La igualdad es un valor, un principio y un derecho fundamental en los modernos Estados democráticos de Derecho. Sin embargo, al contrario de lo que sería deseable, las sociedades democráticas actuales tienen en su propio germen ideas racistas que tensionan los derechos humanos. Además, la progresión ascendente que va de la discriminación casi imperceptible, al racismo más evidente, pasando por el discurso del odio, no es fácil de combatir en un contexto marcado por diferentes ejes de desigualdad verticales (arriba-abajo) y de ruptura de los vínculos de integración social (dentro-fuera) que comprometen la cohesión social.