La proteína de suero (whey en inglés), derivada del suero de la leche, ha ganado popularidad como suplemento nutricional en el mundo del deporte.

Su alta calidad biológica y rápida absorción la convierten en una opción valiosa para aquellos que buscan maximizar su ingesta de proteínas. Sin embargo, es crucial entender que la proteína de suero no es una solución mágica. Aunque puede ayudar a alcanzar los objetivos de proteínas diarias, no debe reemplazar totalmente las fuentes de proteínas enteras animales y/o vegetales que, además de aportar proteína, son ricas en otros nutrientes como grasas antiinflamatorias (como los pescados), minerales o vitaminas (como las legumbres).

Es esencial considerar la calidad del producto a través de la presencia de determinados certificados que garanticen seguridad alimentaria (como el IFS) y que están libres de sustancias dopantes (como el Cologne List o Informed Choice), así como la tolerancia individual antes de incorporarla, ya que algunas personas pueden experimentar molestias digestivas debido a la lactosa naturalmente presente en el producto. En resumen, la proteína de suero puede ser una herramienta útil, pero su uso debe ser parte de un enfoque nutricional holístico y personalizado.