
A escasas semanas del fin de un verano en el que el mosquito tigre y sus picaduras han estado a la orden del día durante semanas, un ácaro se ha hecho un lugar en nuestra agenda de enfermedades parasitarias: la garrapata. Una picadura de una de ellas ha provocado la muerte de un hombre en Madrid y la hospitalización de la enfermera que lo atendió a causa de la fiebre hemorrágica de Crimea-Congo.
8 de septiembre de 2016
Los dos casos, los primeros detectados de esta enfermedad en Europa Occidental, fueron confirmados por las autoridades hace unas semanas. Concretamente, fue el pasado 25 de agosto cuando el paciente, un hombre de 62 años, falleció en el Hospital Doce de Octubre de la capital madrileña. Su enfermera sigue aislada en el Hospital La Paz-Carlos III, especializado en este tipo de enfermedades contagiosas.
En un intento de esclarecer la situación y calmar a los posibles infectados, los expertos del Instituto Carlos III de Madrid han explicado que la idea que se tenía inicialmente de que las fiebres hemorrágicas son enfermedades altamente contagiosas entre humanos, es “insostenible”.
Veamos de qué se trata esta enfermedad. La de Crimea-Congo es un tipo de fiebre hemorrágica viral (FHV) causada por un virus que vive no sólo en garrapatas sino también mosquitos y algunos roedores, responsables de la transmisión a los humanos. El contagio vector-humano se produce cuando los humanos entramos en contacto con los animales infectados por el virus, sufrimos la picadura de un mosquito o garrapata o por contacto con secreciones o excreciones de roedores infectados. Por otra parte, la transmisión entre personas es causada por el contacto con fluidos infectados.
Esta fiebre hemorrágica, endémica en África, los Balcanes, Oriente Medio y Asia es, pese a ser un virus con escasísima presencia en nuestro país y en Europa, una enfermedad cuya tasa de mortalidad puede llegar en el peor de los casos al 40 por ciento y para la cual no existe vacuna, según advierte la Organización Mundial de la Salud.
Su principal vector transmisor es la garrapata del género Hyalomma lusitanica, conocida en ambientes rurales como "garrapata dura" o "garrapata negra". Esta especie es propia de lugares esteparios de zonas templadas y puede desplazarse a grandes distancias transportada por las aves migratorias.
Su presencia en el organismo se manifiesta de forma similar a otras enfermedades parasitarias, en forma de fiebre, dolor muscular, mareos, dolor y rigidez de cuello, lumbago, dolores intensos de cabeza e irritación de los ojos, síntomas que empiezan de forma súbita y pueden ir acompañados de náuseas, vómitos, diarrea y, en menor medida, de cambios de humor y confusión. Los signos de hepatitis son frecuentes, y los pacientes muy graves pueden sufrir un rápido deterioro renal o insuficiencia hepática o pulmonar.
Lo que distingue el proceso de la fiebre hemorrágica de Crimea-Congo es principalmente el tipo de picadura del vector que la transmite. Las garrapatas, que habitualmente habitan en zonas rurales, esperan la oportunidad de engancharse a su víctima y, una vez incrustadas en la piel, comienzan a alimentarse de su sangre en un proceso que puede durar varios días.
Debido a su permanencia en la piel del huésped, a la que normalmente se quedan adheridas durante horas, reconocer la picadura es relativamente sencillo, como también lo es el método de extracción del parásito, que debe ser retirado tirando suavemente de él con unas pinzas sin dientes en dirección perpendicular a la piel hasta desprender a la garrapata, evitando, a su vez, el uso de agua oxigenada, vaselina u otros remedios caseros, según apunta la dermatóloga Rosa Taberner en su blog.
Es necesario señalar, eso sí, que la mayoría de las personas expuestas al virus de la fiebre hemorrágica de Crimea-Congo tras una picadura de garrapata no desarrolla la enfermedad, ya que el porcentaje estimado de personas que sí lo hacen se sitúa entorno al 20%. Lo normal, explica en doctor José Antonio Oteo, es que el paciente no se entere de que ha estado expuesto o que, como mucho, presente un cuadro de fiebre y dolores musculares, como sucede con otras enfermedades víricas.
En una entrevista publicada por la agencia SINC, Oteo explica además que "el calentamiento global que estamos sufriendo puede hacer que las garrapatas se vuelvan más agresivas" y considera que la precaución es lo más eficaz para evitar el contagio. En opinión del doctor, "el cambio de las condiciones ambientales afecta a la distribución de los artrópodos vectores, como estamos viendo con el mosquito tigre. En el caso de las garrapatas, parece que el calentamiento que estamos sufriendo puede hacer que se vuelvan más agresivas".
Ante la amenaza de las garrapatas, la OMS recomienda reducir al máximo los factores de riesgo mediante el uso de ropas protectoras y de color claro para poder detectar fácilmente la presencia del parásito, examinar frecuentemente nuestra piel, evitar las zonas donde abunden los ácaros además de usar acaricidas autorizados y aplicar repelentes en la piel y la ropa.