscar remedio a su mal (la greu dolor mover).

Siendo el origen de su desmesura un valor cortés en sí mismo, el amante no parece sentirse excesivamente responsable. Es más, la situación se convierte en una prueba para el enamorado, que sale indudablemente fortalecido por el conocimiento que ha adquirido de sus propias emociones. En definitiva, todos estos trovadores plantean un debate sobre el significado profundo de la fidelidad.

Todos ellos vuelven a la disciplina estricta de la fin'amor, no sin antes poner a prueba sus límites: uno no es fiel por naturaleza, uno se hace fiel a fuerza de equivocarse y de tomar decisiones extremas ante situaciones límite. Sólo a partir del error cometido o imaginado, el amante puede elegir ser sinceramente fiel, por ello, la tentación primera no es juzgada a posteriori como una traición. Simplemente la "medicina" imaginada (don cug) no era la adecuada para su "enfermedad". Un simple error de cálculo que es consecuencia de la profunda conmoción que provoca el sufrimiento.

Esto no significa que el amante se considere del todo irresponsable y que disculpe alegremente su conducta. Como señalaba J. Frappier(36), la fin'amor conlleva situaciones de éxtasis, de adoración a la dama, pero también exámenes de conciencia, dudas, errores, arrepentimientos y penitencias. Algunos minimizan el alcance de su desviación (que normalmente tiene una causa cortés, como es la fuerza o sinceridad del sentimiento), y aún reconociendo que la dama puede tener su parte de culpa, aceptarán el castigo sumisamente. Raimbaut d'Aurenga pretende a toda costa hacerse perdonar la falta, incluso si ha de admitir más errores de los que ha cometido:

 

 

 

Mout es petitz,

dompna, •l tortz q'ieu vos ai servitz,

per que vos m'avetz en desdeing.

Fatz n'esdeveing! (...)

Humils, ses geing,

dompna, •l vostre sers fals-faillitz

merce vos quer.

[Señora, es muy pequeña la falta que he cometido contra vos, por la que me menospreciáis. ¡Me vuelvo loco! (...) Señora, humilde, sin artimañas, vuestro falso-culpable siervo os pide piedad.](37)

 

 

 

Otros no esperan a que la dama dicte su sentencia, y como verdaderos penitentes, encuentran en sí mismos argumentos suficientes para autoimponerse una condena que consideran completamente merecida. Rigaut de Berbezilh nos transmite con dos bellas metáforas el desgarramiento del amante que se arrepiente de la infidelidad y asume su responsabilidad:

 

A tot lo mon sui clamanz

de mi e de trop parlar,

e s'ieu pogues contrafar fenis

que s'art e pois resortz sus,

eum'arsera, car sui tan malanans

e mos fals ditz messongiers e truans;

resorsera en sospirs et en plors (...)

E ja hom no m'en escus,

Miels de domna, don sui fogiz dos ans;

ar torn a vos doloros e plorans;

aissi co•l sers, que, cant a faig son cors,

torna morir al crit dels cassadors,

aussi torn eu, domn', en vostra merce.

[Ante todo el mundo me acuso a mí mismo y de hablar demasiado, y si yo pudiese imitar al fénix, que se quema y luego resucita, yo me quemaría, pues soy tan desventurado en mis falsas palabras mentirosas y pérfidas. Resucitaría en suspiros y en lloros (...) Y que nadie me excuse, Mejor que Dama, de la que he huido dos años. Ahora vuelvo a vos doliente y llorando. Como el ciervo, que cuando ha hecho su carrera, vuelve a morir al grito de los cazadores, así vuelvo yo, señora, a vuestra merced.](38)

 Y todos, en el fondo, consideran que el perdón es posible, puesto que una infidelidad convenientemente expiada merece sin duda la piedad del círculo de los amantes corteses. Giraut de Bornelh confía en que su error no sea irreparable: reconoce la falta, pero lo que podría significar su exclusión de la fin'amors, él lo interpreta como una de las más duras pruebas por las que pasan todos los enamorados:

 

S'eu m'ai falhit per l'ira c'ai aguda,

no•m tenha dan; s'anc sentiz com leu muda

cor d'amador, ami', e s'anc fotz druda,

del plach pensatz;

que be vos dic: mortz sui, si l'ai perduda.

