4.4 Filtrado

Tras el estudio exhaustivo y en profundidad de los diversos sistemas de abreviaturas y referencia que se emplean en el medio impreso y digital para referenciar las obras dramáticas de William Shakespeare observamos que, pese a que se cuenta con manuales y estándares internacionales (ej. MLA, NVS, etc.) y que, básicamente, se empiezan a emplear en el contexto anglosajón a finales de 1700, no existe en la actualidad ningún sistema fiable que pueda garantizar un método totalmente interoperativo para referenciarlas. En la práctica, hemos podido comprobar que se detectan muchas disparidades de diversa naturaleza y resulta bastante complicado intentar emplear un único sistema que nos ofrezca unas garantías totales al respecto. Consecuentemente, dista mucho de ese principio de neutralidad tecnológica que definen autores como [340] José María Lancho desde las organizaciones no gubernamentales y que también intentan defender y potenciar gente como Günter Vergeugen desde las organizaciones gubernamentales de la Unión Europea |M 4.1|. De hecho, incluso en los propios contextos académicos hemos podido ver que en algunas ocasiones la crítica literaria se distancia mucho de la práctica editorial y/o compiladora aunque estas sean interdependientes.

Pese a que los testimonios impresos originales cuentan con un sistema de referencia propio, la práctica editorial a partir de 1700 empieza a sustituir en las ediciones derivadas y complementarias las referencias arábigas del in-Folio por sistemas de codificación alfanuméricos propios aunque la tendencia general de la primera época muestra múltiples inconsistencias al respecto. En este sentido, se observa que algunos autores decimonónicos, caso de Twiss y Dolby, ya presentan unos sistemas regulares y coherentes, de hecho tres abreviaturas propuestas por estos autores han permanecido invariables desde 1805 hasta la actualidad, pero no se produce ningún intento serio de estandarización general hasta, aproximadamente, mediados del siglo XX. En estos primeros intentos a mediados del pasado siglo observamos: que empieza a unificarse la utilización de máximos y mínimos en las diferentes siglas, que aparecen ciertas pautas estables para abreviar los títulos y que se mantiene la disparidad referencial de épocas anteriores a la hora de designar dichos títulos. Dicha disparidad, pensamos que se deriva de tres tipos posibles de modificaciones: individuales o asistemáticas, revisionistas o testimoniales y tradicionales o continuistas. También se puede apreciar, al comparar el uso de dicho sistema de abreviaturas en una misma editorial, que en muchas ocasiones el empleo de éstas depende de una elección personal por parte de el/los editor/es más que de una política editorial concreta y por lo que respecta al uso de dichos sistemas en la actualidad, se siguen observando modificaciones en el sistema de abreviaturas de tipo individual y revisionista aunque la tendencia más extendida es básicamente continuista ya que en muchas ocasiones los editores deciden emplear las abreviaturas del medio impreso en el nuevo medio digital.

Al igual que les pasó a Howard-Hill y Spevack en la década de los setenta, hemos de comentar que los recursos técnicos juegan un papel determinante en muchas decisiones editoriales. En nuestro caso, por ejemplo, hemos tenido que optar por descartar los denominados wildcart characters(#, %, &, $ y similares) para poder codificar determinados elementos del título porque, si los empleamos directamente, pueden ocasionar muchos conflictos al manipularlos posteriormente en los propios sistemas gestores de bases de datos y/o con los lenguajes de marcado o de programación que se emplean en estos entornos y programas informáticos ya que, en un porcentaje bastante elevado de los casos, dichos caracteres se suelen reservar para funciones propias de estas aplicaciones informáticas. De hecho, este tipo de decisiones se generalizan desde la aparición del sistema operativo UNIX [103, p.41] a principios de los setenta ya que muchos programas informáticos posteriores se basarán o distanciarán de éste para su propio desarrollo. A esto, además hay que añadir la disparidad que se podría derivar si tenemos en cuenta los sistemas de codificación distintos al que se emplea en el juego de caracteres del American Standard Code for Information Interchange o ASCII (ej. escritura china, cirílica, etc.) ya que opinamos que no todos los lenguajes naturales codificarán este tipo de cadenas del mismo modo. De hecho, si se traduce el título de una obra shakespeariana a un idioma distinto del inglés y empleamos el mismo método para extraer la correspondiente abreviatura obtendremos una cadena alfanumérica bastante diferente de la resultante inicialmente. Evidentemente, resultaría interesante ampliar el estudio teniendo en cuenta estas variantes multilingües ya que, en este caso, si que se podrían extraer unos resultados mucho más concluyentes para afirmar o rebatir este supuesto pero, al no tener acceso a una muestra significativa de ediciones en lengua no inglesa donde poder verificar estos datos, simplemente indicamos la problemática para que se tenga en cuenta en investigaciones posteriores.

