Existen 2 tipos de taludes en función de su material de origen y su pendiente: los terraplenes y los desmontes. Los “terraplenes” tienen como objetivo elevar el nivel de la carretera mediante la acumulación de material no consolidado. Presentan una menor pendiente (alrededor de los 27º o 3:1) que los desmontes.

Existen dos tipos de taludes que se distinguen principalmente por su material de origen y su pendiente: los terraplenes y los desmontes. Los “desmontes” se construyen excavando en las zonas elevadas del trazado hasta llegar habitualmente al material geológico de origen sin meteorizar (roca madre), con el fin de rebajar el nivel de la carretera. Como resultado, se obtienen laderas con una alta inclinación, alrededor de los 35º (pendiente 2:1) o 45º (pendiente 3:2), que pueden llegar a ser en algunos casos prácticamente verticales.

Una vez construidos, los terraplenes reciben habitualmente una última capa de “tierra vegetal” con un alto contenido en materia orgánica y semillas (banco de semillas), por lo que se caracterizan también por una mayor fertilidad, una menor compactación superficial, un grado de erosión menor y como consecuencia una mayor densidad de cobertura vegetal, superior al 50%, que los desmontes.

La vegetación que se establece y desarrolla en los terraplenes proviene de (1) la dispersión y posterior germinación de propágalos llegados desde las zonas próximas a los terraplenes, (2) la germinación de semillas presentes en la tierra vegetal aplicada a los terraplenes después de su construcción, (3) la germinación de semillas hidrosembradas.

En zonas semiáridas, los desmontes se caracterizan por una baja fertilidad del suelo, una compactación elevada en la superficie, un elevado grado de erosión y una baja cobertura vegetal que no supera el 10%.

Dos situaciones extremas: a la derecha, un terraplén con una orientación Norte favorable al establecimiento y crecimiento de la vegetación y a la izquierda, un desmonte con una orientación Sur desfavorable para la germinación y el desarrollo de las plantas.

Las propiedades del suelo (físicas, químicas e hidrológicas), muy distintas entre terraplenes y desmontes, explican en gran medida las diferencias en la cobertura vegetal alcanzada en esos dos tipos de taludes.

La capacidad de los suelos de retener el agua es una característica fundamental en ambientes semiáridos para permitir la germinación y el establecimiento de las plantas. Las especies de plantas capaces de germinar en condiciones de estrés hídrico se ven aventajadas a la hora de colonizar los taludes, y más específicamente los desmontes.

Nada más construirse el talud, y antes de que llegue a establecerse la vegetación, las lluvias erosionan las laderas dejando largos surcos longitudinales, muy característicos en esos ambientes.

Los flujos de agua de escorrentía se concentran en los surcos, arrastrando partículas de suelo y semillas, y pudiendo "descalzar" algunas plantas en algunas ocasiones.

Las cárcavas pueden alcanzar dimensiones importantes

Los deslizamientos de tierra pueden originar problemas para la seguridad vial.