Barja (2003) investigó los patrones espaciales de defecación en el lobo ibérico, Canis lupus signatus, en Orense, y determinó, entre otras cosas, que los lobos tienden a defecar sobre puntos prominentes (en mayor medida, sobre plantas con características muy concretas, véase Barja 2009) y en los cruces de viales (pistas forestales, caminos, etc.). La elección de puntos prominentes incrementaría la percepción visual y la dispersión olorosa de las heces, mientras que la ubicación preferente en los cruces aumentaría la probabilidad de que cualquier congénere se topase con el excremento, incluso si su deambular era aleatorio. Posteriormente, Barja y col. (2005) descubrieron que el patrón de balizamiento en cruces de caminos y sobre puntos conspicuos se produce principalmente en los límites del territorio; en el área familiar las heces se distribuyen de forma más aleatoria. Es importante señalar que el comportamiento de balizamiento territorial mediante heces es común a todos los carnívoros ibéricos.