EL ARGUMENTO DE LA FÁBULA

La fábula de Polifemo y Galatea ha servido de argumento a numerosos poemas antiguos y modernos. La fuente principal de Góngora es la versión que Ovidio incluye en sus Metamorfosis, un poema en 15 libros en el que se narran unas 250 historias. La de Polifemo comprende los versos 13.750 - 13.897. Es interesante comparar la versión de Ovidio con la de Góngora para comprender a través de las diferencias el sentido que Góngora quiso dar a la suya.

Para Ovidio la historia es simple: La acción transcurre en Sicilia. Allí vive el cíclope Polifemo, un gigante mostruoso y cruel con un solo ojo, que se enamora de la ninfa Galatea, la cual a su vez está enamorada de un joven pastor llamado Acis. La historia está narrada por boca de Galatea, quien explica cómo el gigante se subió a lo alto de una roca con una especie de flauta hecha con cien cañas y empezó a cantarle ofreciéndose como su esposo entre halagos, promesas y regalos. Al no ser correspondido corrió a buscar a los dos amantes y arrojó una gran roca sobre Acis. La ninfa pidió ayuda a los dioses y éstos transformaron en agua la sangre que manaba de la roca. Acis quedó así convertido en un río.

Respecto al tratamiento de los personajes, Acis es casi invisible. Galatea declara al principio su belleza y su amor por él, y no vuelve a ser mencionado hasta el final, cuando perseguido por Polifemo grita:
et "fer opem, Galatea, precor, mihi ferte, parentes"
dixerat "et uestris periturum admittite regnis!"
"¡Ayúdame, Galatea, por favor, ayudadme padres!"
dijo, "¡y acogedme en vuestros reinos, que perezco!"

Un final no muy heroico. Respecto a Galatea, es un personaje convencional: comienza llorando al pensar en Acis y luego cuenta fríamente la historia, sin más. El único carácter desarrollado es el de Polifemo, pero de él no se destaca su crueldad, sino su ignorancia y su torpeza como enamorado.

Góngora introduce cambios esenciales que convierten en drama la ironía de Ovidio. En primer lugar relata la forma en que Acis y Galatea se enamoran (cosa que Ovidio da por hecha). Esto hace que Polifemo no conozca desde el principio este amor, y es precisamente la furia que le invade al descubrirlo lo que le lleva a lapidar a Acis. Otro cambio argumental es que Polifemo no busca deliberadamente a los amantes (pues desconoce su idilio), sino que es una fatídica casualidad lo que los delata: el gigante tira unas piedras para ahuyentar a unas cabras que estropeaban sus vides y algunas de ellas llegan al escondite de Acis y Galatea, los cuales, al creerse descubiertos, salen corriendo y se desencadena así el desenlace.

Pero los cambios principales se refieren al tratamiento de los personajes. Se conserva la gradación Polifemo - Galatea - Acis en cuanto a su importancia, pero los tres son dibujados con mayor detalle, elevándolos a un nivel más humano. Acis sigue siendo el personaje más débil. Los principales rasgos que de él se destacan son éstos:

Era Acis un venablo de Cupido,
..........................................................
gloria del mar, honor de su ribera.            (Estrofa XXV)
O sea, que era un joven atractivo y admirado en general. Más tarde, cuando lo ve Galatea, hay una detallada descripción de su físico. En cuanto a sus sentimientos, poco se dice. Se alude a la admiración que siente al ver a la ninfa y, más adelante, la tortura que le supone estar junto a ella sin poder dar rienda suelta a su deseo. Por otro lado, Góngora suprime sus gritos de pánico ante el cíclope, sustituyéndolos por algo más discreto:
Con lágrimas la ninfa solicita
las deidades del mar que Acis invoca.         (Estrofa LXII)
No hay más información directa sobre Acis. El resto se infiere de su actuación: Acis encuentra a la ninfa dormida. Cautivado por su belleza le deja una ofrenda (almendras, manteca y miel) y se aleja. La ninfa descubre los regalos al despertar y busca en los alrededores a su dueño. Cuando Acis ve acercarse a Galatea finge dormir y así Galatea se atreve a acercársele. Cuando Acis juzga que Galatea está suficientemente interesada por el "despierta" y se arroja a sus pies.

