21 april 2021
Teletrabajo. No es oro todo lo que reluce.
El teletrabajo es, sin duda, una gran herramienta para mejorar las condiciones de las personas trabajadoras, pero solo si desde un principio se establecen con precisión y claridad las bases sobre las que se asienta, sin que quepan interpretaciones que puedan volverla en una herramienta contraria a la mejora de las condiciones laborales ja que mal utilizada comporta muchos peligros y muy diversos.
Para empezar, se ha de tener claro que el teletrabajo es una herramienta en favor de las personas que trabajan, nunca de la empresa o patronal. Por ello el teletrabajo será siempre voluntario y reversible. No debe aceptarse ninguna regulación que permita que se creen puestos de trabajo con el perfil de teletrabajo, ni que exista la posibilidad de que el teletrabajo sea la única modalidad de contratación.
Es imprescindible, además que se mantengan jornadas, horarios y calendarios iguales a los puestos presenciales, impidiendo que con la excusa de que se puede compatibilizar trabajo y cuidados, se presione a alargar las jornadas, o se incremente paulatinamente la carga de trabajo. También es importante no caer en la trampa de la productividad, y objetivos, ese “tú organízate como quieras siempre que cumplas con---“es una de las puertas que obliga a estar durante largas horas fuera del horario habitual frente al ordenador.
Por supuesto teletrabajar no debe significar ninguna carga económica para quien la desempeña, eso significa que tanto los medios como el gasto de energía debe recaer en la empresa.
Los derechos básicos como la formación, la participación sindical, o el acceso a quienes nos representan para defender nuestros derechos han de estar regulados de forma que no puedan ser vulnerados con facilidad.
Así pues, el teletrabajo puede ser, como decíamos al principio, una buena herramienta, pero entendida como una opción a la que acogerse en el momento en el que sea preciso.
Entenderlo como una opción definitiva es avanzar en la precarización y el deterioro de las condiciones laborales, puesto que el teletrabajo lleva aparejado el aislamiento de las personas, evita la organización de estas y nos hace más vulnerables.
Además, agudiza las desigualdades económicas, puesto que en todos los hogares no se pueden reunir las condiciones adecuadas, tanto de ergonomía y salubridad, necesarias para desempeñar este tipo de modalidad de trabajo, por no hablar de las dificultades tecnológicas que podrían existir para algunas personas con diversidad funcional que tienen adaptado su puesto de trabajo en la empresa y que sería imposible que teletrabajaran sin esta adaptación en su hogar.
Puede, además, generar barreras entre quienes por su profesión pueden acogerse y quienes no, como por ejemplo los tan nombrados últimamente trabajos esenciales, en la mayoría de las ocasiones, trabajos invisibles, de escaso reconocimiento y peor remuneración.
Teletrabajo sí, pero con nuestras condiciones.