[Si he errado por la tristeza que me ha afligido, no reciba daño. Si alguna vez sentisteis cuán fácilmente cambia corazón de enamorado, amiga, y si alguna vez fuisteis amante, pensad en la reconciliación. Porque os aseguro: muerto soy, si la he perdido.](39)

 

 

 

De esta misma seguridad hace gala Tristán la noche de bodas. Cuando está a punto de cumplir con el debitum conyugal, el anillo que le diera la reina Iseo como símbolo de fidelidad le recuerda oportunamente la insensatez de su conducta.

¿Podía imaginar una penitencia más dura que la de controlar el deseo hacia Iseo de las Blancas Manos y buscar una excusa cualquiera para no consumar el matrimonio?

 

 

Veamos la escena de la joven esposa que ansía los apasionados abrazos de su marido, que le besa la boca, la cara, que le abraza y se enlaza a su cuerpo, mientras éste intenta no pensar más que en la reina Iseo e imagina una excusa que le libre del deseo de complacerla:

 

Tristan colchë, Ysolt l'embrace,

Baise lui la buche e la face

A li l'estraint, de cuer suspire

E volt iço qu'il ne desire;

A sun voleir est a contraire

De laissier sun buen u del faire.

Sa nature proveir se volt,

La raison se tient a Ysolt.

Le desir qu'ad vers la reïne

Tolt le voleir vers la meschine. (Sneyd, v.641-650)

 Ese cuerpo ofrecido y deseoso representa una verdadera prueba para Tristán. Y éste escoge un castigo excepcional para sí mismo porque reconoce la desmesura del daño producido, pero también porque considera que la reina Iseo le perdonará cuando conozca la dureza de la penitencia, y por tanto, la sinceridad de su recobrada fidelidad:

 

Jo me sui purchacé tant

Dont avrai duel tut mun vivant. (Sneyd, v.619-620)

Tel penitence preng sur mei,

Qant savra cume sui destreit,

Par tant pardoner le mei deit. (Sneyd, v.638-640).

Si errar es de humanos, como señala el trovador Arnaut Maruelh, también errar es de amantes corteses:

 

Greu er nulhs hom que non folley

doncx s'ieu ai falhit, morrai?

Per merce li prec, qu'esper ai

qu'a penas es hom tan cortes

que non falhisca manhtas ves.

[Il est bien improbable qu'il existe un homme qui ne fasse quelque folie -alors, si moi j'ai commis une faute, dois-je mourir? Je lui demande merci, car c'est mon espoir qu'on n'est guère assez courtois pour ne pas faillir maintes fois.](40)

 

 

En la reseña que realizó sobre la obra de Pierre Jonin, Rita Lejeune criticaba que éste analizara la cortesía de Thomas comparándola con textos posteriores, como algunas novelas de Chrétien de Troyes o el tratado de André le Chapelain:

"Au lieu de se référer à André le Chapelain pour mesurer la "courtoisie" de Thomas, c'est à Eilhart d'Oberg qu'il faut recourir. Alors on se rend compte de ce qu'une primitive légende de Tristan pouvait offrir (...) on mesure alors le raffinement psychologique et la courtoisie dont Thomas, déjà commence à faire preuve".(41)

 

 

 

Comentando esta idea diremos que sería conveniente no ya comparar nuestros textos del XII con el tratado de André le Chapelain, con el texto de Eilhart, el de Gottfried de Strasburg, la Saga noruega, etc... sino con el máximo número de obras de la época, tanto en lengua vernácula como en latín.

Ahora bien, para analizar la cortesía, para evaluar la particular visión del amor que en ellos se ofrece, sería casi preferible acudir al tipo de literatura donde precisamente se venía exponiendo, debatiendo y analizando el problema amoroso desde hacía casi un siglo. En su análisis sobre la influencia cortés en el texto de Thomas, Eva Rozgony se centraba en el monólogo previo a la boda de Tristán con Iseo de las Blancas Manos porque según la autora:

"Il nous a semblé que le passage en question est parmi ceux où le sujet précisément refusait de se plier aux règles de la fin amor, et où l'introspection, malgré son caractère essentiellement courtois, révèle des complications que l'on chercherait en vain dans les œuvres de l'époque".(42)

No creemos que exista una solución mágica para resolver todos los problemas de interpretación que plantean los textos sobre Tristan. De hecho, habría que ampliar el análisis a todo tipo de obras contemporáneas, históricas, filosóficas, poéticas, etc... que pudieran ofrecernos una idea aproximada de la mentalidad de los autores, de sus conocimientos intelectuales, de sus técnicas narrativas, como también de las expectativas del público para el que escribían.