Galatea está mucho más elaborada. En el poema de Góngora no es ya la narradora. De hecho, ni ella ni Acis pronuncian una sola palabra. Pese a ello y, al contrario de lo que sucede con Acis, las referencias a sus sentimientos son continuas (miedo, intriga, admiración, amor, etc.) Primero se describe el acoso al que la ninfa se ve sometida por parte de muchos de los habitantes de Sicilia. Galatea está acostumbrada a salir huyendo apenas oye un ruido extraño, y se queda maravillada al comprobar que un desconocido (Acis) la ha encontrado dormida y, en lugar de aprovecharse, le ha dejado una ofrenda:

A la ausencia mil veces ofrecida,
este de cortesía no pequeño
indicio la dejó, aunque estatua helada,
más discursiva y menos alterada.              (Estrofa XXIX)
Esto basta para que su fantasía eche a volar e imagine a alguien que la aprecia de veras y, ¿por qué no?, guapo y encantador:
Llamáralo aunque muda, mas no sabe
el nombre articular que más querría,
ni lo ha visto, si bien pincel suave
lo ha bosquejado ya en su fantasía.
Por eso le basta luego encontrar un Acis tan bello como se había imaginado para quedar enamorada de él.

Cada uno de los personajes de la fábula tiene su drama particular. El de Acis es simple: sin más culpa que recibir los favores de Galatea, acaba sepultado por una roca. La muerte es siempre un drama, así que Góngora no necesita dar más detalles sobre él. Galatea, en cambio, termina viva, y su drama es la frustración y la impotencia: no sólo vive aterrorizada por seres que la tratan sin ningúna consideración ni respeto, sino que cuando por fin encuentra a alguien distinto, alguien que sabe tratarla y a quien puede amar, se lo arrebata uno de sus celosos pretendientes sin que ella pueda hacer nada.

Pero si era necesario profundizar en la psicología de Galatea para volver conmovedor el personaje frívolo de Ovidio, más esfuerzo requiere humanizar a Polifemo, porque el Polifemo de Góngora no es ni el monstruo abominable de la leyenda tradicional ni el bruto ridículo de la sátira de Ovidio. Góngora lo convierte en víctima además de verdugo, y el medio para lograrlo es presentarlo como el más contradictoriamente humano y complejo de los tres personajes.

El cíclope es presentado como un ser descomunal, fiero, bárbaro, temido hasta por las fieras salvajes; pero en su canto se revelan otras facetas de las que éstas son un dramático contrapeso: Polifemo está profundamente enamorado, y su amor no es un mero instinto, sino que aprecia la belleza de la ninfa en todo su grado y le duele su desdén. Este amor le ha llevado a hacer cuanto estaba en su mano por merecer el aprecio de Galatea. Su crueldad de antaño se ha convertido en amabilidad y benevolencia. Polifemo es un esmerado pastor, hortelano y apicultor, conocedor y amante de su oficio, pero, al contrario que el Polifemo de Ovidio, sus horizontes no terminan en sus rebaños, sus frutas y sus colmenas. Al tratar de halagar a Galatea, no la compara con plátanos, cabritillos y huertos, sino con cisnes, pavos reales y estrellas, y al buscar un regalo que ofrecerle no piensa en palomas y oseznos, sino que le presenta un arco y un carcaj de marfil labrado en oriente, regalo que obtuvo de un náufrago al que acogió en su cueva.

