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Quevedo y el juego de palabras

Además de un pensador y un poeta muy destacado, el escritor Francisco de Quevedo se caracterizó por su total dominio y virtuosismo con el uso de la lengua castellana en todos y cada uno de sus registros. Sabía moldear muy bien las palabras... 

15 december 2015

Francisco de Quevedo fue un escritor español. Nació en Madrid en 1580 y murió en Villanueva de los Infantes en 1645. Sus padres desempeñaban altos cargos en la corte real por lo que desde muy pequeño, Quevedo estuvo en contacto con el ambiente cortesano y político. Estudió en el colegio imperial de los jesuitas y en las universidades de Alcalá de Henares y Valladolid. En esta última ciudad fue donde Quevedo adquirió la fama de gran poeta. Época, además, en la que se dio a conocer su famosa rivalidad con el poeta Luis de Góngora.


Como literato, Quevedo cultivó todos los géneros literarios de su época. Se dedicó a la poesía desde muy joven. Escribió sonetos satíricos y burlescos, además de grandes poemas en los que expuso su pensamiento típico de la época barroca. Sus mejores poemas reflexionan sobre la desilusión, la melancolía, el tiempo, la muerte y el amor.
Góngora se caracterizó por su total dominio y virtuosismo con el uso de la lengua castellana en todos y cada uno de sus registros. Es por ello que, además de un pensador y un poeta muy destacado, el escritor también ha sido reconocido por ser el autor del juego de palabras más popular de la historia de la lengua española, también llamado “calambur”. Una figura retórica que, basándose en la homonimia, paronimia o polisemia, modifica el significado de una palabra o frase agrupando de distinta forma sus sílabas. Es propia de acertijos infantiles y es utilizada también como divertimiento y demostración de habilidad literaria.


Cuenta la leyenda que Francisco de Quevedo se apostó con unos amigos que tenía valentía suficiente como para llamar “coja” a la reina Isabel de Borbón, esposa de Felipe IV, que arrastraba una cojera evidente y no le gustaban en absoluto las bromas al respecto. Así, en una muestra de ingenio, frescura y osadía, Quevedo se acercó a la reina con un clavel blanco en una mano y una rosa roja en la otra mano y le dio a elegir entre las dos flores con el siguiente calambur: “Entre el clavel blanco y la rosa roja, su majestad escoja”. De esta manera, el escritor ganó la apuesta y llamó a la reina “coja” sin que se ofendiera… Con un inteligente juego de palabras.


En prosa, la producción de Francisco de Quevedo es también variada y extensa. Le reportó importantes éxitos. Escribió desde tratados políticos hasta obras ascéticas y de carácter filosófico y moral.