
La visión del color, una capacidad sensorial que damos por sentada, puede verse alterada significativamente en pacientes con esclerosis múltiple (EM), según informa Amparo Gil, optometrista de la Clínica Optométrica de la Universitat de València en su artículo para la revista NoticiasEM. Esta enfermedad neurodegenerativa no solo compromete funciones motoras y cognitivas, sino que también puede tener un impacto importante en la percepción visual.
La alteración más común en estos pacientes está relacionada con los conos S, células especializadas en la retina encargadas de detectar las longitudes de onda cortas correspondientes al color azul. “En la EM, estas células suelen ser las más afectadas, lo que da lugar a alteraciones del tipo tritán, es decir, dificultad para distinguir entre azul y verde, o entre azul y amarillo”, explican desde la Clínica.
Además de los cambios en el tono, los pacientes también pueden experimentar una pérdida de saturación, haciendo que los colores se perciban como más apagados o grisáceos. Este síntoma es especialmente notorio en quienes han sufrido un episodio de neuritis óptica, una inflamación del nervio óptico que puede dejar secuelas visuales incluso después de una recuperación parcial de la agudeza visual. En algunos casos, los pacientes notan diferencias de color entre un ojo y otro.
La visión del color se basa en la detección de ondas de luz por tres tipos de conos: L (rojo), M (verde) y S (azul). Estas células envían señales al cerebro, donde se combinan para crear la percepción del color. Cuando alguno de estos conos falla o está ausente, la percepción cromática se ve alterada. Esto puede deberse a causas congénitas (como el daltonismo), pero también a enfermedades adquiridas como la EM, la degeneración macular, cataratas o incluso el consumo excesivo de alcohol y tabaco.
Pese a los avances en el tratamiento de la esclerosis múltiple, no existe actualmente una cura ni ayudas ópticas que restituyan la percepción del color perdida. Las gafas con filtros especiales, a veces promocionadas como solución, pueden ayudar a mejorar el contraste visual, pero no devuelven la percepción normal del color.
La Doctora Gil recomienda realizar una evaluación específica de la visión cromática si se sospechan alteraciones. Para ello, existen test clínicos como el HRR o el Farnsworth-Munsell, más adecuados que los test online, ya que requieren condiciones de iluminación y calibración controladas. “Solo profesionales como optometristas u oftalmólogos están capacitados para hacer este tipo de valoraciones con fiabilidad”, subrayan desde la clínica.
En conclusión, la revisión periódica de la salud visual es clave en pacientes con EM, ya que el deterioro es progresivo y difícil de detectar por el propio paciente. Detectarlo a tiempo puede ayudar a adaptar el entorno visual, mejorar la calidad de vida y monitorizar la progresión de la enfermedad
Consulta la noticia completa aquí: https://aedem.org/wp-content/uploads/2025/04/NOTICIAS-EM-147-web.pdf (Página 7).