Polifemo no es consciente del efecto terrorífico que su imagen causa en los demás. Al contrario, el considera una virtud su corpulencia y se siente orgulloso de su ojo gigantesco en medio de la frente. Su voz es atronadora, pero cuando invoca a Galatea en su canto le dice:

                             ... escucha un día
mi voz, por dulce, cuando no por mía.         (Estrofa XLVIII)
Él está convencido de que si Galatea se digna a escucharle podrá convencerla para que le conceda su mano. Ciertamente, Polifemo vive engañado, pero ¿cuál es su error? Simplemente tener un aspecto que los demás juzgan horrible, algo que nunca podrá cambiar. Tiene sentimientos como cualquier otro ser humano, es trabajador, es rico, es delicado en el hablar (aunque su voz sea atronadora y terrible), tiene buen gusto, sabe valorar el arte, tiene cultura (en su canto hace referencias al Volga, a la India, a Alejandro Magno...) y, en fin, tiene todo lo que un hombre esforzado puede ganarse con sus obras; pero es feo, y a partir de ahí ya no tiene la oportunidad de resultar amable y galante como Acis, por mucho que se esfuerce.

Por supuesto, nada justifica éticamente el crimen de Polifemo, pero, humanamente, la imagen del cíclope que descubre a su amada con un amante y comprende al fin que nunca será suya, es patética, y los versos que lo describen son sobrecogedores:

y al garzón viendo, cuantas mover pudo
celoso trueno, antiguas hayas mueve...         (Estrofa LXI)
Éste es el trágico final de Polifemo: el embrutecimiento a causa del desengaño. El que podría haber sido redimido por amor, sucumbe a los celos y pierde así la dignidad moral y humana que lentamente había estado adquiriendo.

Tenemos, pues, tres personajes y tres dramas: muerte, frustración y degradación. Los amantes sufren la crueldad del hombre y Polifemo la crueldad de la Naturaleza. El auténtico drama de la fábula es el conflicto entre los tres: cada personaje sufre la actitud de los otros, pero Acis es inocente, Galatea es inocente y Polifemo es culpable de su crimen, pero inocente de su desgracia.

Éste enfoque del desenlace difiere radicalmente del de Ovidio y exige un cambio de interpretación en la transformación de Acis en río. En Ovidio el final es triunfalista: el crimen de Polifemo es compensado con el milagro final. Galatea explica que después de que la sangre de Acis se transformara en agua, de la roca surgió un joven:
qui, nisi quod maior, quod toto caeruleus ore,
Acis erat, sed sic quoque erat tamen Acin in amnem
uersus, et antiquum tenuerunt flumina nomen.
el cual, aunque más alto, aunque con todo el rostro azulado,
era Acis, pero asimismo era, por otra parte, Acis en río
convertido, y el río conservó este nombre desde entonces.

Es algo ambiguo, pues insinúa que Acis no muere, sino que se transforma en una especie de dios-río, pero lo cierto es que Galatea no lo volvió a ver.

Por el contrario, Góngora no deja esta puerta abierta al consuelo y evita toda descripción antropomórfica del río. Tras describir físicamente la transformación, la fábula concluye diciendo que el río

Lamiendo flores y argentando arenas,
a Doris llega que, con llanto pío,
yerno lo saludó, lo aclamó río.
Doris es la madre de Galatea, que habita en el mar. El río llega al mar y Doris lo recibe como a su yerno, lo aclama como a un dios. ¿Significa esto que Ovidio tenía razón, que Acis sigue vivo de un modo u otro? En ningún momento se ha insinuado algo así en el poema y la realidad en la fábula siempre está marcada por las palabras del narrador. Más bien hay que entender que Doris se niega a aceptar la realidad de la muerte de Acis y se comporta como si estuviera vivo, como si el pequeño milagro lo hubiera convertido en un dios, pero su llanto denuncia la realidad de los hechos. Su llanto es pío, devoto, como el de quien llora a un muerto imaginando devotamente que esta en el cielo, o sea, como quien llora a un muerto tan muerto como todos los muertos.

Estas líneas han pretendido describir la riqueza argumental de la fábula de Polifemo y Galatea, pero el poema es rico a muchos otros niveles, lo cual sólo puede apreciarse adentrándose en él verso a verso. Éste es el principio: (Estrofa I), aunque también cabe la posibilidad de saltarse la dedicatoria y pasar directamente a la Estrofa IV.

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