Sobre los cambios cualitativos más importantes de los nuevos entornos y plataformas en red en comparación con el medio impreso, y como ya apuntó con mucha intuición John Lavagnino [349] en 1995, opinamos que es necesario ampliar los estudios académicos al respecto ya que tenemos que aprender a saber diferenciar y definir correctamente lo que significa trabajar con textos preparados o procesados digitalmente y trabajar con textos ``published in electronic form'' ya que en unos casos hablamos de entornos-plataformas digitales y en otro de procesos de retroconversión de recursos. En este sentido, opinamos que resultaría interesante poder ampliar el debate sobre la custodia y divulgación del material textual con la traducción y posterior transmisión del mismo ya que sería conveniente indicar, acotar, reconfigurar y reinvidicar las áreas de actuación en cada uno de estos casos ya que, al no acometerlos desde un punto de vista preferentemente interdisciplinar, muchos de los nuevos proyectos que se incorporarán al medio se traducirán en gasto económico y en duplicación y derroche de esfuerzos individuales y colectivos facilmente desfasables.

Por lo que respecta a la posible confección de un catálogo neutral e interoperativo |M 4.3| para codificar los Complete Works - Obra Completa de Shakespeare en un entorno-plataforma digital y en el medio impreso, tenemos que reconocer la gran utilidad de proyectos como Internet Archive o incluso Google Books a la hora de poder acceder a los productos derivados de los procesos de retroconversión que mencionamos, ya que estos nos han permitido poder analizar la tecnología editorial y compiladora desde finales de 1700 (en particular Ayscough) hasta 1923 y esto se ha traducido en la posibilidad de poder establecer un método de trabajo propio tras el estudio de las diversas propuestas y que hemos pasado a denominar Key Line Numbering - Clave numeradora de líneas (KLN). Método este que nos sirve para actualizar nuestro propio sistema de referencias inicial tomando como elemento actualizador, en este caso, la propia edición in-Folio de 1623 y sus variantes de 1632, 1664 y 1685.

En nuestro caso empleamos unos elementos bibliográficos estables que delimitan la disposición del texto sobre la página, líneas superiores e inferiores que se incorporan en la edición in-Folio, y esto nos permite establecer un sistema de referencia mucho más fiable, estable y coherente si lo comparamos con las propuestas que se incorporan en las ediciones de tipo convencional o facsimilares. Obviamente, la decisión de incluir las print conventions como elemento a referenciar ha sido determinante ya que nos ha permitido hacer una distinción importante entre éstas y el resto de elementos: stage direction, speech prefix y speech. Es decir, aparte de permitir localizar con mucha mayor precisión cualquier elemento que aparece en el testimonio original tenemos la certeza de estar siempre trabajando con una clave de identificación única que facilitará las tareas al trasvasar y procesar los datos en los sistemas gestores de bases de datos textuales. Obviamente, y para mejorar la funcionalidad e incluso interoperatividad del sistema que proponemos, también contemplaremos la recomendación sobre definición de claves únicas que nos proporciona Cesar Pérez ya que podemos incluir fácilmente en las columnas adyacentes de nuestra tabla de datos los valores equivalentes que establecen Hinman para la edición facsimilar del First Folio y Riverside como estándar para las ediciones convencionales ya que, de este modo, obtendríamos un sistema de referencias cruzadas similar al que se emplea en las variorum editions de la Modern Language Association.

Por lo que respecta a otro tipo de formatos y/o de textos, como puede ser es el caso de las ediciones in-Quarto o incluso la producción poética de este autor, pensamos que también se puede aplicar un método de trabajo editorial similar aunque, en esta ocasión habrá que estudiarlas de manera independiente para poder aportar nuevos resultados y/o problemáticas en relación a la divulgación de estos textos de un modo individual.

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