La vivienda, en la medida en que se encuentra capitalizada y mercantilizada, configura un factor clave en la estructuración y reproducción de las desigualdades sociales. La toma de decisiones en materia de vivienda se ve condicionada, de un lado, por la situación en la cual se encuentra el mercado inmobiliario que constituye, junto a las políticas del Estado, la oferta de viviendas y, de otro lado, la demanda construida en función de la producción de las disposiciones de los agentes sociales y de sus medios económicos, en tanto la vivienda se encuentra sujeta en el mecanismo de precios. Así pues, en la relación indisociable entre la oferta y la demanda emerge las decisiones en materia de vivienda.
En esta primera presa de contacto para el estudio de la vivienda, tomaremos de referencia dos variables dependientes principales: la renta disponible sin alquiler imputado del hogar (HY020) y el valor de las viviendas a precio de mercado.
La renta disponible hace referencia a las rentas netas, esto es el resultado de deducirse de las rentas brutas, los impuestos a la renta y patrimoniales, así como las cotizaciones y las transferencias sociales.
Por su parte, el alquiler anual imputado otorga un valor a aquellos hogares que no declaran un alquiler completo. Este imputaría a aquellas viviendas en propiedad con y sin hipoteca, los alquileres a precio inferior al de mercado y las residencias en cesión gratuita.
El valor de la vivienda a precio de mercado representa el alquiler imputado junto con el precio de los alquileres a precio de mercado. El alquiler imputado, al excluir los valores de los alquileres a precio de mercado (expresados en la base de datos mensualmente) y, en consecuencia, a las familias que residen bajo este título, los integramos en la fórmula transformándolos previamente en valores anuales. De forma que, en la fórmula sería la siguiente:
Valor de la Vivienda (*VV) = HY030N + (HH060*12) = Alquiler imputado + (Alquiler mensual *12)
Así mismo, las variables independientes que principalmente se han empleado han sido tanto el régimen de tenencia que apela a la estructura del campo de la vivienda, como la clase social a la cual se pertenece, la cual lanza luz sobre la desigual organización del espacio. La clase social tiene una mayor significación en la hora de explicar la desigual distribución que existe en materia de vivienda, puesto que el acceso en la vivienda se rige por el mecanismo de precios y la clase social está constituida, en parte, por los niveles de renta. Así pues, la conceptualización de la clase social requiere de una mayor complejidad que, grosso modo, deriva de la sistematización de las aportaciones de Marx, Weber y Durkheim y Simmel llevadas a cabo por el profesor Rafael Castelló-Cogollos. En otras palabras, las clases sociales se definen por tres dimensiones: la propiedad de los medios de producción (PL040), la ocupación (PL051) y los niveles de renta por unidad de consumo (HY020*HX240).
Por su parte, los regímenes de tenencia de la vivienda hacen referencia a las formas en que los hogares acceden y permanecen en su vivienda. Estos pueden categorizarse en:
- Vivienda en propiedad con hipoteca
- Vivienda en propiedad sin hipoteca
- Vivienda en alquiler a precios de mercado
- Vivienda en alquiler a precios inferior al de mercado
- Vivienda en cesión gratuita