Los animales desempeñan multiples funciones en beneficio de la sociedad humana: compañía, entretenimiento deportivo, mano de obra y, la más importante, ka provisión indispensable de alimentos dervidaso de animales y esenciales para la nutrición humana. Teniendo en cuenta la importancia histórica y actual de estas funciones, es imperativo enfatizar en la importancia económica de la ramadería y cómo afecta esta al medioambiente, en concreto en el caso de las abejas melíferas (apis mellifera).
Desde las primeras etapas de la domesticación animal, la potencial propagación de patógenos entre los animales criados en masa se hizo evidente, reflejando los desafíos patológicos que enfrentan las poblaciones humanas. Tratar este problema es crucial, no solo para el bienestar animal, sinó también para salvaguardar la salud pública, garantizar la seguridad alimentaria y mantener un suministro estable de alimentos. La amenaza de las enfermedades zoonóticas nos recuerda la importancia de la conexión entre la salud animal y la humana, haciendo hincapié en la importancia estratégica de la salud animal en el contexto de la sostenibilidad y la competitividad en la producción ganadera.
Las recientes crisis globales, provocadas por enfermedades como la gripe aviaria, la fiebre aftosa y el virus de la lengua azul, han demostrado la importancia en las repercusiones económicas y la importancia de la confianza del consumidor en mantener niveles de consumo durante una crisis sanitaria. Según los datos de la OMSA (Organización Mundial de Sanidad Animal), las enfermedades contribuyen al 20% de las pérdidas en producción animal, recalcando la necesidad de un control eficaz para prevenir un uso excesivo de recursos en la producción de comida (tierra para producción de alimentos para los animales, agua,...). Esto, a su vez, implicaría un mayor volumen de residuos orgánicos que gestionar, lo que nos hace ver el papel fundamental de la salud animal para preservar el medio ambiente. Es imperativo considerar que no solo en los organismos comestibles, sinó también, en este caso, en los polinizadores como las abejas melíferas, sus enfermedades representan una amenaza para la producción de cultivos. En consecuencia, promover la investigación, el desarrollo tecnológico y la innovación es crucial para abordar los desafíos sanitarios que enfrentan las diferentes especies y los modelos de producción existentes.
Mantener unas condicions óptimas en las explotaciones ganaderas implica prácticas de higiene rigurosas y un manejo responsable de los alimentos y los sustratos. A pesar de estas precauciones, las infecciones pueden surgir de diversos organismos, incluidos virus e invertebrados. En cuanto a lo último, el grupo de investigación se ha dedicado durante más de 30 años al estudio de las patologias en invertebrados, centrandose en el uso de patógenos de invertebrados para un control de plagas eficaz y sostenible. Nuestro enfoque principal en el control de plagas de lepidópteros se ha ampliado últimamente para combatir parásitos como la varroa destructor, un ácaro ectopárasito de las abejas, así como para el control de nematodos parásitos.
La verroa destructor inflinge graves daños en las colonias de abejas melíferas de todo el mundo. Las colonias afectadas por la verroa destructor no pueden sobrevivir más de 2-3 años sin un tratamiento eficaz. En España existe una gran preocupación por este tema, ya que casi todas las colmenas exhiben algún grado de parasitismo. Segun las directrices de la OCDE, este grado de parasitismo es significativo en el 50-60% de las colonias. El ácaro causa daño directo a través de la alimentación, pero también como paso para varios virus ya que interfiere en la respuesta inmune de las abejas a las infecciones virales. En España, el Plan Nacional para el Control de Enfermedades de las Abejas, regulado por el Real Decreto (RD608/2006), tiene como objetivo la seguridad de que los colmenares mantienen las colonias de abjeas melíferas en un nivel adecuado de salud y seguridad. Para lograrlo, los apicultores deben aplicar un tratamiento acaricida entre septiembre y noviembre cada año. Dependiendo de la situación específica de cada colmenar, también se puede recomendar un segundo tratamiento. En las últimas decadas, las poblaciones de verroa destructor se han enfrentado a una intensa presión selectiva, lo que ha llevado a numerosos casos de resistencia a los principales acaricidas en uso. Esto es alarmante, dado que no hay todavía ningún plan coordinado para detectar y evaluar los niveles de resistencia a cualquiera de estos compuestos para así poder implementar una gestión integrada del parásito.
Por otro lado, se sabe que los nematodos parásitos en los animales son uno de los principales factores capaces de interferir en la producción animal, lo que lleva a retrocesos en el crecimiento animal que en última instancia pueden resultar en la muerte. Esto aumenta el coste de servicios veterinarios y comporta pérdidas significativas en el sector económico de la ganadería. Algunos de estos nematodos parásitos pueden ser transmitidos a través de la tierra y tienen la capcidad de infectar humanos, afectando potencialmente a casi un billón de personas en todo el mundo. Afortunadamente, hay actualmente cuatro tratamientos disponibles para el control de nematodos, tanto para humanos como para animales, siendo el uso de benzimidazoles el más utilizado para tratar las enfermedades que puedan resultar. Sin embargo, los efectos secundarios, una eficacia incompleta, los problemas medioambientales y el desarrollo de resistencias hacia el medicamento han impulsado la búsqueda de nuevas alternativas.
El bacillus thuringiensis (o Bt) es una bacteria grampositiva que habita en el suelo y que está distribuida por todo el planeta. Tiene la capacidad de producir cristales proteínicos durante la fase de esporulación. Cristales que contienen una o más proteínas que actuan contra invertebrados. Estas proteinas son conocidas como proteínas Cry, toxinas Cry o toxinas Bt. En la actualidad, se han identificado más de 300 genes codificados en las proteínas Bt. Mientras que algunas de estas proteínas han sido empleadas tradicionalmente para la protección de las cosechas, también se ha observado que existen siete familias de proteínas Cry que exhiben actividad nematicida (Cry5, App6, Cry12, Cry13, Cry14, Cry21 y Xpp55). Debido a la alta toxicidad de las proteínas Cry, altamente nocivas para los nematodos pero inofensivas para los vertebrados, se las ha considerado una nueva herramienta que reemplaze gradualmente los antiparasíticos sintéticos y que sirva para tratar a los nematodos que son mas dañinos para los vertebrados. El primer caso en el que se demostró la toxicidad de la proteína Cry contra un nematodo parásito se llevó a cabo contra un parásito de rata (Nippostrongylus brasiliensis) en sus diferentes étapas de vida en libertad. El parásito fue intoxicado hasta la muerte cuando se le alimentó con colibacil (escherichia coli) la cual portaba las proteínas Cry5B, Cry14A y Cry21A. Otros estudios también han demostrado resultados prometedores contra nematodos parásitos de vertebrados.