De lo que no nos cabe duda es de que desde finales del siglo XI, en tierras del mediodía y en lengua occitana se llevaba a cabo una labor intelectual en la que precisamente la "introspección" en temática amorosa venía planteando "complicaciones" de todo tipo, algunas de ellas muy parecidas a las que encontramos en los textos sobre la leyenda de Tristán e Iseo.

Problemas que también podrían darnos pistas sobre otra de las escenas claves que presenta el texto de Thomas y que ha sorprendido desde el principio de los estudios tristanianos. Nos referimos al fragmento Douce que nos ha conservado un violento altercado entre la reina Iseo y su doncella Brangien.

 

 

Thomas pág.1

 

 

Thomas pág.2

(aquí)

 

Thomas pág.3

Thomas pág.4

 

Notas

 

(23)op.cit., p.824

(24) Riquer, op.cit., p.581-582, v.6-15

(25) Riquer, op.cit., p.329-331, v.37-42. El concepto de la cuarentena de amor, señala Riquer, aparece también en Peire Rogier y en Bertran de Born.

(26) El monólogo de Tristán antes de la boda parece planteado como una disertación sobre el conocido tema de Ovidio. De hecho participa del mismo concepto que los trovadores y Thomas, el de la "cura": "Acudid a mis consejos, jóvenes frustrados, a quienes vuestro amor os ha desilusionado por entero. Aprended a curaros de quien aprendisteis a amar""Pero tú, que desgraciadamente te has entregado a una única amada, por lo menos ahora tienes que encontrar un nuevo amor (...) Todo amor es vencido por uno nuevo que viene a suplantarlo", Vicente Cristóbal López, Amores, Arte de Amar, Sobre la cosmética del rostro femenino, Remedios contra el Amor, Traducción, introducción y notas, Madrid, Gredos, 1989, p. 477, 497-498

(27) Le Gentil, P. "La légende..." p.122. Aunque considere poco afortunada la resolución del episodio: "Et que dire de cette fidélité, trop tardivement révélée à elle-même, qui, pour être loyale envers la première, sacrifie indignement et cruellement la seconde Iseut?".p.121

(28) Fourrier, A., Le courant réaliste dans le roman courtois en France au moyen-âge, (T.I: Les débuts-XIIe siècle), Paris, 1960, p. 106 y ss.

(29) Jonin,P. op.cit., p.304-305

(30) Rozgonyi, E., "Pour une approche..." p.823

(31)  Y sin embargo la autora niega incluso el caracter cortés de esta renuncia in extremis, forzando un poco la interpretación del texto. La fidelidad no sería mantenida por el propio Tristán sino por el anillo que le trae a la memoria el compromiso con la reina: "Il nous semble que, dans l'esprit de la légende, il s'agit là moins d'une attitude héroïque assumée volontairement pour la gloire de la dame, que de l'intervention magique de cette force démoniaque qu'est l'amour et qui en l'occurence se traduit par le charme évocateur de l'anneau de la reine Yseut". (p. 824)

(32) Riquer, op.cit., p.248-250, v.46-50.

(33) Riquer, op.cit., p. 1265, v. 15-24

(34) Riquer, op.cit., p.502-505, v.24-30; 57-60; 61-65.

(35) Riquer, op.cit. , p. 1077-1080, v.15-21

(36)"Structure et sens du Tristan: version commune, version courtoise", en Cahiers de Civilisation Médiévale, VI, nº3, 1963, p.265

(37) Riquer, op.cit., p.439-441, v.43-51

(38) Riquer, p.287-292, v.34-54

(39) Riquer, p.506-509, v.51-55

(40) Citado por Sandra Céron, p.207 Traducción del editor Johnston, R.C. Les poésies Lyriques du troubadour Arnaut de Mareuil, Paris, 1935, XXIV, v.25-29

(41) Lejeune, Rita, "Les «influences contemporaines» des romans français de Tristan au XIIe siècle. A propos d'un livre récent", en Le Moyen Age, 66, 1960, p. 155

(42)op.cit., p.822